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viernes, 30 de noviembre de 2018

Cómo reconocer a un masón

Héctor Ortega


Hace algunos meses, en un foro de Masonería, alguien tuvo a bien hacer la pregunta acerca de cómo reconocer a un Hermano Masón en la calle. Simpáticamente, uno de los foristas respondió: “A menos que ande despistado y no se haya quitado el mandil…”. En efecto, por regla general, no se reconoce a un masón (si sabe este ser discreto), pues debe comportarse como una persona normal. Claro está, nunca falta el deschavetado que orondamente anda presumiendo a diestra y siniestra de su calidad como Francmasón. Pocos suelen creerle, pero de que los hay, los hay.

La discreción es parte fundamental del bagaje masónico. De hecho, muy escasos son aquellos que andan soltando a bocajarro que pertenecen a una Logia, que están en la Masonería y que tienen tal o cual grado. Los masones suelen ser más discretos entre sus familiares –en especial si son ultramontanistas o aristotélicos-tomistas que señalan con su dedo de fuego a todos los protervos del averno—y muy especialmente, en su trabajo cotidiano, más si tienen un jefe que vea con ojos torvos a toda muestra de humanismo, iluminismo y cabalismo… por citar algo.

Mas no siempre es así… de hecho, no conozco a nadie que se haya parado en medio de una plaza pública a gritar que es masón y que le vale madres lo que piense la gente, el cura del pueblo o su suegra. No obstante, sí hay forma de saber cuando una persona es masón o al menos, tiene ínfulas de serlo (pues hay muchos que se comportan como tales sin serlo).

A continuación, les muestro varios puntos que, además de ilustrar cómo se puede identificar a un posible masón, muestran cuán predecibles somos los legionarios de la Escuadra y el Compás (al menos en México):

1.- No se pierde los actos cívicos dedicados a Benito Juarez, es decir, cada 21 de marzo y 18 de julio, se levanta temprano, se pone su guayabera (infaltable) y sus pantalones negros y se encamina al lugar donde se llevará a cabo el acto cívico. Eso sí, el masón suele ser profundamente respetuoso durante toda la ceremonia.

2.- Tiene una fotografía, imagen, pintura, grabado, repujado o litografía de Benito Juárez. Ésta no falla: es casi como identificar a un médico por su estetoscopio o a un sacerdote por su estola. En especial si es abogado, suele poner la imagen en un lugar preferente, donde todo mundo lo vea.

3.- En las redes sociales (Facebook y Twitter), pretende mantener oculta su identidad llamándose “Hiram Abiff”… ésta es la más sublime, pues quien es masón inmediatamente supone que el susodicho también lo es. Hay múltiples variantes: @HiramAbiff, @hiram_abiff, @Hiram_Abi, @hiramabbi, @HiramAbba, etc., etc., etc. Cualquiera de estas es señal inequívoca de que el usuario ES masón.

4.- De igual manera, en cualquiera de las citadas redes sociales, suele utilizar una imagen ad hoc con la Orden (al menos así cree él). Casi siempre es el emblema de la escuadra y el compás (en sus múltiples variantes de posiciones, estilos y colores), pero también suele utilizar un obrero picando piedra, un templario, un Ara con todo y pavimento ajedrezado, él mismo ataviado con su regalía, etc. Los más modernos usan un osito de peluche con un mandil.

5.- Se cree descendiente de los Caballeros Templarios. Esto se refleja, además de usar una imagen de estos Caballeros como avatar, en que sabe demasiado sobre la época medieval, enaltece a Jacques de Molay, odia al Papado y a la Realeza, habla de un “Gran MaestrE” y en especial, habla demasiado sobre el honor y la disciplina… ¡ah! y está más que seguro que existe una conspiración mundial.

6.- Firma con tres puntos. Bueno, éste es un clásico, aunque no siempre es distintivo de ser masón. Muchas personas ajenas a la Orden suelen firmar así, sea por ignorar que así lo hacen los masones o porque conscientes de ello, pretenden hacer creer a quien lo vea firmar que en efecto, SÍ es masón. Esto se ve, sobre todo, en los ambientes políticos.

7.- Cuando invita a alguien a comer suele utilizar la expresión “Te invito a compartir el pan y la sal”.

8.- La que más me gusta; trae siempre un anillo con la Escuadra y el Compás. Entre más grande, mejor. Tampoco esto es definitorio, pues hay multitud de sitios web que ofrecen anillos masónicos, y es muy común que los recién iniciados los adquieran dizque para sentirse importantes. Existe la peregrina idea de que cada masón recibe un anillo conforme avanza en su carrera. Esto es falso, por lo menos en los primeros grados. Conozco masones que ostentan el Grado 33º y en efecto, les otorgan un anillo; pero lejos de presumirlo cual esotéricos Liberace, lo atesoran, lo guardan… quizás lo muestren a algunos Hermanos Masones, pero por lo general, sólo los ocupan cuando van a sus reuniones de Altos Grados.

9.- Siempre habla pestes de quienes considera “conservadores” y él mismo se define como “liberal”, utilizando términos decimonónicos, como si aún estuviera en 1860 y él mismo fuera guardia personal de Melchor Ocampo o de Ignacio Luis Vallarta.

10.- Cuando se dirige a algún Profano, utiliza, por costumbre, citar su título y nombre completos.

11.- Durante un servicio religioso, suele poner cara de seriedad, como si supiera y comprendiera todo lo que ocurre alrededor. Eso sí: ni se hinca, ni comulga, a menos que sea absolutamente necesario.

12.- Cuando se encuentra de viaje en otra ciudad, se sienta en un café o en una plaza pública y “discretamente” (bueno, eso cree él) comienza a hacer el signo de orden de su grado, quien quita y alguien lo identifique, lo salude y lo invite a su Logia.

13.- Cuando anda en la calle y ve a lo lejos a otro cofrade, grita sin miramientos “¡Mi Hermano!, un abrazo”. Discretos, discretos, ¿verdad?

14.- Cuando algún profano le pregunta si es masón, baja el volumen de la voz, mira hacia ambos lados y responde con evasivas: “¿Quién te lo dijo?”, “¿Por qué quieres saberlo?” “No, no soy”, o de plano “¿Porqué? ¿Estás interesado en pertenecer?”. Respuestas que causan risa cuando vemos que el aludido porta una enorme cadena con un dije de la escuadra y el compás colgando.

15.- En una librería, se acerca al mostrador a preguntar por libros masónicos, exactamente igual que un adolescente de 13 años cuando va a comprar preservativos.

16.- En el cine, prefiere las películas de arte, o las que tratan temas escabrosos, medievales o sobre conspiraciones.

a) Si el filme es uno de los de El Señor de los Anillos, Harry Potter o Star Wars, se la pasa diciendo “Esto es simbólico”.

b) En cambio, en películas como El Código Da Vinci, Desde el Infierno o El Tesoro Perdido comenta “Esto no es cierto, esto es falso, ¡ay! ¡exageran!”

Si se me ocurre alguna otra, se las pondré con gusto.

http://elcaminodelamasoneria.blogspot.com/2011/

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