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martes, 14 de mayo de 2013

¿ES LA MASONERÍA RELIGIÓN O NO? 1



Reconozco que tenía momentos en qué yo mismo no pude dar respuesta concreta y para hacerlo tuve que reunir con prolijo esmero los argumentos en pro y en contra. No podemos atenernos a impresiones infundadas para juzgar, sino buscar una base sólida de hechos concretos para esclarecer posibles dudas.

En posesión de experiencias y un cúmulo de argumentos al respecto, di una conferencia sobre el mismo problema en mi Madre Logia. El problema despertó gran interés entre Los Hermanos y era obvio que los inquietaba. A lo largo de los años el tema volvía a aparecer en tapete en más de una oportunidad cosa que dejaba traslucir una inquietud latente. En una oportunidad, hablando con uno de los personajes de la Suprema Dirección de la masonería argentina, a gran sorpresa mía, dejó traslucir que le agradaría si la masonería fuera una de las sectas de la cristiandad. Una vez al realizar uno de los actos litúrgicos me sorprendió el recogimiento y dignidad con que se desempeñaba, parecía asemejarse a un sacerdote. En la Logia Estrella del Oriente, el Hno. Lloverás que es el superior inmediato de los aprendices disciplinó al grupo de sus numerosos neófitos a tal punto que no les permitía ni cruzar las piernas durante las tenidas. Me rebelé contra este rigor, especialmente a causa de uno de los aprendices, ya hombre maduro y muy entusiasta.

El Hno. Defendió su disciplina diciendo que él se sentía ahí como en un templo verdadero. A todo esto me puse a reflexionar sobre los argumentos y los puse en la balanza.

A primera vista, la masonería posee muchas prácticas que prueban que estamos frente a una religión. El local donde se hacen las tenidas, se denomina templo, y estos suelen tener sólo las religiones; toda la sede puede ser llamada como tal. El edificio de Buenos Aires se presta especialmente para esta denominación.

Recuerdo que mientras buscaba la masonería, en una ocasión pasé delante del edificio y éste me llamó la atención, me detuve un segundo para adivinar de qué clase de confesión sería; al no poder precisarlo seguí, buscando los masones.

Aunque hay muchas sedes de la masoneria que no parecen en absoluto templos, también hay iglesias modernas que no reflejan su calidad de tal. Una vez, un destacado escritor húngaro denominó a una de estas iglesias modernas de Budapest, no sin razón de "Garage de Dios".

No sólo el aspecto externo, sino también la instalación de la Logia indican que no es una sala de reunión profana, sino un templo. En primer término, el templo masónico, al menos en teoría, está orientado con su eje hacia Oriente y Occidente, como los templos ortodoxos y demás iglesias de muchas otras confesiones. Esta orientación está acentuada con el fresco del cielo raso, que frente de la entrada representa el sol saliente con algunas nubes que la oscurecen cada vez más en su lado, hacia la puerta, donde se apaga en la noche oscura.

Junto a las dos paredes laterales de la entrada se ubican dos columnas altas que llevan los nombres de las columnas colocadas en el templo de Salomón. Si no fuera templo verdadero, se podrían colgar cuadros en las paredes; ¡pero no se puede! Ni los retratos de los grandes masones famosos: éstos están en los pasillos y en las salas* de reuniones.

Esta distinción indica que la Logia misma es un templo donde se realizan ceremonias religiosas. Según prescripción no puede tener más ventanas, que algunas rendijas arriba para la ventilación, que comunica con el exterior. Esto era una característica de algunos templos en las épocas antiguas; por ejemplo: los santuarios subterráneos en honor de Mithra. Es posible que esta prescripción de los templos masónicos es una reminiscencia de las catacumbas cuyas capillas disponían de ventiladores semejantes. Además, en los templos masónicos existe un pequeño soporte denominado ara, para la Biblia que permanece abierta durante las tenidas. Al menos así es como lo prescribe con firmeza el reglamento de la masonería clásica y únicamente las Logias de los masones ateos herejes, son los que no respetan este reglamento y en vez de la Biblia, colocan un libro cualquiera de legislación, o bien un libro en blanco que, según ellos, sustituye para cada uno su libro sagrado. Pero estos masones están excluidos de la comunidad masónica, que guarda la tendencia sajona. Es precisamente esta diferencia la que demuestra que la Biblia tiene para los masones una característica litúrgica de confesión, cuya relación religiosa es innegable.

En la glíptica, la espada flamígera es expresamente de significado religioso, según la liturgia masónica; el Gran Maestro, durante las tenidas usa esta espada a diferencia con las de los hermanos que son lisas. En algunos casos se prescribe el acompañamiento de órgano y es a este fin, que las Logias mejor instaladas poseen este instrumento. Se percibe mejor su significado religioso si observamos el argumento por su lado opuesto: no podría imaginar que en los momentos de tensión de la ceremonia de iniciación, cuando el Venerable llama al neófito a reflexionar sobre si quiere verdaderamente entrar en la masonería y cuál es su motivo, tocara alguna orquesta de jazz una canción alegre para animar en su decisión al candidato de los ojos vendados. El órgano tuvo su nacimiento en las iglesias y es ahí donde sigue escuchándose con familiaridad.

Dentro de la Logia, los cargos y algunos grados tienen nombres especiales que distan mucho de la terminología de las instituciones de carácter profano; estas denominaciones tienen origen en las más diversas religiones: el superior de la Logia es el Venerable Maestro, el que está sentado a su lado es el diácono, a quién envía con algún mensaje si es preciso. Al lado del primer Vigilante se sienta el Subdiácono. De las numerosas denominaciones de carácter clerical, pongo de ejemplo el nombre del presidente de los grados 18 Athesatha cuyo significado original es: Jefe de los Sacerdotes.

Las instalaciones del templo, los utensilios a emplear en las prácticas litúrgicas, dan testimonio de que estamos frente a una religión El uso de velas y la prescripción según el caso de su cantidad 3, 7, 9, 11 son cifras sagradas. Durante la práctica de alguna liturgia en que se apagan las velas una por una, encontré semejanza con las ceremonias católicas de la Semana Santa. En más de una de las ceremonias queman incienso sobre brazas; someter al neófito con motivo de uno de sus viajes a la purificación por medio del agua, que es una reminiscencia lejana del bautismo.

Todo grado tiene su cuadro simbólico, que está lleno de dibujos: los signos más diversos de la Deidad y símbolos de religión son ancestrales. Quien observa estos cuadros peculiares, puestos sobre la alfombra cuadriculada en el suelo, al medio de la Logia, no va a sentir nunca que está frente a una creación de la pintura profana, sino despertará en él recuerdos religiosos.

Los textos de las ceremonias masónicas parecen indicar el ejercicio de una religión. La misma masonería los denomina liturgia y habla de distintos ritos; ambos términos salieron del diccionario de los términos religiosos. Y no sólo sus nombres son de carácter religioso, sino sus prácticas también. En cada tenida, el libro de actas y cualquier escrito o formulario oficial se encabeza "A la gloria del Gran Arquitecto del Universo". Más de una ceremonia termina con un vigoroso amén de los concurrentes pero no en su forma hebrea, sino en español: ¡Así sea! La liturgia de algunas exaltaciones a los grados, está entretejida con motivos religiosos y alusiones a sucesos bíblicos; la construcción del templo de Salomón, la actuación del personaje legendario Hiram Abif, arquitecto encargado de los trabajos, es rodeado por la mayor parte de las tradiciones; además, la búsqueda de la "palabra perdida" a lo largo de los grados, es la gracia perdida; o la verdad escondida que el masón, al subir a los grados, al fin la encuentra. Según apariencias esto también encierra un carácter religioso. La estructura de los grados y su mecanismo superior pese a sus denominaciones pomposas, guardan orígenes antiguos y presentan señales de una purificación y superación constante, recuerdan también la fuerza religiosa de la purificación y perfeccionamiento.

Visto a través de una crítica imparcial, que traté de conservar en todo momento, puedo afirmar que en el curso de los grados existe una tendencia hacia lo más noble y lo más purificado que merece respeto. Únicamente la mala intención puede traducirlo en poses teatrales y en esnobismo fanfarrón, olvidando completamente, que aquél que juzga esto con ironía mordaz, practica cosas similares, a unas cuadras de ahí y no las considera grotescas, porque nació en su tradición y desde monaguillo participa de ellas.

Ninguna de ellas es grotesca, ya que se funda en tradiciones y toma su origen de los tiempos, cuando el hombre acompañaba a las cosas dichas con una multitud de gestos, hasta llegar a la representación. A primera intención puede parecer un absurdo, para aquél que no conoce, pero el significado del curso de los grados, su enseñanza y lo que espera de sus adeptos, me evocó una verdadera semejanza con la estructura de los ejercicios espirituales de San Ignacio. Se podría exponer el tema en un estudio esmerado, pero no es mi meta, lo acabo de citar por ser argumento comprobante respecto a que la masonería es una especie del ejercicio religioso.

Aumenta el carácter litúrgico o sea religioso de las tenidas y de sus prácticas el hecho de que las dirige un Maestro de Ceremonias; además que cada frase esté prescripta y que durante las prácticas reine el silencio. No puede uno levantarse ni caminar de un lado a otro, y por supuesto está prohibido fumar. Participé de alguna tenida, donde durante la cual se fumaba y en donde, en vez de la Biblia pusieron un código nacional como protesta contra los principios de la Gran Logia Unida de Inglaterra, cosa que pueden hacer, ya que tienen libertad para ello, hasta que no se enteren en Londres o en E. U. en cuyo caso los excluirán s in emoción alguna, de los grupos masones de tradiciones clásicas, convirtiéndolos en heréticos de la familia original. Este es otro hecho que aumenta el carácter religioso de la masonería, puesto que la historia de religiones ha practicado esta clase de cismas y excomuniones por causas análogas.

DR TÖHÖ TÖM  NAGY, JESUITAS Y MASONES, Buenos Aires 1963, Págs. 212-2189

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