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miércoles, 27 de marzo de 2013

ABRAHAM VIII

LOS HIJOS DE ABRAHAM.

El dios que gano fue Marduk, que se fue a Egipto, donde ha quedado perennizado este cambio de “Era”, en el Templo de Dendera donde la lista de las constelaciones zodiacales empieza con Aries (Carnero), mientras que las de Sumer comienzan con Taurus (Toro). Así mismo esta las largas hileras de esfinges con cabeza de carnero que flanquean las avenidas procesionales que se dirigían al templo de Karnak, cuya construcción coincide con el ascenso de Ra/Marduk a la supremacía. También lo llamaron Amon (“El Invisible”) por su ausencia cuando eligió a Babilonia en Mesopotamia que fuera su ciudad eterna.

 
Ingreso al Templo de Karnak.

Marduk se convertía en el “Señor”, tanto en el cielo como en la tierra. Su destino en los cielos, era el más grande de todos los dioses celestes, y en paralelo con estos, estaba destinado a ser el más grande de los dioses anunnaki en la tierra. Y el Patriarca Abraham, progenitor ancestral de judíos, cristianos e islámicos, que clamorosamente aglutina sobre su “persona” el poder y atributo de desaparecer la adoración de todos los demás dioses integrantes de la familia divina. Tal sorprendente hecho es conocido entre sus fieles e infieles como “monoteísmo”. Es decir Abraham es el patriarca progenitor del monoteísmo que es practicado por los judíos, cristianos e islámicos, todos ellos hijos de un mismo padre en su ideología religiosa, pero a la vez, enemigos acérrimos a través de la historia de la humanidad, que ha costado millones de vidas por reclamarse cada cual como la “verdadera y única religión dueña de la verdad”.

El Antiguo Testamento nos proporciona, de hecho (Génesis 17:1-16), el modo y el momento en que Abraham se transformó, de noble sumerio, en un potentado semita occidental, tras la alianza establecida con su Dios. En un ritual de circuncisión, su nombre sumerio AB.RAM («Amado del Padre») se cambió por el acadio/semita Abraham («Padre de una Multitud de Naciones») y el de su esposa SARAI («Princesa») se adaptó al semita Sarah. ( Zecharia Sitchin, La Guerra de los Dioses y Los Hombres, Ediciones Obelisco S.L., Barcelona-España 2002, Pág. 129).

¿Pero que paso con Sumer?

Siete años después de que el Viento Maligno asolara Sumer, la vida comenzó a agitarse de nuevo en la tierra. Pero, en vez de un imperio que gobernara a otros, Sumer era ahora un país ocupado, por tropas elamitas en el sur y soldados gutios en el norte.

Isin, que nunca había sido capital, fue elegida centro administrativo temporal, y se llevó a un antiguo gobernador de Mari para que dirigiera el país. En los documentos de la época se registra la queja de que a uno que no es de simiente sumeria se le hubieran dado las riendas de Sumer.

Por su nombre semita Ishbi-Erra, era un seguidor de Nergal, y su designación debió formar parte del acuerdo entre Nergal y Ninurta.

Algunos expertos denominan a las décadas que siguieron al hundimiento de Ur como la Edad Oscura de la historia de Mesopotamia. Poco se sabe de aquel tiempo difícil que se desprende de los anales. Ishbi-Erra, mejoro la seguridad y restauro por aquí y por allí, principalmente intentando solidificar su autoridad secular, despidió a la guarnición extranjera que controlaba Ur y, extendió su reinado hasta esa ciudad, se proclamó sucesor de los reyes de Ur; pero sólo unas cuantas ciudades rehabitadas reconocieron su supremacía; un poderoso jefe local de Larsa hasta le planteó algún reto porque desconocía su autoridad.

Más tarde, Ishbi-Erra intentó agregar a sus poderes el de autoridad religiosa central, asumiendo la custodia de Nippur, levanto allí los emblemas sagrados de Enlil y Ninurta. Pero el permiso para esta acción había llegado sólo de Ninurta, y los grandes dioses de Nippur siguieron mostrándose fríos y distantes. Buscando otros apoyos, Ishbi-Erra nombró a un grupo de sacerdotes y sacerdotisas para que restauraran el culto a Nannar, Ningal e Inanna. Pero, al parecer, los corazones de los súbditos estaban en otra parte: como sugieren los numerosos textos Shurpu (Purificación) encontrados. Fueron Enki y Marduk, utilizando el inmenso conocimiento científico de Enki (sus poderes mágicos, a los ojos del pueblo), los que curaron a los afectados, purificaron las aguas e hicieron que el suelo diera una vegetación comestible de nuevo.

Durante el medio siglo que siguió, que abarca el reinado de dos sucesores de Ishbi-Erra en Isin, la normalidad volvió poco a poco al país; la agricultura y la industria se recobraron, y el comercio interno y externo se reanudó.

Pero, hasta que no pasaron setenta años de su profanación, el mismo intervalo que se aplicaría después al profanado templo de Jerusalén, no se reconstruyó el templo de Nippur, a manos del tercer sucesor en el trono de Isin: Ishme-Dagan.

En un largo poema de doce estrofas dedicado a Nippur, éste decía que la divina pareja respondió a sus súplicas para restaurar la ciudad y su gran templo, para que el enladrillado de Nippur sea restaurado y las tablillas divinas vuelvan a Nippur.

Hubo gran júbilo en el país cuando se volvió a consagrar el gran templo a Enlil y Ninlil, en el año 1953 a.C; y fue entonces cuando se declararon oficialmente habitables de nuevo las ciudades de Sumer y Acad.

El retorno oficial a la normalidad sólo sirvió para reanudar las viejas rivalidades entre los dioses. El sucesor de Ishme-Dagan llevó un nombre que indicaba su fidelidad a Ishtar. Ninurta dio rápido fin a eso, y el siguiente soberano de Isin, el último en llevar un nombre sumerio, sería uno de sus seguidores. Pero las pretensiones de Ninurta sobre el restaurado país no se podían sostener: Después de todo, él había provocado, aunque fuera de forma indirecta, la destrucción de Sumer. Como sugiere el nombre del siguiente sucesor, se buscó a Sin para que reafirmara su autoridad; pero los días de su supremacía y de la de Ur habían pasado.

Y así, por la autoridad con la que se habían investido, Anu y Enlil aceptaron por fin las reivindicaciones de supremacía de Marduk en Babilonia. Para conmemorar aquella fatídica decisión en el preámbulo de su código legal, el rey babilonio Hammurabi decía:
  
El noble Anu, señor de los
dioses que del Cielo vinieron a la Tierra,
y Enlil, señor del Cielo y la Tierra
que determina los destinos del país,
determinaron a Marduk, el primogénito de Enki,
las funciones de Enlil sobre toda la humanidad;
le hicieron grande entre los dioses que vigilan y ven,
dieron el nombre de Babilonia para que fuera exaltada,
la hicieron suprema en el mundo;
y establecieron para Marduk, en su centro,
una realeza imperecedera.

Babilonia, y después Asiria, crecieron en grandeza. Ya no hubo más Sumer; pero en una tierra distante, el testigo de su legado pasó de las manos de Abraham e Isaac, su hijo, a las de Jacob, aquél al que se le llamaría Isra-El.

Pero los hombres incluido Abraham que habían peleado entre si “en nombre de dios” tuvieron que continuar con sus vidas y muchos ya no estaban convencidos con sus dioses, que los habían abandonado cuando el Viento Maligno llego, “su prioridad era sobrevivir” a cualquier costo y tubo que pasar más de un siglo para que Babilonia (La Ciudad) emergiera en el escenario de la historia como la primera dinastía, como Babilonia (El Estado), cuyo Dios Marduk tutelaba su desarrollo con presencia intermitente entre Babilonia y Egipto.

Marduk /Yahveh cumplió con Abraham y le dio un hijo con Sara contra toda lógica, ambos ya eran ancianos.

5 Abraham era de cien años cuando le nació su hijo Isaac.
6 Y dijo Sara: «Dios me ha dado de qué reír; todo el que lo oiga se reirá conmigo.»
7 Y añadió: «¿Quién le habría dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos?; pues bien, yo le he dado un hijo en su vejez.»
8 Creció el niño y fue destetado, y Abraham hizo un gran banquete el día que destetaron a Isaac.
9 Vio Sara al hijo que Agar la egipcia había dado a Abraham jugando con su hijo Isaac,
10 dijo a Abraham: «Despide a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada juntamente con mi hijo, con Isaac.»
11 Sintiólo muy mucho Abraham, por tratarse de su hijo,
12 pero Dios dijo a Abraham: «No lo sientas ni por el chico ni por tu criada. En todo lo que te dice Sara, hazle caso; pues aunque por Isaac llevará tu nombre una descendencia,
13 también del hijo de la criada haré una gran nación, por ser descendiente tuyo.»
14 Levantóse, pues, Abraham de mañana, tomó pan y un odre de agua, y se lo dio a Agar, le puso al hombro el niño y la despidió. Ella se fue y anduvo por el desierto de Berseba.
15 Como llegase a faltar el agua del odre, echó al niño bajo una mata,
16 y ella misma fue a sentarse enfrente, a distancia como de un tiro de arco, pues decía: «No quiero ver morir al niño.» Sentada, pues, enfrente, se puso a llorar a gritos.
17 Oyó Dios la voz del chico, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del chico en donde está.
18 ¡Arriba!, levanta al chico y tenle de la mano, porque he de convertirle en una gran nación.»
19 Entonces abrió Dios los ojos de ella, y vio un pozo de agua. Fue, llenó el odre de agua y dio de beber al chico.
20 Dios asistió al chico, que se hizo mayor y vivía en el desierto, y llegó a ser gran arquero.
21 Vivía en el desierto de Parán, y su madre tomó para él una mujer del país de Egipto.
(Génesis 21).
 
Agar e Ismael.

Abraham tuvo un hijo antes que naciera Isaac, con una esclava egipcia de nombre Agar, a quién se le prometió ser una gran nación, este hijo fue Ismael, quién tubo doce hijos, caudillo de otros tantos pueblos.

Pero su Dios le pidió a Abraham nuevamente una prueba de fe de la siguiente manera:

1 Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y le dijo: «¡Abraham, Abraham!» El respondió: «Heme aquí.»
2 Díjole: «Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria y ofrécele allí en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga.»
3 Levantóse, pues, Abraham de madrugada, aparejó su asno y tomó consigo a dos mozos y a su hijo Isaac. Partió la leña del holocausto y se puso en marcha hacia el lugar que le había dicho Dios.
4 Al tercer día levantó Abraham los ojos y vio el lugar desde lejos.
5 Entonces dijo Abraham a sus mozos: «Quedaos aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allí, haremos adoración y volveremos donde vosotros.»
6 Tomó Abraham la leña del holocausto, la cargó sobre su hijo Isaac, tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos.
7 Dijo Isaac a su padre Abraham: «¡Padre!» Respondió: «¿qué hay, hijo?» - «Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?»
8 Dijo Abraham: «Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.» Y siguieron andando los dos juntos.
9 Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar, y dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo, y le puso sobre el ara, encima de la leña.
10 Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
11 Entonces le llamó el Ángel de Yahveh desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham!» El dijo: «Heme aquí.»
12 Dijo el Ángel: «No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único.»
13 Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero, y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo.
14 Abraham llamó a aquel lugar «Yahveh provee», de donde se dice hoy en día: «En el monte “Yahveh provee”»
(Génesis 22).

Sara vivió 127 años y cuando murió Abraham la enterró en Makpela en Canaán

1 Abraham volvió a tomar otra mujer, llamada Queturá.
2 Esta le dio a Zimrán, Yoqsán, Medán, Madián, Yisbaq y Súaj.
3 - Yoqsán engendró a Seba y a Dedán. Hijos de Dedán fueron los asuritas, los letusíes y los leumies. -
4 Hijos de Madián: Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos éstos, hijos de Queturá.
5 Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac.
6 A los hijos de las concubinas que tenía Abraham les hizo donaciones y, viviendo aún él, los separó de Isaac, enviándoles hacia levante, al país de Oriente.
7 Estos fueron los días de vida de Abraham: 175 años.
8 Expiró, pues, Abraham y murió en buena ancianidad, viejo y lleno de días, y fue a juntarse con su pueblo.
9 Sus hijos Isaac e Ismael le sepultaron en la cueva de la Makpelá, al borde de la finca de Efrón, hijo de Sójar, el hitita, enfrente de Mambré.
(Génesis 25).

Y asi es como Isaac heredo de Abraham todo, pero las tierras de sumeria y alrededores estaban estériles y las aguas contaminadas.

1 Hubo hambre en el país - aparte de la primera que tuvo lugar en tiempo de Abraham - y fue Isaac a Guerar, a donde Abimélek, rey de los filisteos.
2 Yahveh se le apareció y le dijo: «No bajes a Egipto. Quédate en la tierra que yo te indique.
3 Reside en esta tierra, y yo te asistiré y bendeciré; porque a ti y a tu descendencia he de dar todas estas tierras, y mantendré el juramento que hice a tu padre Abraham.
4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras. Y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra,
5 en pago de que Abraham me obedeció y guardó mis observancias, mis mandamientos, mis preceptos y mis instrucciones.»
6 Establecióse, pues, Isaac en Guerar.
(Génesis 26).

La biblia luego relata la vida de Isaac, pero eso ya es otra historia. Realmente la vida de Abraham fue muy apasionante y polémica, cuyos ecos hasta hoy genera controversia y odios enconados entre los fieles de las religiones monoteístas que instauro.


(*) Herbert Oré Belsuzarri, es autor de varios libros, artículos y monografías que se publican en diferentes medios como las Revistas Fenix News y Hiram Abiff. En Bibliotecas en Línea como:
SCRIBD (http://es.scribd.com/herberthore1)
monografías.com (http://www.monografias.com/).
También sus trabajos son publicados en diferentes Blogs.





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