sábado, 31 de agosto de 2013

El Secreto: Mito iniciático de Hiram Abiff


El Secreto: Mito iniciático de Hiram Abiff 



He aquí este mito que es el fundamento de la masonería iniciática tal como aparece puesto en acción según el ritual del grado del sublime grado de maestro masón:


Habiendo llegado el tiempo en que Salomón debía levantar un Templo en Jerusalén a la Gloria de Jehová el Gran Arquitecto del Universo —según los planos trazados por el mismo Jehová con su mano celeste, que habían sido entregados al Rey David, su padre—, fue ayudado en esta gran empresa por el rey de Tiro. Este príncipe le suministró con abundancia los materiales más ricos y le procuró un gran número de excelentes obreros; pero le hizo un regalo mucho más precioso enviándole a Hiram, nacido en la Fenicia ciudad de Tiro, muy hábil en todas las obras de arte.


El Rey Salomón, estando dotado de la más alta sabiduría oculta, reconoció el precio de los talentos y de las luces de Hiram Abiff; le dio su confianza y le nombró jefe de todos los obreros. Hiram separó a estos en tres clases a fin de que cada uno pudiera recibir una paga proporcionada a su mérito y a sus talentos; dio a cada clase signos, palabras y toques diferentes; los primeros, o Aprendices , eran llamados a la Columna J, donde les daba el salario correspondiente; los Compañeros, a la Columna B; pero introdujo a los Maestros en la Cámara del Medio para allí ser pagados dignamente. Un orden tan bien establecido aseguraba a cada uno su justa recompensa; pero el orgullo, la envidia y la codicia arrastran tras ellos el desorden, la confusión y el crimen. 

Tres pérfidos compañeros concibieron el execrable designio de forzar al Maestre Hiram Abiff a darles la palabra de Maestro para procurarse tal salario. Con esa intención, se situaron en las tres diferentes puertas del Templo a la hora en que el Maestro de obra, después que los obreros se habían retirado, tenía costumbre de ir, solo, a verificar los trabajos. Habiendo entrado Hiram por la puerta de Occidente y queriendo retirarse por la puerta del Mediodía, encontró allí a uno de los compañeros que le pidió la palabra de Maestro, amenazando matarle si se resistía a su petición, y, ante su negativa, aquel perverso le dio un gran golpe con un martillo sobre el hombro izquierdo. 

Hiram Abiff buscó su salvación en la huida y quiso escaparse por la puerta Norte; allí encontró al segundo asesino, que le hizo la misma petición, y, ante su negativa, el monstruo le asestó un gran golpe con una palanca sobre el hombro derecho, del que quedó casi abatido.

Sin embargo, Hiram tuvo aún fuerzas para huir hacia la puerta de Oriente, pero allí encontró al tercer compañero, que, viéndole ya debilitado por los golpes que había recibido, le pidió imperiosamente la palabra de Maestro. Hiram no pudo engañarse respecto al extremado peligro en el que se encontraba, si no accedía, pero antepuso su deber a la conservación de su vida, y el compañero maldito le asestó un gran mazazo sobre la frente que le hizo caer muerto.

Aquellos poseídos se reunieron y resolvieron enterrar el cadáver, esperando que su crimen quedara ignorado; pero como aún era de día, lo escondieron en principio bajo un montón de piedras, y después aprovecharon las tinieblas de la noche para llevarle a un lugar elevado, en los alrededores del Templo, donde lo enterraron poniendo sobre la tumba una rama de acacia, para poder identificar el lugar de la sepultura.

Transcurridos siete días, Salomón, inquieto por la suerte del Maestro Hiram, ordenó a nueve Maestros buscarle en todos los talleres y en el recinto que había trazado para la construcción del Templo. Los nueve Maestros se dividieron en tres grupos; tres hombres salieron por la puerta del Mediodía, tres por la del Norte y, finalmente, otros tres tomaron su ruta por la puerta de Oriente. 

Llamaron en vano al Maestro Hiram en sus búsquedas; pero aquellos que se habían dirigido por el lado de Oriente, atraídos por el resplandor de una luz extraordinaria que partía de un lugar elevado, hicieron los mayores esfuerzos para llegar hasta él. Allí, agotados de fatiga y cansancio, se sentaron y divisaron una pequeña cima de tierra que les hizo darse cuenta de que la tierra había sido recientemente removida en aquel lugar. Se pusieron a excavar y encontraron un cadáver que reconocieron, por la lámina triangular de oro con la que se adornaba, como el cuerpo del Maestro Hiram. Entonces lanzaron gritos de dolor y se hicieron oír por los otros dos grupos de Maestros. Acudieron estos inmediatamente y, habiéndose reunido, verificaron juntos haciendo un signo de sorpresa que aquel era el cuerpo sin vida de Hiram y que había sido asesinado; tuvieron por sospechosos de este crimen abominable a algunos malos compañeros que hubieran querido arrancarle la poderosa palabra de Maestro; por el temor que tuvieron de que se le hubiera forzado a revelársela, convinieron en no emplear nunca más la antigua palabra y sustituirla por la primera que pronunciaran entre ellos al exhumar el cadáver, y así la Palabra original quedó Perdida, y es por ello que los masones buscan desde entonces la poderosa Palabra Perdida, pues se sabe que con ella se pueden hacer Portentos inimaginables a la mente profana.

Tras un acuerdo, plantaron sobre la cima de tierra que cubría al Maestre una rama de espinas llamada Acacia para reconocer el lugar en que le habían descubierto y se presentaron ante el rey Salomón, a fin de comunicarle esta triste noticia.

El rey, para testimoniar la tierna amistad que tenía hacia Hiram, ordenó a los nueve Maestros exhumar su cuerpo y transportarle al Templo y, para honrar su memoria, ordenó que fuesen acompañados por todos los otros Maestros.

Habiendo llegado los primeros pequeña cima de tierra que cubría el cadáver del Maestro Hiram Abiff los nueve Maestros encargados de hacer las primeras investigaciones, uno de ellos le cogió por el índice, pero la piel se desprendió del hueso y le quedó en la mano; otro le tomó por el dedo medio, mas la carne le quedó también en la mano; finalmente, el tercero intentó levantarle tomándole por la muñeca, pero, como había sucedido a los dos primeros, la carne le quedó en la mano; entonces gritó:«¡M ak- Benah!», que significa «el cuerpo está corrompido, la carne se separa de los huesos», o «la carne abandona los huesos», y se dispuso a exhumar el cadáver; los otros ocho Maestros se reunieron con él para alzarle en presencia de todos los otros Maestros, y llevaron con gran pompa el cuerpo de Hiram al Templo de Dios en Jerusalén. 

El rey Salomón encargó unas exequias magníficas y, para honrar el celo y la firmeza de la víctima, mandó poner sobre la tumba la lámina triangular o delta de oro en que estaba grabada la palabra sagrada de los Maestros (M y  y confió su custodia a sus más íntimos seguidores.

Tras haber aprobado Salomón la resolución tomada por los nueve Maestros de no emplear más la palabra del grado y sustituirla por la primera que hubieran pronunciado al desenterrar el cadáver, todos los Maestros se situaron en círculo alrededor de la tumba para realizar el proyecto.

Entonces, el Maestro que había levantado el cuerpo de Hiram transmitió e hizo que se circulara la palabra M ak- B en a h al que se hallaba a su derecha para pasarla de Maestro en Maestro, hasta que fuera conocida por todos, y esta palabra les sirvió después para reconocerse entre ellos, así hasta el día de hoy.

Hiram está citado pocas veces en la Biblia, pero allí no desempeña el papel que le atribuye el mito masónico.

En primer lugar aparece como rey de Tiro: 

«Hiram, rey de Tiro, envió unos mensajeros a David, con madera de cedro, carpinteros y canteros, que construyeron un palacio para David: (II 

Samuel, V, 11). 

I Reyes, V, es más explícito: 

«Hiram, rey de Tiro, mandó embajadores a Salomón cuando supo que había sido ungido rey sucediendo a su padre, pues siempre fue amigo de David. Salomón, por su parte, envió a decir a Hiram: "Tú sabes que David, mi padre, no ha podido construir una casa a la Gloria del Eterno, su Dios, a causa de las guerras con las que los enemigos le cercaron hasta el día en que el Eterno los puso bajo la planta de sus pies. Pero ahora, por todos los lados, el Eterno, mi Dios, me ha asegurado el reposo: ni adversarios ni sorpresas enojosas; me propongo, pues, construir una casa a la gloria del Eterno, mi Dios. El Eterno, en efecto, había hablado de ello a David mi padre cuando le dijo: '¡Tu hijo, aquel que pondré en tu lugar sobre tu trono, será quien construya una casa a la gloria de mi Nombre!'. Así pues, ten a bien ordenar que se corten para mí cedros en el Líbano. Mis servidores trabajarán con tus propios servidores y yo te daré para estos el salario que tú pidas, pues yo sé que nadie entre nosotros es diestro en cortar la madera como los sidonios"».

Cuando Hiram oyó las palabras de Salomón tuvo una gran alegría y dijo: «¡Bendito sea hoy el Eterno que ha dado a David un hijo lleno de sabiduría, capaz de reinar sobre ese gran pueblo!».

Después mandó que se respondiese a Salomón: «He recibido tu mensaje. Haré todo lo que deseas en cuanto concierne a la madera de cedro y a la madera de ciprés. Mis servidores los descenderán del Líbano al mar. Los expediré por medio de mis balsas hasta el lugar que tú me designes. Allí los haré desatar y tú recogerás la entrega. Por tu parte, responderás a mis deseos proveyendo de víveres mi casa».

Hiram dio tanta madera de cedro y madera de ciprés como Salomón quiso. Y Salomón dio a Hiram veinte mil kors4 de trigo para el mantenimiento de su casa y veinte kors de aceite virgen.

Así el Eterno dio la sabiduría a Salomón, como le había prometido. Hubo paz entre Hiram y Salomón e hicieron alianza el uno con el otro.El mismo relato se vuelve a encontrar en I Crónicas, XIV, y II Cronicas, II. 

Pero en I Reyes, VII, 13, se trata de otro Hiram, tirio también él: 

«El rey Salomón había hecho venir de Tiro a Hiram, obrero en bronce, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y de padre tirio. Estaba lleno de sabiduría, de inteligencia y de habilidad para hacer toda suerte de obras en bronce. Se presentó ante el rey Salomón y ejecutó todo el trabajo».

La continuación de este capítulo de los Reyes enumera entre las obras de Hiram las dos columnas, Jakin y Boaz, que desempeñan un importante papel en el ritual masónico, así como el Mar de Bronce y diversas obras de fundición. 

Y en II Crónicas, IV, se habla de un fundidor de nombre Hiram-Abiff, que parece ser el mismo que el de I Reyes, VIL Un tal Adonhiram es también mencionado en otro versículo.

Ninguno de estos personajes bíblicos hace alusión al asesinato de Hiram ni, claro está, a su resurrección. 

Pues es en el ritual al que nos referimos donde prosigue en acción el mito de Hiram:

El candidato representa a Hiram. Está inmóvil, silencioso, tendido en un féretro, cerca del cual reposan una rama de acacia y un triángulo de oro.

He aquí cómo se desarrolla la escena final de este «psicodrama». El Venerable pronuncia: 

—Hermanos, la tierra parece, aquí, nuevamente removida; la luz que ahí se destaca (mostrando la lámina de oro triangular) me es indicio de que encontraremos aquí el cuerpo de nuestro Respetable Maestro Hiram Abiff, pero todo nos anuncia la violencia y la perfidia; señalemos este lugar con una rama de acacia.

(Recoge la rama de acacia que está al pie del féretro y la deposita sobre la tela que cubre al candidato.) 

—Antes de excavar esta tierra, convengamos juntos en no servirnos más de la antigua palabra de los Maestros y sustituirla por una nueva palabra para desbaratar el plan de la persecución y chasquearla codicia de los asesinos. Primero, reunámonos con nuestros Herma-nos que buscan al Norte y al Mediodía y juntos nos pondremos de acuerdo.

El Primer Vigilante se coloca a la derecha del Venerable Maestro, el Segundo Vigilante se sitúa a la izquierda; el Venerable Maestro hace circular la palabra sagrada, habiendo hecho la cadena; después la rompe, y los otros seis Maestros quedan alrededor de la tumba.

Entonces el Venerable Maestro, ayudado por los dos Vigilantes que están a sus costados, levanta el tapiz negro y el lienzo ensangrentado que cubrían al candidato. En el momento que el cuerpo es descubierto, los tres juntos, así como los seis Maestros, hacen un gesto de horror. 

El Segundo Vigilante toma al candidato por el dedo índice de la mano derecha, que después deja ir como si quedara en la mano, pronunciando la palabra Jaki n.

El Primer Vigilante le toma a continuación por el dedo medio, que deja ir de la misma manera, pronunciando la palabra B oaz.

Finalmente, el Venerable Maestro toma la muñeca derecha con la mano derecha, le pasa la mano izquierda bajo el hombro derecho, manteniendo el pie derecho junto al pie derecho del candidato, rodilla contra rodilla y pecho contra pecho; en esta actitud, ayudado por los dos Vigilantes, le levanta, diciendo en voz alta:

—Ha recibido la Vida en el seno de la Muerte. 

Cuando está de pie, le da la palabra de Maestro: mitad en un oído y mitad en el otro.

El Venerable Maestro vuelve a su lugar, así como los dos Vigilantes y los seis Maestros que rodean la tumba. 

El Venerable Maestro, habiendo vuelto al Oriente, dice en voz alta: 

—Hermanos, que nuestra alegría sea grande en este día; aquel que era parecido a los muertos ha renunciado a los vicios que podían corromperle y ha recibido una nueva vida





Fraternalmente Vicente Alcoseri Moderador del Foro Secreto Masónico 

El Secreto Mito iniciático de Hiram Abiff 

He aquí este mito que es el fundamento de la masonería iniciática tal como aparece puesto en acción según el ritual del grado del sublime grado de maestro masón:

Habiendo llegado el tiempo en que Salomón debía levantar un Templo en Jerusalén a la Gloria de Jehová el Gran Arquitecto del Universo —según los planos trazados por el mismo Jehová con su mano celeste, que habían sido entregados al Rey David, su padre—, fue ayudado en esta gran empresa por el rey de Tiro. Este príncipe le suministró con abundancia los materiales más ricos y le procuró un gran número de excelentes obreros; pero le hizo un regalo mucho más precioso enviándole a Hiram, nacido en la Fenicia ciudad de Tiro, muy hábil en todas las obras de arte.

El Rey Salomón, estando dotado de la más alta sabiduría oculta, reconoció el precio de los talentos y de las luces de Hiram Abiff; le dio su confianza y le nombró jefe de todos los obreros. Hiram separó a estos en tres clases a fin de que cada uno pudiera recibir una paga proporcionada a su mérito y a sus talentos; dio a cada clase signos, palabras y toques diferentes; los primeros, o Aprendices , eran llamados a la Columna J, donde les daba el salario correspondiente; los Compañeros, a la Columna B; pero introdujo a los Maestros en la Cámara del Medio para allí ser pagados dignamente. Un orden tan bien establecido aseguraba a cada uno su justa recompensa; pero el orgullo, la envidia y la codicia arrastran tras ellos el desorden, la confusión y el crimen. 

Tres pérfidos compañeros concibieron el execrable designio de forzar al Maestre Hiram Abiff a darles la palabra de Maestro para procurarse tal salario. Con esa intención, se situaron en las tres diferentes puertas del Templo a la hora en que el Maestro de obra, después que los obreros se habían retirado, tenía costumbre de ir, solo, a verificar los trabajos. Habiendo entrado Hiram por la puerta de Occidente y queriendo retirarse por la puerta del Mediodía, encontró allí a uno de los compañeros que le pidió la palabra de Maestro, amenazando matarle si se resistía a su petición, y, ante su negativa, aquel perverso le dio un gran golpe con un martillo sobre el hombro izquierdo. 

Hiram Abiff buscó su salvación en la huida y quiso escaparse por la puerta Norte; allí encontró al segundo asesino, que le hizo la misma petición, y, ante su negativa, el monstruo le asestó un gran golpe con una palanca sobre el hombro derecho, del que quedó casi abatido.

Sin embargo, Hiram tuvo aún fuerzas para huir hacia la puerta de Oriente, pero allí encontró al tercer compañero, que, viéndole ya debilitado por los golpes que había recibido, le pidió imperiosamente la palabra de Maestro. Hiram no pudo engañarse respecto al extremado peligro en el que se encontraba, si no accedía, pero antepuso su deber a la conservación de su vida, y el compañero maldito le asestó un gran mazazo sobre la frente que le hizo caer muerto.

Aquellos poseídos se reunieron y resolvieron enterrar el cadáver, esperando que su crimen quedara ignorado; pero como aún era de día, lo escondieron en principio bajo un montón de piedras, y después aprovecharon las tinieblas de la noche para llevarle a un lugar elevado, en los alrededores del Templo, donde lo enterraron poniendo sobre la tumba una rama de acacia, para poder identificar el lugar de la sepultura.

Transcurridos siete días, Salomón, inquieto por la suerte del Maestro Hiram, ordenó a nueve Maestros buscarle en todos los talleres y en el recinto que había trazado para la construcción del Templo. Los nueve Maestros se dividieron en tres grupos; tres hombres salieron por la puerta del Mediodía, tres por la del Norte y, finalmente, otros tres tomaron su ruta por la puerta de Oriente. 

Llamaron en vano al Maestro Hiram en sus búsquedas; pero aquellos que se habían dirigido por el lado de Oriente, atraídos por el resplandor de una luz extraordinaria que partía de un lugar elevado, hicieron los mayores esfuerzos para llegar hasta él. Allí, agotados de fatiga y cansancio, se sentaron y divisaron una pequeña cima de tierra que les hizo darse cuenta de que la tierra había sido recientemente removida en aquel lugar. Se pusieron a excavar y encontraron un cadáver que reconocieron, por la lámina triangular de oro con la que se adornaba, como el cuerpo del Maestro Hiram. Entonces lanzaron gritos de dolor y se hicieron oír por los otros dos grupos de Maestros. Acudieron estos inmediatamente y, habiéndose reunido, verificaron juntos haciendo un signo de sorpresa que aquel era el cuerpo sin vida de Hiram y que había sido asesinado; tuvieron por sospechosos de este crimen abominable a algunos malos compañeros que hubieran querido arrancarle la poderosa palabra de Maestro; por el temor que tuvieron de que se le hubiera forzado a revelársela, convinieron en no emplear nunca más la antigua palabra y sustituirla por la primera que pronunciaran entre ellos al exhumar el cadáver, y así la Palabra original quedó Perdida, y es por ello que los masones buscan desde entonces la poderosa Palabra Perdida, pues se sabe que con ella se pueden hacer Portentos inimaginables a la mente profana.

Tras un acuerdo, plantaron sobre la cima de tierra que cubría al Maestre una rama de espinas llamada Acacia para reconocer el lugar en que le habían descubierto y se presentaron ante el rey Salomón, a fin de comunicarle esta triste noticia.

El rey, para testimoniar la tierna amistad que tenía hacia Hiram, ordenó a los nueve Maestros exhumar su cuerpo y transportarle al Templo y, para honrar su memoria, ordenó que fuesen acompañados por todos los otros Maestros.

Habiendo llegado los primeros pequeña cima de tierra que cubría el cadáver del Maestro Hiram Abiff los nueve Maestros encargados de hacer las primeras investigaciones, uno de ellos le cogió por el índice, pero la piel se desprendió del hueso y le quedó en la mano; otro le tomó por el dedo medio, mas la carne le quedó también en la mano; finalmente, el tercero intentó levantarle tomándole por la muñeca, pero, como había sucedido a los dos primeros, la carne le quedó en la mano; entonces gritó:«¡M ak- Benah!», que significa «el cuerpo está corrompido, la carne se separa de los huesos», o «la carne abandona los huesos», y se dispuso a exhumar el cadáver; los otros ocho Maestros se reunieron con él para alzarle en presencia de todos los otros Maestros, y llevaron con gran pompa el cuerpo de Hiram al Templo de Dios en Jerusalén. 

El rey Salomón encargó unas exequias magníficas y, para honrar el celo y la firmeza de la víctima, mandó poner sobre la tumba la lámina triangular o delta de oro en que estaba grabada la palabra sagrada de los Maestros (M y  y confió su custodia a sus más íntimos seguidores.

Tras haber aprobado Salomón la resolución tomada por los nueve Maestros de no emplear más la palabra del grado y sustituirla por la primera que hubieran pronunciado al desenterrar el cadáver, todos los Maestros se situaron en círculo alrededor de la tumba para realizar el proyecto.

Entonces, el Maestro que había levantado el cuerpo de Hiram transmitió e hizo que se circulara la palabra M ak- B en a h al que se hallaba a su derecha para pasarla de Maestro en Maestro, hasta que fuera conocida por todos, y esta palabra les sirvió después para reconocerse entre ellos, así hasta el día de hoy.

Hiram está citado pocas veces en la Biblia, pero allí no desempeña el papel que le atribuye el mito masónico.

En primer lugar aparece como rey de Tiro: 

«Hiram, rey de Tiro, envió unos mensajeros a David, con madera de cedro, carpinteros y canteros, que construyeron un palacio para David: (II 

Samuel, V, 11). 

I Reyes, V, es más explícito: 

«Hiram, rey de Tiro, mandó embajadores a Salomón cuando supo que había sido ungido rey sucediendo a su padre, pues siempre fue amigo de David. Salomón, por su parte, envió a decir a Hiram: "Tú sabes que David, mi padre, no ha podido construir una casa a la Gloria del Eterno, su Dios, a causa de las guerras con las que los enemigos le cercaron hasta el día en que el Eterno los puso bajo la planta de sus pies. Pero ahora, por todos los lados, el Eterno, mi Dios, me ha asegurado el reposo: ni adversarios ni sorpresas enojosas; me propongo, pues, construir una casa a la gloria del Eterno, mi Dios. El Eterno, en efecto, había hablado de ello a David mi padre cuando le dijo: '¡Tu hijo, aquel que pondré en tu lugar sobre tu trono, será quien construya una casa a la gloria de mi Nombre!'. Así pues, ten a bien ordenar que se corten para mí cedros en el Líbano. Mis servidores trabajarán con tus propios servidores y yo te daré para estos el salario que tú pidas, pues yo sé que nadie entre nosotros es diestro en cortar la madera como los sidonios"».

Cuando Hiram oyó las palabras de Salomón tuvo una gran alegría y dijo: «¡Bendito sea hoy el Eterno que ha dado a David un hijo lleno de sabiduría, capaz de reinar sobre ese gran pueblo!».

Después mandó que se respondiese a Salomón: «He recibido tu mensaje. Haré todo lo que deseas en cuanto concierne a la madera de cedro y a la madera de ciprés. Mis servidores los descenderán del Líbano al mar. Los expediré por medio de mis balsas hasta el lugar que tú me designes. Allí los haré desatar y tú recogerás la entrega. Por tu parte, responderás a mis deseos proveyendo de víveres mi casa».

Hiram dio tanta madera de cedro y madera de ciprés como Salomón quiso. Y Salomón dio a Hiram veinte mil kors4 de trigo para el mantenimiento de su casa y veinte kors de aceite virgen.

Así el Eterno dio la sabiduría a Salomón, como le había prometido. Hubo paz entre Hiram y Salomón e hicieron alianza el uno con el otro.El mismo relato se vuelve a encontrar en I Crónicas, XIV, y II Cronicas, II. 

Pero en I Reyes, VII, 13, se trata de otro Hiram, tirio también él: 

«El rey Salomón había hecho venir de Tiro a Hiram, obrero en bronce, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y de padre tirio. Estaba lleno de sabiduría, de inteligencia y de habilidad para hacer toda suerte de obras en bronce. Se presentó ante el rey Salomón y ejecutó todo el trabajo».

La continuación de este capítulo de los Reyes enumera entre las obras de Hiram las dos columnas, Jakin y Boaz, que desempeñan un importante papel en el ritual masónico, así como el Mar de Bronce y diversas obras de fundición. 

Y en II Crónicas, IV, se habla de un fundidor de nombre Hiram-Abiff, que parece ser el mismo que el de I Reyes, VIL Un tal Adonhiram es también mencionado en otro versículo.

Ninguno de estos personajes bíblicos hace alusión al asesinato de Hiram ni, claro está, a su resurrección. 

Pues es en el ritual al que nos referimos donde prosigue en acción el mito de Hiram:

El candidato representa a Hiram. Está inmóvil, silencioso, tendido en un féretro, cerca del cual reposan una rama de acacia y un triángulo de oro.

He aquí cómo se desarrolla la escena final de este «psicodrama». El Venerable pronuncia: 

—Hermanos, la tierra parece, aquí, nuevamente removida; la luz que ahí se destaca (mostrando la lámina de oro triangular) me es indicio de que encontraremos aquí el cuerpo de nuestro Respetable Maestro Hiram Abiff, pero todo nos anuncia la violencia y la perfidia; señalemos este lugar con una rama de acacia.

(Recoge la rama de acacia que está al pie del féretro y la deposita sobre la tela que cubre al candidato.) 

—Antes de excavar esta tierra, convengamos juntos en no servirnos más de la antigua palabra de los Maestros y sustituirla por una nueva palabra para desbaratar el plan de la persecución y chasquearla codicia de los asesinos. Primero, reunámonos con nuestros Herma-nos que buscan al Norte y al Mediodía y juntos nos pondremos de acuerdo.

El Primer Vigilante se coloca a la derecha del Venerable Maestro, el Segundo Vigilante se sitúa a la izquierda; el Venerable Maestro hace circular la palabra sagrada, habiendo hecho la cadena; después la rompe, y los otros seis Maestros quedan alrededor de la tumba.

Entonces el Venerable Maestro, ayudado por los dos Vigilantes que están a sus costados, levanta el tapiz negro y el lienzo ensangrentado que cubrían al candidato. En el momento que el cuerpo es descubierto, los tres juntos, así como los seis Maestros, hacen un gesto de horror. 

El Segundo Vigilante toma al candidato por el dedo índice de la mano derecha, que después deja ir como si quedara en la mano, pronunciando la palabra Jaki n.

El Primer Vigilante le toma a continuación por el dedo medio, que deja ir de la misma manera, pronunciando la palabra B oaz.

Finalmente, el Venerable Maestro toma la muñeca derecha con la mano derecha, le pasa la mano izquierda bajo el hombro derecho, manteniendo el pie derecho junto al pie derecho del candidato, rodilla contra rodilla y pecho contra pecho; en esta actitud, ayudado por los dos Vigilantes, le levanta, diciendo en voz alta:

—Ha recibido la Vida en el seno de la Muerte. 

Cuando está de pie, le da la palabra de Maestro: mitad en un oído y mitad en el otro.

El Venerable Maestro vuelve a su lugar, así como los dos Vigilantes y los seis Maestros que rodean la tumba. 

El Venerable Maestro, habiendo vuelto al Oriente, dice en voz alta: 

—Hermanos, que nuestra alegría sea grande en este día; aquel que era parecido a los muertos ha renunciado a los vicios que podían corromperle y ha recibido una nueva vida

Fraternalmente Vicente Alcoseri


jueves, 29 de agosto de 2013

LA MASONERÍA.


LA MASONERÍA.

Se entiende por Masonería el estudio de la Filosofía Moral para conocer las prácticas de las Virtudes. Deberíamos decir Franc-Masonería, que es su verdadero nombre; pero el uso ha hecho que sólo le llamemos Masonería. 

Es una Orden, o Sociedad secreta, filantrópica, filosófica y progresiva, que está esparcida por todo todas partes del globo, y cuyos miembros se reconocen entre sí por medio de ciertos signos, palabras, tocamientos, etc. 

La Masonería es la institución orgánica de la moralidad, considerada como uno de los elementos necesarios para alcanzar el ideal de la Humanidad, con la Moral Universal, practica la Ley Natural, cuyos principios son dictados por la Razón y definidos por la Ciencia. Nuestra Orden constituye una escuela de enseñanza mutua y no admite más diferencia en los hombres que el mérito o el demérito de cada uno. Como principio fundamental, la Masonería practica la tolerancia de los distintos credos, opiniones y sistemas filosóficos, pues su acción, en la vida práctica, se dirige precisamente contra la intolerancia en todas sus formas.

Los masones se consideran hermanos y se dan mutuamente ese trato. Se ayudan unos a otros en cualquier lugar donde se encuentren, en cualquier nación, sin importar la clase social a la que pertenezcan; pues la Masonería no tiene fronteras: su campo de acción es el Universo. 

Se es admitido en la Orden previa ceremonia de iniciación y con los solemnes juramentos de honor que señalan los rituales de cada Rito, pues hay varias.

Masónicamente se entiende por liturgia el orden y la forma adoptadas y establecidos para celebrar tenidas (sesiones), tanto en lo referente a los trabajos administrativos, como a los ceremoniales. Cada rito, cada sistema y aun cada grado masónico, tiene su liturgia especial. No deben confundirse las palabras liturgia y ritual, como tampoco ritual y rito, que son distintas. La Ceremonia es un acto litúrgico.

Entendemos por ritual (del latín ritualis) al libro o cuaderno que enseña y conduce el orden del trabajo litúrgico. Rito (del latín ritus o mejor aún, del sánscrito ritu, orden, costumbre), es el sistema y la regla establecido por la Masonería y dividido en grados en lo que se refiere al símbolo, filosofía, ceremonias, usos, costumbres, estilo, prácticas y fórmulas de las doctrinas esotéricas, según determinado método de instrucción e iniciación. 

A pesar de los diversos ritos masónicos, que hacen parecer la Masonería como dividida, su moral, su dogma, su simbolismo y sus leyes fundamentales, en nuestra orden son uniformes y universales.

La Masonería, cualquiera que sea el rito que practique, se divide en dos grandes grupos autónomos, pero estrechamente enlazados, como partes de una organización: la Masonería Simbólica y la Filosófica. De sus denominaciones no se desprende que la primera no haga estudios filosóficos y la segunda simbólicos. Por el contrario, en la Simbólica se abarca toda la enseñanza masónica, pero de manera condensada, de tal manera, que los símbolos principales pueden aun estar, obscuros y hasta incomprensibles para el masón. En el desarrollo explicativo y metódico que hace de la Masonería Filosófica, el comentario y la clave de la Simbólica se enriquece más y puede ser entendido a cabalidad.

La independencia de la Masonería Simbolica respecto a la Filosófica, es reconocida en todos los países en que se practica la Masonería, y se establece que la Masonería Simbólica se divide únicamente en tres grados: Aprendiz, Compañero y Maestro, cuya enseñanza masónica se da por una serie de iniciaciones sucesivas que se llaman grados.

Es indebido y presuntuoso, ostentar grados filosóficos, o las insignias que a ellos corresponden, en el seno de las Logias Simbólicas, donde todos los Masones Filosóficos, por más elevado que sea su grado son sencillamente Maestros Masones, con iguales obligaciones y derechos que los masones del 3er grado. Nadie debe, pues, usar en las actas, planchas, cuadros logiales y demás documentos simbólicos otros grados que los de A:.M:., C:.M:. y M:.M:.

En los escritos masónicos, no unir a los tratamientos litúrgicos, los títulos profanos, tales como Doctor, Licenciado, Ingeniero, etc., sin dejar de reconocer por esto lo honroso de estos títulos.

La Masonería Simbólica se denomina también Universal o Azul, porque sirve de base a todos los ritos conocidos, sin ser parte integrante de estos mismos ritos. 

La Masonería es muy antigua. La historia de nuestro mundo renovado (porque hay certidumbre física de que lo que los pueblos occidentales llaman principio del mundo, no es más que una renovación luego del diluvio), esta historia, que no data de ayer, nos muestra que las iniciaciones existían en Egipto hace 4,000 a.C. Pero es evidente que el Egipto, alto o bajo, no ha podido ser habitado sino largo tiempo después que otras partes del globo donde se desarrollaron culturas, y por consiguiente, han habido pueblos anteriores a los egipcios; en estos pueblos se establecieron doctrinas secretas, purificadas, que no querían o no se podían comunicar a una multitud supersticiosa, ignorante y corrompida, y que para la conservación de estas doctrinas, por su carácter misterioso, tenían símbolos, signos, rituales de iniciaciones, en las que no admitían más que a los hombres severamente escogidos y rigurosamente probados. Así, la iniciación es de la más alta antigüedad, y no podernos conocer su cuna. Se encuentran trazas en algunos pueblos muy antiguos conocidos: Los Sumerios, Los Caldeos, Los Caralinos, Los Indues y Los Etíopes, que la ciencia actual los llama como los 7 centros civilizatorios más antiguos del mundo: Mesopotamia (3700 a.C)  en el Cercano Oriente, Egipto (3500 a.C) en el África, Caral (3000 a.C) en Sudamérica, India (2500 a.C) en el Lejano Oriente, China (1900 a.C) en el Asia, Los Olmeca (1200 a.C) en Centro América y Creta (1000 a.C) en Europa.

Herbert Oré Belsuzarri.

martes, 27 de agosto de 2013

La Crisopeya.


La Crisopeya. 


Poseer la Piedra filosofal está muy bien; pero si ella no transmuta el plomo en oro, está desprovista de interés práctico. El Masón que se ha tallado a sí mismo, y se ha convertido en una Piedra Cúbica irreprochable, está lógicamente llamado a continuar hasta el fin la Gran Obra; ¿Cómo utilizará su Polvo de Proyección?. 

Aquí lo esperan las pruebas de la Maestría. El las sufrirá volviendo sobre sí mismo, en retrogradación, como el Sol, después de desaparecer a la tarde, por el Occidente. Volviendo sobre todo lo que ha podido aprender, él lo profundizará a medida que se hunde más y más en las tinieblas del septentrión. A medianoche, llega al Nadir donde los Maestros se reúnen en Cámara del Medio. 

Es un lugar lúgubre, en el que sólo se penetra luego de haber perdido toda ilusión. La realidad se muestra en todo su horror, despojada de cuanto la disfraza ante los débiles ojos humanos. Los esqueletos sonríen, y sólo se escuchan sordos gemidos. 

Los Masones son rarísimos, y nadie puede jactarse de poseer integralmente la Maestría. Pero podemos aproximarnos tanto a ello que hayamos aprendido a morir. Saber morir, tal es el secreto supremo de la Iniciación, el arcano de los arcanos. 

Quien sabe morir, por ese mismo hecho renace en un plano superior. Debernos resucitar sabios y comprensivos, mas también plenos de amor, y abnegación, Sin amor no somos nada. San Pablo se expresaba como Iniciado cuando escribía a los Corintios (Cor, I-XIII) : "Si hablo todas las lenguas humanas, y aún las angélicas, y no tengo Amor, soy como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviese el don profético y conociese todos los misterios, y poseyese todas las ciencias; y si tuviese toda la fe de manera que pudiese traspasar los montes, y no tengo Amor, nada soy." 

En Iniciación quien no sabe amar permanece muerto; eso que parece vivir no es sino un fantoche que se agita, privado de verdadera existencia. Para ser de verdad, es necesario participar del Gran Ser Permanente; y por lo tanto, practicar la vía unitiva de los místicos. El programa es siempre el mismo, dentro de la variedad de simbolismos que lo traducen. 

Quemémonos con el sagrado Fuego del ferviente amor de los verdaderos Sabios y Santos, y de nuestra Piedra filosofal se desprenderá un Polvo de proyección verdaderamente activador, ejerceremos así una influencia mágica sobre quienes nos aman. Ellos serán psíquicamente transmutados. 

De su plomo haremos oro, y así practicaremos la Verdadera Medicina, la Panacea Universal. Curaremos al mundo y a la sociedad humana. Así se realizará el sueño sublime de la Crisopeya.. La alquimia

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enviado por la Qda:.Hna:. Sofia Cardenas

domingo, 25 de agosto de 2013

La Exaltación


La Exaltación 


El nivel nos enseña que el corazón sigue siempre sus inclinaciones y mi corazón siempre quiso, apasionadamente, aprender el oficio de la Masonería. 


Al encontrar esta Logia, siempre tuve la sensación, no de llegar, si no de volver; de volver, por fin, a casa después de un largo peregrinaje y de encontrar aquí a mis verdaderos hermanos. 

Y así, empecé a deletrear, con la esperanza de que un día pudiera articular las partes, reuniendo lo disperso. 

El aumento de salario, al grado de compañero, me evoca, sobre todo, el inmenso trabajo a realizar; trabajo de profundizar en los conocimientos tradicionales de nuestra hermandad y trabajo, sobre mi mismo, de desbaste y pulido de la compleja personalidad. Pero me enseño, sobre todo, el verdadero compañerismo y de que forma tan honda, el espíritu masónico y el sentimiento de la fraternidad, iba calando en mi interior. 

La exaltación a Maestro, supone para mi, en primer lugar un gran honor. La sensación que tengo es la de obtener algo muy querido, muy esperado, aunque también de algo que me sobrepasa, de algo inmerecido, puesto que la palabra Maestro evoca la imagen de alguien que ha alcanzado la cima de su Arte o Ciencia y que puede, por tanto, ejercer su Magisterio. 

De esta doble sensación, de alcanzar algo muy querido y a la vez inmerecido, surge un firme compromiso del deber, siento aun mas fuerte el deber de edificarme a mi mismo, el compromiso de trabajar en la talla personal para llegar a ser, cada día mas, un humilde pero digno, merecedor de tal nombre. 

Por lo tanto, aunque la exaltación a Maestro, represente la culminación de la carrera masónica, yo la considero mas como un principio. 

No he sentido que las iniciaciones sean un punto de llegada, si no siempre un comienzo. Un acontecimiento importante, un hito iluminando el camino, pero mas bien como algo que irradia su influencia a través del tiempo, que nos acompañara siempre, haciéndonos reflexionar sobre el profundo simbolismo que encierra y que rendirá sus frutos, probablemente, mucho tiempo después de acontecer el evento. 

Por otra parte, se que, mas que respuestas, obtendré preguntas; pero esto es mucho, puesto que el buen planteamiento, el enunciado de una buena pregunta, es el primer paso para obtener la respuesta. Más aun, sabemos que las preguntas no son más que otras formas de expresión de las respuestas. 

Al recibir el honor de pasar del cuadrado al circulo, mostrándome como el compás que tiene sus dos puntas sobre la escuadra se que se me invita a recorrer el camino del gradual acercamiento al verdadero lugar del maestro masón, en la cámara del medio, entre el cielo y la tierra, ejerciendo su función de mediador. 

VICENTE ALCOSERI.

miércoles, 21 de agosto de 2013

EL ELEGIDO DE LOS NUEVE



EL ELEGIDO DE LOS NUEVE 


Al término de los funerales de Hiram, Salomón quiso vengar la muerte  de su Gran Maestro Arquitecto. La desapanción de los tres Compañeros del  lugar de sus trabajos descubría la identidad de los asesinos. Mientras  Salomón meditaba sobre esto, apareció un desconocido -Guardián de los  Rebaños, o sea, la Constelación de la Cabra- quien pidió audiencia y  luego revelo que conocía el lugar donde los tres malhechores estaban ocultos. 


El Rey reunió a los Maestros mas ancianos, los cuales eran quince, de  los que escogió nueve para la peligrosa expedición, depositando sus nombres en una urna con ese propósito. El primero en salir fue el nombre de Johaben quien, de esta forma, fue designado jefe de la expedición; a continuación, de la misma manera, fueron elegidos los otros ocho Maestros que lo acompañarían.Después Salomón se recogió en un lugar más aislado solamenle con los nueve Maestro elegidos, revelándoles el lugar desconocido y determinando con ellos la manera con que capturarían a los criminales para vengar el asesinato de Hiram. 

A fin de pasar inadvertidos, los nueve Maestros salieron esa misma noche, guiados por el pastor Desconocido que se había ofrecido para servir de guía. A punt de caer el sol, todos llegaron al lugar de la caverna, llamada Ben-Achar (que significa “hijo del extranjero”, según algunos),en la que acostumbraban recogerse. 

Dos de los asesinos regresaban a la caverna cuando advirtieron la presencia de los Maestros y huyeron precipitadamente a través de las rocas. 

Con excepción de Johaben, ocho Maestros los persiguieron a pesar de los obstáculos del terreno y de estar cansados por el viaje, y acortaron distancia respecto de los perseguidos hasta que, los asesinos, viéndose finalmente perdidos, sin salvación, ya frente a un abismo, 
sin otra via de escape, prefirieron lanzarse al vacío antes de que los tomaran prisioneros. Asi fue como sus perseguidores sólo lograron encontrar sus cadáveres. 

Johaben, alejado de los demás y a la espera de que tuvieran éxito en su descansar. 

Al verse descubierto por el Maestro, sin poder resistir la mirada de éste, el asesino tomó un puñal con el que pensaba defenderse y lo clavó en su propio pecho, traspasándose el corazón antes de que Johaben pudiese impedirlo. 

Otra leyenda dice que Johaben mató al culpable Y le cortó la cabeza, pero los Misterios de la verdadera Iniciación no permiten que el Iniciado se vengue y mate al delincuente con sus propias manos, porque ese derecho es propio de la Ley. 

Entonces los nueve Maestros descansaron hasta la alborada del día siguiente, y luego se apresuraron a cortar la cabeza de los tres criminales; a continuación emprendieron viaje hacia Jesuralén, llegando al anochecer (del día siguiente, tal vez) porque la distancia desde el puerto de Jaifa hasta la Capital es de sesenta kilómetros en línea recta. 

Satisfecho Salomón con el resultado de la expedición, y en recompensa por el celo puesto de manifiesto por los nueve expedicionarios, permitió que siguieran gozando del muy merecido titulo de Elegidos Secretos. 

Después se sumaron a ellos otros Maestros que se distinguieron por sus servicios, y así llegaron a ser quince Elegidos, entre los cuales se hallaba aquel Pastor Desconocido que guió a los nueve Maestros en busca de los asesinos. 

Las tres cabezas y los instrumentos de construcción,cuya finalidad los asesinos habían pervertido tan criminalmente, fueron exhibidos durante tres días para que los obreros los vieran de forma exclusiva. De esta manera, (ante el crimen como el castigo permanecieron en secreto; únicamente los iniciados pueden enterarse de esto, y tan sólo los Maestros pueden comprender. 

Los Elegidos adoptaron, para diferenciarse, una faja negra extendida desde el hombro izquierdo hasta el derecho, y de cuyo extremo colgaba un puñal con el cual se mató Abibalac el asesino, tal como siglos después, Judas se mató tras vender a su Maestro. Para reconocerse entre si, usaron palabras y signos relacionados con la acción llevada a cabo por los nueve primeros y, así, los ascendidos a este Grado fueron los vigilantes de los obreros y Maestros de la Obra para que no se repitiera el hecho doloroso ocurrido con el Gran Arquitecto del Templo. 

La Leyenda del Grado del Elegido de los Nueve explica extensamente el Mito Solar. La propia leyenda de Hiram y de la persecución de los asesinos enmascara en cierto sentido mitos y misterios simbólicos más antiguos que nos muestran la constante lucha entre la Luz y las tinieblas, el bien y el mal, la verdad y el error, y los ideales y las pasiones del hombre. 

En el Mito Solar, del que fueron extraídas todas las leyendas de las religiones, los nueve Maestros son los nueve signos zodiacales o nueve meses de luz en oposición a los tres meses más oscuros, terrenales y animales, Escorpión  Sagitario y Capricornio. Además, es la lucha entre la Luz y las tinieblas, el nacimiento y la muerte, lo activo y pasivo, y lo oscuro y negativo: es la lucha de las estaciones luminosas contra la estación oscura. Es la lucha de los dioses del Olimpo contra los Tilanes y Gigantes deseosos de dominar en el orden celestial mediante las pasiones brutales. Es la lucha de los Devas contra los Asuras, de Indra, Agni y Mitra contra Varuna, quien, igual que Lucifer, es lanzado al Inferior (Infierno), dejando de ser el dios de la noche estrellada. Es la lucha de Osiris reencarnado en Horus. y de Isis, contra Tifón; de Hércules, prototipo del héroe consciente de su propia iniagen divina, contra los monstruos o pasiones animales, que se encuentran en su ciclo zodiacal evolutivo, como residuo de su propio pasado con el cual debe enfrentarse para superarlo. Es la lucha de Mitra (el Sol), la Divinidad-Luz de la última época de la región iránica,contra el Toro (Tauro) que es emblema de la naturaleza animal (léase Octavo Grado), a quien mata y transmuta para absorber sus cualidades positivas. Es la lucha tanto en la Naturaleza como en la vida; la Luz, el Poder Supremo, ahuyenta las tinieblas y la oscuridad. 

Ante su claridad, el misterio de la noche huye llevando consigo los temores y el cansancio que se apoderan de nuestro organismo cada vez que anochece. Y en la medida en que se haga la luz en nuestra mente, se aclararán nuestras preocupaciones y problemas para que nuestra vida sea crecimiento en la Luz. 

La ignorancia y el fanatismo sustituyen a la Verdad y a la comprensión en cada uno de nosotros, pero, al dedicarnos al estudio para cultivar nuestra mente, la ignorancia y el fanatisimo, tal como lo hicieron los dos asesinos, se lanzan al abismo de la aniquilacion. La ambición (compañera de la ignorancia y del fanatismo), que se oculta en la cueva del corazón del hombre, se destruye a si misma, como lo hicieron Abibalac, el asesino de Hirarn, y Judas Iscariote, hasta que un rayo del más puro amor llegue a esa gruta. 

Esta versión de la Leyenda de Hiram nos enseña con total claridad la Ley de Causa y Efecto, como más adelante la explicaremos, y que consiste en: "Con la vara que midiereis seréis medidos". 

El Iniciado debe matar en su corazón la ignorancia, el fanatismo y la ambición, sustituyéndolos con sabiduría, tolerancia y altruismo, o con verdad, comprensión y desprendimiento. 


La Justicia, representada por la balanza, nunca significa venganza. La justicia es el equilibrio divino perfecto o la expresión de la Ley Divina del Equilibrio Perfecto. Esta Ley es presentada por el número dos, o la dualidad en la trinidad del hombre. 

Impulsado por la ignorancia, el fanatismo y la ambición, el hombre hace que, injustamente, prevalezca uno de los platillos de la balanza, induciendo a que quien sufre injusticia alce el peso de su espada. 

Entonces, quien sufre ignominia se eleva y encumbra hasta el cielo por ese mismo hecho, mientras que el tirano se precipita con igual peso, en sentido contrario. 

De manera que la Justicia Diviria (Ley del Equilibrio, y de Causa y Efecto), al ser tergiversada, actúa en sentido contrario por el efecto que sigue a toda causa, y por reacción, la cual acompaña a toda acción. 

Por consiguiente tenemos que tratar de buscar, en la propia persecución de los asesinos de Hiram, un sentido profundo de lo que aparentemente significa. En relación con los Misterios de Egipto, Plutarco dijo: "...debes pensar que ninguna de esas cosas se refieren a lo que aparentemente cuentan...". De esta manera deducimos que el Noveno Grado encierra muchos Misterios Iniciáticos ocultos, que exigen que el Maestro se perfeccione a fin de eliminar sus vicios y pasiones que más quiere y a los que está apegado (para que mate a sus primos y parientes como el Bhagavad Gita o Canto del Señor lo enseña con alegorías). Sin embargo, no como los detractores de la Masonería han procurado difundirlo: que en este Grado se exigía al iniciado el compromiso o juramento de ejecutar las sentencias de los tribunales secretos, siendo él mismo sacrificado por los hermanos si no cumplía su promesa. Sin duda, el Grado tiene, como emblemas, cabezas cortadas, puñales ensangrentados, lágrimas y atributos fúnebres, y en su Ritual se emplea con frecuencia la palabra venganza y la divisa: "Vincere aut Mori". No obstante ello, esos calumniadores nunca vieron la Luz de la Verdad para ser capaces de interpretar el simbolismo iniciático. 

Después de estas explicaciones, todo nos induce a creer que el Grado de Maestro Elegido fue instituido por los Templarios o al menos, éstos lo conocían. La ambición -simbolizada en el Noveno Grado por el traidor Abiram, o Jubelón, o Abibalac según el Rito Francés- es 
asesinado, a su vez, con el puñal del altruismo y del desprendimiento; y todos los males de la sociedad desaparecen al morir la ambición. El Noveno Grado se confiere mediante iniciación y, a tal efecto, el candidato debe tener inteligencia, moralidad y conocimientos masónicos, además de la "edad suficiente".


Vicente Alcoseri.

NOTA DE DIALOGO ENTRE MASONES: Siempre que leo o escucho opiniones, respecto a la reserva que se debe tener sobre los "secretos masónicos", me siento confundido, debido a que en el INTERNET se encuentra los denominados "Libros Clásicos de la Masonería" de todos los autores más destacados incluidos los rituales y otros, publicados para el deleite de quienes desean encontrar la luz. Y en todos ellos, se trata los temas masónicos sobre los cuales se debería tener la discreción correspondiente, pero ocurre un hecho real y singular: NO TODOS LOS QUE LO LEEN, PUEDEN COMPRENDERLO, por eso, he llegado al convencimiento, que el mejor lugar para guardar un secreto, es aquel donde pueda estar a la vista de todos. 

Antes de publicar el presente leí un comentario muy acertado: "Es grato leer los comentarios y criterios de la Discreción, no se puede tapar el Sol con un dedo si " llueve " o no, cada quien sabrá comprender lo aprendido según sus grados, también conozco la acacia, me sigo ignorarte, quien tendrá la verdad absoluta y quien comprenderá lo vertido en nuestros comentarios ????"