1877. LA QUERELLA DEL GADU Y EL GRAN ORIENTE DE FRANCIA
La cuestión tan traída y llevada dentro de la masonería como es la del Gran Arquitecto del Universo (GADU), ha sido ya tratada y expuesta en varios trabajos publicados en los blogs Masonería Siglo XXI y Rito Francés, y hoy de nuevo deseo plantear el tema a la luz de los documentos que me van llegando sobre el Convento de 1877 del Gran Oriente de Francia, lo cual permite hacerse una idea cabal de cual fue realmente el proceso de esa supresión de la famosa formula Al Gran Arquitecto del Universo.
Siempre hemos creído que la supresión de la mención del GADU en el seno de la masonería francesa e incluso belga, había sido fruto de arduos debates, que lo hubo, pero leyendo algunos textos da la sensación de que fue una cosa como más tangencial que la idea que se tiene de que fue un debate frontal y abierto sobre la supresión de la citada fórmula.
Indicar que el tema, del tan traído y llevado, del GADU, sí que estaba enraizado incluso de forma real y subliminal dentro de la masonería de los operativos; pero en lo tocante a masonería especulativa este concepto del GADU apenas si tenía peso pues su proyección nos remite a una sola cita en las Constituciones de Anderson 1723, aunque no cabe duda que en fechas posteriores tendría una importante proyección, alcanzando un punto culminante sobre manera en el Continente, pues no parece que en las Islas Británicas, fuera una pieza tan basal como creemos en la construcción concepción masónica inglesa de los primeros momentos.
http://www.ritofrances.net/2016/10/regularidad-y-universalidad-masonica.html
Al menos, en el seno de los “Modernos” no parece que el concepto de GADU en sus distintas concepciones y formulaciones fuera un concepto determinante para ser masón , o se pudiera crear a partir de dicho postulado propuestas de segregación en función de las creencias religiosas, puesto que en 1717 el GADU amén de tener una sola mención en las Constituciones de Anderson, habría que verlo y analizarlo, bajo el prisma de la “religión natural” , claro está sin la dimensión teológica que luego ha tenido y tiene para trabajar entre la escuadra y el compás en algunas masonerías.
Pero el GADU, en el Continente cobra sentido y se convierte en cierto modo en un caballo de batalla con la llegada de las tesis positivistas a la masonería plateando un frentismo contra las proposiciones rituales establecidas en función del teísmo o deísmo imperantes en ese momento; aunque no se puede negar que tal formulación como tal tiene sus antecedentes en la divulgación Three Distinct Knocks, donde quedan expuestos los conceptos de la regularidad, lo cual conformará parte del choque entre bloques masónicos, los cuales se reafirmaran unos frente a otros, que tiene como primer eslabón el Acta of Unión de 1813 y el nacimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
Pero sin duda, el gran caballo de batalla se dará en Francia y en el seno del Gran Oriente de Francia, lo acontecerá a partir de 1850 cuando en el seno del imperio napoleónico la obediencia por excelencia el GOdF, se cristianice hasta la medula, como bien refleja la reforma ritual de Murat como manifestación de la reorientación ideológica del GOdF, con un perfecto vehículo para que el concepto del GADU tomara cuerpo y naturaleza, este no va a ser otro que el Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA).
Este debate se va a dar en el momento entre tres corrientes que se van enzarzar en este debate: conservadores(miembros de todas las religiones establecidas), russonianos, y republicanos positivistas, y se va a entrecruzar con temas transversales presentes en la sociedad francesa como son la enseñanza laica, o la gratuidad obligatoria de esta…,etc
Con la llegada de la Tercera República francesa las condenas de la iglesia romana contra la masonería y el radicalismo anticlerical se radicalizaron y como respuesta las bases masónicas republicanas reaccionaron frente la intromisión de las elites eclesiásticas en vida política, lo cual ejemplariza muy bien Pierre Nöel al hablar del contexto político social de aquellos momentos, los cuales sazonaron todo el contexto en el cual se dio la llamada «Querella del GADU».
Sin embargo, esta pretendida formula y su «abolición» o «supresión» en el seno de la masonería belga y sobre todo francesa, es una cuestión que siempre es citada por todo tipo de autores, sin que nos aclaremos de forma exacta, cuáles fueron los contextos en los cuales se produjo tal cuestión.
Todo arranca en el seno del Gran Oriente de Francia, aunque la historiografía no se ha hecho eco de esa misma opción que años antes había tomado el Gran Oriente Bélgica (GOB) y cuyos trabajos masónicos para no ser represaliados o suprimidos dadas las circunstancias políticas habían tomado como opción abrir sus trabajos a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo.
En cambio en 1872 y en otras circunstancias sociales políticas y masónicas, el GOB suprimirá de sus Estatutos, el artículo 12 que estipulaba que los Actos de la Obediencias debían abrirse a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo bajo la protección de S.M. Leopoldo 1º Rey de los belgas, y puesto que el rey había muerto hacía más de siete años, se aprovechó para sacar tal cita acerca del rey y de paso eliminar el tema de GADU, lo cual, al hilo de las lecturas precedentes, esto va a ser toda una tónica de acción, la de lo tangible, y por tanto esta supresión apenas si tuvo un fuerte debate, y máxime si tenemos en cuenta que los Reglamentos del GOB, estos nada indicaban acerca de la existencia de Dios.
Tal vez eso explique la escasa repercusión del tema en la esfera masónica internacional.
En cambio en Francia, además de que la cuestión está mucho más documentada con importantes aportaciones por parte de diversos autores como Daniel Ligou, A. Bernheim, Roger Dachez, Pierre Nöel, etc , decir que también tuvo un mayor recorrido espacio-temporal e importantes repercusiones y debates.
En base a estos trabajos de diferentes estudiosos se aborda el tema de ir traduciendo e interpretando toda la cuestión, con la intención de dar a conocer al mundo de habla hispana, algunas de estas cuestiones referidas al GADU y la toma de postura por parte del Gran Oriente de Francia, teniendo de esta manera nociones más reales para huir en la medida de lo posible de los contextos tópicos en los que nos movemos a veces los masones.
DE DONDE VIENE LA FORMULA DEL GADU EN EL GOdF.?
Tras la reforma ritualística del GOdF esta tenderá a la cristianización catolizante de toda su estructura, lo cual no solo afectará a la parte administrativa y ejecutiva de la Obediencia, sino que va alcanzará a los rituales, de tal forma que una expresión de esta deriva la encontramos en la llamada reforma ritual de 1850, llamada de Murat.
Pero no solo se quedará ahí sino que llegará a su vez al tuétano mismo de la estructura masónica como es su primera Constitución, pese a su fundación en 1773, y será en agosto de 1849, año en el que estrena su texto constitucional abriendo su articulado de esta manera, artículo 1º de la Constitución del Gran Oriente de Francia (GOdF):
«La francmasonería, institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, tiene como base la existencia de Dios y la inmortalidad del alma. Ella [masonería] tiene por objeto el ejercicio de la beneficencia el estudio de la moral universal, de las ciencias y las artes, y la práctica de todas las virtudes. Su divisa durante todos los tiempos: Libertad, Igualdad y Fraternidad».
Este es un articulado que curiosamente recogen otras muchas masonerías, y que posteriormente estas se irán reformando de forma muy diversa y plural, como lo haría el mismo Gran Oriente de Francia, cinco años más tarde, aunque no parece que haya en el seno de sus logias federadas un malestar por la existencia de tales concepciones deístas, plasmadas por otra parte en su propia Constitución del GOdF; digamos que era aceptado el Statu Quo, en que se movía el Gran Oriente de Francia, liderado en esos momentos por el Príncipe Lucien Murat que deviene en Gran Maestro, y cuyo mandato estará caracterizado por un autoritarismo contra el cual las logias, pasado un tiempos, al menos las más progresistas empezaron a moverse, pensando en que sería necesario promover al cargo a alguien más afín al progresismo.
En todo caso el movimiento interno, antes de promover la posible elección de otro Gran Maestros empieza a mover fichas con respecto a lo plasmado en el artículo 1º de la Constitución del GOdF, y en octubre de 1854, se logra modificar el articulado en este sentido:
«La Orden de los francmasones tiene por objeto la beneficencia, el estudio de la moral universal, y la práctica de todas las virtudes, y por base la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y el amor a la humanidad. Está compuesta por hombres libres que sumisos a las leyes, se reúnen en Sociedad regida esta por los Estatutos Generales».
No hay que perder de vista que la evolución social y política del país francés va a dar un vuelco a la situación, lo cual se refleja en el seno de las logias, donde el desencuentro ente republicanos, librepensadores y monárquicos clericales conformarán todo un debate que tendrá su repercusión durante más una década.
Casi diez años más tarde y en otro contexto social y político diferente del que estoy hablando, el Príncipe Murat queda fuera de la Gran Maestría (1861); y mediante decretos imperiales se nombra a un profano, al Mariscal Magnan como Gran Maestro del GOdF, en cuyo mandato, dada la represión sobre la liberta de expresión social en los ámbitos sociales, las logias se van a convertir en un auténtico ágora, aunque ello conlleva un choque con una iglesia que no tolera esas ambigüedades que se le permiten a la masonería, de constituirse en una altanera tribuna de debate en defensa de un renovado énfasis a favor de un cierto progresismo social y político, que el Papa Pío IX se va a encargar de refrenar en base a diversas condenas papales, opinando que «que las logias del Gran Oriente, no cesaban en su caverna de preparar contra el orden social y la iglesia infernales tempestades».
Una semana después de la muerte del Gran Maestro Magnan, se abre el Convento de 1865, que se había establecido por el anterior como como Constituyente, y habiendo consultado a las logias, estas habían emitido sus votos: 49 logias estaban por la labor de mantener el artículo 1º de la Constitución en vigor, otras 52 logias deseaban modificar el redactado, pero conservando la idea de la inmortalidad del alma, y otros 32 talleres se inclinaban por la supresión, y finalmente 3 logias estaban indecisas sobre que opción tomar.
Tras arduos debates, el Convento (1865) tomó una decisión que sería traslada a la Constitución de la Orden, imponiendo de este modo una cierta ambigüedad, que no hace otra cosa que ahondar en la incoherencia, y crear un malestar entre algunas logias, tal y como se desprende del siguiente artículo:
«La francmasonería, institución esencialmente filantrópica, filosofía y progresiva, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio la moral universal, de las ciencias, y las artes y el ejercicio de la beneficencia. Tiene por principios la existencia de Dios y la inmortalidad del alma y la solidaridad humana, ella mira la libertad de consciencia como un derecho propio de cada hombre, no excluyendo a las personas por sus creencias…»
Como se puede ver, hay una fragante contradicción, pues por un lado se reafirma la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, algo que acentúa la cuestión católica, y, por otra parte, a la vez que se autoriza a que se pueda devenir en masón se tenga o no creencias.
ROMPIMIENTO CON EL ESTATUS DOGMÁTICO
Está claro que una parte de la membresía masónica del Gran Oriente de Francia pugnaba por romper con la regla que se había impuesto en el GOdF en 1849 de exigir a sus miembros como parte de su fe masónica «la creencia en dios y la inmortalidad del alma».
Tras el Convento de 1865, será en el de 1866, cuando se registra el hecho de que diversas logias bajo su propia decisión deciden suprimir la mención a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo de sus documentos oficiales, lo que será sancionado por el Convento de 1867, que recuerda la obligación de la formula y desea que se mantenga el Statu Quo, lo cual es sometido a debate, que se gana por 180 votos a favor, contabilizándose 67 abstenciones, y por tanto queda ratificada la obligación del empleo de la fórmula del GADU.
Pero la cuestión no quedará ahí, sino que evolucionará tomando carta de naturaleza el debate acerca de estas cuestiones, tanto es así, que el Convento del año siguiente (1868), la inclinación de los deseos de las logias presentaba esta estela de cuestiones, un tanto equívocas:
Libertad para omitir la fórmula del GADU
Suprimir las decoraciones de arreos masónicos, reduciéndolos a la mínima expresión
Reforma del ritual para hacer de la masonería algo más serio de cara al aumento de la membresía
Suprimir los Altos Grados y la Gran Maestría
Supresión de los santorales (San Juan, San Andrés) en los temas masónicos y que fueran remplazados por otros más racionales.
Nada de todo ello fue aprobado, pero digamos que el grifo de la contestación interna estaba abierto, aunque el punto de arranque haya que situarlo de 1865 cuando la logia La Fraternité Progressive de Villefranche-sur-Saone, planteaba su deseo de suprimir de la Constitución del GOdF, los temas del GADU y la inmortalidad del alma, dadas algunas contradicciones que creía se daban en dicho articulado.
Pero también la logia Renaissance par les Émules d´Hiram, coopera planteando un nuevo escenario, al reescribir el artículo 1º de la Constitución del GOdF, esbozando que se profesaba «un respeto absoluto por todas las opiniones y creencias», lo cual despertó el celo de los aquellos otros Hermanos contrarios a hacer desaparecer el tema del GADU, de ahí que se abriera el melón planteándose fórmulas intermedias que retenían la cuestión del GADU, y de cuyas posiciones quedó la fórmula que más arriba se expresa.
Como se puede ver, apenas sí ese Convento resolvió algo, y será al año siguiente (1876) cuando Charles du Hamel, abra de nuevo el melón plateando un nuevo enfoque a tal discusión con el tema de que «tal vez la supresión no fuera conveniente en tanto que estaba [ el GADU] presente en muchas otras masonerías, y además ello, alteraría gravemente los principios de la institución» aunque el trazado tenía su importancia tanto en clave masónica como profana, pues si se producía el cambio ello supondría un importante viraje que habría que debatir en profundidad y por tanto analizar sus repercusiones.
Ante estas reflexiones el Consejo de la Orden del Gran Oriente de Francia, incluyó el tema en el orden del día y lo reenvió al Convento para su debate.
Algunos de estos temas del Convento de 1868, volverán a debatirse en este Convento de 1876 donde el encargado de la Comisión que trata el asunto reconocía que:
«La mala fe podría sólo asimilar a una negación de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma tal y como expone la supresión solicitada; porque la solidaridad humana y la libertad de consciencia que serían entonces las bases exclusivas de la Francmasonería, comportarían ciertamente la creencia en Dios y en un alma inmortal, en tanto como autorizan el materialismo, el positivismo y toda otra doctrina filosófica».
Por su parte, la Comisión que trataba el asunto por 5 votos contra 4 votos, proponía pasar el tema al orden del día, pues estaban en la creencia de que tal supresión era inoportuna en tanto que desataba un estado de agitación logial importante, y podría deparar un daño importante en las conciencias de millares de masones, complicando las relaciones con el resto de las potencias extranjeras.
Esto concitó un intenso debate al respecto, llegando a calificar de oportunistas las conclusiones de la Comisión, y planteando otros Hermanos que la «idea de Dios estaba presente en todas las religiones y en todas las filosofías» no obstante, a juicio de algunos delegados intervinientes en el Convento, como el correspondiente al representante de la logia Saint-Jean de Jerusalén de Nancy, no tenían tan claro el tema de las repercusiones, aunque estimaban que ello traería una ruptura sin igual:
«No creemos que el párrafo discutido y esta fórmula sean sólo palabras vacías, sino que son las ideas eternas que han atravesado todos los siglos [...] Es sobre lo cual se basan en (nuestros rituales), que son la piedra angular, y pretender arrancarlo de forma instantánea traería el colapso del templo, y toda la Francmasonería se encontraría en ruinas. Podríamos hacer alguna cosa nueva, estoy de acuerdo, pero no sería Masonería. Pero entonces, como es a ella a la que pertenecemos, tendríamos que salir del Gran Oriente de Francia, y practicarlo en otros lugares»
El Gran Orador de ese Convento, el Hermano Grégoire Wybouroff, que fue uno de los más importantes positivistas del momento dentro de la estructura el GOdF, en tanto que biólogo y filósofo, y miembro de la logia Clémente Amitié [ la que habían iniciado en 1875 Emile Litré y Jules Ferry] indicaba que rechazaba tal punto de ser incluido en el orden del díalo cual fue votado y rechazado por 110 votos contra 105, y siguiendo lo indicado por los reglamentos del GOdF, o sea que el tema se reenviaba al estudio por parte de las logias. Digamos que el Convento no supo resolver el tema.
Aunque hubo pequeñas reformas, fueron tendentes al ajuste del poder de la Gran Maestría que solo podía ser elegido por 5 años, perdiendo la capacidad de nombrar a sus adjuntos, siendo el Consejo de la Orden una vez elegido quien nombraría al Presidente, al Vicepresidente y al Secretario.
En este contexto el REAA también va a sufrir en los Altos Grados un cierto «apriete de tuercas» puesto que será de objeto de futuras reformas, ya que estos eran considerados como una rémora antigua y con dispares funcionamientos, lo cual trae en paralelo una reflexión acerca de algunos grados tenidos como cristianos y en cierto modo un tanto incoherentes con la idiosincrasia de la Orden, amén de la agria crítica sobre la multiplicidad en la representación en el seno de la Obediencia por parte de los Altos Grados del REAA. Téngase en cuenta que las Ordenes de Sabiduría estaban desterradas del GOdF.
Si bien estaban siendo contestados los Altos Grados del REAA, no cabe duda que la fuerza de los votos no estaba inclinada hacia la decapitación de éstos, ni mucho menos se salvaron de cierta chamusquina por pocos votos de diferencia, en cuya votación como paradoja participaron también los Altos Grados, y esa misma esa fuerza y pujanza se va a dejar notar en la elección del Gran Maestro, donde los llamados «tradicionalistas» van a imponer al Gran Maestro, al General Mellinet que tiene un ambivalente mandato, al hacer caso omiso por un laso a la acusación de que se ha dejado establecerse un cierto anticlericalismo en el seno del GOdF, a la vez que este defendía abiertamente a las logias del ataque de los poderes facticos y reales, atomizados, en torno al clero, no obstante el sector agnóstico va tomando posiciones dentro de las logias, intentando marginar al tradicionalismo que estaba muy anclado en ese momento en la estructura logial y sobre todo en los Altos Grados.
Ya hemos visto como en 1866 muchas logias habían suprimido por su cuenta y riesgo la mención del GADU en la apertura de sus trabajos y documentos, lo cual como ya hemos visto también, el Convento de 1867 se posicionará en contra de tal hecho mediante la fuerza de los votos que arrojó una importante mayoría.
En los distintos conventos de los años siguientes ya hemos ido viendo lo que aconteció en cuanto a los deseos de las logias. En el Convento de1869 el Hermano Jean-Claude Colfavru, llama a que el GOdF se posicione de forma frentista contra el Papado que había promulgado la Encíclica Quanta Cura seguida del Syballus que criticaba abiertamente a la masonería, y por tanto Colfavru propone se celebre un Convento Extraordinario para afirmarse como organización, tal pretensión no es conseguida en una primera instancia y es reenviada al estudio de las logias, que devuelven con un No como contestación, apoyado por 143 talleres frente a 113, estos últimos en función de los reglamentos tendrán que recatarse a la hora de manifestarse en los asuntos de dominio político, lo cual traerá como consecuencia de la fatiga gerencial y por tanto la dimisión del Gran Maestro Mellinet en junio de 1870.
Aunque el Convento le quiere confirmar como tal, este hace patente su cese, y el Convento decide entonces suprimir la Gran Maestría, por entender este como un título monárquico, aunque como paradigma elige un nuevo Gran Maestro por un solo año, cuyo nombramiento recae en el periodista Babaud-Laribiege, en dura lucha contra otros candidatos como Lazare Hippolyte Canot , este había sido ministro de Instrucción Pública en 1848, y Alexandre Massol. como parte de la importante membresía masónica incardinada en el GOdF
En los siguientes Conventos, como el de 1871 se constituye un Consejo de la Orden, compuesto por 33 miembros elegidos por tres años, en este caso dicho organismo elegido estaba compuesto en su mayoría por republicanos moderados, siendo su presidente el periodista Babaud.
Tal y como indica Pierre Nöell, el resto de los Conventos van a estar consumidos por dos temas sobresalientes: por la cuestión de los Alto Grados, su inclinación religiosa fundamentada en leyendas y denominaciones y la consiguiente representación de estos en la estructura del GOdF; el otro tema central, será el de la enseñanza y la escolaridad, sin olvidar que estando inmersa la Obediencia en las cuestiones políticas, las logias tras la caída de Adolphe Thiers sufrirán un radical cambio de perfil al incardinar en sus filas un importante número de miembros representando el ala republicana y desplazando con ello la presencia de los grandes burgueses que habían comandado los designios de la Orden, incidiendo así en una deriva republicano positivista, la cual se va acentuar por la llegada al Gran Oriente de Francia de personajes de la talla como Jules Ferry, Honoré Chavée, Emile Littré iniciado en 1875 en la Logia Clémente Amitié, en presencia de León Gambetta y Louis Blanc. Mediando acusaciones sobre las muchas faltas administrativas en la gestión y desarrollo de tales iniciaciones.
EL PUNTO CLAVE. EL CONVENTO DE 1877
Llegados a 1877, indicar que el GOdF estaba siendo fruto de un ataque con el cierre de sus talleres por la presión de los medios de comunicación reaccionarios enardecidos por el «golpe de fuerza del 16 de mayo de 1877» en el seno de las instituciones políticas francesas, y dado que se consideraba que las «reuniones masónicas se tenían como reuniones de cierto carácter político muy inquietante para el orden público» eran perseguidas, y este era el peligro real que atosigaba al GOdF.
En medio de ese ambiente se va a celebrar el Convento de 1877, constreñido además por la censura «a los Venerables y Oradores de las logias que hubieran tolerado las controversias políticas dentro de estas» o en todo caso se hubieran manifestado en el seno del mundo profano.
En este clima desarrolla el Convento del GOdF, que como venimos observando, tenía entre sus trabajos algunos temas calientes, los cuales ya se venían arrastrando de antaño, y es precisamente en ese momento en el que Frederick Desmons, pastor de la Iglesia Reformada, y miembro importante de la Convención, demandaba la supresión de parte del 1º artículo de la Constitución del GOdF, lo cual ya había sido presentado por las logias en los Conventos anteriores. Desmons será quien reporte los trabajos de la Comisión, la cual estaba compuesta por 9 miembros, que en asamblea trabajaba sobre el deseo nº 10 [tema este que parece no ha sido bien tratado a decir que algunos historiadores, a pesar de ser publicado en la Revista La Chaine d´Union de octubre de 1877].
Desde un principio el ponente [Desmons] no dejó de recordar las objeciones a la reforma las cuales habían producido una serio de aislamiento al GOdF con respecto a la masonería universal, lo que hacía que a la Obediencia francesa se le considerara como una estructura atea. Lo que no parece ser muy ajustado, dado que el Gran Oriente Bélgica, ya lo había hecho en 1872, y no parece que sufriera por ello ningún menoscabo; pero está claro que se tenía cierta prevención a que el establecimiento de la libertad absoluta de conciencia en el articulado constitucional , conllevara ciertos ataques por partes del clericalismo, por otro lado, se intentaba hacer ver que no se producía una gran ruptura con dicho cambio, sino que lo que se estaba haciendo era retornar a una situación anterior a 1849, aunque esto no parecía ser bien entendido desde algunas de las logias.
Se entiende que se suprimía la obligación de creer en Dios, pero el concepto del GADU, pasaba a la relevante libre interpretación de cada uno, ya que no parecía haber sido tocada por las modificaciones.
Pero no todo estaba tan claro, tras la celebración del Convento de 1877, el prestigioso Hermano Jean-Marie Lazare Caubet, editor de la Revista Le Monde Maçonnique y miembro de la Logia Renaissance par les émules d’Hiram, de París, explicaba que la decisión del Convento sobre el tema del GADU, no implicaba que las logias hicieran uso del antigua formula de abrir los trabajos o encabezar los documentos a la «Gloria de el Gran Arquitecto del Universo», sino que dicha decisión dejaba a la libre voluntad y apreciación de cada logia, y por tanto dichas cuestión permanecerá a los largo de un tiempo en los documentos oficiales del propio GOdF hasta el Convento de 1882.
Tal vez haya que volver sobre la formulación del problema y analizar si dicho tratamiento estaba dando como resultado una formulación contradictoria.
Desmons planteaba en su pour principes l’existence de Dieu, l’immortalité de l’âme et la solidarité humaine, la supresión de los temas y las contradicciones en las que se entraba y por tanto planteaba estas cuestiones:
«Demandamos la supresión porque esta fórmula nos parece que crea muy a menudo confusiones a muchos Venerables y a muchas Logias, que, en ciertas circunstancias, son forzados o bien de eludir o bien de violar la ley. ¿Entonces la Masonería o debe dar siempre el ejemplo de la observancia y d respeto de la ley?
Demandamos la supresión de esta fórmula porque nos parece un hecho inútil y extemporáneo a la finalidad de la masonería.»
Toda esta cuestión no era ajena, por un lado, a la situación social de cierto anticlericalismo, y por otro a la posición que estaba tomando las elites protestantes, en la cual se insertaba Desmons como figura de la Iglesia Reformada.
La resolución final que tomó la Comisión de forma unánime fue esta:
1º.- Que la Asamblea considera que la francmasonería es una religión; Que no tiene que afirmar por consiguiente afirmar en su Constitución de las doctrinas o sus dogmas.
2º.- Que la asamblea decide que la segunda frase del artículo 1º de la Constitución a de contener lo siguiente: La francmasonería tiene por principio la libertad de conciencia y la solidaridad humana.
3º.- La Asamblea elimina como redundante el segundo párrafo modificado, el tercer párrafo dice lo siguiente: "La Francmasonería vela por la libertad de conciencia como un derecho propio de cada hombre y no excluye a nadie por sus creencias.
4º.- La asamblea por último incide en que el artículo 1º de la Constitución queda redactado como sigue: "La Francmasonería, institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, es la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y artes y la beneficencia. Ella tiene por principios s la libertad absoluta de conciencia y la libertad humana. Su lema: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Por tanto, a raíz de lo expuesto no parece que se desprenda que el Convento hubiera de fato suprimido la invocación al GADU, sino la Obligación de la creencia en Dios. ¿Fue realmente esto lo que se hizo?
La modificación de 1877, lo que hizo fue reformar el artículo 1º de la Constitución de 1865 que tenía esté redactado:
Tiene por principios la existencia de Dios y la inmortalidad del alma y la solidaridad humana, ella mira la libertad de consciencia como un derecho propio de cada hombre, no excluyendo a las personas por sus creencias…»
Lo la reforma de 1877 quedaba de esta forma: «ella tiene por principios la libertad absoluta de conciencia y la solidaridad humana.»
Es importante y así nos los recuerdan algunos historiadores, que la reforma del artículo 1º de la Constitución del GOdF, viene motivada por una interpelación de la logia La Fraternidad Progressive de Villefranche-sur-Saone, que es quien plantea la reforma de dicho artículo, en tanto que había habido un incidente en la logia a la hora de una iniciación de dos profanos, que con los ojos vendados, uno de ellos creía en el Ser Supremo y el otro no creía en nada, y por tanto estas dos posiciones podían ser entendidas y defendidas reglamentariamente en función del artículo 1º de la Constitución de 1865:
«La francmasonería, institución esencialmente filantrópica, filosofía y progresiva, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio la moral universal, de las ciencias, y las artes y el ejercicio de la beneficencia. Tiene por principios la existencia de Dios y la inmortalidad del alma y la solidaridad humana, ella mira por la libertad de conciencia como un derecho propio de cada hombre, no excluyendo a las personas por sus creencias.»
Lo cual creaba cierta insatisfacción en las logias, dadas la existencia de las dos frases.
La situación aunque no hubo una supresión como tal, hay que constatar la utilización de la fórmula del GADU por parte de los talleres azules y Altos Grados del REAA fueron resistentes a los cambios, y por tanto siguieron utilizando la fórmula del GADU, el resto fue paulatinamente suprimiendo la utilización de la citada fórmula, que tendría por otro lado, una fuerte reacción en el seno de la estructura masónica internacional con la ruptura de relaciones por parte de distintas Grandes Logias en su mayoría británicas y americanas, por tanto como indica Pierre Nöel la decisión de 1877 «no fue el resultado de una larga evolución» sino la eclosión de una serie de circunstancias políticas y el fuerte posicionamiento del positivismo imperante
Todo este largo debate se dio a conocer como la Querella del GADU, y en la cual mediaban los encontronazos entre las posturas teístas y deístas, y como no, el gran en todo el contexto mediaba el tema de la «regularidad» pues no en vano tras la postura tomada en 1877, tanto el Gran Oriente de Bélgica, la Gran Logia de Hungría, y el propio GOdF tendrán enfrente a la que desde su inicio su antagonista la Gran Logia Unida de Inglaterra, quien adoptará en 1878, una resolución en la cual indicaba que la creencia en el GADU y su voluntad revelada era una condición esencial para la admisión en masonería, lo cual volverá a confirmar en 1989 con la exigencia renovada en creer en un Ser Supremo.
Por tanto, conciliar una cierta terminología tradicional venida de la mano de los “operativos” como era el GADU, y el tema de la Libertad de Conciencia que prevalecía en esos tiempos, era y es un tema irreconciliable, y además de un desencuentro aún más fuerte con las Grandes Logias anglosajonas.
Estos enlaces ayudaran a entender algunas cuestiones
http://www.ritofrances.net/2008/10/cuando-el-godf-abandona-el-tema-del.html
http://www.victorguerra.net/2013/05/godf-y-gli-dos-oponentes-y-un-gadu-de.html
http://www.victorguerra.net/2013/05/godf-y-gli-dos-oponentes-y-un-gadu-de.html
Victor Guerra. MM.:. Rito Moderno
Presidente del Circulo de Estudios de Rito Moderno/ Francés Röettiers de Montaleau
http://masonesnewyork.blogspot.pe/2016/12/1877-la-querella-del-gadu-y-el-gran.html
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