MITOLOGIA SUMERIA
El sueño de Dumuzi
Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein
Traducción de Ofelia Iszaevich
Su corazón se llenó de lágrimas.
El corazón del pastor se llenó de lágrimas.
El corazón de Dumuzi se llenó de lágrimas.
Dumuzi tropezaba a través de la llanura, llorando:
“¡O llanura, eleva por mí un lamento!
¡O cangrejos en el río, duélanse!
¡O ranas en el río, llámenme!
¡O mi madre Sirtur, llora por mí!
Si ella no encuentra los cinco panes,
Si no encuentra los diez panes,
Si no conoce el día de mi muerte,
Tu, O llanura, dile, díselo a mi madre.
En la llanura, mi madre verterá lágrimas por mí.
En la llanura, mi pequeña hermana se lamentará.”
Se tendió a descansar.
El pastor se tendió a descansar.
Dumuzi se tendió a descansar.
Cuando yacía entre brotes y juncos,
Soñó un sueño.
Despertó de su sueño.
Tembló por su visión.
Aterrado, se talló los ojos.
Dumuzi exclamó:
“Traigan...tráiganla...traigan a mi hermana.
Traigan a mi Geshtinanna, mi hermanita,
Mi escriba conocedora de las tablillas,
Mi cantante que sabe muchas canciones,
Mi hermana que conoce el significado de las palabras.,
Mi sabia mujer que conoce el significado de los sueños.
Debo hablar con ella.
Debo contarle mi sueño.”
Dumuzi hablo con Geshtinanna, y dijo:
“¡Un sueño! Mi hermana, escucha mi sueño:
Los juncos se elevan a mi alrededor; los juncos se espesan a mi alrededor.
Una única caña creciente tiembla por mí.
De un junco que crece gemelo, primero uno, luego el otro,
Es extirpado.
En un soto boscoso, el terror de los altos árboles se eleva a mi alrededor.
Vierten agua sobre mi sagrado corazón.
El fondo de mi mantequera se desprende.
Mi copa se cae de su clavija.
Mi cayado de pastor ha desaparecido.
Un águila atrapa a un borrego del corral.
Un halcón atrapa a un gorrión sobre la barda de juncos.
Mi hermana, tus cabras arrastran sus barbas de lapislázuli sobre el suelo.
Tus borregos rascan la tierra con patas dobladas.
La mantequera yace silente, no hay leche que se vierta.
La copa yace en añicos; no hay más Dumuzi.
El corral se entrega a los vientos.”
Geshtinanna dijo:
“Mi hermano, no me cuentes tu sueño.
Dumuzi, no me cuentes tal sueño.
Los juncos que se elevan sobre ti,
Los juncos que se engrosan a tu alrededor,
Son tus demonios, que te persiguen y atacan.
El junco solitario que tiembla por ti
Es nuestra madre; ella llevará luto por ti.
El junco que crece gemelo, del cual, primero uno, luego el otro,
Es extirpado, Dumuzi,
Es tú y yo; primero uno, luego el otro, será extirpado.
En el soto boscoso, el terror de los altos árboles que se eleva a tu alrededor
Son los galla; ellos descenderán sobre ti en el corral.
Cuando el fuego se apague sobre tu corazón sagrado,
El corral se convertirá en la morada de la desolación.
Cuando el fondo de tu mantequera se desprenda,
Serás aprehendido por los galla.
Cuando tu copa se caiga de su clavija,
Caerás al suelo, sobre las rodillas de tu madre.
Cuando tu cayado de pastor desaparezca,
Los galla causarán que todo se marchite.
El águila que atrapa al borrego en el redil
Es el galla que te arañará las mejillas.
El halcón que atrapa al gorrión sobre la barda de juncos
Es el galla que trepará la barda para llevarte.
Dumuzi, mis cabras arrastran sus cuentas de lapislázuli por el polvo.
Mi cabello se arremolinará en el cielo por ti.
Mis borregos rascan la tierra con las patas dobladas.
O Dumuzi, laceraré mis mejillas de dolor hacia ti.
La mantequera yace silente; no se vierte leche.
La copa yace en añicos; ya no hay Dumuzi.
El corral es entregado a los vientos_____”
Apenas hubo dicho estas palabras
Cuando Dumuzi exclamó:
“¡Mi hermana! ¡Rápido, sube la colina!
No vayas despacio con pasos nobles.
¡Corre, hermana!
Los galla, odiados y temidos por los humanos,
Vienen en barcos.
Cargan madera para atar las manos;
Cargan madera para atar el cuello.
¡Corre, hermana!”
Geshtinanna subió la colina.
El amigo de Dumuzi fue con ella.
Dumuzi gritó:
“¿Los ves?”
El amigo gritó:
“Ahí vienen;
Los galla grandes que cargan madera para atar el cuello,
Vienen por ti.”
Geshtinanna gritó:
“¡Rápido, hermano!
Esconde tu cabeza en el pastizal.
Tus demonios vienen por ti.”
Dumuzi dijo:
“Mi hermana, no reveles a nadie mi escondite.
Mi amigo, no reveles a nadie mi escondite,
Me esconderé en el pastizal.
Me esconderé entre las pequeñas plantas.
Me esconderé entre las grandes plantas.
Me esconderé en las zanjas de Arali.”
Geshtinanna y el amigo de Dumuzi respondieron:
“Dumuzi, si revelamos tu escondite,
Que nos devoren tus perros,
Tus perros negros de pastoreo,
Tus perros majestuosos de realeza,
¡Que nos devoren tus perros!”
Los pequeños galla dijeron a los grandes galla:
“Ustedes, galla, que no tienen madre ni padre,
Ni hermana, hermano, esposa ni hijo,
Ustedes que revolotean sobre cielos y tierra como celadores,
Que se cuelgan al lado del hombre,
Que no muestran preferencias,
Que no distinguen el bien del mal,
Dígannos,
¿Quién ha visto jamás el alma de un hombre amedrentado
Vivir en paz?
No busquemos a Dumuzi en la morada de su amigo.
No busquemos a Dumuzi en la morada de su cuñado.
Busquemos a Dumuzi en la morada de su hermana, Geshtinanna.”
Los galla aplaudieron gozosos.
Fueron a buscar a Dumuzi.
Llegaron a la morada de Geshtinanna. Exclamaron:
“¡Muéstranos dónde se encuentra tu hermano!”
Geshtinanna no habló.
Le ofrecieron el obsequio del agua.
Lo rechazó.
Le ofrecieron el obsequio del grano.
Lo rechazó.
Le acercaron el cielo.
Le acercaron la tierra.
Geshtinanna no habló.
Le desgarraron sus ropas.
Le vertieron alquitrán en su vulva.
Geshtinanna no habló.
Los pequeños galla dijeron a los grandes galla:
“¿Quién ha conocido, desde el principio de los tiempos,
A una hermana que revele el escondite de su hermano?
Vamos, busquemos a Dumuzi en la morada de su amigo.”
Los galla fueron con el amigo de Dumuzi.
Le ofrecieron el obsequio del agua.
Él lo aceptó.
Le ofrecieron el obsequio del grano.
Él lo aceptó.
Dijo:
“Dumuzi se escondió en el pastizal,
Pero yo no conozco el lugar.”
Los galla buscaron a Dumuzi en el pastizal.
No lo encontraron.
El amigo dijo:
“Dumuzi se escondió entre las plantas pequeñas,
Pero yo no conozco el lugar.”
Los galla buscaron a Dumuzi entre las plantas pequeñas.
No lo encontraron.
El amigo dijo:
“Dumuzi se escondió entre las plantas grandes,
Pero yo no conozco el lugar.”
Los galla buscaron a Dumuzi entre las plantas grandes.
No lo encontraron.
El amigo dijo:
“Dumuzi se escondió en las zanjas de Arali.
Dumuzi cayó en las zanjas de Arali.”
En las zanjas de Arali, los galla atraparon a Dumuzi.
Dumuzi empalideció y lloró.
Exclamó:
“Mi hermana me salvó la vida.
Mi amigo me causó la muerte.
Si el hijo de mi hermana se pierde en las calles,
Que el niño sea protegido – que el niño sea bendecido.
Si el hijo de mi amigo se pierde en la calle,
Que se pierda – que el niño sea maldito.
Los galla rodearon a Dumuzi.
Ataron sus manos; ataron su cuello.
Golpearon al esposo de Inanna.
Dumuzi elevó sus brazos al cielo, a Utu, el Dios de la Justicia,
Y exclamó:
“O Utu, tú eres mi cuñado,
Soy el marido de tu hermana.
soy quien llevó comida al recinto sagrado.
Soy quien llevó obsequios nupciales a Uruk.
Besé los labios sagrados,
Y bailé sobre las rodillas sagradas, las rodillas de Inanna.
Convierte mis manos en manos de gacela.
Convierte mis pies en pies de gacela.
Permíteme escapar de mis demonios.
Permíteme huir a Kubiresh!”
El compasivo Utu aceptó las lágrimas de Dumuzi.
Convirtió sus manos en manos de gacela.
Convirtió sus pies en pies de gacela.
Dumuzi huyó de sus demonios.
Escapó a Kubiresh.
Los galla dijeron:
“¡Vayamos a Kubiresh!”
Los galla llegaron a Kubiresh.
Dumuzi huyó de sus demonios.
Escapó hacia Belili la vieja.
Los galla dijeron:
“¡Vayamos con Belili la vieja!”
Dumuzi entró en la morada de la vieja Belili. Le dijo:
“Anciana. No soy cualquier mortal.
Soy el esposo de la diosa Inanna.
Sírveme agua.
Esparce harina para que yo coma.”
Después que la mujer sirvió el agua
Y esparció harina para Dumuzi,
Abandonó la casa.
Cuando los galla la vieron salir, entraron en la casa.
Dumuzi escapó de sus demonios.
Huyó al corral de su hermana, Geshtinanna.
Cuando Geshtinanna encontró a Dumuzi en el corral, lloró.
Llevó su boca cerca del cielo.
Llevó su boca cerca de la tierra.
Su pena cubrió el horizonte como una vestidura.
Se laceró los ojos.
Se laceró la boca.
Se laceró los muslos.
Los galla treparon la barda de juncos.
El primer galla golpeó a Dumuzi en una mejilla con un clavo cortante.
El segundo galla golpeó a Dumuzi con el cayado de pastoreo.
El tercer galla quebró el fondo de la mantequera,
El cuarto galla tiró la copa de su clavija,
El quinto galla destruyó la mantequera,
El sexto galla gritó:
“¡Levántate, Dumuzi!
Esposo de Inanna, hijo de Sirtur, hermano de Geshtinanna!
¡Levántate de tu falso sueño!
¡Tus ovejas fueron capturadas! ¡Y tus borregos!
¡Y tus cabras! ¡Y tus cabritos!
¡Despójate de la corona sagrada de tu cabeza!
¡Despójate de las vestimentas de me de tu cuerpo!
¡Que tu cetro real caiga al suelo!
¡Despójate de las sandalias sagradas de tus pies!
¡Desnudo, vienes con nosotros!
Los galla capturaron a Dumuzi.
Lo rodearon.
Ataron sus manos. Ataron su cuello.
La mantequera estaba silente. No había leche para verter.
La copa estaba quebrada. Ya no había Dumuzi.
El corral fue entregado a los vientos.
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