miércoles, 31 de julio de 2013

Los Evangelios Apócrifos



Los Evangelios Apócrifos

Mucho ruido produjo en los medios de comunicación social la publicación del Evangelio de Judas hace algunos años. Y otro barullo se originó treinta años antes con la publicación del Evangelio de Tomas. Y con el de Felipe, en razón del Código da Vinci, y con el Evangelio de María de Magdala, y así, con los manuscritos del Mar Muerto, con los manuscritos de Nag Hamadi, y con el libro de Henoc, y otros textos parabíblicos.


Para ser bien directos respecto del tema debemos observar que la mayoría de las personas se han hecho demasiadas ilusiones respecto del contenido de estos antiguos documentos. Creen que aportaran grandes revelaciones acerca de la persona y de las doctrinas de Jesús de Nazaret. Y que poco menos los Evangelios canónicos quedaran vueltos al revés, y desautorizados, y con ello, la iglesia quedaría en bancarrota.

Vana esperanza. Los evangelios apócrifos son documentos respetables, interesantes, PERO DE RELATIVA IMPORTANCIA. Unos son mejores que otros, y otros son peores que los anteriores. Pero la ilusión colectiva es que todos son buenos, iguales y profundos, pero la realidad no es así. Es porque se presume de partida que los evangelios canónicos o bíblicos están fallados, o que la iglesia nos ha mentido a través de 19 siglos.

Son de desigual calidad, de épocas diferentes, y contenidos muy diversos, y aportan muy poco a lo que ya se sabe acerca de la persona de Jesús y de sus enseñanzas.

La palabra "apócrifo" parece ser la que fascina al público. Esa palabra griega significa OCULTO, SECRETO. Y allí está el foco de la ilusión. SE CREE QUE SECRETO Y OCULTO ES SINONIMO DE ESOTERICO. Y no es así.

Esoterós y Esotericós son también palabras griegas, pero no significan lo mismo que Apócrifo. Una cosa puede estar oculta o escondida y no ser "esotérica". PUES ESOTERICO EN GRIEGO SIGNIFICA "LO MAS INTERIOR DE ALGO" DE UNA CASA O DE UNA DOCTRINA.

De allí que Pitágoras y Aristóteles tienen enseñanzas externas e internas, exotéricas y esotéricas. Lo mismo Jesús y los esenios. En hebreo, y en particular entre los Esenios se habla de "Nigelot" o las cosas evidentes de la sagrada escritura, y de "Nisterot" o las cosas escondidas, o no evidentes, de la sagrada escritura. PERO NO SE REFIEREN A OTRAS ESCRITURAS, sino a dos aspectos de las mismas.

Jesús mismo dice, en los mismos evangelios canónicos, que él tiene dos niveles de enseñanzas, uno externo para el público y otro interno para sus discípulos. (ver Marcos 4,11). Y con eso no pretende hacer ninguna revolución. Los más famosos rabinos de Israel y los más grandes profetas tenían dos niveles de enseñanzas, igual que Pitágoras y que Aristóteles. Una doctrina es abierta, al que quiera oír. Y la otra es privada, solo para los más capaces de sus discípulos, su círculo interno.

No toda cosa oculta es esotérica, no todo secreto es esotérico. De allí viene la confusión con los evangelios apócrifos. Tal vez algunas partes o secciones de la literatura apócrifa tenga valor esotérico. Pero otras son exotéricas, o simplemente doctrinas de DE OTRAS ESCUELAS, que se quisieron mezclar con enseñanzas cristianas, tal como ocurre hoy con la Nueva Era.

Por eso hay que andar con cuidado y NO GENERALIZAR. Se debe evitar el reduccionismo, la superficialidad, y el sincretismo. Cada evangelio apócrifo se debe evaluar por separado, caso a caso. Jamás meterlos todos en un mismo saco. Prudencia es la norma. Y, desde luego, tener varios sacos o cajones de clasificación….-

Un saco o cajón es para aquellos evangelios apócrifos que son muy cercanos o una prolongación de los evangelios canónicos. Es el caso del Evangelio de la Verdad, de Valentin, el alejandrino. Es un claro desarrollo de los contenidos del Evangelio de san Juan Apóstol. Es bastante cercano a la ortodoxia.

Otro apócrifo cercano a la ortodoxia de los evangelios canónicos es el evangelio de Felipe. Y también el de Tomas.

Todo erudito serio, por muy católico, o evangélico, o copto, que sea, sabe que el mensaje global de Jesús de Nazaret NO QUEDO TODO REGISTRADO EN LOS EVANGELIOS CANONICOS, NI TAMPOCO EN EL RESTO DEL NUEVO TESTAMENTO. Por algo existen los textos llamados "AGRAFA", es decir, palabras de Jesús que no quedaron escritas en los evangelios canónicos.

Los Padres Apostólicos y los Padres de la Iglesia, herederos de la tradición oral de los apóstoles, dejaron esos "ágrafa" consignados en sus escritos. Pero como la mayoría de los cristianos no leen esas cosas no se enteran de su existencia. La misma Biblia registra uno de esos ágrafas de Jesús en los Hechos de los Apóstoles 20,35: "MÁS BIENAVENTURADO ES DAR QUE RECIBIR".

Además, todos los pastores lo saben. Conocen perfectamente que hubo documentos y cartas de los apóstoles que se perdieron en el transcurso de los siglos. Y lo saben pues la misma biblia lo dice de modo directo e indirecto. Se menciona en Colosenses 4,16, por ejemplo, una carta de san Pablo a Laodicea, que no está en ninguna parte. Se perdió, simplemente.

Veamos por ejemplo, las palabras de San Juan Apóstol a este respecto, en el propio Evangelio de este discípulo amado: "Y HAY TAMBIÉN OTRAS MUCHAS COSAS QUE HIZO JESÚS, LAS QUE SI SE ESCRIBIERAN UNA POR UNA, PIENSO QUE NI AÚN EN EL MUNDO CABRÍAN LOS LIBROS QUE SE HABRIAN DE ESCRIBIR". ( Ev. De Juan 21, 25 ).

Estas palabras de Juan están al final del cuarto evangelio, en una época cercana al año 90 después de Cristo, cuando los otros tres evangelios, el de Mateo, el de Marcos y el de Lucas, ya habían sido escritos, pero a juicio de Juan ESOS CUATRO LIBROS NO ERAN SUFICIENTES, PUES LA GRANDEZA DE LA PERSONA Y DE LAS OBRAS DE JESÚS ERAN SUPERIORES A LAS POSIBILIDES DE SUS CRONISTAS PARA RETRATARLAS DE MODO COMPLETO.

Lo mismo afirman los teólogos. Cuando se habla de Dios en teología, se sabe que los conceptos humanos acerca de El serán siempre desbordados por la realidad indefinible e infinita de Dios. Sin embargo, por muy limitado que sea el lenguaje humano no se puede prescindir ni de los textos sagrados ni de los conceptos sobre Dios y sobre Cristo, PUES ESAS PALABRAS SON LOS NATURALES VEHICULOS DEL ENTENDIMIENTO, Y SON LOS CANALES PREESTABLECIDOS PARA LA ACCIÓN DE LA GRACIA DIVINA EN EL SER HUMANO.

Por eso el mismo san Juan Evangelista advirtió al final del capítulo 20 de su profundo evangelio: "HIZO ADEMÁS, JESÚS MUCHAS OTRAS SEÑALES EN PRESENCIA DE SUS DISCIPULOS, LAS CUALES NO ESTAN ESCRITAS EN ESTE LIBRO. PERO ESTAS SE HAN ESCRITO PARA QUE CREAIS QUE JESÚS ES EL CRISTO, EL HIJO DE DIOS, Y PARA QUE CREYENDO, TENGAIS VIDA EN SU NOMBRE". (Ev. De Juan 20,30-31)

De allí se deduce que lo esencial del mensaje de salvación para el espíritu humano YA ESTA DADO, y nada de lo que encuentre en búsquedas arqueológicas o psíquico-clarividentes va a alterar la sustancia de lo que ya se he revelado a los hombres para iluminar su camino.
Por eso la calidad de cualquier documento apócrifo será siempre evaluada o valorada en relación con lo que dicen los Evangelios Canónicos de la Biblia. U otros textos del Nuevo Testamento o del Antiguo Testamento. ES DECIR, LO QUE LA BIBLIA DICE SIRVE PARA ACEPTAR O RECHAZAR LOS CONTENIDOS DE ESOS EVANGELIOS APOCRIFOS. Ella es el criterio o el patrón de medida, y no al revés.

Los profanos o los ignorantes en estas materias se imaginan que los descubrimientos de documentos antiguos van a servir para desautorizar a la Biblia y a la Iglesia. Pero es siempre al revés.

Veamos un ejemplo de la filosofía. Supongamos que alguien descubre un pergamino antiguo de un escrito de Platón, del cual no se tenía noticia. ¿Cómo vamos a tener la certeza de que ese escrito es realmente de Platón, y que no es un plagio de otro escritor?
Simplemente, comparando el contenido de ese documento nuevo, frase a frase, palabra griega a palabra griega, CON LO QUE YA SE SABE DE PLATON CON TODA CERTEZA. Si hay semejanza en el fondo y en el estilo del escrito con Platón, el documento pasa la prueba de blancura y se acepta, se declara válido.

Eso mismo se hace con los apócrifos que pretenden ser o representar la palabra verdadera de Cristo. Pues se aplica un viejo refrán que dice: "NO SE DEBE CAMBIAR LO VIEJO POR LO MOZO NI LO CIERTO POR LO DUDOSO". Desgraciadamente muchos supuestos buscadores de la verdad de la Nueva Era no aplican este adagio de sentido común.

Y como niños ingenuos, creen de inmediato en cualquier novedad que surja en cuestiones metafísicas y o religiosas. Sobre todo si parece contradecir lo que dice la Biblia o la Iglesia.
Los apócrifos SURGIERON DESPUES, O POSTERIORMENTE A LOS EVANGELIOS CANONICOS, son de segundas aguas, o de tercera fuente. No son la primera versión de las cosas que sucedieron con Jesús y los apóstoles. Surgen A EXPENSAS DE LOS EVANGELIOS ORTODOXOS O CANONICOS, tienen vida y producen interés, PORQUE YA EXISTEN PREVIAMENTE LOS GENUINOS Y ORIGINALES.

Por eso, antes continuar este trabajo, se debe entender con absoluta claridad que los evangelios apócrifos NO TIENEN AUTORIDAD PARA JUZGAR LOS CONTENIDOS DE LA BIBLIA. Son los contenidos de la Biblia los que permiten valorarlos positiva o negativamente. Si Ud. Quiere ser sabio, PRIMERO DEBE SER EXPERTO EN SAGRADA ESCRITURA, DESPUES, LEA LOS APOCRIFOS.

Solo así su intelecto será coherente y ordenado en estas materias. Se remarca esto pues muchos que se llaman intelectuales a si mismos y expertos en materias religiosas están deformados y ciegos en estas delicadas cuestiones.

Volvamos a nuestro tema central. Otro cajón o saco de los evangelios apócrifos son los llamados evangelios gnósticos-platónicos, en los cuales se rompe con la doctrina judeo-cristiana de un Dios Único como Creador del universo, y es reemplazada por la doctrina de un hipotético DEMIURGO, creador del mundo, pero servidor de una entidad superior, el padre absoluto, el silencioso supremo, el Dios sin nombre ni atributos, que no tiene nada que ver con la historia del hombre ni con el cosmos.

Este ser absoluto resulta ser solo bondad infinita, luz infinita, y como tal no tiene vinculación alguna con un mundo donde existe la maldad, la materia, el pecado, y la ignorancia, excepto con ese ente obrero creativo o formativo de los mundos, ya mencionado, el demiurgo. Habrian, por tanto, Dos Dioses, y el Monoteísmo sería falso.

E incluso a este ser inferior, especie de Ángel creador, se le llama Yahvé o Iehová, o el Tzabaoth, como si el Dios del Antiguo Testamento fuese el demiurgo y no el Dios Supremo, y como si el Padre del Jesucristo fuese aquel absoluto sin nombre, y no Yahvé mismo. Eso es herejía. Es decir, una grave desviación doctrinal para cristianos.

Es el caso del Evangelio de Judas. Y el de otros como el evangelio de Basílides. Para la comprensión de estas cuestiones recomiendo la obra del erudito español José Montserrat Torrens, titulada EL EVANGELIO DE JUDAS, conteniendo una versión directa del copto, y una profunda y clara explicación del gnosticismo platónico-cristiano. (Editorial EDAF, 2006).
Otros evangelios apócrifos tratan de rellenar los vacíos de los evangelios canónicos, por ejemplo, los apócrifos de la infancia de Jesús, narrando su vida en Egipto y en Nazaret, y deteniéndose en los milagros del Jesús niño. Prodigios como hacer figuritas de barro de palomitas y otros pajaritos, y con una sola palabra y un soplo de vida divina, echarlos a volar delante de los demás niños de la barriada.

O prodigios con los pañales del Jesús bebé, con la intervención de la Virgen María, la cual prestaba los pañales de su divino hijo a otras mamás con niñitos enfermos, para que al envolverlos con ellos, los infantes se mejoraran milagrosamente por la energía misteriosa que las prendas vehiculizan.

Milagros en los que los demonios salen rápidamente de una persona al envolverle la cabeza con un pañal del niño Jesús. En el Evangelio Árabe de la Infancia del cual tomamos los ejemplos, también se muestra a un niño Jesús capaz de resucitar muertos, y de transformar a un mulo en un hombre, que había sido convertido en animal por artes de hechicería.

Tales historias no son ajenas o extrañas al Nuevo Testamento sino que idénticas a lo que se narra de los milagros de san Pablo en los Hechos de los Apóstoles, 19, 11-12.

Esta clase de apócrifos, los de los evangelios de la infancia de Jesús, no pueden ser declarados ni heréticos ni perjudiciales para la piedad popular, pues exaltan la divinidad y el poder de Jesús Dios hecho hombre, pero con el peligro de incentivar la credulidad y la ingenuidad casi hasta el infinito.

Los nombres de los tres reyes magos, Gaspar, Melchor y Baltasar, vienen precisamente de los Apócrifos. También el nombre de los ladrones que son crucificados junto a Cristo: Gestas, el mal ladrón a la izquierda, y Dimas, el buen ladrón a la derecha del Salvador.
Y esto de marcar la derecha de Cristo como lugar de salvación y la izquierda del Señor como lugar de perdición o de condenación se basa en el Evangelio de Mateo cap. 25, 31 al 46, donde se describe el Juicio final a las Naciones y a los hombres.

Otros evangelios apócrifos, como el de Bartolomé, exaltan la virginidad de María junto a la Divinidad y la gloria divina de Jesús resucitado, y el poder de Cristo sobre los demonios, al punto que diversas partes de ese evangelios ha servido para inspirar rituales exorcistas medievales y modernos. También este apócrifo de Bartolomé apóstol contiene una clara y amplia doctrina acerca de los ángeles, en clara sintonía con famoso libro de Henoc.

Y suma y sigue. Otros apócrifos nos hablan del manto de Verónica, donde quedó estampado el rostro de Jesús. Allí se narra que la tela de este manto sirvió después para sanar personas enfermas de la alta sociedad romana, y finalmente devuelto a su piadosa dueña.

También la idea de la conversión final de Poncio Pilatos al cristianismo está tomada del documento apócrifo "Los Actos de Pilatos".

Pero la mayoría de estos documentos explotan la imaginación y los sentimientos de los fieles, pero al estudiarlos con rigor se descubre que sus narraciones y argumentos muestran un cristianismo muy avanzado en la historia del hombre, en la vida eclesiástica y con profundos desarrollos teológicos, que son ajenos a la simpleza del cristianismo primitivo. En suma, unas historias de segundo orden, historias sacadas de historias anteriores. Narraciones que pueden no ser verdaderas, sino meramente propagandísticas.

Por esos motivos, la jerarquía eclesiástica, fiel al depósito original que le fue confiado, ha declarado a los apócrifos como No Inspirados por Dios, y por lo tanto, aunque piadosos, no contienen la Enseñanza, Doctrina o Dogma Oficial y Original de Cristo y de los Apóstoles.

Se pueden leer, pero no sacer doctrinas ciertas de ellos. Son un enramado folklórico que surgió después y alrededor de los textos oficiales de la Biblia, o canónicos, como se dice. Pueden ser, en ocasiones, lecturas espirituales y edificantes, pero no dejan de ser peligrosos en algún sentido.

Veamos un ejemplo de ese peligro, en el que cayó el mago negro más grande del siglo XX, Aliester Crowley, y muchos otros ingenuos, como Cagliostro. Y muchísimos CANALIZADORES DE LA NUEVA ERA.

El Evangelio Apócrifo de Bartolomé, ya mencionado, por ejemplo, dice que Jesús le dio al Apóstol Bartolomé el poder de hacer hablar y revelar ciertas verdades de la historia moral de la humanidad, y dar secretos del gobierno angélico invisible del mundo, a Satanás en persona. Bastaba con pisarle el cuello y conjurarlo a decir todo lo que sabía del mundo invisible y de la historia de las naciones pecadoras. Y SE TOMA COMO VERDAD TODO LO QUE EL JEFE DE LOS DEMONIOS DICE.

Y se olvida que precisamente Satanás es El Príncipe de Los Mentirosos, el rey de la mentira, y que no hay verdad en él, según palabras de advertencia del propio Cristo en el Evangelio de San Juan 8, 44. De allí que a través de miles de años, se ha interrogado a espíritus y demonios para saber misterios del más allá y del más acá, y secretos de la magia, como hizo Cagliostro y Crowley.

Se llega a ese nivel de tontería o de imbecilidad por dudar de la validez de las revelaciones ya recibidas de los libros sagrados ortodoxos y de las instituciones de autoridad religiosa. Y para justificarse a si mismos se recurre a diversos evangelios apócrifos que parecen avalar determinados experimentos espiritistas y mágicos.

Por eso todo buscador de la verdad ha de tener elevados criterios en estas materias. Debe tener en su mente un orden jerárquico de documentos de apoyo, unos de primer orden, como la Biblia, el Koran, el Bhagavad Guita, el Tao Te King, La Divina Comedia, La Odisea, El Corpus Herméticum, El Sepher Yetzirá, los Manifiestos Rosacruces del siglo XVII, obras de San Agustín, de Santo Tomás, y sólo al final, los evangelios apócrifos.

Casi todos los evangelios gnóstico-platónicos adolecen también de otras dos enfermedades o pecados: Tienen cierta dosis de maniqueísmo y una cuota de marcionismo, lo que los hace incompatibles con el judaísmo y el cristianismo verdadero.

Maniqueísmo significa que hay Dos Dioses en el universo. Uno, El Dios Bueno, creó a los espíritus de luz y las dimensiones invisibles de los cielos. El Otro, el Dios Malo, creó la materia y los cuerpos que servirían para encerrar y encadenar a los espíritus de luz.

Por eso mismo, Jesús, el Hijo del Padre Bueno, SOLO TUVO UNA APARIENCIA DE CUERPO FISICO, YA QUE SU DIVINIDAD ERA INCOMPATIBLE CON UN CUERPO MATERIAL O FISICO. Es decir, la encarnación real de Jesús Dios nunca fue real. Fue ilusoria, aparente. El Docetismo es una variedad de estas posturas maniqueas. (Evangelios Docetistas).

Contra esas ideas ya el Apóstol san Juan dejó una advertencia y una condena, que afecta a esos apócrifos, en su Primera Carta, cap. 4 vers. 1 al 3. "AMADOS, NO CREAIS A TODO ESPIRITU, SINO PROBAD LOS ESPIRITUS SI SON DE DIOS; PUES MUCHOS FALSOS PROFETAS HAN SALIDO POR EL MUNDO.

EN ESTO CONOCED AL ESPIRITU DE DIOS: TODO ESPIRITU QUE CONFIESA QUE JESUCRISTO HA VENIDO EN CARNE ES DE DIOS; Y TODO ESPIRITU QUE NO CONFIESA QUE JESUCRISTO HA VENIDO EN CARNE NO ES DE DIOS; Y ESTE ES EL ESPIRITU DEL ANTICRISTO, el cual vosotros habéis oído que viene y que ahora ya está en el mundo".

Esta advertencia de Juan Evangelista es la causa de que la Iglesia cristiana a través de los siglos ha rechazado a muchos evangelios apócrifos, ya sea por ser Docetistas, o por Maniqueos. Y también es la causa, entre otras, de porqué el Cristianismo es contrario al marxismo, pues esta corriente filosófica niega de la Encarnación histórica de Jesuscristo Dios, y si lo acepta, lo toma sólo como un hombre más.

Dentro de esta condena apostólica caen la mayoría de los médiums o canalizadores de la Nueva Era.

El Marcionismo mencionado anteriormente, es una doctrina que va mucho más allá de quienes nos hablan de un demiurgo llamado Yahvé o Tzabaot. Directamente el Evangelio de Marción nos dice que EL DIOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ES SATANAS EN PERSONA, EL DIOS DEL MAL, DE LA CRUELDAD Y DE LA INJUSTICIA. Y SOLO EL PADRE DE JESUS ES EL DIOS DEL BIEN.

Y lamentablemente, varios apócrifos se hacen eco de estas ideas heréticas y falsas. Precisamente los Cátaros de la edad media eran herederos de las doctrinas maniqueas y del marcionismo.

Son herejías porque EL DIOS DE LA BIBLIA ES CREADOR DE LA MATERIA Y DEL ESPIRITU, DEL CIELO Y DE LA TIERRA, DE LO VISIBLE Y DE LO INVISBLE. Y es el Inspirador e iluminador de los profetas y de los patriarcas del Antiguo Testamento, como también el Padre de Cristo y de los Apóstoles.

Para un cristiano el cuerpo no es el mal en si, su cuerpo es un templo que alberga al espíritu divino, y debe cuidársele con racionalidad para que sea un sano y dócil instrumento del espíritu.

Pero para los gnósticos de tendencia maniquea y catara el cuerpo es una maldición, una prisión, un enemigo al que hay que matar. Eso es contra la moral cristiana. Por eso la Iglesia los condena, no en cuanto a personas, sino en cuanto a que son promotores de doctrinas peligrosas para las almas y para la vida humana.

Por eso se dijo al comienzo de este trabajo que los Evangelios Apócrifos son muy diversos, de valor relativo, que deben analizarse caso a caso. Y que debe evitarse llamarlos buenos o esotéricos con ingenuidad e ilusión.

El cristianismo tiene su propia gnosis y su propio esoterismo en las mismas escrituras canónicas y ortodoxas, sin recurrir a fuentes externas. Para eso bastaría estudiar la numerología del Nuevo Testamento, y la doctrina de los diversos nombres de Dios que hay en la misma Biblia, por ejemplo.

El valor de los apócrifos es muy irregular y diverso. Es un material que nos ha llegado muy mutilado e incompleto, y que contradice la mayoría de los fundamentos de la cosmovisión judeo-cristiana del ser humano, de la vida y del universo.

Su lectura y seguimiento conceptual requiere de mucha prudencia y discernimiento, para separar la paja del trigo. Prudencia y discernimiento profundo que el hombre de cultura globalizada, superficial, y masiva, no tiene.

La política de rechazo al uso pastoral de estos documentos que han asumido las distintas Iglesias a través del tiempo es la correcta. Lo que no impide al mundo erudito leerlos y estudiarlos.



Autor:
Fernando Laredo Carter,
Profesor de Religión.

martes, 30 de julio de 2013

El secreto de la Masonería


Aunque se intenta develar el secreto de la Masonería. La Masonería sigue siendo un gran misterio, un secreto. Hasta para aquellos que la han experimentado fuertemente, la Masonería sigue siendo un misterio. De hecho, cuanto más profundamente entras en materia masónica, más profundo se vuelve el misterio. Cuanto más penetras en sus misterios, más y más desapareces. 

Un día llega y todo se clarifica, no es que la Masonería es conocida por ti, por el contrario, el conocedor que urge con curiosidad morbosa desaparece, el sujeto deja su ego a lado. El conocedor se disuelve tal como una gota de rocío que se desliza hacia el océano divino. En el mundo de la ciencia lo desconocido se transforma constantemente en lo conocido. Y se tiene la esperanza de que un día lo desconocido desaparecerá completamente y todo será conocido totalmente. En el mundo real la historia es totalmente diferente al del mundo de los profanos, diametralmente opuesta. No es que desaparece lo desconocido sino que desaparece el que pretende conocer. Y un día todo se vuelve un misterio por desvelar. 

Lo incognoscible es insondable, lo desconocido se vuelve incognoscible, y hasta lo conocido también se vuelve incognoscible. Entonces el secreto es total y absoluto. Tratamos de razonar profanamente que es el misterio de la Masonería: Pero eso no posible, para el profano, sólo quien ha recorrido todo el camino de la iniciación, luego la exaltación y finalmente la sublimación.



Decía San Pablo.



Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.


Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor. 




Palabra de Dios. 1 Cor 12,31-13,13


Alcoseri

lunes, 29 de julio de 2013

La huida a Fenicia de Jesús.


La huida a Fenicia de Jesús.
Robert Ambelain

«Aquel que ejerce la misericordia para con todos los hombres, gana la misericordia del Cielo.» RABBAN GAMALIEL III, siglo III

Los desplazamientos de Jesús durante los cuatro años de su vida pública no son debidos al azar. Fueron necesariamente motivados por exigencias de seguridad. Al pretender restaurar un reino de carácter religioso, como heredero del trono de David, y al estar rodeado de pelotas, algunos de los cuales tenían muy mala reputación, si se tiene en cuenta su sobrenombre, forzosamente tuvo que estar vigilado por la policía romana, doblada por la de los tetrarcas idumeos. Por eso, cuando vemos que los historiadores cristianos califican de «retiro» su viaje a Fenicia, no podemos evitar sorprendernos, a menos que demos a esa palabra su sentido militar de «retirada».

Porque, puesto que se encuentra en Jerusalén, la Ciudad Santa, donde, como ya hemos visto, todo judío de raza tenía derecho a entrar en la penúltima nave, la de los hombres, cada día (y Jesús no se privaba de ello), en ese Templo que era el único lugar de culto regular, excluyendo cualquier otro, ¿cómo justificar que se fuera a «retirar» a Fenicia, estado cuya población había sido, desde siempre, hostil al pueblo hebreo, cuyos cultos eran esencialmente paganos, y donde, como inevitable consecuencia, la impureza ritual le estaba rodeando a cada momento? De hecho, se trataba efectivamente de una retirada «militar», es 184 decir, de una huida, y precisamente a una región en la que no se les ocurriría ni por un instante suponer que Jesús podría haberse refugiado. De Jerusalén, donde se encontraba entonces, hasta Sidón, a través de Judea, la Samaría hostil, y Galilea, hay, en total, unos ciento noventa kilómetros a vuelo de pájaro. Nunca sabremos el camino exacto que tomó Jesús, pero podemos suponer que se mezclaría, en unión de los discípulos que le acompaña-ron (que indudablemente serían los mismos de siempre: Simón, Santiago y Juan), con una caravana de peregrinos que se dirigirían a Fenicia para las ceremonias conmemorativas de la muerte y resurrección de Adonis.

Porque, si damos crédito a los trabajos de los exegetas e historiado-res católicos, fue justamente en junio del año 29 cuando Jesús se refugió en Fenicia. Y llega allí exactamente para las ceremonias anuales, que tienen lugar, como veremos, en el solsticio de verano, cuando florece precisamente la «rosa de Damas», esa anémona consagrada a Adonis. De todos modos, va a permanecer allí poco tiempo, unos diez días todo lo más, porque le reconocen: «Saliendo de allí [de Jerusalén], Jesús se retiró a los términos de Tiro y de Sidón. Y he ahí que una mujer cananea de aquellos contornos comenzó a gritar, diciendo: "¡Ten piedad de mí. Señor, hijo de David\ Mi hija es cruelmente atormentada por el demonio". Pero él no le contestaba palabra, y sus discípulos se le acercaron y le dijeron con insistencia: "Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros..."» (Mateo, 15, 21-24.) En Marcos encontramos precisiones sobre su deseo de permanecer oculto: «Partiendo de allí (de Jerusalén), Jesús se fue al territorio de Tiro y Sidón. Entró en una casa, no queriendo ser de nadie conocido, pero no le fue posible ocultarse, porque, en oyendo hablar de él, una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro entró y se postró a sus pies...» (Marcos, 7, 24-25.)

Asi pues, deseaba que nadie supiera quién era, deseaba permanecer oculto. Extraña actitud para un dios encarnado, venido a proclamar la verdad a las multitudes, ésa de huir e introducirse «en una casa», y «ocultarse» allí. Esa casa era probablemente la del misterioso hermano cuyo nombre se ignora y que vivía en Sidón, con el sobrenombre de Sidonios, el sidonio. ¿Sería ése el misterioso hijo oculto^! Sabemos la continuación. Jesús no pudo permanecer más tiempo en Fenicia, porque había sido reconocido, y huyó de nuevo. «Saliendo de nuevo de los confines de Tiro, se fue por Sidón hacia el mar de Galilea, atravesando los confines de la Decápolis...» (Marcos, 7,31.) Pues bien, si examinamos el mapa de esas regiones (página 4), constataremos que Jesús intentó engañar a las gentes de Tiro. En efecto, desde esa ciudad se fue hacia el norte, bordeando el litoral del Mediterráneo, hasta Sidón, ciudad situada a unos cincuenta kilómetros por encima de Tiro. Así, los tirios pudieron suponer que se iba definitivamente de Palestina. Y si proporcionaron información sobre él a la gendarmería romana, esa información fue errónea, porque de Sidón, siguiendo una línea oblicua hacia el este, regresó entonces a Galilea, pero atravesando la Decápolis. Todo eso es perfectamente normal por parte de un hombre a cuya cabeza se ha puesto precio, y que tiene a las legiones romanas en perpetua operación policial contra sus propias tropas.

Pero ¿por qué ocultárnoslo, La «retirada» a Fenicia, interrumpida por la intervención de la ca-nanea y su indiscreción, se produjo, como hemos visto, en el momento de las ceremonias celebradas en honor a Adonis. Ese dios, que no es otra cosa que el principio del trigo y de la vegetación en general, poseía un culto muy antiguo. Los especialistas en historia de las religiones lo identificaron con el Osiris egipcio, y era también él quien, bajo los nombres de Eshmoun, o Aphiad, se veneraba en algunas regiones, mientras que en otros lugares se encontraba de forma idéntica, sólo que bajo el nombre de Dummuzi, Tammuz, Sandon y, por último, Adonis. Israel, en los tiempos de esas tentativas de sincretismo religioso, que los profetas consideraban, horrorizados, como adulterios espirituales hacia Yavé, a veces había venerado a Tammuz:

«Luego me llevó a la entrada de la puerta del Templo de Yavé que mira al norte. Y he aquí que allí se encontraban sentadas mujeres que lloraban a Tammuz...» (Ezequiel, 8, 14.) Este lleva el nombre de «Pastor del Cielo» o de «Pastor Celeste», así como el de «Verdadero Hijo». Cuando desciende a la morada de los muertos, se convierte en el señor de ella, y entonces adopta el nombre de «Pastor de la Tierra». Y cuando tiene lugar su resurrección, cuando remonta de la fúnebre morada hacia la luz, los muertos remontan con él. Antes, cuando tuvo lugar su muerte (simbólica), su estatua fue lavada, embalsamada con aromas, envuelta en un lienzo carmesí. Por eso los especialistas en las religiones antiguas de Babilonia y de Asiría, en especial Edouard Dhorme, han podido sacar la conclusión de que: «Muerte, resurrección, ascensión, nada falta en los misterios de Dumuzi...» (Cf. Edouard Dhorme, Les religions de Babylone et d'Assyrie.) Y A. Moret, con otros numerosos autores, no vaciló en escribir: «Podemos dar por seguro que los fenicios depositaban en los Adonis la esperanza de una nueva existencia del hombre después de la muer-te». (Cf. A. Moret, Histoire ancienne de 1'Orient.) Hay que admitir que los escribas anónimos que redactaron los Evangelios actuales, en el siglo IV y siguientes, nos ponen en presencia de dos conclusiones posibles: a) o bien fue el propio Jesús quien, impresionado por las ceremonias de Adonis durante su corta estancia en Fenicia, orientó su fin de una manera semejante, provocando los acontecimientos y dando las instrucciones necesarias a aquellos que se ocuparían de su cadáver después de su muerte; b) o bien ignoramos cómo sucedió en realidad, y fueron los escribas del siglo IV los que, al componer los Evangelios, tomaron los de-talles de la religión de Adonis y de la de Mithra, que también encontraremos dentro de poco, a fin de rellenar el vacío de su documentación. Porque Jesús también se compara a un Pastor Celestial, y se dice Hijo único de Dios; cuando desciende al Shéol rompe el imperio del Príncipe del Abismo, y libera a los muertos que estaban a la espera; la leyenda pretende que, en el instante de su muerte, se vio salir a éstos de sus tumbas y errar por Jerusalén. Por otra parte, se envuelve con aromas su cadáver. Resucita al tercer día y ocupa su lugar en el Cielo, cerca de Dios. Todo eso igual que Tammuz y Adonis, no falta nada, y el plagio es evidente.

Pues bien, de esa estancia de tres días y tres noches, con la consiguiente resurrección, sólo se nos habla en tres pasajes de los Evangelios. Él lo saca, por analogía, de la de Jonás en el vientre de un enorme pez marino, aunque sin conocer su imposibilidad absoluta. Y sor-prende bastante, de parte del «hijo de Dios», que éste creyera y divulgara semejante estupidez: ¡un hombre viviendo tres días y tres noches en el estómago de un cachalote, y que saliera de allí fresco y despierto! Veamos dichos textos de los Evangelios:

«La generación mala y adúltera pide una señal, pero no le será dada más señal que la de Jonás el profeta. Porque, como estuvo Jonás en el vientre de un gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra.» (Mateo, 12, 39-40.)24 b) «Esta generación mala y adúltera busca una señal, mas no se le dará sino la señal de Jonás...» (Mateo, 16, 4.) c) «Esta generación es una generación mala; pide una señal, y no le será dada otra señal que la de Jonás. Porque como fue Jonás señal para las gentes de Nínive, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación...» (Lucas, 11, 29-30.) Cronológicamente, la permanencia de Jesús en Fenicia se sitúa entre a) y b). O bien a) es una interpolación posterior (y en Mateo son frecuentes), o bien es que ya pensaba en montar algo parecido a los misterios de Tammuz y de Adonis cuando fue a Fenicia. Si se hubiera tratado de una interpolación, la de a), lo que ésta habría pretendido era evitar que el lector estableciera ninguna relación entre su encuentro con las ceremonias de Adonis y su ulterior afirmación en cuanto a su resurrección. Porque de ésta no se había hablado nunca antes. La idea no se le ocurre ni empieza a afirmarse hasta después de su viaje a Fenicia. Por otra parte, por encima de Sidón, a la altura de la isla de Chipre, en la región de Aradus, Hamah, Emesis, las legiones romanas acantonadas en Fenicia habían establecido desde hacía mucho tiempo el culto a Mithra. Estaba ausente de Palestina (y con razón) pero reaparecía en Alejandría y cubría el mundo antiguo.

Se ha acordado situar en el siglo xiv antes de nuestra era la más antigua manifestación conocida de éste. Y el último documento que trata sobre el Mithra occidental data del siglo v después de Cristo. Por lo tanto, ese dios reinó en el corazón de sus fieles durante mil nove-cientos años. Su desaparición coincidió con las medidas adoptadas por los emperadores cristianos a instigación de los padres de la Iglesia contra todo lo que no era cristiano, y cristiano ortodoxo. Pitagóricos, platónicos, gnósticos, seguidores de las diversas ramas cristianas in-dependientes trabaron entonces conocimiento con la tolerancia mesianista y cristiana. Mithra era, en efecto, el dios de las legiones. Esta religión, importada ya en el año 181 antes de nuestra era al corazón mismo de Roma, obtuvo el favor imperial. Cómodo, Diocleciano, Galerio, Licino, Juliano, Aureliano, fueron fervientes seguidores de Mithra. Es posible que Nerón, nacido el 25 de diciembre, el mismo día que se festejaba el nacimiento de Mithra, fuera uno de los primeros emperadores que le rindieron culto. Pues bien, Mithra nace en una gruta, unos pastores asisten a su nacimiento, es el arquero divino, que traspasa con sus flechas á las entidades del Mal. En la Cena de los seguidores de Mithra se descubre esta sorprendente frase: «El que no coma de mi cuerpo y beba de mi sangre de modo que se confunda conmigo y yo con él, no obtendrá la Salvación...» (Citado por Martín Vermaseren: Mithra, pág. 86.) Y se dice que Jesús declaró, durante la suya: «El que no coma de mi cuerpo y beba de mi sangre, no tendrá la vida eterna...» (Juan, 6,53-54.) Cuando los cristianos descubrieron el texto de la liturgia de Mithra, se enfurecieron. Tertuliano, fuera de sí, afirmaría que eso era obra del Demonio, que, mil años antes, había parodiado la Cena para desvalorizar las palabras de Jesús. Exactamente igual que en el caso de este último, a Mithra también le adoran inicialmente los Magos, en Oriente. Éstos lo hacen en su función de sacerdotes de la religión de Zoroastro, uno de cuyos aspectos es precisamente el culto a Mithra. Cuando Mithra asciende al Cielo, ocupa su lugar al lado de su padre. Aura Mazda, y éste declarará que «orar a Mithra es orar a Aura Mazda». Que el lector compare esas palabras con: «Que todos honren al Hijo como honran al Padre...» (Juan, 5, 23), y con: «El Padre ha entregado al Hijo todo el poder de juzgar...» (Juan, 5, 22). La analogía es evidente.

Es imposible no admitir las interferencias del culto a Mithra en el cristianismo. Pero mientras el de Adonis pudo, stricto sensu, impresionar a Jesús, el procedente de Mithra fue introducido (consciente o inconscientemente) más adelante, en el curso de los primeros siglos, por los redactores anónimos de los Evangelios. Otros episodios demuestran, sin discusión posible, que Jesús, al no poder ser rey en vida, tanto por la presencia de las legiones romanas como a causa de la hostilidad de una parte de la nación judía, así como por la propia doctrina de su padre Judas de Gamala (que era la de todos los zelotas: «¡Dios es el único rey!...»). Jesús, que había rechazado el ofrecimiento de Tiberio de ser tetrarca cuando tuvo lugar la deposición de Filipo, Jesús, como decíamos, ideó convertirse en rey después de muerto, y eso fue después de encontrarse en Fenicia con las ceremonias de la muerte y resurrección de Adonis. Así lo hacen pensar, primero, el hecho de reunir un cierto número de datos relativos al Mesías esperado (omitiendo otros, completamente imposibles de realizar), y también el hecho de esforzarse en hacer encajar algunos episodios de su vida pública con esos anuncios profe-tices. Y también el hecho de adoptar usos y ritos esotéricos de cultos ya existentes. La materia y la forma eucarísticas, en primer lugar, del culto de Mithra. El bautismo por inmersión en las aguas (no obstante impuras) del Jordán, en segundo lugar, del induismo. Y es que, efectivamente, hace por lo menos veinte o treinta siglos que en la India y el Nepal las aguas de riachuelos o de ríos sagrados, como el Ganges, la «gran madre Ganga», sirven a los indios para purificarse de sus pecados, gracias a una inmersión en el curso de la existencia. Así pues, cuando Jesús envió, en el año 27 de nuestra era, sus instrucciones a Juan, su primo, el futuro Bautista, sobre las relaciones entre el agua viva y la vida futura (Apocalipsis, 22, 17), no hizo sino parodiar la religión védica. Y también en la Apocalipsis, cuando evoca las relaciones entre el Mal (la Bestia) y el número 666 (Apocalipsis, 13, 18), está copiando al taoísmo. El lector no tiene más que remitirse a La Peesée chinoise, de Marcel Granel, y a su sabio estudio sobre el cuadrado mágico de nueve casillas, el «Lo chu», perfectamente conocido por los geománticos que practican el / Ching. Constatará entonces que el 50 es el número del Logos (cf. las «cincuenta puertas de la Inteligencia», en la Cabala), y que el 666 es el número del Demonio, del Mal. Una vez más, Jesús no inventa nada. No obstante, todo eso implica que, efectivamente, poseyó y, por lo tanto, recibió una instrucción mágica, cosa que el mundo bien pensante siempre se ha negado con indignación a admitir, a pesar de la afirmación de los adversarios contemporáneos del citado Jesús.


24 Este pasaje fue visiblemente interpolado ulteriormente, ya que rompe el texto y el discurso de Jesús. Basta con pasar del versículo 37 al 42 para constatar que el discurso sigue perfecta-mente y que la interpolación, del 38 al 41 inclusive, es evidente. En cambio, en 16, 4, el pasa-je sobre Jonás está en su lugar. 

TOMADO DEL LIBRO: JESUS O EL SECRETO MORTAL DE LOS TEMPLARIOS DE ROBERT AMBELAIN.

domingo, 28 de julio de 2013

La independencia del Perú: los acontecimientos

La independencia del Perú: los acontecimientos

Categoría: General

Publicado por: jorrego

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La Corriente Libertadora del Sur o etapa sanmartiniana.- San Martín llegó al Perú cuando era virrey Joaquín de la Pezuela. Venía desde Valparaíso (Chile) con un ejército formado por unos 4.500 hombres y esperaba levantar aquí otro de 15 mil patriotas . El jefe de su escuadra era el experimentado marino británico lord Thomas Cochrane. Desembarcó en Paracas el 20 de setiembre de 1820 y en Pisco hizo su primer llamado a los peruanos para unirse con él a la causa independentista.

Venía como un verdadero libertador, no para conquistar por las armas el Perú sino para ganar una guerra de ideas. Por ello, alguna vez se preguntó: ¿Cuánto puede avanzar la causa de la independencia si me apodero de Lima, o incluso del país entero, militarmente?… Quisiera que todos los hombres pensaran conmigo, y no quisiera avanzar un paso más allá de la marcha gradual de la opinión pública. ¿Estaba en lo cierto? Lamentablemente, el tiempo no le daría la razón.

Por ese entonces, España había caído nuevamente en crisis. Desde Cádiz el general Riego encabezó un golpe liberal contra Fernando VII que reimplantó la Constitución liberal de 1812. Para la aristocracia criolla, en su mayoría conservadora, esto era una pésima noticia. El liberalismo -con sus postulados de igualdad social, tolerancia de ideas y libertades políticas- era sinónimo de desgobierno y atentaba contra el orden y la estabilidad. España estaba cada vez más lejos y ya no podía garantizar o defender el sistema jerárquico que favorecía a la aristocracia criolla.

Mientras tanto, el virrey Pezuela había recibido órdenes de entrevistarse con San Martín. Se concertó la cita y la reunión se celebró en Miraflores, entonces un pueblo de indios al sur de Lima. Los delegados de ambos no pudieron llegar a ningún acuerdo importante salvo el de suspender temporalmente las hostilidades. Pero la sola presencia de San Martín afectaba el orden interno. La adhesión del marqués de Torre Tagle, intendente de Trujillo, le aseguraba a los patriotas el apoyo de todo el norte peruano. Al mismo tiempo, el general patriota Álvarez de Arenales en una incursión proselitista en la sierra central, que salió de Ica y siguió por Huamanga y Jauja, derrotaba al realista O’Reilly en Cerro de Pasco.

Luego de hacer el primer diseño de nuestra bandera en Pisco, San Martín cambió su cuartel general y se trasladó al norte de Lima, Huaura, y desde allí lanzaba algunos decretos y continuaba llamando a los peruanos a su causa. Los militares españoles, cansados de la tolerancia de Pezuela decidieron destituirlo y le hicieron un golpe de estado: en el Motín de Aznapuquio, José de la Serna fue elegido nuevo virrey del Perú. España confirmó a La Serna como virrey y le obligó a negociar con San Martín. La nueva entrevista se realizó en la hacienda de Punchauca, al norte de Lima (hoy Carabayllo). Allí, el Libertador exigió proclamar la independencia instalando una monarquía en el Perú. El virrey no podía acceder a tal petición y se reanudaron las hostilidades.


Histórico balcón de Huaura (norte de Lima) donde, según la tradición, San Martín proclamó por primera vez la independencia del Perú

Pero La Serna no podía mantenerse con su ejército en Lima. Lord Cochrane había bloqueado el puerto del Callao y los guerrilleros habían cortado el acceso con la sierra central, la despensa de Lima. El Virrey se retiró al Cuzco y empezó a gobernar el Virreinato desde la antigua capital de los Incas. La decisión era pragmática: en la sierra sur se encontraba el grueso del ejército realista. San Martín aprovechó y entró a Lima. Convocó una junta de notables en el Cabildo limeño que juró la independencia el 15 de julio de 1821. Manuel Pérez de Tudela fue el encargado de redactar el Acta. La proclamación quedó para el sábado 28 de julio en la Plaza de Armas de Lima.

El 3 de agosto, San Martín aceptó el título de Protector del Perú. De esta forma se iniciaba el Protectorado en el que San Martín promulgó el Estatuto Provisorio (base jurídica de su gobierno que hacía las veces de una “constitución”) y organizó un Consejo de Ministros integrado por Hipólito Unanue (Hacienda), Bernardo de Monteagudo (Interior) y Juan García del Río (Relaciones Exteriores).

Más adelante emprendió algunas reformas substanciales: decretó la “libertad de vientres”, abolió el tributo de los indios, promulgó las garantías jurídicas, fundó la Biblioteca Nacional, seleccionó la letra y música del Himno Nacional, decretó el libre comercio y dio los primeros pasos para divulgar su plan monárquico.

Hacia 1822 la situación de San Martín era desalentadora. Se negaba a invadir la sierra y los realistas mantenían su poder casi intacto al interior del país. Lord Cochrane se enemistó con el Libertador y abandonó la campaña con sus hombres. El Libertador comprendió que necesitaba apoyo militar y la solución era Bolívar que, por esos días, había liberado Quito. La entrevista entre ambos se realizó en Guayaquil donde San Martín le pidió a Bolívar apoyo militar y le ofreció estar bajos sus órdenes en la campaña del Perú. Bolívar no quería tenerlo como subordinado y le ofreció un ejército de mil hombres. Al final de la entrevista, San Martín entendió que su presencia era un obstáculo para la liberación del Perú y decidió abandonar el país. Antes de irse, el 20 de setiembre de 1822, instaló el Primer Congreso Peruano. Ante él renunció al cargo y anunció su deseo de retirarse de la vida pública.

La etapa peruana.- Al partir San Martín, el Congreso nombró una Junta presidida por José de la Mar que quiso continuar la guerra. Pero el fracaso en una serie de campañas militares causó su rápido desprestigio. Por ello, el 28 de febrero de 1823, fue nombrado primer presidente del Perú, José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete, impuesto por el ejército en el Motín de Balconcillo, primer golpe de estado de nuestra vida independiente.

Riva-Agüero intentó reorganizar el ejército patriota, incluso creó la primera escuadra peruana al mando del almirante Guisse. El fracaso del patriota Rudescindo Alvarado en las provincias del sur (Moquegua) frente al realista Jerónimo Valdéz le hizo comprender que la guerra no podía ganarse sin apoyo externo, especialmente de Bolívar. El Libertador accedió y envió un ejército de 6 mil hombres al mando de Antonio José de Sucre.

Pero en junio de 1823 tropas realistas entraron a Lima y Riva-Agüero tuvo que huir al Callao junto al Congreso. Un grupo de diputados consideró a Riva-Agüero incapaz de ganar la guerra. Lo destituyeron y le otorgaron todos los poderes militares a Sucre. Por su lado, Sucre presionó para que el Congreso nombrara presidente a Torre Tagle. Riva-Agüero se negó a aceptar su destitución y entró en conversaciones con La Serna. Pronto, con un sector del Congreso, instaló su gobierno en Trujillo.

De esta manera, el Perú era un caos: había dos gobiernos, el de Riva-Agüero y el de Torre Tagle, y dos congresos, uno en Lima y otro en Trujillo. En este contexto llegó Bolívar el 1 de setiembre de 1823 con sus tropas colombianas a las que se unirían peruanos, argentinos y chilenos, sobrevivientes de las campañas sanmartinianas.

La Corriente Libertadora del Norte o etapa bolivariana.- Pero la presencia del Libertador no hizo sino complicar más las cosas. Dividió a los peruanos pues despertó muchos recelos su autoritarismo y su deseo de unir al Perú con la Gran Colombia. Su diferencia con San Martín, más conciliador, era abismal.

Torre Tagle intentó negociar con su rival Riva-Agüero que a su vez negociaba con los realistas la posibilidad de establecer una monarquía en el Perú. Ambos fueron descubiertos por Bolívar y declarados traidores a la independencia. Torre Tagle tuvo que refugiarse en el Callao donde el general realista Rodil, había capturado el castillo del Real Felipe. Riva-Agüero por su parte, no tuvo otro remedio que abandonar el país y dirigirse a Europa. Es necesario anotar que durante el simbólico gobierno de Torre Tagle el Congreso promulgó, en 1823, la primera constitución del Perú, de corte liberal y republicano, y se terminó de diseñar la bandera nacional.

Entre 1823 y 1824 una confusión enorme reinaba en el Perú. Los peruanos seguían divididos por la presencia del Libertador. Bolívar tomó entonces acciones más drásticas y poderes aún más dictatoriales lo que siguió dividiendo a la opinión pública.

Pero en el bando realista las cosas tampoco andaban bien. Fernando VII había sido repuesto en el trono español como monarca absoluto. El liberalismo peninsular había sido derrotado. La Serna, Canterac y Valdéz eran liberales y constitucionalistas; Olañeta era absolutista y decidió abandonar a La Serna. Acusó al virrey de intruso, se retiró al Alto Perú, se proclamó virrey y empezó a gobernar desde allí en nombre del Rey y de la religión católica. La Serna envió a Valdéz quien no pudo someter al general rebelde.

Mientras tanto, Bolívar, ahora nombrado Dictador por el Congreso, reorganizaba su ejército. Se rodeó de eficaces colaboradores peruanos como José Faustino Sánchez Carrión (su secretario general), Manuel Lorenzo de Vidaurre, Hipólito Unanue y José María de Pando; Bernardo de Monteagudo, el antiguo colaborador de San Martín, también estuvo en el círculo íntimo del Libertador. En abril de 1824 Bolívar había organizado un ejército bien disciplinado de unos 8 mil hombres. En mayo se dirigió con él a la sierra central para seguir concentrando fuerzas.

En julio su ejército estaba conformado por 6 mil colombianos y 3 mil peruanos con quienes se enfrentó a los realistas el 6 de agosto en la batalla de Junín. Los realistas estaban al mando de Canterac. Los dos ejércitos acusaban mal de altura. No hubo un solo disparo pues la infantería no había sido envuelta y la artillería se encontraba muy lejos. Se enfrentaron solo las caballerías. Fue una batalla de sables, bayonetas y lanzas. El triunfo parecía sonreírle a los realistas cuando Bolívar ordenó la retirada. Pero el mayor Rázuri hizo ingresar al batallón de los Húsares, al mando de Isidoro Suárez, que cambió el giro de la contienda.

Por fin había un triunfo claro de los patriotas. Canterac tuvo que retirarse al Cuzco y Bolívar viajó a Lima. Sucre quedaba al frente del ejército patriota. Desde la capital Bolívar iniciaba un gobierno civil, reformaba algunas instituciones o aboliendo otras como la mita, y establecía un sistema escolar siguiendo el modelo inglés. Tras la derrota, el virrey La Serna reaccionó pronto. No podía permitir que los patriotas dominaran la sierra, el tradicional fortín realista. Hacia finales de noviembre los realistas salieron del Cuzco con todas sus fuerzas, unos 9 mil hombres, en su mayoría peruanos. Solo faltaba el rebelde Olañeta.

La batalla final se llevó a cabo a mitad de camino, en Ayacucho, el 9 de diciembre. La táctica de Sucre en la Pampa de la Quinua y la falta de moral de los realistas determinaron el triunfo final de los patriotas. Fue un encuentro dramático pues había peruanos en ambos bandos. Sucre aseguró que tuvo solo 300 bajas mientras que los españoles acusaron 1.600 muertos. La Serna fue capturado y Canterac ofreció una rendición sin condiciones.

Esa misma noche se firmó la Capitulación de Ayacucho. España reconocía la independencia del Perú a cambio de un pago, la “famosa deuda de la independencia”, una especie de indemnización de guerra. En el documento, además, los patriotas permitieron a los realistas la opción de quedarse en el Perú transformados en ciudadanos de la nueva nación respetándose sus propiedades, o embarcarse a España. La mayor parte de los oficiales realistas prefirieron el regreso a la Península soportando allá la penosa situación de vivir hasta su muerte con el estigma de ser llamado los “ayacuchos”, es decir, los derrotados. La Capitulación fue firmada por Sucre y por el realista Carratalá.

Luego del triunfo en Ayacucho, Bolívar confió a Sucre la liberación del Alto Perú. Había dos temas pendientes en la futura Bolivia. Uno era la presencia de Olañeta y el otro era decidir el futuro político de la antigua Audiencia de Charcas. Tras salir del Cuzco, Sucre cruzó el Desaguadero y entró cuidadosamente por territorio altoperuano. Esto provocó la deserción masiva de los colaboradores de Olañeta. Finalmente el “virrey” rebelde fue vencido en Tumusla. Luego Sucre reunió una asamblea de altoperuanos en la Universidad San Francisco Javier en la ciudad de Chuquisaca (hoy Sucre) que decidió la independencia del Alto Perú. Se llamaría Bolivia en el futuro.

En el Perú, como sabemos, un grupo de fidelistas seguían resistiendo en el Real Felipe (Callao). Allí el general Rodil había aglutinado no sólo españoles sino algunos aristócratas peruanos que no asimilaban aún la idea de la independencia. Muchos de ellos, incluido Torre Tagle, murieron víctimas de una epidemia de escorbuto . Pero la resistencia no podía prolongarse más. El 22 de enero de 1826 Rodil capituló cuando se convenció que no iba a recibir ningún refuerzo de España. A diferencia de los “ayacuchos”, Rodil y sus refugiados fueron recibidos en España como héroes.

Mientras tanto Bolívar, en Lima, se esforzaba por darle al Perú un marco institucional. Ahora, en 1826, su popularidad había aumentado algo en comparación a 1823. Pero seguía insistiendo en su proyecto de confederar los países andinos, y el Perú no podía quedar excluido. En eso estaba cuando recibió noticias que la anarquía había aumentado en la Gran Colombia. Tuvo que dejar el Perú el 23 de setiembre de 1826 a bordo del bergantín “Congreso”. Antes de partir nombró un Consejo de Gobierno presidido por Andrés de Santa Cruz.

Cuando ya no estaba el Libertador se juró en Lima, en diciembre de 1826, la Constitución Vitalicia. Sin embargo pronto los liberales se alzaron contra ella. Sus líderes eran Luna Pizarro y Vidaurre quienes llamaban a los limeños a un Cabildo Abierto para liquidar el proyecto bolivariano. La sesión se celebró el 27 de enero de 1927 quedando allí abolida la Constitución Vitalicia volviéndose a la Constitución de 1823. Todos entendieron que el régimen bolivariano había terminado.

BLOG DE JUAN LUIS ORREGO PENAGOS

sábado, 27 de julio de 2013

LOS MASONES Y LA INDEPENDENCIA DEL PERU (5 DE 5)

LOS MASONES Y LA INDEPENDENCIA DEL PERU (5 DE 5)
Herbert Oré Belsuzarri.

15 DE JULIO DE 1821: LOS MASONES PERUANOS REDACTAN Y FIRMAN EL ACTA DE LA INDEPENDENCIA DEL CABILDO DE LIMA.

José de San Martín ingresó a Lima el 12 de julio de 1821, venía como un verdadero libertador, no para conquistar por las armas el Perú sino para ganar una guerra de ideas. Por ello, alguna vez se preguntó: ¿Cuánto puede avanzar la causa de la independencia si me apodero de Lima, o incluso del país entero, militarmente?… Quisiera que todos los hombres pensaran conmigo, y no quisiera avanzar un paso más allá de la marcha gradual de la opinión pública. ¿Estaba en lo cierto? Lamentablemente, el tiempo no le daría la razón.

El texto del Documento histórico de dicha fecha dice a la letra:

En la ciudad de Los Reyes, el quince de Julio de mil ochocientos veintiuno. Reunidos en este Excmo. Ayuntamiento los señores que lo componen, con el Excmo. e Ilmo. Señor Arzobispo de esta santa Iglesia Metropolitana, prelados de los conventos religiosos, títulos de Castilla y varios vecinos de esta Capital, con el objeto de dar cumplimiento a lo prevenido en el oficio del Excmo. Señor General en jefe del ejercito Libertador del Perú, Don José de San Martín, el día de ayer, cuyo tenor se ha leído, he impuesto de su contenido reducido a que las personas de conocida probidad, luces y patriotismo que habita en esta Capital, expresen si la opinión general se halla decidida por la Independencia, cuyo voto le sirviese de norte al expresado Sr. General para proceder a la jura de ella. Todos los Srs. concurrentes, por sí y satisfechos, de la opinión de los habitantes de la Capital, dijeron: Que la voluntad general está decidida por la Independencia del Perú de la dominación Española y de cualquiera otra extrajera y que para que se proceda a la sanción por medio del correspondiente juramento, se conteste con copia certificada de esta acta al mismo Excmo. y firmaron los Srs.:El Conde de San Isidro- Bartolomé, Arzobispo de Lima, Francisco Javier de Zárate- El Conde de la Vega de Ren- El Conde de las Lagunas-Toribio Rodriguez-Javier de Luna Pizarro-José de la Riva Aguero-El marquez de Villa fuerte…”

Acta de Independencia del cabildo de Lima.

San Martín, el 28 de Julio de 1821 se reúne el Cabildo Abierto en Lima, declarando junto con el pueblo la Independencia del Perú de la dominación española y de cualquier otra dominación extranjera. Don José de San Martín proclama y jura la Independencia del Perú en la Plaza Mayor de Lima con las siguientes palabras:

EL PERU DESDE ESTE MOMENTO ES LIBRE E INDEPENDIENTE
POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS  Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE.
¡VIVA LA PATRIA! 
¡VIVA LA LIBERTAD! 
¡VIVA LA INDEPENDENCIA!"

Esta misma proclama es repetida en varias plazas de Lima, a fin de que la población limeña pueda darse por enterada, así una testigo de este acto trascendental dira: "...El 28 del mes anterior se juró en esta capital la Independencia del Perú. No he visto en América un concurso ni más lucido ni más numeroso. Las aclamaciones eran un eco continuado de todo el pueblo... Yo fui uno de los que pasearon ese día el estandarte del Perú independiente... Jamás podría premio alguno ser más lisonjero para mí, que ver enarbolado el estandarte de la libertad en el centro de la ciudad más importante de esta parte de América, cumpliendo el objeto de nuestros trabajos en la campaña (...). En esa misma noche se dió refresco y baile en el cabildo. Ninguna tropa logró contener la aglomeración de gente y no pudo lucir el ambiguo que se preparó para los convidados (...). En la noche siguiente se dió en el palacio del general un baile, al que asistieron todas las señoras, esto requeriría una descripción particular para lo que no tengo tiempo. La compostura con que se presentaron aquellas era elegante(...). Yo bailé mi contradanza de etiqueta con una señora y me separé con mis amigos a analizar los efectos de la política del gobierno antiguo" (Carta de Tomás Guido - amigo de San Martín - del 6 de agosto de 1821, a su esposa Pilar Spano).




Como se podrá percibir la historia se puede haber redactado de diferentes formas, pero la realidad es única. Es innegable la participación de los masones y la importancia de ella ha quedado perennizada en sus diferentes actos que la historia no ha podido soslayar, aunque aún le cuesta reconocer.





Del autor: Herbert Ore, es un autor y escritor masón en cuyo haber tiene varios libros y artículos, los mismos que estan publicados en SCRIBD, ISSUU, monografias.com, revistas Hiram Abiff y Retales de masonería.





La independencia del Perú: la demarcación territorial

La independencia del Perú: la demarcación territorial

Categoría: General

Publicado por: jorrego

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Al proclamarse la independencia, el Perú debía definir el territorio que por derecho propio debía poseer. Los principios para establecer ese derecho fueron: del uti possidetis (tiene su origen en el derecho romano; la fórmula era: uti-possidetis ita possidatis, que quería decir “como estáis poseyendo así sigáis poseyendo”), de la libre determinación de los pueblos (derecho que tienen los pueblos que se declaran independientes de una metrópoli para formar estados soberanos, anexarse a otros para formar confederaciones o, decidir reunirse a una circunscripción distinta a la que venían perteneciendo al margen del principio de uti possidetis) y, eventualmente, de la acción descubridora y civilizadora.

Por el principio de uti possidetis, el nuevo estado debía ocupar el territorio del antiguo Virreinato peruano y éste incluía Maynas (devuelto al Perú por la Real Cédula de 1802); Tumbes y Guayaquil (que se reincorporaron al Virreinato por la Real Cédula de 1803); la intendencia de Puno (reincorporada en 1796); y el Alto Perú (reincorporado por el virrey Abascal hacia 1810 debido a las revueltas separatistas en Chuquisaca y la Paz).

Pero algunos de estos territorios tendrían destinos diferentes. La victoria patriota de Pichincha (1822), puso en juego el futuro de Guayaquil que antes había apoyado la independencia del Perú. Incluso envió una representación al Primer Congreso Peruano evidenciando su voluntad autónoma y libre de decidir su destino. Sin embargo, Bolívar, interesado en dotar de un puerto a Quito, decidió, sin consulta popular alguna, anexar Guayaquil a la Gran Colombia. Fue en ese contexto que San Martín llegó a dicho puerto a entrevistarse con Bolívar en julio de 1822. El hecho estaba consumado y el Perú nunca tuvo en los años posteriores una política para reinvindicar Guayaquil; se terminó aceptando el principio de “libre determinación” como si este hubiera funcionado realmente.

Caso contrario ocurrió con la provincia de Jaén de Bracamoros. Había pertenecido al Perú hasta 1739, año en que fue incorporada al Virreinato de Nueva Granada. Sin embargo, al aproximarse los tiempos independentistas, sus habitantes, actuando con absoluta libertad, decidieron proclamar su independencia en 1820 junto a Trujillo, Lambayeque, Piura y Tumbes. Fue un caso típico de “libre determinación” y desde entonces nunca Jaén dejó de pertenecer al Perú.

El destino del Alto Perú se tornó aún más complejo. Históricamente unido al Bajo Perú, desde 1776 pasó a formar parte del virreinato del Río de la Plata. Esta anexión fue muy criticada entonces, sobre todo por el virrey Manuel Guirior quien temía una crisis económica en el Perú al pasar las minas de Potosí a otro virreinato. Desde ese momento, el Alto Perú osciló entre las influencias de Lima y Buenos Aires hasta que el territorio se convulsionaría en la época de las juntas de gobierno de Chuquisaca y la Paz.

Pacificado por el virrey Abascal en 1810 su territorio se reincorporó al virreinato peruano por lo que el Alto Perú (o la Audiencia de Charcas) dependía políticamente de Lima al momento de la independencia. Sin embargo, luego de la victoria de Ayacucho, el general Sucre entró a Chuquisaca y reunió una asamblea en el antiguo local de la universidad San Francisco Javier donde 40 altoperuanos decidieron declarar su independencia respecto al Perú; esto ocurría el 6 de agosto de 1825. Luego de esta histórica decisión, llegaba Bolívar quien no opuso resistencia a la creación de una nueva república que llevara su nombre: Bolivia. De esta forma, se fraccionaba al Perú en dos a través de una maniobra divisionista e interesada de Bolívar y Sucre. La idea era restarle peso político, territorial y económico al antiguo Perú (los dos perúes, el Alto y el Bajo) en favor de la Gran Colombia para que ésta tenga supremacía en la futura Federación de los Andes.

Para algunos, Bolívar recogió los sentimientos regionalistas y autónomos que los altoperuanos habían desarrollado desde 1776; para otros, su inesperado nacimiento como República fue una suprema contradicción frente al ideal unitario del Libertador. La geografía también estaba en su contra: pocas zonas del continente quedaron tan aisladas del mundo externo como Bolivia. Su acceso al Pacífico a través del puerto de Cobija era prácticamente imposible debido a la presencia del desierto de Atacama; hacia el Atlántico, la antigua ruta comercial que llegaba hasta Buenos Aires estaba prácticamente abandonada.

Finalmente, el nuevo estado peruano quedó organizado en base al antiguo territorio del Virreinato del Perú que comprendía las audiencias de Lima y Cuzco. Posteriormente, Bolívar, en 1825, estableció en forma definitiva la demarcación interna con siete departamentos: La Libertad (ex-intendencia de Trujillo), Junín (ex-intendencia de Tarma), Lima, Ayacucho (uniendo las antiguas intendencias de Huancavelica y Huamanga), Puno, Cuzco y Arequipa.


Mapa del Perú (1865)
BLOG DE JUAN LUIS OREGO PENAGOS