Iván Herrera Michel, 33º
Bienvenido al segundo Grado de la Masonería.
Luego de haber practicado por algunos meses la Liturgia del Primer Grado, haber reflexionado acerca de su contenido y enseñanzas, y en particular sobre aquellas relacionadas con la practica de la virtud, así como haber aprendido durante ese tiempo a familializaros con los Símbolos Masónicos y con nuestras formas de comportamientos públicos y privados, llegáis ahora a un espacio nuevo que complementa la propuesta básica de la Masonería simbólica, sobre la que habrá de levantarse vuestra construcción personal.
Este fundamento doctrinal que ahora completáis, hunde sus raíces en la Masonería primitiva de la edad media y del renacimiento, dividida en solo dos Grados y no en tres como ahora, y desde entonces “Masoniza” (si se me permite la expresión) a la persona que toca como profana nuestro pórtico con la sola presentación de que es “libre y de buenas costumbres”.
Y es que, desde el siglo XVII, en que los Masones dejan de ser unos súbditos agremiados, que en diferentes reinos de la Europa occidental se ganaban la vida en el negocio de la construcción de edificios, observando como código de conducta el cultivo del honor y de la virtud, y paulatinamente se convierten en ciudadanos que desde entonces se dedican a temas teóricos generales, a hacer una que otra revolución, a fundar uno que otro club de servicios, a establecer uno que otro régimen político, y a organizar una que otra división dentro de la Masonería, dividen el primer Grado en dos partes para adoptar seguidamente un tercero con la denominación de Maestro. que espero pronto tendréis la oportunidad de conocer y estudiar.
En lo que respecta al paso que acabáis de dar, vemos que estos dos primeros Grados de Aprendiz y Compañero - originalmente unidos en uno solo y ahora separados - versan sus mensajes complementarios y su invitación al estudio dentro del marco de las dos columnas que sostienen el Templo Masónico, la una: la VIRTUD; la otra: el HONOR.
Es decir, que estos dos primeros Grados son los pilares sobre los que habréis de levantar vuestro edificio Masónico. Y este no es un asunto de poca monta, ya que como habéis percibido la virtud y el honor son las dos referencias con las que muchos Masones queremos que se conozca a la Orden.
Más, ya en el plano de vuestra construcción individual la invitación cardinal de este grado es al estudio de la Ciencia y las Artes. Y decir Ciencia es nombrar un tipo de razonamiento no metafísico, que sea lógico, logrado a través de lo empírico, de lo racional y de la aplicación del método experimental sobre la realidad objetiva. Exactamente lo contrario de lo que ofrecen a los caminos de la fe, de las creencias y del dogma.
La Masonería tradicionalmente, recuerda en este segundo Grado a las Universidades medievales, en lo que hace relación a que el estudio se basaba en aquella época en la clásica división del Trivium y el Cuadrivium, además de los estudios de filosofía, que a veces incluía derecho, y teología.
Este Trivium (que significa “tres vías”) consistía en un grupo de asignaturas que correspondían a las letras; y el Cuadrivium (o Cuatro Vías) a otro grupo de materias relacionadas con las ciencias. La idea era de que quien cursara estas disciplinas era una persona que había completado sus estudios. Aún no se conocían las especializaciones y subespecializaciones que hoy se estudian en postrados dirigidos a profundizar en un solo área del conocimiento.
Para ese entonces, la propia organización del conocimiento durante la Edad Media rendía culto a la importancia de las Matemáticas. Una herencia de ese pasado, es la cantidad de Matemáticas que se ve en nuestra primaria y bachillerato, que tan poco sirve a la mayoría de los profesionales que no estudian ingeniería, física o Matemática en detrimento de otras áreas y otros quehaceres del saber humano. Por ejemplo, en Colombia mientras matemáticas se estudia en primaria y secundaria durante doce años, filosofía se estudia en dos, e historia en seis.
Del Trivium se afirmaba que incluía las llamadas Tres Artes Liberales relativas a la elocuencia: ellas eran la Gramática, la Retórica y la Dialéctica, por lo tanto se consideraba como un conocimiento menor al del otro grupo. De allí viene la palabra trivial, como sinónimo de fácil, liviano y superficial.
A su vez, el Cuadrivium contenía las denominadas Cuatro Artes Matemáticas: y ellas eran a su vez La Música, el Álgebra, la Geometría y la Astrología, y se le daba mayor importancia.
Hace unos días, en una Masticación posterior a un Aumento de Salario otorgado en la Logia Lealtad N° 7, jurisdiccionada a la Gran Logia del Norte de Colombia, se presentó la inquietud acerca de la importancia de que un Masón supiera hablar en público. Y aunque esta es una destreza que se fortalece en las Logias espontáneamente, el escenario adecuado que brinda la Masonería para ello se encuentra precisamente en la Asamblea de Compañeros, lo cual ratifica, sin lugar a dudas, lo que siempre hemos sostenido: La Masonería no solo es útil, sino que además es un complemento de nuestra educación profana, y que el que se aplica a su método se distingue per se en el mundo exterior.
Q:. H:. Compañero,
Al continuar usted ahora el método de construcción personal que ofrece la Masonería, nuestra invitación cardinal es al estudio. Hago votos por que las expectativas intelectuales que lo llevaron vuestro adelanto en las enseñanzas que ofrece la Orden sean colmadas a entera satisfacción. Mil éxitos.
Fraternalmente,
Iván Herrera Michel,
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