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miércoles, 11 de junio de 2014

La Idea de la Inmortalidad del Alma en la Masonería

La Idea de la Inmortalidad del Alma en la Masonería


Cuando examinamos las enseñanzas no sólo masónicas, sino también espirituales tanto de Oriente como de Occidente descubrimos que el llamado a convertirnos en inmortales surge, en todos los sistemas de creencias, como una posibilidad para cualquier ser humano, pero también la afirmación de que conseguirla es una meta reservada a una pequeñísima minoría y constituye un objetivo que depende de nuestra capacidad de esfuerzo personal y del grado de crecimiento interior que alcancemos. 

Como lo hace ver la Liturgia de apertura de Trabajos del Tercer Grado en forma velada, pero no por ello clara- No nacemos inmortales, pero bien podemos alcanzar la inmortalidad: Prim:. Vig:.- La acacia me es conocida. Muy R:. M:. _ ¿Qué significa esta frase, Muy Ven:. H:.Seg:. Vig:.? Seg:. Vig:.- Que sé cómo se alcanza la inmortalidad. 

Esta fórmula masónica nos hace pensar que no todos sobrevivimos a la muerte física, mientras que para la mayoría de los profanos esta cuestión se plantea como un dilema: se cree que la vida continúa en otro nivel de existencia, o se piensa que las personas son únicamente una entidad biológica y cuando llega la muerte es el final de todo. Desde estos puntos de vista científico o espiritual, la condición mortal o imperecedera del ser humano estaría determinada ya de antemano y nada podríamos hacer para modificar nuestro destino. 

Sin embargo, existe la otra posibilidad que plantea la masonería: en este sentido, los seres humanos continuarían con un principio eterno potencialmente capaz de inmortalizarlos, pero su activación no se produciría de forma automática, sino que dependería de su propio esfuerzo y dedicación. De acuerdo con esta idea masónica, sólo sobreviviría nuestra Alma Inmoral, desechando nuestro cuerpo físico como un simple cascaron de huevo. Por lo tanto, la continuidad de nuestra propia individualidad más allá de la muerte no estaría reservada a cualquier masón, sino solamente a los masones que lograron identificarse con dicho principio eterno. El ser humano por lo tanto sería en principio mortal, pero también poseería en sí mismo un elemento que , adecuadamente cultivado mediante una transformación interior, le permitiría inmortalizarse. 

Seguramente usted lector ya advirtió una cosa: lo que llamaríamos Objetividad Masónica se aleja Radicalmente de las Ciencias Académicas, estas últimas niegan en principio la existencia del alma humana y por lo tanto mucho menos pensarían en la inmortalidad de ésta. Seguramente el descubrimiento de nuevos instrumentales científicos, darán cuenta de algo que está ahí dentro del hombre independiente de su cuerpo físico.

Para Paracelso el proceso de la realización del Alma Inmortal era un tipo de alquimia interior, decía: Aquel que conseguía, en el curso de su existencia, transmutar los metales viles (cuerpo, deseos, pasiones, emociones) en oro (espíritu) sobrevolaba el gran océano de la muerte y conseguía un nivel de existencia superior. En cambio, quien no lo lograba caía en las aguas de ese océano por el propio peso de los metales viles y sus elementos constitutivos se disolvían para reciclarse como materia prima de la creación. En el último caso, se producía la muerte, puesto que el yo ordinario no habría alcanzado salir de lo profano, ni la consciencia suficiente que sobreviviría a la muerte. 

Desde el punto de vista masónico, convertirse en inmortal no es una recompensa, ni morir un castigo, sino una situación que corresponde a las leyes que rigen la Creación, simplemente se cumple la premisa Universal: Sólo sobrevivirán los más aptos. Si sólo sobrevive la identidad espiritual, es necesario hacernos conscientes de ésta mientras estemos con vida física, para que dicha experiencia no se pierda. 

Así, el sentido de la vida en este plano terrestre no sería otra que “Despertar” este Yo Superior para que asuma el control de nuestra aventura terrenal y así pueda alcanzar la plenitud de su desarrollo, convirtiéndonos en inmortales al culminar ese proceso por el cual nos hacemos conscientes de nosotros mismos y, al mismo tiempo, captamos la auténtica realidad que subyace a la ilusión del mundo material. Y la Orden Masónica no sería otra cosa que un llamado a este “Despertar de la Consciencia”.

En el fondo, estamos ante la misma concepción que sustentaban los más connotados alquimistas: sobrevivir a la existencia terrena requiere una transmutación o transformación interior. que consiste en consignar la fusión armónica de los cuerpos sutiles en una unidad. Esta es la Clave del Salmo 133, que los masones regulares recitamos frente a la Biblia al inicio de nuestros trabajos:

1 ¡MIRAD cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos igualmente en uno! - Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y que baja hasta el borde de sus vestiduras; - Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sión: Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.

Vemos como la Biblia (El Libro de la Ley) menciona que la Unidad Armónica , de los hermanos o yos (yoes) produciría la bendición de la Vida Eterna.

Vicente Alcoseri.


1 comentario:

  1. Muy buen análisis, simplemente yo complementaria, con base en un postulado energético: Una energía superior se mezcla con una energía inferior para formar un medio.

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