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domingo, 27 de agosto de 2017

¿Cuál es nuestro mayor problema?


Guillermo Fuchslocher



¿Cuál es el mayor problema de la humanidad actual? Para respondernos esta pregunta pueden analizarse algunos problemas: injusticia, desigualdad, pobreza, hambre; guerras; cambio climático; violación de derechos, discriminación e intolerancia; drogadicción y narcotráfico; cultura global y aculturización; corrupción; ingobernabilidad y crisis sociales y políticas en diversos países. Y podrían citarse otros problemas, derivados de los anteriores, o englobarse algunos de los mencionados, pero si profundizamos nuestro análisis probablemente concluiremos que todos están interrelacionados, pues al momento de identificar sus causas encontramos que ellas tienen que ver con factores económicos y culturales, y que los segundos a su vez dependen de los primeros. 

En suma es la economía, o más precisamente el sistema económico global, lo que determina que la injusticia, desigualdad y pobreza de muchos sea consecuencia de la mala distribución de la riqueza, debido a su concentración en pocas manos, que son las que controlan el sistema y el poder en su propio beneficio; que el hambre contrasta con el desperdicio de comida, pues no es objetivo económico la alimentación sino el lucro; que tengamos guerras constantemente, pues ellas constituyen un gran negocio; que el cambio climático es resultado de una producción y un consumo frenéticos e irresponsables, como si los recursos del planeta fuesen ilimitados; que la violación de derechos, discriminación e intolerancia se producen o potencian en el marco de graves problemas sociales, relacionados en buena medida con condiciones de pobreza e injusticia; que la drogadicción es promovida por el negocio del narcotráfico y este es connatural a un sistema económico basado en el objetivo de obtención de más y más dinero; que la cultura global que se impone sobre las culturales nacionales es funcional al sistema, y para ello promueve "valores" según los cuales el objetivo vital, y medida de éxito, es el dinero, por lo que todo puede comprarse y desecharse, para luego volver a comprar, incluidas las personas, mentalidad que constituye fundamento de la corrupción; y que la ingobernabilidad en realidad es producto de la carencia de verdadera democracia, pues bajo la apariencia de tal, quienes en realidad gobiernan son pocos poderosos beneficiarios del sistema, a costa del sacrificio de muchos. 

Pero esto no necesariamente es visto así por todos, no solo por la natural divergencia de opiniones, o por el control ideológico mediático, o por la imposibilidad de muchos para dedicarse a este tipo de reflexiones debido a limitaciones educativas o a la preocupación exclusiva por su supervivencia, sino también por ser parte de los beneficiarios del sistema, o al menos porque no les ha ido mal y tienden a generalizar pensando que su percepción particular es, o debería ser, la percepción de todos. Al respecto en una entrevista televisiva realizada en febrero pasado por el periodista Andrés Carrión, el encuestador y analista electoral Santiago Cuesta mencionó que, basado en la realidad social ecuatoriana, el 3% de sus entrevistados o encuestados tienen ingresos superiores a 3000 dólares mensuales, el 17% tienen ingresos entre 1000 y 3000 dólares mensuales, y el 80% tienen ingresos inferiores a 1000 dólares mensuales, pero que el error común consiste en que cuando decimos que hablamos con el pueblo en realidad hablamos con ese 17%, no con el 80%. Es decir, este especialista destacó un error común de percepción que lleva a formarnos una imagen falsa de la realidad. Esto nos sucede a menudo, sobre todo en épocas electorales, cuando decimos que hemos hablado con mucha gente y que ellos piensan de tal o cual manera y en base a ello vaticinamos resultados. En realidad hemos hablado con la gente de nuestra propia clase social, con quienes estamos en contacto en el barrio en que vivimos, en nuestro lugar de trabajo, en el centro comercial que frecuentamos, en suma con personas con un nivel socioeconómico similar al nuestro, o hasta con un poco menos de recursos, pero que definitivamente no son representativas del pueblo llano, o de ese 80% al que se refería el entrevistado.

Pero también existen datos y medios que nos brindan una imagen que nos aproxima a la realidad social, como los reportajes que tratan por ejemplo de pobreza o hambre, pero que los vemos como algo ajeno o lejano, y es sumamente difícil que los comprendamos, pues hablar del hambre es algo muy distinto a sentir hambre y sufrir desnutrición. O tenemos estadísticas e indicadores, como el Coeficiente de Gini, que muestra el nivel de desigualdad, pero que desgraciadamente solo pocos conocen o entienden. Por esto me pareció valioso un recurso disponible en la Web, compartido hace pocos días en Google+ por Juan Diego Polo, recurso que en forma fácil, y recurriendo a comparaciones comprensibles, nos brinda una visión distinta respecto de la riqueza y la pobreza, pues el referente de comparación somos cada uno de nosotros. Se trata de la Global Rich List.



Este recurso brinda dos opciones de comparación, una basada en nuestros ingresos netos anuales y otra en la suma de nuestros bienes inmuebles, muebles, e inversiones (nuestra riqueza).

Para ejemplificar el tipo de comparaciones que efectúa la Global Rich List me ha parecido interesante tomar como referencia el sueldo anual del presidente estadounidense Barak Obama, una vez aplicado el recorte "solidario" del 5%, que tanto se publicitó hace poco, aunque sin considerar otros ingresos que pudiese tener, remuneración que para muchos resulta enorme, y que para otros, los verdaderos multimillonarios, seguramente la consideran un ingreso insignificante. 

El resultado es el siguiente:

Barak Obama está entre el 0,02 % de personas más ricas del mundo por ingresos, en el puesto 1´439.910. Es decir, pese a formar parte del reducido porcentaje con mayores ingresos, hay cerca de un millón y medio de personas que ganan más que él.

En 1 hora Obama puede ganar US$197,92, mientras que un trabajador medio en Indonesia gana apenas US$0,39 en el mismo tiempo.

Obama gana US$ 380.000 en 1 año, pero para un trabajador promedio en Ghana le tomaría 2.375 años ganar la misma cantidad.

Si Obama tiene sed solo le tomará 13 segundos ganar lo suficiente para comprar una lata de refresco. Pero si el trabajador medio en Indonesia desea una lata de refresco, debe trabajar más de 9 horas para ello.

Y con el ingreso mensual de Barak Obama se podrían pagar los sueldos mensuales de 1.658 médicos en Kirguistán.

Sin embargo, pese a estas cifras, y al señalamiento de que Barak Obama se encuentra entre el 0,02% de personas con mayores ingresos del mundo, por recibir 380.000 dólares al año, no se encuentra en realidad entre las personas de más ingresos, si consideramos que hay 4 personas en el mundo que tienen ingresos anuales superiores a los ¡mil millones de dólares! 

Pero si la misma comparación que hemos realizado con el presidente de los EE.UU. la hacemos tomando como referente a un trabajador ecuatoriano que gane el salario básico unificado de US$ 318 mensuales, menos el descuento del 9,35% para la seguridad social, el resultado será el siguiente: 

Ese trabajador está entre el 18,90% de personas más ricas del mundo por ingresos, en el puesto 1.263´946.508.

En 1 hora ese trabajador puede ganar $1,80, mientras que un trabajador medio en Ghana gana apenas $ 0,05 en el mismo tiempo.

Ese trabajador gana $ 3.459 en 1 año, pero para un trabajador promedio en Indonesia le tomaría 8 años ganar la misma cantidad.

Si ese trabajador tiene sed le tomará 14 minutos ganar lo suficiente para comprar una lata de refresco. Pero si el trabajador medio en Ghana desea una lata de refresco, debe trabajar más de 9 horas para ello.

Y con el ingreso mensual de ese trabajador ecuatoriano se podrían pagar los sueldos mensuales de 27 médicos en Pakistán.

Todo esto nos muestra la profunda pobreza y desigualdad que hay en el mundo. Y esto lleva a quienes administran el sitio web de Global Rich List a decir que si luego de ver estos resultados uno se siente un poco más rico, puede compartir una parte ínfima de su riqueza o sus ingresos con quienes más lo necesitan, para lo cual piden se apoye a la organización benéfica Believe.in, la que utiliza el 100% de las donaciones para caridad, y que con ello los donantes puedan sentirse mucho mejor el resto de su día.

Respeto a quienes realizan obras de caridad, muchos de los cuales son personas ejemplares, sobre todo si no se toman fotos y llaman a la prensa cuando lo hacen, pero considero que la caridad ataca momentáneamente las consecuencias del problema, pero deja intactas las causas, aunque reconozco que en muchos casos las acciones de caridad o de solidaridad resultan imprescindibles, pues de lo contrario los resultados inmediatos serían aún más desastrosos de lo que ya son. 

Este es un tema en el que se recurre mucho a las metáforas para plantear o para refutar soluciones. Por ejemplo, que "no hay que dar un pescado sino enseñar a pescar". El problema es que hay mucha gente, especialmente niños, que cada día necesitan ese metafórico pescado, pero generalmente no hay quien se lo facilite ni tienen forma alguna de conseguirlo, por lo que literalmente se mueren de hambre. Y entre esos hambrientos hay muchos que sí saben pescar, pero ya no hay pescado, pues flotas pesqueras han barrido con los cardúmenes. Otra metáfora utilizada es aquella que dice "No se puede repartir el pastel antes de hornearlo", pero omite mencionar que durante siglos una gran comunidad de trabajadores ha venido horneando pasteles, que los han vendido y se los han comido unos pocos, han repartido solo las migajas para acallar algunas conciencias, y han preferido que se dañen antes que repartir lo que les sobra.

En definitiva, estoy convencido que el mayor problema que tenemos como humanidad es el imperio de un sistema económico basado en la codicia, la injusticia, la corrupción, que vende la idea de que estas características son propias de la naturaleza humana, lo que es falso, pues son las condiciones del medio en que se vive las que determinan en gran medida los valores, intereses y actuaciones. Frente a esto, las acciones de caridad, de solidaridad, de ejecución de proyectos de desarrollo social, son válidas pero insuficientes, pues se requiere trabajar también en la toma de conciencia y organización de quienes se encuentran marginados y afectados por el sistema, y de quienes, teniendo mejores condiciones socioeconómicas y culturales, consideran que deben primar sus ideales de justicia, en función de acabar con la inequidad e iniquidad del actual sistema socioeconómico y político, para sustituirlo por uno que tenga por objetivo la libertad, el bienestar y la felicidad de todos los seres humanos.

Quienes piensan que esto es una utopía, seguramente tienen razón, pero...




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