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miércoles, 15 de abril de 2020

1 DE ENTRE LOS 9 MAESTROS EN LA BUSQUEDA DE HIRAM





Encontré leyendo un Ritual del Grado de Maestro, fechado en 1788, un pasaje insólito que despertó toda mi curiosidad, porque no recuerdo haber escuchado o leído en ninguna otra parte algo similar.

Por tanto, investigué y no encontré nada de particular en los rituales de hoy día implementados en el seno del Rito Francés Moderno o Tradicional, ni en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado o el Rito de Emulación, pertenecientes a distintas obediencias.

Pero aún todo, el simbolismo que vi en ese pasaje me hace pensar sobre la desaparición de textos en las versiones sucesivas del Rito Francés, y como no, de otros ritos que se vienen produciendo desde finales del siglo XVIII, lo cual no deja de ser lamentable. Digamos que es una verdadera pérdida, y producto de una lamentable ignorancia.

Tal vez alguien pueda pensar que esto es producto de lo que yo pienso, y para contrarrestar esto voy a sintetizar mi breve investigación histórica, no sin antes indicar que me he beneficiado con la ayuda- puntual pero muy útil- de algunos historiadores, archivistas o conservadores, tanto del GODF como de la GLDF.

Mi interpretación simbólica del pasaje de la elevación al tercer grado hallado el ritual de 1788, cuyo título exacto es «Reçueil des trois prémiers grades de la Maçonnerie, sous la denomination d´Apprenti, Compagnon et Maitre, Colección de los tres grados de la masonería, bajo la denominación de Aprendiz, Compañero y Maestro) fechada en 1788 y firmada por “ un ex Vble.” que dedica ese documento “ a todos los Venerables M. de las Logias Regulares» y cuyo documento es denominado comúnmente como el Ritual Berté que fue su descubridor.

El documento en sí, consta de 184 páginas y efectivamente abarca los tres grados de la francmasonería llamada simbólica, y cuya reproducción facsimilar se debe a la atención que presta a estos temas un historiador francmasón como Pierre Mollier, Bibliotecario del GODF, que lo publicaba en 2001 en Editions A l´Orient.

El episodio al que me refiero comienza en la página 151, cuando Hiram ya ha muerto, y su cuerpo enterrado por los tres malvados compañeros en el monte Sinaí, el rey Salomón se inquieta por los tres días consecutivos de ausencia del arquitecto. Los MM. le proponen partir en su búsqueda, pero Salomón, para evitar llamar la atención de los asesinos, designa a Nueve Maestros, a suertes, los cuales parten en búsqueda de Hiram por los alrededores de Jerusalén.

Estos convienen en encontrarse en el Monte Sinaí- denominado «de las acacias» recorriendo nueve leguas a la redonda, tres partiendo de la puerta del Norte, tres por la del mediodía y tres por la de occidente.

En este punto del relato, el Muy Respetable Maestro, abandona el Oriente y viene a ubicarse al pie del ataúd, dando a su alrededor tres vueltas junto a los otros HH, sondeando la tierra con la punta de su espada.

Terminados estos viajes, el Muy Respetable Maestro, vuelve al Oriente y prosigue el relato.

Los 9 Maestros Masones han viajado durante el peído indicado y el noveno día, se encuentran en el Monte Sinaí como habían convenido.

Se lamentan unos a otros de su infructuosa búsqueda, y es entonces entra en juego el episodio que tanto me ha interesado: Los 9 Maestros Masones que buscaron a Hiram durante 9 días, tres por tres, 9 leguas a la redonda, sin encontrar nada, de todos ellos, 8 deciden regresar a Jerusalén.

Por tanto, uno de ellos, el noveno rehúsa (página 152-153), asegurándoles que no partirá sin haber revisado hasta el más pequeño de los rincones del Monte.

Y así sucede el noveno, dicen algunos rituales que fatigado (aunque el Recuil… nada indica al respecto), y decide sentarse ante su infructuosa búsqueda tomando una rama de acacia. 

De este modo, de repente, descubre que la tierra alrededor estaba recientemente removida, y se preguntó: ¿por qué será eso?

Analizando las distintas posibilidades, llamó a los demás, y cavando hallaron un cadáver cubierto con un paño ensangrentado, con una escuadra en la cabeza y un compás a los pies, el cadáver estaba con la mano derecha representando el signo de Compañero, y el brazo izquierdo a lo largo del cuerpo, y la pierna derecha en escuadra, estando la otra extendida.

Ante la sospecha de que pudiese tratarse de Hiram, levantan el paño y descubren que efectivamente es el Maestro Hiram.

El ritual sigue desde aquí según los ya conocidos pasajes conocidos en el Rito Francés.

En este sentido encuentro este pasaje destacable por varias razones simbólicas que voy a exponer pero además porque pienso que es la primera vez que leía un relato circunstancial sobre estos eventos que entrañan el descubrimiento del cadáver del Maestro Hiram, cuando en general la mayor parte de los rituales antiguos o contemporáneos son- a mi entender- bastante pobres y parcos en ese aspecto del hallazgo del Maestros Hiram.

Y al ir al Recuil de 1788”, encontré que este pasaje no fue considerado como anecdótico por el Venerable redactor y/ o sus predecesores.


En efecto, en el catecismo que sigue (páginas 170-171), el episodio y su enseñanza se recuerda (dejando la ortografía de la edición):
P. ¿Qué hizo después Salomón? (después que consideró probable el asesinato del su arquitecto)
R. Como todos los Masones se dedicaban con celo a esa búsqueda, el sabio rey les dice que no podían ausentarse todos sin levantar sospechas y en consecuencia hizo elegir nueve a suertes y reenvía a los demás a sus talleres.
P. ¿Qué decisión tomaron los nueve maestros que cayeron en suerte?
R. Convinieron en separarse de tres en tres, de revisar los alrededores de Jerusalén nueves leguas a la redonda y encontrarse todos en el Monte Sinaí.
P. ¿Cómo partieron?
R. Tres por la puerta del Norte, tres por la puerta del Mediodía y tres por la de
Occidente.
P. ¿Qué éxito tuvo su empresa?
R. Viajaron por nueve días sin hacer el menor descubrimiento.
P. ¿Dónde se reencontraron?
R. Sobre el Monte Sinaí.
P. ¿Cuál fue su resolución?
R. Ocho de entre ellos resolvieron retornar a Jerusalén, pero el noveno, más celoso, protesta (en el sentido del siglo XVIII significa declara, promete) que no retornará antes de haber revisado toda la montaña.
P: ¿Qué ocurrió entonces?
R. Que después de la partida de los ocho Maestros, el noveno se vio necesitado de descansar y se apoyó sobre una rama de acacia que se le queda en la mano; esa fue la causa para que examinará más de cerca el lugar y observando que la tierra había sido recientemente removida, llamó a los Maestros.
P. ¿Qué hicieron?
R. Se pusieron a cavar y a cinco pies de profundidad hallaron un cadáver con el signo del Compañero, cubierto con un paño teñido de sangre con una escuadra a la cabeza y un compás a los pies y habiendo uno de ellos levantado el paño que le cubría el rostro, reconocieron Adonhiram asesinado. Etc.
Simbolismo de este episodio ritual
Estoy tan interesado en el origen de este pasaje del Ritual de Elevación a la Maestría del Recuil de 1788, y es debido a que dicho descubrimiento me ha hecho considerar nuevas formas del compromiso masónico y sobre todo un soporte ritual y simbólico para la comprensión simbólica que pueda tener.
¿Qué me dice ese pasaje?
¿Cuál es su enseñanza?
Observemos con un poco más de cuidado la redacción en la Colección (Recuil) de 1788., cuyo pasaje sugiere muchas enseñanzas esenciales; y por tanto la interpretación no podrá estar muy apartada respecto a las formulaciones adoptadas.

Ese pasaje nos indica cosas esenciales acerca de la manera en que ha sobrevivido la Tradición, sobre la manera en que la Luz prevaleció y sobretodo en la manera en que la transmisión se efectúa, a pesar de los ascetas y de sus renuncias.

Este pasaje, a su vez nos hace tomar conciencia de nuestro poder en el escalón individual masónico, pues con que uno solo asegure la transmisión y con que uno solo prosiga… la Orden resurgirá con su ideal.

Todo esto no sería comprensible si se imaginase como un ejercicio filosófico de pensamiento en un mundo en que el ideal masónico verdaderamente desapareciera junto con nuestro ideal de verdad dentro del espíritu de cada cual y de fraternidad entre todos.

Un mundo en el cual no sería posible de realizar materialmente y de concebir en nuestros espíritus eso que nos reúne aquí hoy… ¿Qué sería ese mundo? Si ninguno de nosotros hace nada, pues bien ese mundo bien puede llegar. 

Cuando renunciamos a un esfuerzo útil para la Fraternidad, nada, absolutamente nada nos puede garantizar que alguien lo hará en nuestro lugar; y si decimos que de todos modos habrá alguien que lo hará … bueno, pues no sucederá.

El simbolismo del Noveno Maestro recuerda eso que le decimos ante todo al nuevo iniciado en nuestro ritual de Iniciación al Rito Francés «Cada ocasión de ser útil, que él (como francmasón) no aprovecha, es una infidelidad, cada vez que se rehúsa, comete perjurio».

Dicho de otro modo, nosotros todos, aunque no de la misma forma, llevamos toda la masonería sobre nuestras espaldas cuando nos convertimos en Maestros Masones. Y aun así renunciáramos, no estoy seguro que pudiésemos escapar al Deber que libremente pactamos.

El Noveno Maestro, se niega a renunciar, conscientemente y deliberadamente.El Noveno Maestro está, al igual que los otros ocho elegidos, fatigado, exhausto.

Pero su conducta nos describe un Maestro Masón que no usa su fatiga como argumento, ni sus dudas o incertidumbres para renunciar o abandonar, y sobretodo no emplea el clásico argumento ese de que sus esfuerzos son infructuosos o que son inútiles. No busca excusarse para cesar en sus esfuerzos.

Él ha adoptado una postura radical, comprometida que no le deja otra elección que se justamente lo que ha elegido ser: un maestro, un «buscador», para hacer todo lo posible en encontrar, completar su misión.

Los otros ocho maestros, «estaban afligidos ante la inutilidad de su búsqueda: así es que (ellos) resolvieron retornar a Jerusalén». 

El Noveno Maestro no pretende retener a los otros ocho Maestros: su decisión está tomada, implícitamente desde el principio. Él no les juzga ni les retiene. Su comprensión y ayuda no le son necesarias para determinar su conducta. Nada hay que le indique lo que debe hacer ni le anima. Es soberano en su juicio y sin el deseo de convertir al otro por autoridad o por convicción, para tranquilizarse por ser numerosos.

Si él no les juzga, el episodio ritualístico subraya en qué punto su actitud es en sí misma, una crítica: la búsqueda de los otros ocho, a sus ojos, está incompleta y sería necesario ir más lejos para lograr su propósito. Así que los eventos que siguen le dan la razón a esa crítica.

Los otros ocho, habían decidido abandonar. Desde ese punto de vista, el Noveno Maestro nos indica «donde» debemos centrar nuestra crítica del mundo y como: en y por nuestros actos y no por la simple palabra.

La crítica formulada en palabra no cambiará nada. Formulada en actos, cambia al mundo existente, es decir demostrando que eso que estimamos necesario y justo, es posible.

Se trata entonces de una crítica por el estado de hecho, una enunciación en el acto de nuestro rechazo.

Se puede considerar que el Noveno Maestro deviene en Hiram rehusando renunciar a encontrar su cadáver, lo que simboliza el rechazo de ver morir la Tradición que llevaba y encarnaba, decidiendo unilateralmente convertirse en el puente entre los Maestros pasados y los por venir. 

La búsqueda y el descubrimiento del cadáver de Hiram simboliza entre otras cosas la continuidad de la Tradición masónica y del conocimiento del arte de la construcción (de hombres y sociedades humanas) a pesar y gracias a la muerte del Maestro.

Las cualidades que hacen a un maestro Constructor, ¿no son justamente las que permitieron encontrar a Hiram?

El mito simboliza esa continuidad, no importa la adversidad: Hiram debe ser asesinado y el cadáver debe ser encontrado.

Es interesante estudiar la estructura del mito en sí.

En el fondo, Hiram renace en el nuevo Maestro, el Noveno porque es el que realiza las cualidades que hacen al Maestro que se niega a abandonar la búsqueda, el que encuentra al Maestro. Se encuentra una enseñanza parecida en el extremo oriente donde se diseñaron las iniciaciones con la ayuda de un ideograma (dô en japonés, tao en chino) que literalmente designa la ruta, el camino, la vía. Como si los motivos y las condiciones del caminante se confundiesen con el objetivo….

También hay que interrogarse sobre las otras posibilidades rituales imaginables implementadas en otros rituales, pero me parece que hay por lo menos tres escenarios tipo» alrededor del descubrimiento del Maestro:

1. La casualidad o la providencia permitieron a los buscadores encontrar el lugar.
Es la tesis que la mayor parte de los rituales actuales recogen. Se encuentran indicios de una manera que parece efectivamente providencial. Sin embargo, esa tesis a menudo-no siempre- apela a la perspicacia de los HH: ellos deben detectar cualquier signo que les permita dar un resultado favorable a su búsqueda: hallar la tumba del maestro.
2. La investigación. Esto necesita hallar culpables, hacerles confesar, recolectar indicios, testimonios, etc.
Es la opinión sostenida por diversas formas de los Altos Grados, especialmente los de Venganza.
3. La obstinación o dicho de otro modo, el compromiso. Es la tesis original de la Colección de rituales del Marques de Gages de 1788. El Recuil…

Aquí los detalles que parecían providenciales ya no lo son, puesto que todo deviene en un asunto de tiempo, esfuerzo, compromiso en el sentido de rehusarse a abandonar.

Queda solo una cierta dosis de perspicacia en las reacciones del Noveno maestro.

Pero el punto original es la introducción de la obstinación en los factores y donde las cualidades aseguran la perennidad de la Orden. Esa tenacidad se disimula detrás de la terminología del siglo XVIII.

La enseñanza por preguntas y respuestas, a modo de catecismo indica: que el noveno, mas celoso, protesta que él no retornará antes de haber revisado toda la montaña”.

Celoso, ¿no es acaso la antigua palabra para «comprometido»? y la pregunta sería: ¿podemos traducir «Celo» como “compromiso radical”? en el sentido etimológico de «radical», o sea: aquello que está en la raíz de las cosas o de los seres? 

Se puede ver que la comparación de rituales permite identificar los factores que permitieron el descubrimiento del Maestro Hiram…en nosotros mismos.
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Esas cualidades están en número tres: el Método, la Tenacidad y la perspicacia.

Se discierne una dosis sutil de cualidades psicológicas- la tenacidad u obstinación- y los efectos del ejercicio de la razón- el Método.

La última cualidad- la perspicacia- proviene de dos registros pues ella es tanto el ejercicio de las facultades de razonamiento del espíritu humano como de las facultades más intuitivas más ligadas a lo emocional.

En todo caso, el destino de la búsqueda del Maestro Masón no se abandona más al azar o a los caprichos de la providencia.

Es interesante poner esas cualidades en paralelo con los tres personajes encarnados por los tres malvados Compañeros- la Ignorancia, el fanatismo y la Hipocresía- y con las tres facultades principales del espíritu enunciadas durante la Iniciación: el Sentimiento, la Inteligencia y la Voluntad- o sea el Corazón, el Intelecto y la puesta en acción, el hecho. 

En la filigrana de nuestros rituales y de nuestro simbolismo existe toda una teoría de la acción- eso que se denomina la praxiología- de y sobre el espíritu humano y de las ideas prácticas para dirigirse hacia la Luz.

Este episodio del Noveno maestro participa por la puesta en escena de las cualidades necesarias para la búsqueda de la maestría masónica que no se a abandonado a otras interpretaciones al azar por la pobreza de las versiones contemporáneas de otros Rituales de Elevación a la Maestría.

Nuestro ritual del Rito Francés no es inofensivo.

Puede leerse en él la necesaria tenacidad en la búsqueda, la importancia del método (recomenzad vuestra búsqueda poniendo un cuidado más minucioso), con el ejercicio de la perspicacia (con el descubrimiento de un montículo con una rama de acacia, calificada de «indicio»).

Pero la escenografía no permite la personificación de tales cualidades como lo hace el Recuil de 1788 del Marqués de Gages.

Esta personificación es una de las técnicas que permitirían la identificación, es decir ese proceso de interiorización por el cual hacemos nuestras las nuevas cualidades, sino que propone una formulación ritualística más poderosa.

Se puede ver en el Noveno Maestro la figura mítica del Compromiso del Maestro Masón, que jamás renuncia y sobre todo a ser lo que es: el sucesor de Hiram, Hiram mismo; por lo menos debe hacerle renacer progresivamente en sí, por su trabajo, compromiso y sus obras de Constructor. La soledad no le desorienta.

El compromiso y el abandono de los demás no le hace desviar de la conducta que le impone su condición, esa condición que él ha buscado y aceptado.

El Noveno Maestro es el Hermano por el cual la Tradición sobrevive, porqué él es la Tradición.

El descubrimiento del cadáver de Hiram simboliza la transmisión de la Tradición y del Conocimiento, la búsqueda del Maestro, indisociable de enfrentamiento con la muerte y de la emancipación del terror que inspira a los humanos.

En sentido literal, los 9 Maestros Masones «buscan al maestro» y ellos encuentran en la Muerte la última enseñanza de Hiram, esos 9 Maestros Masones que lo eran tienen una última enseñanza en el Noveno Maestro, gracias a la cual el Maestro accede, a través de esa muerte, la cual le permite escapar al miedo tiránico que inspira, al estado último de la Maestría: la Libertad.

Conclusión:

A veces nos hemos equivocado al reformular, desarrollar y adaptar los rituales a las circunstancias, digamos que con ello se han empobrecido, por un proceso que se está dando en toda la masonería a través de un profundo proceso que se está como es «mundanidad» o, que consiste en estandarizar, y simplificar.

Tenemos como ejemplo, la introducción de nuestro ritual., podría ser de interés estudiar esa reintroducción. Pero para ello tiene que seguir siendo libre y permanecer así. 

Ser libre de ajustar la formulación de nuestras herramientas al entorno en el cual nuestra Orden opera, ser libre de hacer renacer eso ha estado perdido. 

Surgen otras cuestiones tan fundamentales como saber ¿cuándo decir no? ¿Cómo decir no? ¿Cómo fijar la diferencia entre compromiso y obstinación? O ¿cuándo abandonarlo todo?

En ese momento el Noveno Maestro aparece y responde a esas cuestiones.

Su actitud no es la de rehusar «totalmente» o sea volverse y abandonar si la búsqueda se muestra infructuosa o imposible.

Simplemente él ve aun la posibilidad de llevar a cabo una cosa y juzga que debe hacerla. Desde ese punto de vista, el Noveno Maestro no es simplemente un «buen» hermano que se opone a los otros ocho que serían los «malvados» Hermanos, débiles, perezosos, indiferentes o aún negligentes. 

Por el contrario, eso pone de manifiesto que a veces se nos coloca en el bando de «los ocho» como la viva representación de la falta de discernimiento, la negación, de no ver eso que todavía puede hacerse antes de renunciar, o que nos define: nuestra Búsqueda y las razones para hacerla.

El Noveno Maestro es el maestro que asume su compromiso y por tanto es el hombre por el cual la tradición masónica sigue viva. Su compromiso radical, pero sereno y reflexivo, su determinación definitiva y su “celo” del cual nos hablan los antiguos escritos, son la marca del Maestro.

He dicho, V.M.

Con la autorización de : http://montaleau.over-blog.com/


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