AMIGOS DEL BLOG

viernes, 18 de abril de 2014

La Redención de Jesús

La Redención de Jesús

Autor: R:.H:. Fr. R+C Carlos Napoleón del Carpio Palacios
Lima - Perú

Cuenta las tradiciones que Jesús después de haber elegido a sus discípulos y haber predicado durante tres años en los márgenes del lago Tiberíades, Jesús decidió ir a Jerusalén por dos razones principales. En primer lugar, deseaba tener un encuentro con las autoridades religiosas del Judaísmo, para exponerles el propósito de su misión y solicitarles su apoyo para cumplir adecuadamente.  En segundo lugar, sabía que en aquella ciudad debería cumplir su ministerio público. Como confirman los evangelios, Él ya había anunciado a sus discípulos que sería hecho prisionero, escarnecido y después crucificado. A pesar de eso, partió hacia la ciudad de las Luces, que era entonces en centro administrativo y religioso de Israel. Precedido por su fama, fue aclamado por la multitud, que veía en Él un profeta del Linaje de David, estando algunos convencidos, inclusive, que Él era el Mesías que todos los judíos aguardaban.



A penas llego, Jesús se dirigió al Templo construido por el Rey Salomón, hijo de David, en aquella época, el Templo era de una grandiosidad y belleza incomparables. En verdad no existía en el mundo entero otro mayor o más bello. En los Atrios y salones contiguos se encontraban los mercaderes que vendían todo tipo de objetos a los transeúntes.  Al verlos, él se enfureció y los hecho violentamente, censurándolos por haber “transformado su casa en una cueva de asaltantes”.  Obviamente esa reacción disgustó a los mercaderes, algunos de los cuales tenían una gran influencia con las autoridades religiosas, como también con las romanas. Por otro lado, todos los que lo acompañaban quedaron felices con ese acto de coraje, no solo porque lo aprobaban, sino por que nunca habían osado hacer lo mismo

Durante su estadía en Jerusalén, Jesús continúo predicando en el Templo y en las casas de las personas que lo convidaban para esto.  Al mismo tiempo, prosiguió haciendo sus curas a todos aquellos que lo buscaban.  Todo esto intrigó a los miembros de las dos sectas judías más influyentes de la época, los Fariseos y los Saucedos. Los primeros representaban a la corriente más ortodoxa del Judaísmo, pero, aunque conociesen perfectamente la Ley, no la ponían en práctica ni vivían de acuerdo con lo que predicaban. Los segundos pertenecían principalmente a la nobleza y tendían a usar la religión para ejercer el poder político y económico sobre el pueblo. A los ojos de Jesús, ambas facciones habían faltado a su deber sacerdotal y no eran dignas de la función que ocupaban en la vida religiosa de Israel.

El Sanedrín

Finalmente ciertos Fariseos y Saucedos se mezclaron entre el pueblo para oír por ellos mismos lo que Jesús predicaba y ver como él procedía para curar a los enfermos (arte que había estudiado en las Escuelas de los Esenios).  Se quedaron impresionados con su inteligencia y con la naturaleza de su enseñanza, pero vieron en él una amenaza para la autoridad que ellos detentaban. En muchas ocasiones ellos formularon preguntas que eran al mismo tiempo maliciosas e incomodas, para desprestigiarlo con la población y el poder romano. Jesús los reconoció y comprendió perfectamente porque ellos actuaban de aquel modo. De cualquier manera, no dudó en enfrentarlos públicamente, llegando a llamarlos blasfemos e hipócritas. Entonces ellos decidieron convocarlos a comparecer ante el sanedrín, que era un Consejo formado por las más altas autoridades fariseas y saucedas, para someterlo a un interrogatorio más profundo.

La autoridad del Sanedrín era muy influyente, pero aun así insuficiente para obligar a Jesús a someterse a cualquier interrogatorio. Por eso los miembros de ese consejo, emplearon su poder para hacerlo apresar por las autoridades romanas, alegando que perturbaba el orden público e incitaba al pueblo a la rebelión, lo que era falso. Como relatan los Evangelios, fue Judas quien indicó donde encontrarlo. Pero, según su misión cósmica, él no tenía la intensión de traicionar a su Maestro. Antes deseaba que él pudiese explicar ante el Sanedrín para demostrar su buena fe. De cualquier manera, Jesús estaba durmiendo en el jardín de Getsemaní con los demás discípulos,  cuando vio llegar a los soldados, quedo triste pero no sorprendido, pues sabía que su prisión hacía parte de su misión cósmica. Por tanto, se dejo llevar sin la menor resistencia.

Antes que nada Jesús fue llevado al Sanedrín, donde fue interrogado sobre sus orígenes, la fuente de sus enseñanzas, las razones de su ministerio, etc. Él explicó que no había venido a abolir la ley de los profetas, sino para cumplirla.  Le pidieron que retirara las acusaciones que había formulado contra los Fariseos y Saucedos, pero él se negó. Lo que más contrarió al consejo fue su afirmación de que había venido a reinar no solamente a Israel sino también en el mundo.  Naturalmente sus palabras eran alegóricas, pues el sencillamente quería decir que había venido entre los hombres para indicarles el camino que conduce al Reino Espiritual. Lamentablemente sus palabras fueron interpretadas literalmente.  Desde ese momento fue acusado de querer tomar el poder político y religioso.  Por esta acusación, fue conducido ante Poncio Pilatos, entonces gobernador de Galilea.

El Proceso de Jesús

Poncio Pilatos era un hombre inteligente.  Después de haber interrogado personalmente a Jesús, dudó que éste pudiese ser un rival o revolucionario.  En verdad, quedó impresionado por su brillo y sintió que era una víctima más de la maldad e intolerancia del Sanedrín. Con todo, no tuvo otra opción que condenarlo a muerte, principalmente por el hecho de que Jesús persistía en decir que era efectivamente el rey de los judíos.   En esa época el medio utilizado por los romanos era la crucifixión.  En esos días, un agitador criminal, llamado “Barrabas” en la Biblia, fue condenado a la misma pena por haber matado a un soldado durante un tumulto popular.  La tradición Judaica requería que un condenado fuera perdonado en ocasión de la Pascua. Poncio Pilatos entonces, pidió al pueblo que escogiese entre Jesús y Barrabas, y éste último fue liberado.

Luego de su prisión, Jesús fue flagelado y después crucificado en el Monte Gólgota, así llamado por que tenía la forma de un cráneo.  Pero al contrario de lo que esta escrito en los Evangelios y corroborados en los Manuscritos del Mar muerto, El Maestro Jesús no murió en la cruz, fue bajado por sus hermanos esenios en profundo estado letárgico  y posteriormente curado. Con la autorización de Poncio Pilatos, su cuerpo fue confiado a José de Arimatea miembro del Sanedrín y amigo de Jesús.  Auxiliado por algunos esenios, él lo transportó hasta una gruta que habían transformado en una caverna, a poca distancia del lugar de la crucifixión.  Ahí ellos lo bañaron con esencias especiales y lo trataron durante muchas horas, utilizando las técnicas de curación que dominaban a la perfección los esenios.

La Redención

 Como dicen las tradiciones de muchas escuelas iniciáticas, Jesús no murió en la cruz. Siendo así, no podría resucitar tres (número cabalístico) días después de este suplicio. Como explique en párrafos arriba, su cuerpo fue bajado de la cruz en un estado de profundo letargo y confiado a José de Arimatea, que lo curo con el auxilio de otros esenios. A pesar de eso, no hay como negar que un fenómeno excepcional se produjo mientras él estaba en la cruz. Bajo el efecto, no de un sufrimiento, sino de un elevadísimo nivel de evolución y de la compasión infinita que él sentía por todos los hombres, él hizo una fusión momentánea  entre su alma y el alma colectiva de la humanidad. Durante esa fusión, integró a su propia consciencia el karma negativo del mundo y lo neutralizó por medio del influjo Crístico que le había sido trasmitido durante su iniciación en Egipto, ese es el fundamento esotérico de la redención.



Antes de continuar, es necesario explicar que Jesús no fue el único avatar que asumió el papel de redentor. Otros grandes Iniciados, especialmente los fundadores de las tres siguientes grandes religiones, también desempeñaron ese papel, sin embargo la redención que ellos trajeron al mundo, no constituyó el propósito principal de su ministerio. Por otro lado, esa redención fue apenas parcial. En otras palabras, ellos solo neutralizaron una parte del karma negativo de la humanidad, en cuanto que Cristo lo anuló totalmente por lo que cumplió su obra redentora con perfecta consciencia y conocimiento de causa. En eso, él fue no solamente un Maestro fuera de lo común, sino también un puro agente del Poder Divino. Fue por esa razón que los esenios lo consideraron el Logos, es decir, la Encarnación del Verbo Divino.  De cualquier forma, su misión fue excepcional y se inscribe en una dimensión universal.

Ya en el Monte Carmelo en el Templo de los Esenios y gozando de un ambiente tranquilo, Jesús dedicó el resto de su vida a registrar por escrito (lo que hoy son parte de los Manuscritos del Mar Muerto) la mayor parte de sus enseñanzas y a trabajar espiritualmente al servicio de la humanidad. Fue en ese elevado lugar que el paso por la llamada muerte física, rodeado por sus hermanos Esenios a los 72 años (7+2=9) el número de la evolución espiritual. Su restos nunca podrán ser encontrado pues se trataba de un ser muy etéreo debido a su alto nivel de espiritualidad.


¿Será que algún día podremos descubrir en una sala inaccesible del Vaticano o en alguna biblioteca esotérica del mundo los manuscritos que fueron escritos en arameo por las manos de Jesús el Cristo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario