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jueves, 17 de enero de 2019

El águila devora el hígado de Prometeo

MITOLOGIA
El águila devora el hígado de Prometeo


Las plagas de la caja de Pandora esparcen la miseria. La tierra se puebla de hombres frágiles, cansados, medrosos, enfermos. Hay guerras interminables. Hambre y peste se abaten sobre el mundo.
Los astros brillan sin alegría sobre la humanidad inmersa en la perdición.

Ya no hay más inocencia. El amor es corrupción, agonía, brutalidad.

No obstante, los hombres festejan. Con banquetes interminables, conmemoran la gran derrota de su espíritu.

La especie que Prometeo creara con lágrimas de emoción y agua viva brotada del seno de la tierra no tiene más rostro erguido en actitud de orgullo. Lo único que le queda es un festín inútil.

Pandora se convierte en la esposa de Epimeteo. Otras mujeres pueblan el mundo, con su gracia y desgracia.

Los dioses están contentos. Los hombres no trataran más de sobrepujarlos: están débiles y aceptan la esclavitud.

Pero falta castigar a Prometeo, que un día osara crear la humanidad para sublevarla contra los olímpicos. Y que hiciera sufrir a Júpiter pública humillación en aquel desdichado banquete, en Sicione.

Dioses y mortales participaban de la abundante mesa. Un animal estaba por ser repartido ente los comensales, y Prometeo fue escogido para trincharlo. Siempre dispuesto a ridiculizar a los dioses ante los hombres, el hijo de Japeto cortó el animal en dos partes: la primera contenía la piel, los intestinos y la carne; la otra solo huesos y grasa.

Después el titán sirvió el animal a Júpiter, que, por el hambre y el orgullo, tomó la parte mayor. Prometeo se estremeció de júbilo: el rey del Olimpo había elegido justamente la porción de huesos blancos y grasa, sin carne alguna.

Los mortales rieron. Los dioses se encolerizaron y fue entonces cuando decidieron castigar a los hombres enviándoles a Pandora. Pero para Prometeo el castigo exacto todavía no había sido determinado.

Júpiter llama a Vulcano, el divino obrero, y le ordena que encadene a Prometeo en la cima del monte Cáucaso. Después envía un águila hambrienta a devorarle el hígado, que se reconstituye siempre.
Durante el día, el águila le arrancaba el hígado, haciendo que el creador de los hombres se retorciera entre terribles dolores. Y por la noche el órgano se regeneraba para que la agonía continuase la mañana siguiente.

Fueron treinta años de dolor. Pero Prometeo no pidió perdón ni renegó de sus actos.

https://antepasadosnuestros.blogspot.com/2011/01/mitologia-el-aguila-devora-el-higado-de.html

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