AMIGOS DEL BLOG

martes, 7 de abril de 2015

NUEVAS REFLEXIONES SOBRE LA MASONERÍA Y LA MUJER

NUEVAS REFLEXIONES SOBRE LA MASONERÍA Y LA MUJER

Como casi todas las cuestiones sin solución aparente, la exclusión de la mujer de la Masonería es, en realidad, una cuestión mal planteada. En efecto, la Masonería Especulativa moderna, tributaria tanto del moralismo protestante como del pragmatismo anglo-sajón, consideró una situación “de facto” (como era la ausencia de mujeres en las Logias al momento de la constitución de la gran Logia de Londres en 1717) como si fuese un hecho “de jure” y generador de Derecho Masónico. Una mera comprobación sociológica muestra que, en Europa, la construcción había decrecido notablemente a consecuencias de las guerras de religión y muchas Logias Operativas abatían Columnas o languidecían por falta de trabajo mientras que el número de miembros decrecía ostensiblemente. Por lo tanto la ausencia de mujeres - que ciertamente no eran numerosas en las Logias - se debía a la baja en el empleo (que también afectaba a los hombres) y no a una descalificación iniciática.

Desde el plano tradicional, la cuestión admite diversos puntos de vista. Como es sabido, en los orígenes del Ciclo existía una casta única (Hamsa) que correspondía a la indiferenciación primitiva y que, en los finales del Ciclo se debe repetir dicho estado de indiferenciación pero, musicalmente hablando, una octava más abajo... Repetidas veces, el Hno.· . René Guénon señaló que las organizaciones iniciáticas, por su propia naturaleza, deben adaptar sus prácticas a las condiciones cambiantes e involutivas del Ciclo dado que, al no poseer un carácter dogmático pero sí metafísico, deben ser siempre fieles al “espíritu que vivifica” y no a la “letra que mata”. Estas adaptaciones, como las realizadas por San Pablo al afirmar que “ya no hay gentil ni judío ni hombre ni mujer”, en nada atacan la ortodoxia tradicional sino que, por el contrario, aseguran la necesaria manifestación de las últimas posibilidades espirituales de un Ciclo que se cierra. Tal como afirma la tradición hindú, aquellos que al principio del Ciclo dejen de cumplir un décimo del Dharma serán condenados y aquellos que al final del Ciclo alcancen a cumplir un décimo del Dharma serán salvados... Superabundantemente, dado que las cualidades propias de cada género (genéricas), en el final del Kali-Yuga, se encuentran cada vez más confundidas e invertidas, podría pensarse que sería necesario ajustar el foco y considerar al individuo antes que al género. De este modo, sería lícito preguntarse quién estaría, entonces, mejor calificado para la iniciación masónica, si un hombre dedicado al comercio, a la informática, al deporte o un burócrata o una mujer que es arquitecta, ingeniero civil, pintora o escultora? También, en el mismo orden de ideas, podría pensarse que la exclusión de la mujer de la Masonería obedece a una cierta incompatibilidad de naturaleza entre el género femenino y la iniciación de los constructores pero, como hemos visto más arriba y en una nota anterior (CFR. “La Masonería y la Mujer“), dicha exclusión se basa en una costumbre moderna que se la perpetuó como si fuese una ley, en concordancia con la mentalidad conservadora (“tradicionalista” en el peor sentido de la palabra...) típicamente inglesa contraviniendo las prácticas de la Masonería Operativa medieval, tanto en el aspecto espiritual como en el material.

Está documentalmente comprobado que la mujer realizaba trabajos físicos a la par que el hombre en la construcción de catedrales y castillos, lo cual es perfectamente concordante con la mentalidad antigua y medieval. Es evidente, por lo tanto, que la Masonería Operativa no consideraba a la mujer como descalificada para la iniciación, al menos en su sentido material.

Por otra parte, en las organizaciones jerárquicas (y las órdenes iniciáticas lo son por definición) quien posee lo más también posee lo menos o sea que un general podría oficiar como capitán pero nunca un capitán hacer de general, por ejemplo. Del mismo modo, en la Masonería occidental, que es heredera del antiguo Pitagorismo y de ciertas órdenes de caballería, no tiene sentido excluír a la mujer de sus filas dado que ella era aceptada en dichas formas iniciáticas superiores antes aludidas y de las cuales descendía. En efecto, en la escuela de Crotona las mujeres eran admitidas en los secretos de la Geometría (¿se recuerda suficientemente que la Masonería es Geometría?...) y en las iniciaciones caballerescas occidentales la mujer, debidamente calificada, tenía la potestad de armar caballeros al igual que otro caballero o un obispo o un abate mitrado. Esta potestad femenina de transmitir, bajo ciertas condiciones, iniciaciones sacerdotales y caballerescas implica necesariamente la capacidad de recibirlas también y está relacionada simbólicamente con la superioridad metafísica de las “Tinieblas Superiores“ y "la noche por sobre la Luz y el día...”

Uno de los ejemplos tardíos más importantes de la Masonería Operativa, en su sentido superior o espiritual, lo constituye sin duda la Orden de los Caballeros-Masones Elegidos+Sacerdotes del Universo (Elus+Cohens) fundada por Martines de Pasqually, en el siglo XVIII. Ésta era una Orden perteneciente a la Masonería Escocesa originaria, es decir, estuardista y jacobita. Sobre los Grados Masónicos escoceses, Martines de Pasqually estableció una Teurgia basada en una Gnosis Judeo-Católica orientada a las invocaciones angélicas y al Cristo en Gloria según un complicado ritual y a una rigurosa ascesis. Es un error común pero grave calificar de “cabalista” a Martines de Pasqually pues nada en él ni en sus enseñanzas tiene trazas de dicha doctrina esotérica judía.

En cambio, Martines era claramente poseedor de una Gnosis Judía y Católica de donde emanaban sus prácticas de Alta Teurgia. Pues bien, en esta Orden de la Masonería Operativa Espiritual las mujeres eran admitidas, no en gran número ciertamente, pero la condición femenina no impedía su iniciación. Entre los casos registrados más conocidos figuran, por ejemplo, la hermana del Reau+Croix Jean-Baptiste Willermoz, la princesa de Luzignan, la marquesa de La Croix y Madame de la Valliere.

De este modo, queda comprobado que la exclusión de la mujer de la Masonería se fundamenta en una situación de hecho y no en una cuestión de doctrina iniciática. Por otra parte, los epígonos de la Masonería Moderna, o sea el pastor Anderson y sus secuaces distaban mucho de poseer las cualificaciones iniciáticas necesarias para tomar alguna decisión que no fuese errada por definición... Pues, según fuentes Operativas contemporáneas a ellos, existían fuertes resistencias a considerar a Anderson como iniciado masón pues solo había recibido la consagración como “Brother of Jakim“, o sea Capellán de una Logia Operativa. Existe, eso sí, la absoluta seguridad que no era Maestro Masón o sea que no había recibido el 7mo. Grado Operativo. Debemos recordar que el 3er. Grado de los Operativos no era sino uno de los tres Grados de Compañero (Super Fellow of the Mark) que poseía el sistema de la Worshipful Society of Free-Masons, Rough Masons, Wallers, Slaters, Paviours, Plaisterers and Bricklayers.

En definitiva, la exclusión de la mujer de la Masonería no es más que una costumbre moderna (ajena a todo criterio auténticamente “transmisional”) elevada al rango de “ley” por la mentalidad pragmática y conservadora de los ingleses. Así, cae la máscara tradicionalista de la “regularidad” masónica moderna la cual no se fundamenta en la sana doctrina iniciática sino en un criterio totalmente exterior y frívolo que prefiere los “business” del “Gentlemen´s Club” (al cual, según la costumbre, no concurren las mujeres...) a la realización espiritual de una verdadera Orden Tradicional... 

http://hrdm.com.ar/nuevasreflexiones.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario