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martes, 16 de mayo de 2017

Inanna, la primera diosa de la fertilidad

Inanna, la primera diosa de la fertilidad
MARIA ALBA


Nin-nanna o Inanna, la diosa del cielo, de la fertilidad y del amor, a quien los babilonios llamarían posteriormente Ishtar, los griegos Afrodita y los Romanos Venus; quien como la Isis egipcia, fue capaz de engañar a Enki para tener mayores prerrogativas que otros dioses.

La Civilización Sumeria y sus dioses

Sumeria era una cultura situada en lo que hoy es la mitad sur de Irak, entre los ríos Tigris y Éufrates conocidos como la “Cuna de la civilización”. Fue una de las primeras civilizaciones en esta Tierra.

Los sumerios idearon diferentes relatos para explicar la creación del hombre, concebido en todos los casos como siervo (pero no esclavo) de la divinidad. Su creación fue motivada por los propios dioses ante la carencia de cuidados que debían soportar, por lo que el destino del hombre no fue otro que el de servir a los dioses. Faltan datos suficientes para determinar porque en determinado momento, estos decidieron acabar con la humanidad a través de un devastador Diluvio.

Dentro de la mitología mesopotámica puede hacerse una división entre las divinidades sumerias y las semitas. Primero existieron los dioses sumerios que más tarde fueron adaptados por los acadios, babilonios, asirios, arameos y caldeos (todos ellos pueblos semitas).

Las deidades principales del panteón sumerio eran los cuatro dioses creadores que controlaban los cuatro componentes principales del universo: El Dios del Cielo An; la Diosa de la Tierra Ki, cuyo nombre fue cambiado en el transcurso del tiempo a Ninhurshag, Reina de la Montaña; el Dios del Aire Enlil, que gradualmente se convirtió en el líder del panteón; el Dios del Agua Enki, quien también llegó a ser designado el Dios de la Sabiduría.

Entre otras deidades de mayor importancia estaban el Nanna, Dios de la Luna; su hijo Utu, el Dios del Sol; y su hija Inanna, la Diosa de la Mañana y de la Estrella del Atardecer, conocida por los semitas como Ishtar.

Durante el período de existencia de Uruk, que cubre el final de la era de cobre y el principio de la era de Bronce (4000-3100 a.c) Inanna fue la deidad femenina más prominente. Inanna forma parte de la cuarta generación de dioses sumerios era hermana gemela de Utu, conocido en acadio como Shamash.

Había también un grupo de deidades celestes conocidas como Anunna, algunos de los cuales parecen haber caído en desgracia y fueron llevados al inframundo.

Los sumerios lo relacionaron todo en torno a sus divinidades, todo lo acontecido en sus vidas dependía de la voluntad divina, siendo estos dioses los que traían al mundo sumerio alegrías y pesares, guerra y paz, abundancia y caristía.

Los sumerios creyeron que una vez que la persona perecía, ésta se transformaba en una especie de espíritu o fantasma (gidim) la cual permanecía confinada en un mundo de desgracia que se desenvolvía en un ambiente oscuro y frío, con agua salobre y lleno de polvo.. Dependiendo el tipo de muerte que había tenido el individuo, éste espíritu podía tener un carácter maléfico creando desgracia y dolor en el reino de los vivos. El difunto quedaba reducido a un espíritu o sombra. A pesar de estas escasas perspectivas, el sumerio no dio la espalda a sus dioses, de hecho, se sentía formar parte de un cosmos y en consecuencia esperaba alcanzar la bendición de sus dioses, cuando le juzgasen en la ultratumba.


Inanna, la Reina del Cielo, Inanna, diosa de la guerra y del amor, reina de la primavera/verano, resucitada de entre los muertos tras bajar al Inframundo a enfrentarse con su némesis y casada con Dumuzi, rey del otoño/invierno.

Inanna o Isthar representa el arquetipo de la diosa madre.

En la mitología sumeria Inanna que significa “Reina del Cielo”, era la diosa del amor, de la guerra y protectora de la ciudad de Uruk. Con la llegada de los acadios Inanna se sincretiza con la diosa Ishtar. Su representación era un haz de juncos verticales con la parte superior curvada.

Ishtar o Inanna era la prolongación de la tradición de las “diosas madres” prehistóricas. Representa el arquetipo de la diosa madre, como Anat y Afrodita (que se cree que tiene un origen fenicio derivado de Astarte). Inanna está ligada al planeta Venus y es una diosa del amor, poseedora de una gran sexualidad y erotismo.

Su consorte fue el dios de la vegetación Dumuzi (semidiós y héroe de Uruk), el Tammuz bíblico, por quien las mujeres de Jerusalén aún se lamentaban en tiempos del profeta Ezequiel.

Macho cabrio, representacion de Dumuzi (British Museum)

Originalmente, el dios Dumuzi fue un gobernante sumerio mortal, cuya vida y muerte dejaron una profunda impresión sobre los pensadores y mitógrafos sumerios. Al principio era pastor, hijo de Enki y de Sirtur. Le ponen a cargo de establos y rebaños; tiene un palacio en Kur. Acaba convirtiéndose en rey y luego divinizado en el dios de la ultratumba.

La historia de amor de ambos empieza cuando el dios Utu intenta enlazar al pastor con Inanna pero ella lo rechaza inicialmente. El le intenta convencer asegurándole que sus ascendentes son tan buenos como los suyos, y con el tiempo ella empieza a desearlo. Los dos consuman su relación y en su fertilidad, las plantas y los granos crecen, fertilizando los campos y propiciando las cosechas, después de yacer con él.

Dumuzi suele representarse como un macho cabrío en representación a la fertilidad reflejada en su unión con Inanna.

Esta dualidad como dios de la ultratumba y de fertilidad, muestra los diferentes estadios que puede adquirir un dios en el panteón sumerio, desde un dios misericordioso que propicia las cosechas, a otro de ultratumba que favorece la escasez.

Inanna una vez casada con Dumuzi, decide descender a los Infiernos, el «país sin retorno», para conocer los secretos de su hermana Ereskigal, señora del mundo subterráneo.

Inanna, agresiva y ambiciosa, es quien de acuerdo con los mitógrafos y teólogos sumerios hizo que su insensible e ingrato marido fuera llevado al inframundo, pero se arrepintió después y decidió que él podía resucitar y regresar a la tierra cada medio año. Era este matrimonio anual del rey como el Dumuzi resurrecto con la diosa Inanna, el que era conmemorado y celebrado cada año nuevo en el ritual del hieros gamos.

LOS MITOS DE INANNA

Inanna es una diosa de indudable importancia y sobre la que existen gran cantidad de registros. Ocupa un lugar destacado en varios mitos. Las narraciones recuperadas por los arqueólogos permiten conocer varias facetas de la historia de Inanna, que abarcan desde su nacimiento hasta su descenso al inframundo, y numerosos himnos y cantos que le son dedicados.
El árbol de Huluppu

Innana encuentra una semilla, a la que cuida hasta que crece y se convierte en un gran árbol, de cuya madera hará su trono. Sin embargo es atacado por tres seres: una serpiente, un ave y por la diosa Lilith. Inanna pide ayuda a Gilgamesh, quien sacude el árbol de tal forma que aleja a las criaturas. De este modo Innana pudo hacer su trono.
Enki e Inanna

Según este mito sumerio, Enki —una de las deidades más importantes— ocultaba los Me (normas a seguir para gobernar la creación). Inanna quiso tenerlos en su ciudad y para ello viajó por los cielos en su barca hacia el Apsu (hogar de Enki). Éste, advertido de las intenciones de Inanna, preparó una fiesta para recibirla. Pero Inanna aprovechó el convite y emborrachó al dios y le quitó los Me. Cuando se repuso, Enki mandó emisarios para recuperarlos, pero Inanna los venció y finalmente los llevó a Uruk donde se difundieron.

Inanna no sólo reinaba sobre la guerra y el amor (que no el matrimonio), sino que mediante un subterfugio (emborrachándolo) había conseguido robar al poderoso dios Enki los ‘Me’, las invariables reglas de conducta necesarias para la civilización humana; los algoritmos del comportamiento más avanzado, como los oficios del pastor, el herrero o el escriba, las dignidades de los sacerdotes, las historias del descenso y ascenso del Inframundo o la narración del diluvio. Adoptaba así las características de Prometeo, robando aspectos vitales de la civilización a los mismos dioses para dárselos a los humanos.
Descenso a Irkalla

El Descenso de Inanna nos cuenta la historia del viaje de la diosa y heroína sumeria homónima al Inframundo para visitar y desafiar el poder de su hermana Ereshkigal, que había enviudado recientemente. El poema está cargado de significado y simbolismo, y ha sido objeto de interpretaciones muy diversas.

Irkalla (tierra del no retorno,el inframundo) es el lugar al que van las impurezas, los malos hábitos, los recuerdos que se pierden y los muertos. La muerte es un estado de purificación y mejora que conduce a una nueva vida.

En este mito particular, la diosa viaja al reino de los muertos y afirma ser su gobernante. Sin embargo, su hermana Ereshkigal, que gobierna el lugar, la sentencia a muerte. Con la muerte de Inanna, sin embargo, la naturaleza murió con ella y ningún ser en la Tierra tenía deseo de aparearse: ni hombres ni animales, nada crecería más. La desaparición de Inanna provoca una crisis cósmica, que hace infecundo al mundo, análoga a la producida por la griega Deméter y la hitita Telipinu. Este mito tiene algunas relaciones con el mito de Demeter / Perséfone, así como a las creencias célticas que la vegetación muere y renace.

Inanna hace su descenso al reino oscuro, kur-nu-gi-a, de su hermana, Ereshkigal. Ereshkigal, es la reina del inframundo. Mora en un palacio con siete puertas que han de visitar aquellos que entren en Kur. Se casó con Gugalanna, el toro del cielo y es la hermana mayor de Inanna. Cuando Inanna traspasa sus dominios, Ereshkigal manda a su portero a que abra las siete puertas y le despoje de sus vestimentas. Inanna pasó los siete portales de-kur nu-gi-a y en cada uno de los portales se vio obligada a retirar una prenda de ropa hasta que por fin se puso delante de Ereshkigal, totalmente desnuda.. Cuando Inanna llega ella:

… ata a Inanna el ojo de la muerte,
lanza contra ella un mundo de ira.
Profiere contra ella el grito de la culpabilidad.
Le golpea.
Inanna se transforma en cadáver,
y es colgada de un anzuelo en el muro.

Ereshkigal desata su ira contra Inanna y, tras haberla insultado y torturado, la convierte en cadáver fijando en ella el ojo de la muerte. Inanna es suspendida de un gancho y abandonada así para que se seque.

La compañera fiel de Inanna, Ninshubur (“Reina de Oriente”) que había sido advertida de ir en busca de ayuda para la diosa si ella no vuelve, apela a Enki, el dios de la sabiduría, este responde y envía a unas criaturas sin género , para tratar con Ereshkigal la liberación de Inanna. Los seres encuentran Ereshkigal en el proceso de dar a luz le requieren el cadáver de Inanna y ella accede. Inanna resucita a la vida y asciende como la luna después de la muerte de sus tres días y asume su lugar una vez más como Reina de los Cielos.

La lección de este drama ritual de la cultura sumeria fue la comprensión profunda que la muerte no es enemiga de la vida, sino un aspecto esencial de su totalidad y, de hecho, el paso a un nuevo ciclo de vida. Así que este viaje al inframundo era a la vez una representación literal y simbólico de como funciona el mundo natural y su espejo en la psique humana. El drama era representado por las sacerdotisas de Sumeria en los templos.

El descenso de Inanna al inframundo es similar al viaje de la diosa Ishtar más tarde, con algunas diferencias importantes. Inanna va al inframundo para aprender de la sabiduría de la muerte y el renacimiento. Para que sea liberada de la muerte, ella debe elegir un sustituto, y ofrece a Dumuzi, pues en su ausencia, el marido no ha llorado y ha tratado de ocupar su lugar cuando ella estaba en el inframundo.

Geshtinanna (semidiosa) es la hermana de Dumuzi, después de su muerte, ella lo visitó en el inframundo con Inanna, y se le permitió tomar su lugar allí por seis meses al año. Como consecuencia Dumuzi reina durante el otoño y el invierno, mientras Inanna durante la primavera y el verano

Como la historia griega del secuestro de Persephone, esto ligó el cambio estacional, la aparición de las plantas en la tierra, con el retorno de cada deidad del inframundo. Aunque Damuzi había sido siempre pastor (y posiblemente un rey mortal) lo bendijeron con las energías de la fertilidad que siguieron con la consumación de su unión a Inanna en “el noviazgo de Inanna y Dumuzi”.

“Como el granjero, deja que fertilice los campos,
Como el pastor, deja que multiplique los rebaños,
bajo su reinado dejar que haya vegetación,
Bajo su reinado dejar que haya rico grano.”

Geshtinanna también se asocia a crecimiento, pero donde su hermano gobierna sobre el grano cosechado en primavera, ella gobierna sobre las vides cosechadas en otoño. Dumuzi se mantendría la mitad del año en el mundo terrenal, y Geshtinanna tomaría su lugar en la tierra de los muertos por el resto del año.

En la tradición mesopotámica, otoño e invierno son épocas en las que la tierra recupera su fuerza y su pureza en contraposición con la primavera y el verano, épocas de florecimiento y fertilidad. En Sumeria, esta época (otoño e invierno) se usaba con el mismo fin religioso, recuperar la fuerza y mejorar internamente.

Símbolos y Representación de Inanna:

La Estrella de 8 puntas, símbolo de I Inanna/Ishtar.

Inanna es una de las deidades mesopotámicas más complejas, ya que posee atributos que parecen contradecirse entre sí. Conocida principalmente como diosa del amor sexual, también cuenta con la reputación de ser diosa de la guerra. En relación a los nombres que ha recibido, Inanna/Isthar, podemos decir que, verdaderamente, puede considerarsela como la “divinidad de los mil nombres”, ya que como hemos visto, responde a diversas denominaciones en los pueblos meso-orientales.

Como “Madre de Todos” ella era la diosa de la fertilidad, el parto y la naturaleza. La importancia de la que se muestra en el siguiente proverbio sumerio que puede ser una bendición o “brindis” dado a un joven por su padre o un amigo cercano:

Que (la diosa) Inanna te provea de una esposa de pies y manos calientes para acostarte
Que la diosa derrame sobre ambos, hijos bien dotados para la guerra
Que ella te otorgue un lugar de felicidad!

Como la “Diosa de la Guerra y los Conflictos” que ostentaba el título Nin-kur-ra-igi-ga “la reina que los ojos del altiplano” lo que significa que otras tierras la temían. La batalla fue llamada la “danza de Inanna ‘y ella estaba en el corazón de la misma. Ella era la estrella del grito de guerra que puede hacer que hermanos que han vivido juntos en armonía luchan entre sí. Ella es conocida por causar la caída de la ciudad de Agade:

Las puertas de Agade, cómo dormían postrado; … La sagrada Inanna deja intactas sus dones; la Ulmas (templo de Inanna) es montado miedo (ya) ha pasado de la ciudad, dejado; como una sirvienta que abandona su habitación, el santo Inanna ha abandonado su santuario Agade; como un guerrero con armas planteadas atacó la ciudad en una feroz batalla, hizo girar su pecho al enemigo.

Como la “Señora del Palacio” ella gobernó como reina. La diosa también conocida como Innin y Innini recibe los títulos honoríficos de Reina del Cielo y Señora de la Tierra.

Al igual que muchas diosas cuyo nombre significa “Reina del Cielo” tenia muchos apelativos que representaban aspectos de su poder y gloria. Como “Reina del Cielo” o Nin.an.na Nu-ugig-anna, la Hierodula del Cielo y Usanzianna, Vaca Exaltado del cielo, vemos su poder sobre las lluvias y las tormentas pues puede traer la gentil lluvizna como la terrible tempestad. Reina orgullosa de los dioses de la tierra, suprema divinidad entre los Dioses Celestiales, la diosa vierte su lluvia sobre todas las tierras y todas las personas.Hace hace estremecer los cielos y la tierra tiembla. Es también la Gran Sacerdotisa, que puede calmar mi corazón turbado

La diosa ilumina con un rayo sobre las tierras altas; u lanza sus teas por toda la tierra. Su comando ensordecedor, silbando como el viento del Sur, divide aparte grandes montañas. Usted pisotean los desobedientes como un toro salvaje; el cielo y la tierra se espantaron. Santo Sacerdotisa, que puede calmar su corazón turbado?

Su grito espantoso que desciende de los cielos devora a sus víctimas. Su mano temblorosa hace que el calor del mediodía a flotar sobre el mar. Su acecho nocturno de los cielos relajarse la tierra con su brisa oscura. Santo Inanna, el desbordamiento de las riberas con las inundaciones ondas de tu corazón …


El símbolo de Inanna era una roseta o una estrella de ocho puntas. Se le asociaba con los leones, quienes ya por entonces se consideraban un símbolo de poder, y era mostrada frecuentemente de pie entre dos leonas. Su ideograma cuneiforme era un nudo trenzado de juncos con forma de gancho, representando el dintel del almacén (y por tanto la fertilidad y abundancia). Su representación era un haz de juncos verticales con la parte superior curvada.

Se le suele representar desnuda y sosteniéndose los pechos, representando así fertilidad o en su aspecto belicoso como una guerrera con falda larga rayada sujetando armamento en sus manos.

Los animales emblemáticos relacionados ,con ella son el león y la vaca. Algunos autores la relacionan con otros animales como el toro, el escorpión, la paloma y el pez.

Los colores simbólicos que le son atribuidos son el blanco y la tonalidad multicolor. El único metal simbólico que hemos encontrado relacionado con esta divinidad es el Cobre.

Inanna era la diosa asociada – en términos de simbología – con la Luna, el planeta Venus y la serpiente. En todos los pueblos neolíticos, la sexualidad era considerada una fuerza cósmica a la cual se veneraba en estrecha conexión con el culto a la Gran Diosa Madre ancestral. Al ser explícitamente una diosa de la sexualidad y la fertilidad, su culto incluía la prostitución sagrada. Ya desde el siglo XVIII a. C., en la antigua Mesopotamia se reconocía la necesidad de proteger los derechos de propiedad de las prostitutas. En el Código de Hammurabi se hallan apartados que regulan los derechos de herencia de las mujeres que ejercían dicha profesión

Con las alas y serpientes adornando sus hombros podemos ver una traza de la antigua Pájaro Neolítico y la serpiente Diosa. Los símbolos del caduceo y el hacha de doble filo ambos representaban su poder de otorgar y retirar la vida.

Inanna, diosa del amor y de la guerra, de la naturaleza y de la fecundidad, es asociada con el planeta Venus, que brilla al atardecer y al romper el alba (Echlin, 2008). Como Ninsianna ella es la personificación del planeta Venus.

Había himnos para Inanna en su manifestación astral. También se creía que muchos mitos de Inanna, incluido el descenso de Inanna al inframundo e Innana y Shukaletuda, se corresponden con los movimientos de Venus en el cielo.

El planeta Venus, en su época se consideraba dos estrellas: la “estrella del alba” y el “lucero de la tarde”. Debido a su próximo posicionamiento respecto a la Tierra, Venus no es visible en toda la cúpula celeste como la mayoría de elementos; debido a su proximidad al Sol, es invisible durante el día. Por el contrario, Venus solo es visible cuando asciende por el este antes del amanecer, o cuando se pone al oeste al atardecer.

a Inanna se la identifica con la diosa griega Afrodita y con la Astarté fenicia. Entre los acadios fue conocida como Ishtar.

Adoración y Centros del Culto:

Los sumerios aparecen en la historia agrupados en torno a unos lugares de culto que se convirtieron muy pronto en pequeños principados teocráticos que evolucionaron a verdaderas ciudades-Estado, controladas por un personaje investido de poder religioso por los dioses.

El centro del culto era naturalmente el templo, con sus sacerdotes y sacerdotisas, sus músicos y cantantes, sus castrados y hieródulos. Se ofrecían sacrificios diarios a los dioses: alimentos vegetales y animales, libaciones de agua, cerveza y vino. Adicionalmente, estaban la Fiesta de la Luna Nueva y otras celebraciones mensuales menos conocidas. De gran importancia era la prolongada celebración del Año Nuevo, que culminaba con el rito del matrimonio sagrado: la ceremonia nupcial entre el monarca reinante e Inanna, la Diosa del Amor y la Procreación, que se creía que aseguraba la fertilidad de los suelos y la fecundidad de los úteros.

Esta ceremonia de matrimonio real y sagrada era sólo una de un gran número de prácticas de culto más místicas, que giraban alrededor de la idea de un “dios moribundo” y su resurrección, lo que servía para explicar, por lo menos hasta cierto punto, dos inconsistencias teológicas muy perturbadoras. La primera consistía en el hecho amargo e incontrovertible de que toda la vida vegetal y animal languidecía hasta el punto de la muerte en los calurosos abrasadores meses del verano. Esto llevó a los teólogos a la conclusión de que el dios a cargo había “muerto”, que había sido llevado al inframundo, donde se quedaba durante los meses del tórrido verano, y que no regresaba a la tierra sino hasta el equinoccio de otoño, el tiempo del Año Nuevo sumerio, cuando la reunión sexual con su mujer hacía que los campos y las granjas, las llanuras y las praderas, florecieran y prosperaran otra vez. La segunda inconsistencia giraba alrededor de la muerte del rey que había sido deificado y era por lo tanto, inmortal. Esto se resolvió al identificar al rey con el Dios de la Vegetación, cuya muerte anual, su resurrección y la reunión con su esposa eran doctrina aceptada. Cada año nuevo, por lo tanto, los sumerios celebraban con pompa y ceremonia, con música y canto, el sagrado matrimonio entre el rey como el dios resucitado y la diosa que era su esposa.

Había muchos santuarios y templos dedicados a Inanna por todo el Tigris y Eúfrates. Tuvo 7 templos, a los que se pueden añadir otros ocho, aunque el mayor estaba en Uruk (Eanna, dedicado a ella y Anu), era el mayor de todos, donde la prostitución sagrada era una práctica común. .

Las personas de cuerpos hermafroditas o asexuales y hombres femeninos se implicaban especialmente en las prácticas rituales y de adoración de los templos de Inanna.

Uruk, tenía entre sus celebraciones varias de carácter sexual y violento. Se conservan fragmentos del poema babilonio a Erra, en el cual se critica duramente la actitud de un rey de Uruk, que no trata con suficiente amabilidad a las prostitutas, cortesanas y busconas […] a los chicos alegres que cambiaron su masculinidad por feminidad así como a los portadores de dagas, navajas, cuchillas y pedernal ya que éstos con sus actos agradan al corazón de Inanna. Parece que el hecho de que los jóvenes durmieran en sus camas era algo preocupante y la copulación en las calles era una práctica habitual. El papel de la prostitución no está claro y su posible función ritual ha sido discutida.

Según Samuel Noah Kramer en El Rito del Matrimonio Sagrado, en la historia sumeria tardía (finales del tercer milenio), los reyes establecieron su legitimidad tomando el lugar de Dumuzi en el templo durante una noche del décimo día del festival de Akitu. Un matrimonio sagrado a Inanna le habría conferido legitimidad a varios gobernantes de Uruk. Gilgamesh tiene fama por haberse negado a casarse con Inanna, en base a su casamientos desiguales con reyes como Lugalbanda o Damuzi.
Los himnos a Inanna

Probablemente, la contribución sumeria más importante para la civilización fue la invención y la creación de una escritura y la literatura estándar; los sumerios tenían incluso bibliotecas. Sus obras literarias revelan las creencias religiosas, las ideas éticas y las aspiraciones espirituales de los sumerios. Entre estas obras son los himnos y las historias de Inanna – importantes aquí porque se registran en el momento cuando el patriarcado estaba empezando a tomar fuerza, y la posición de la Diosa, aunque fuerte, fue cambiando.

En la cultura sumeria como gran “Señora Reina de los Cielos” (Ninanna) aparece en dos fuentes: el Poema de Gilgamesh, donde ayuda al héroe y trata de seducirlo, y en el Ciclo de Inanna, una colección de poemas relativos a su relación – en la vida y la muerte – junto a hermana y a su amante, el dios de la vegetación Dumuzi.

Inanna, a la orden de su madre, Se bañó y se untó con aceite perfumado. Cubrió su cuerpo con la blanca túnica real. Preparó su dote. Arregló sus preciosas cuentas de lapizlázuli alrededor de su cuello. Tomó su sello en la mano. Dumuzi aguardaba con esperanza. Inanna le abrió la puerta. Dentro de la casa ella brillaba ante él Como la luz de la luna. Dumuzi la miró con gozo. Oprimió su cuello al de ella. La besó.

Gilgamesh (semidios) era el hijo, de un nómada o del héroe-rey Lugalbanda y de la diosa Ninsun, Gilgamesh pudo haber sido rey histórico de Erech, durante la época de la primera dinastía de Ur. Su reinado se menciona en varios lugares, incluyendo la lista sumeria de reyes “sumerian King list” y era también un en, el jefe espiritual de un templo. Era también el señor de Kulab y el hermano de Inanna. Fue “el príncipe querido de An” y “quién realiza actos heroicos para Inanna”.

Es muy esclarecedor leer los poemas a Inanna, así como la Epopeya de Gilgamesh puesto que reflejan no sólo el pensamiento mágico de los sumerios, sino también algunos detalles de la vida cotidiana en Sumeria. Por ejemplo, gracias al poema sobre el viaje de Inanna a los infiernos, sabemos que el infierno sumerio tenía siete puertas y que a cada puerta había que ir entregando una prenda para llegar frente a Ereshkigal, la diosa de la muerte, hermana-enemiga de Inanna.

También existen una serie de poemas escritos por Enheduana, una sacerdotisa, hija de Sargón para venerar a Inanna.

Siete himnos a Inanna: La sagrada sacerdotisa del cielo
Digo, “¡Salve!” a la sagrada que aparece en los cielos!
Digo “¡Salve!” a la Sagrada Sacerdotisa del Cielo!
Digo “¡Salve!” a Inanna, Gran Señora del Cielo!
¡Antorcha Sagrada! ¡Llenas el cielo de luz!
¡Aclaras el día al amanecer!
Yo digo “¡Salve!” a Inanna, Gran Señora del Cielo!

¡Majestuosamente abrumadora Señora de los Dioses Annuna! ¡Llenas los cielos y la tierra de luz! Yo digo “¡Salve!” a Inanna, Primogénita de la Luna! Poderosa, majestuosa, y radiante, Brillas resplandeciente en la tarde, Aclaras el día al amanecer, Te yergues en los cielos como el sol y la luna, Se conocen tus portentos tanto arriba como abajo, Por la grandeza de la sacerdotisa sagrada del cielo, ¡A ti, Inanna, yo te canto!

Los himnos a Inanna son hermosos poemas, y un testimonio tanto de su poder como de su humanidad. Ella engañó a su abuelo, Enki, el dios de la sabiduría, y dotó al pueblo de Sumeria con los siete me – sabidurías y regalos que inspiraron el desarrollo de la primera civilización.

Además Inanna es ella misma la energía sexual y la pasión – que genera la energía del universo. En el cortejo, Inanna es a la vez la virgen tímida y la amante sensual. Su acoplamiento con Damuzi es uno de los pasajes más eróticos y apasionados de la literatura. El matrimonio es uno de cuerpo y espíritu. La pasión y las expectativas de Inanna enlazan conlas mujeres de todo el mundo. Después de hacer el amor, cuando Damuzi pide su libertad, lamento conmovedor de Inanna es “¡Qué dulce era su encanto …”

El Descenso de Inanna juega un papel clave en la literatura sumeria.

La diosa Inanna descendió dos veces: primero desde el Cielo a la Tierra para gobernar a su pueblo; segundo, al reino de los infiernos, el dominio de su hermana Ereshkigal. Es el segundo descenso, Inanna era la Reina del Cielo y de la Tierra, pero ella no sabía nada de los bajos fondos. Su búsqueda de la claridad y el conocimiento, así como su sentido del deber como reina y diosa, la llevaron al reino terrenal en el primer lugar. Ella era un poderoso gobernante, y sin embargo, se sentía un fuerte deseo de desafiar a sí misma más allá.

“Mi hija ansiaba la gran abajo”, fue la respuesta de su padre al enterarse de su descenso y la muerte en el otro reino. En su ingenuidad, se envolvió en el yo, transformado en prendas de vestir y joyas, y comenzó su descenso. Su hermana Ereshkigal, al enterarse de Inanna a las puertas del inframundo, exige que Inanna debe renunciar a todos sus atavíos terrenales antes de que pueda completar su viaje. Hay siete estaciones a través de wich Inanna deben pasar antes de que conoce a Ereshkigal, su hermana y rival. En la séptima y última, se encuentra con Ereshkigal, que se apodera de Inanna y su cuelga de un gancho a morir.

Como Inanna descubre sobre sí misma y sobre la vida misma como ella hace su descenso no está implícita en los textos. Sin embargo, para el momento en que ella renunció a su prenda final, ya no es la reina al mando. Ella está abierto, expuesto, vulnerable. Este conocimiento y la aceptación de su vulnerabilidad, así como el descubrimiento de primera mano de la necesidad del sacrificio y la muerte para los ciclos de la vida para continuar, aumentaron su poder, su comprensión, su belleza. Su hermana aprende una lección así: ella tiene su corazón se abrió a la compasión. Cuando Enki envió dos criaturas, Galla, de abajo para rescatar a Inanna, Ereshkigal estaba luchando para dar a luz, a pesar de que era estéril. Las criaturas gimió de simpatía con ella – por primera vez en su vida, Ereshkigal sintieron una conexión con otro. Como recompensa por su compasión, la Gala se les permitió tomar el cadáver de la diosa Inanna con ellos, y revivirla. Pero Inanna no era libre de salir a menos que ella se aseguró de que hubiera alguien para ocupar su lugar. Cuando regresó a la tierra, se encontró con que su marido Damuzi no lloran ella; de hecho, él había adquirido aún más poder en su ausencia. Inanna permitió la Galla tomar Damuzi para gobernar en su lugar en el mundo terrenal. Por el amor de su hermano, la hermana de Damuzi Geshtinanna ofreció para tomar ese lugar la mitad de cada año para que pudiera regresar a su reina. Este ciclo de seis meses asegurado que las tierras mantendrían su abundancia y la fertilidad, y también sirvió para humillar al imprudente rey.
El Fin del Mundo Sumerio

Con el transcurso de los siglos, la civilización Sumeria se convirtió en una “sociedad enferma” con defectos deplorables y contradicciones penosas: deseaba la paz y estaba constantemente en guerra; profesaba ideales tales como justicia, igualdad y compasión, pero abundaba en injusticia, desigualdad y opresión; materialista y miope, desbalanceó la ecología esencial a su economía; sufrió un abismo generacional entre padres e hijos, y entre maestros y alumnos. Y así Sumeria llegó a un fin trágico y cruel, como lo lamenta amargamente un melancólico bardo sumerio: Ley y orden cesaron de existir; ciudades, casas, pesebres y corrales fueron destruidos; ríos y canales fluían con aguas amargas; campos y llanuras lograban sólo hierbas y “plantas plañideras”. La madre no cuidaba de sus hijos, ni el padre de su esposa, y las nanas no cantaban arrullos junto a la cuna. Nadie pisaba calzadas ni caminos; las ciudades eran saqueadas y su gente asesinada por el mazo o moría de hambruna. Finalmente, cayó sobre la tierra una calamidad “indescriptible y desconocida para el hombre”, el Diluvio.

FUENTES:
Wikipedia
De Shong Meador, Betty, Tres grandes poemas de Enjeduana dedicados a Inana, México, UACM, 2009.
Echlin, Kim, Inanna Mito de la cultura sumeria, México, CONACULTA/Artes de México, 200

https://santuariodelalba.wordpress.com/2017/03/01/inanna-reina-de-los-cielos/

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