LIBERTAD O ESCLAVITUD
León Zeldis Mandel
RLS La Fraternidad N° 62 --2.4.6015
A\ L\ G\ D\ G\ A\ D\ U\ – S\ F\ U
V\ M\, QQ\ HH Permítanme
comenzar citando el Nuevo Testamento: La verdad os hará libres, está escrito
(Juan 8:32). ¿Libres de qué? Indudablemente, del error. Pero esa es una
libertad totalmente subjetiva. El error teológico de uno es la verdad
sacrosanta de otro. La libertad que nos interesa, entonces, es la libertad
concreta, objetiva, y de eso es lo que voy a hablar.
La primera
prueba de la libertad, escribió el pensador Norteamericano Eric Hoffer, es
quizás menos lo que nos está permitido hacer, que lo que nos está permitido no
hace
Es decir, no
estar sujeto a las restricciones impuestas por la sociedad, las costumbres, las
leyes, o las decisiones arbitrarias de las autoridades. Pero en realidad,
estamos definiendo la esclavitud, o una forma de esclavitud. Es decir, estamos
frente a una tautología: libertad y esclavitud se definen mutuamente como no siendo
lo opuesto.
Para resolver
este problema de lógica, veamos si es posible analizar, es decir, disgregar los
términos en sus componentes.
La libertad es
algo demasiado abstracto. Hay numerosas formas de libertad, y por supuesto
muchas gradaciones en cada caso. No se trata de blanco y negro. Por ejemplo, la
libertad de culto. Podemos pensar que es simplemente el libre ejercicio de
adorar el dios que nos guste. Pero ¿qué sucede si queremos adorar a Satán, y
uno de sus mandamientos es sacrificar un niño en cada plenilunio? ¿Qué pasa con
los adeptos de una secta – que no quiero nombrar para no violar la prohibición
de discutir religión y política en la logia – una secta que prohíbe las vacunas
y las transfusiones de sangre? ¿Incluso si se muere el paciente en la mesa de
operaciones por falta de suero o de sangre? Creo que sin nombrar ninguna
religión, todos podemos recordar fácilmente la violencia desatada por los
creyentes de cualquier religión, en determinado tiempo y lugar. Tanto en la
historia como en la actualidad.
Pasemos a la
libertad de expresión. Es famoso el dictamen de un juez que dio el ejemplo de
la persona que grita “¡Fuego!” en un teatro lleno de gente, como algo que no se
puede defender en base a la libertad de expresión. Pero hay muchísimos otros
ejemplos posibles. Quien escribe aplaudiendo el asesinato de niños, o
proclamando los beneficios de la pedofilia, por ejemplo.
Estos son en
realidad ejemplos de libertad de información. Antes se llamaba Libertad de
Prensa, pero el mundo actual ya no depende de la prensa escrita. Sólo el hombre
bien informado es realmente libre, escribió Albert Pike, el gran ideólogo del
Rito Escocés, que reformó los rituales en los Estados Unidos. En nuestros días,
lamentablemente, el mundo informático en general no nos proporciona
informaciones sino propaganda, no recibimos noticias sino opiniones o
simplemente invenciones, el mundo cibernético es totalmente subjetivo y
caótico, y el problema crítico que enfrentamos diariamente es cómo diferenciar
entre realidad y fantasía, cuando la Información se transforma en
Desinformación.
Un punto
importante en este sentido es el mal uso, o la deformación del lenguaje. Ya
George Orwell en su famoso libro 1984 describe un futuro donde las palabras
reciben el significado que quiere el gobierno. La Guerra es la Paz, etc. Somos
testigos de la terrible deformación del lenguaje en nuestros días. Siempre para
justificar o promover una posición política. Toda muerte de combatientes es una
masacre. Si mueren unos pocos civiles es un genocidio. Se inventan las más
disparatadas fantasías. Los países más tiránicos se auto-titulan República
Democrática tal o cual. Las Naciones Unidas, creadas para defender la
democracia y la libertad, conquistados con grandes sacrificios en la Segunda
Guerra Mundial, se han transformado en un antro de corrupción moral, donde los
países más atrasados, con las dictaduras más feroces, presiden los
departamentos de defensa de los derechos humanos.
El Ministro de
Propaganda de Alemania nazi, Joseph Goebbels, ya proclamó que mientras más
grande la mentira, más la van a creer. Eso es lo que contemplamos actualmente
en el mundo de la información, y en especial cuando se trata de atacar a
Israel.
Volvamos a la
libertad. Tomemos la libertad de trabajo. Se trata de que cada persona puede
elegir dónde le conviene trabajar o no, según su deseo. Ya sabemos que en
regímenes dictatoriales, como en la Rusia de Stalin, no era fácil cambiar de
trabajo o de profesión. Pero incluso en los países democráticos más libres, uno
no puede poner un letrero en la puerta que diga Dr. Monedero, Médico Cirujano,
y sentarse a esperar los clientes, ni tampoco puedes firmar los planos de un
rascacielos si no eres arquitecto. Hay profesiones que requieren largo
aprendizaje, exámenes, otros requisitos. No todos los que comienzan los
estudios llegan a completarlos. Esto me trae a otro aspecto de la libertad: la
libertad para estudiar. Recordemos el “númerus clausus” que restringía el
ingreso de alumnos judíos a ciertas universidades. La Masonería ha sido un
importante factor en el desarrollo de la educación laica, universal y gratuita.
Leyes en ese sentido fueron impulsadas en muchos países por los masones,
quienes también fundaron numerosos colegios y universidades.
Ahora.
Enfoquemos nuestro examen en el concepto de libertad del punto de vista
masónico. Decimos que sólo el hombre libre y de buenas costumbres puede ser
admitido en nuestra institución. Pero, ¿Quién es hombre libre? El que sabe
dominar sus pasiones. La señal al orden en primer grado nos lo recuerda. Este
pensamiento no es invento masónico, ya lo proclamó el poeta romano Horacio en
el siglo primero antes de la Era Común.
No cabe duda que
el hombre que se deja llevar por sus pasiones, sus instintos, no es realmente
libre. Esta idea es a menudo invocada por los abogados para excusar crímenes de
sus clientes. Como todas las cosas, lo mismo sirve para bien y para mal. El
mismo acero cura en manos del cirujano y mata en manos del asesino.
Pero no nos
alejemos demasiado del tema. Volvamos un momento a la esclavitud. La peor
esclavitud, dijo alguien, es la del esclavo que no se da cuenta de que es un
esclavo.
Cuando en los
Estados Unidos fue abolida la esclavitud, es notorio el caso de esclavos en las
plantaciones del sur que no querían ser libres. Tenían miedo de asumir la
responsabilidad de manejarse a sí mismos.
La libertad
entonces es algo que está dentro de nuestro cerebro. Esa es la verdadera
libertad, quizás la más importante, la que distingue al hombre y lo hace un ser
humano.
Eso significa
que tenemos una gran responsabilidad. Tenemos que estar bien informados para
defender diariamente la libertad de que gozamos. Y también tener los
conocimientos y la sabiduría, para reconocer las amenazas que atacan nuestra
libertad.
Otro pensamiento
masónico, expresado por el filósofo inglés Edmund Burke (1729- 1797): ¿Qué es
libertad sin sabiduría y sin virtud? Es el mayor de todos los males posibles,
porque es desenfreno, vicio y locura, sin dirección ni tapujos.
Para concluir,
un pensamiento de nuestro hermano Wolfgang von Goethe_ La libertad, escribió
Goethe, la merecen sólo quienes saben conquistarla día a día. Como masones,
tenemos la obligación de participar activamente en esa lucha constante por
defender nuestra libertad, identificar a sus enemigos, desenmascararlos, y
educar a la juventud a reconocer el peligro de las ideas políticas o religiosas
liberticidas.
Queridos
Hermanos, hago votos por que sigamos siendo vigilantes y defensores permanentes
de nuestra libertad. Muchas gracias por vuestra atención.
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