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jueves, 2 de agosto de 2012

LA MUJER: UN PILAR EN EL EDIFICIO DE LA MASONERIA


Tomado de FENIXNEWS

La mujer: Un pilar en el edificio de la masonería


Vivimos en un mundo de grandes transformaciones que se operan día a día, minuto a minuto. El siglo XX y el que empezamos a recorrer han sido vertiginosos en ese sentido. En el campo científico, vemos las conquistas de la física, de la química, de las matemáticas, de la medicina, de la genética.
En el mundo socio-económico verificamos que ha habido grandes progresos, pero estos han tenido lugar de manera desigual, y aún hay enormes masas de población que viven en la pobreza extrema. También verificamos que ha habido grandes avances en materia de convivencia internacional, como el alejamiento del peligro atómico; sin embargo las continuas guerras fraticidas, la intolerancia religiosa, la violencia urbana continuan imperando e incluso acrecentándose en todo el mundo, violencia muchas veces canalizada y fomentada por el narcotráfico y el terrorismo.
En este ambiente de grandes cambios, también irrumpe un hecho social que no por conocido, deja de impactar en el mundo social, económico, político y de los valores: la conquista por parte de las mujeres de la igualdad de los derechos cívicos con los hombres, con excepciones, como en el mundo islámico, por ahora .
No siempre fue así.
La mujer era tanto o más importante que el hombre en los cultos y creencias antiguos. Y ello adquirió también significado en la vida social e incipientemente comunitaria, hasta llegar a las diversas formas de matriarcado.
De la Antigüedad, de la Mesopotamia y Egipto, el culto a la diosa Naturaleza pasó a la Europa mediterránea. Durante millares de años la religión del área mediterránea y Europa desde Anatolia hasta el Próximo Oriente, expresó el culto a la Diosa, metáfora de la naturaleza, y sus ciclos representaron la vida, la muerte y la regeneración.
La civilización matriarcal de la Vieja Europa alcanzó su máximo esplendor durante el 5° milenio AC.
Y respecto a los ritos de Iniciación y las formas de sacerdocio, desde los más elementales a los culturalmente mejor elaborados, la mujer ocupaba un lugar de preferencia.
En los tiempos pre-históricos, la mujer tenía activa participación en los cultos agrarios de fertilidad. Recordemos el culto a los “Diosas Madres ya vigente en la etapa auriñacense (33.000 AC).
En el Antiguo Egipto, las mujeres tenían activa participación en los Misterios de Isis y Osiris, al igual que en Grecia en los Misterios de Eleusis y de Ceres.
Pero las invasiones de los indoeuropeos impusieron una estructura social patriarcal, y un panteón de dioses predominantemente masculinos, y la sumisión de la mujer se consolidó con las religiones de Libro Sagrado: el judaísmo, el islam, el cristianismo.
El cristianismo primitivo, y el judaísmo fueron religiones patriarcales, y a pesar de que Mahoma predicaba un ideal de igualdad entre hombres y mujeres, sus seguidores tomaron la posición primitiva de inferioridad de la mujer, que persiste hasta hoy.
San Agustín deja a las mujeres un legado difícil (la mujer es causa del pecado del hombre, y de todos los males). Las cartas de san Jerónimo demuestran una antipatía por las mujeres que parece, a veces, demente. Tertuliano trata a las mujeres como tentadoras y perversas, un eterno peligro para el género humano.
Este conjunto de factores: comportamientos innatos y adquiridos, normas de derecho, usos y costumbres tradicionales y preceptos religiosos erróneos, mantuvieron a la mujer en grado de inferioridad en relación al hombre.
Dicha situación se mantuvo en general, durante la Edad Media
Con el Renacimiento y el Humanismo, se revaloriza la personalidad humana, su capacidad racional, su libertad y su historia.
Ahora la verdad es buscada y encontrada, también fuera de la revelación.
Se fomenta la libre investigación en el ámbito de la historia, del espíritu y de las ciencias y se defiende el derecho a criticar las instituciones establecidas y sus tradiciones.
El renacentista no espera favores divinos, sino que procura perfeccionar su trabajo personal aplicando su talento y habilidades.
El individualismo se opone al misticismo medieval.
Hoy en el mundo occidental, y cada vez más en el resto del mundo, la presencia y participación de la mujer se consolida en todos los ámbitos, y cada vez más se entiende, a pesar de lo difícil de la transición, que el mundo se construye a partir de las dos columnas humanas sobre las que se asienta el futuro: el hombre y la mujer, con sus diferencias, y con su complementariedad, porque ambos por igual forman parte de aquello más grande que es la raza humana, de donde provenimos y a la cual nos debemos.
La Mujer en la Francmasonería
Y a todo esto, ¿qué sucedió con la mujer en relación a la Francmasonería?
En la Edad Media, las corporaciones de arquitectos y picapedreros, en la gran mayoría de los casos estaban integradas por hombres. En la gran mayoría, lo que no significa que no existieran mujeres que cumplieran estos Oficios, pues no todas las corporaciones medioevales excluyeron a la mujer.
En el “Libro de los Oficios del Preboste de Paris”, que data del año 1270, se detallan los oficios y corporaciones exclusivamente femeninas, las que presentaban en su construcción y funcionamiento, marcadas semejanzas con las de los masones operativos de la época. En este sentido, es particularmente destacable la cofradía de las Hilanderas.
En el sistema de aprendizaje de oficios de las cofradías del Compañonage (una institución muy vieja en Europa), en el viaje que ha efectuado todo compañero desde el medioevo, el llamado “Tour de France”, la “Madre” ha sido la encargada o dueña de la posada o albergue en que pasan los “compañeros” su período de prueba del oficio, y la que organiza sus vidas, vela porque reine el orden, la justicia y el entendimiento fraternal entre todos. Estos viajantes aprendices, pueden llegar hasta la centena de jóvenes entre 18 y 25 años durante un período que puede ir de 6 meses a dos años. Unico personaje femenino admitido en el Compañonage, ha gozado siempre de una autoridad reconocida y de un respeto profundo.)
La Guilda (corporación) inglesa de los Carpinteros de Norwich, que data de 1375, guilda a la que también pertenecían los albañiles de York, recuerda que: “Todos los años, el sábado siguiente a la Ascensión, los Hermanos y Hermanas se reunirán en un lugar determinado para recitar oraciones en honor de la Santa Trinidad, por la paz y la unión del país…” “Si muere algún miembro de la guilda, sus Hermanos y Hermanas deben rezar por él …”
Entre los constructores de Catedrales encontramos el nombre de una mujer, Sabine de Pierrefonds, hija de Hervé de Pierrefonds, más conocido por su nombre germánico de Erwin de Steinbach, constructor principal de la Catedral de Strasburgo. Sabine esculpió algunas de las notables estatuas de Notre Dame de París, y a su vez en tanto que Maestra de Obra, formó Aprendices en su oficio. Y es probable que no fuera la única mujer en ser Maestra del Oficio.
También se puede pensar en la recepción de las esposas de los Maestros, pues en las ”Antiguas Constituciones de los masones francos y aceptados, tomadas de un manuscrito escrito hace 500 años” de J. Roberts, escrito en 1722, en la parte del Reglamento de los Aprendices, dice: “No revelaréis los secretos o proyectos de vuestro Maestro o de vuestra Maestra …”
En los archivos de la Logia de York N° 236, que perteneció a la antigua Gran Logia de toda Inglaterra, existe un manuscrito de 1693, por el que nos enteramos que durante una recepción en el Siglo XVII: “Uno de los antiguos toma el Libro, y aquél o aquella que debe ser hecho masón posa las manos sobre el Libro, y le son dadas las instrucciones”.
Incluso la iniciación femenina a la francmasonería aceptada se extendió a una soberana, Ana Estuardo, hija de Jacobo II, que reinó sobre Gran Bretaña e Irlanda de 1702 a 1714.
Cuando surgió la masonería especulativa, o moderna, en el Siglo XVIII, la mujer no estaba ni económica, ni social, ni políticamente emancipada, y las Constituciones de Anderson de 1723 que dieron el puntapié inicial de la Francmasonería Moderna no las tuvieron en cuenta. Tal vez porque su redactor, el Hermano Masón Anderson, además era pastor anglicano, y, en esa doble condición, pudo haber pesado los prejuicios religiosos de la época. Felizmente, hoy la Iglesia Anglicana acepta el sacerdocio femenino. La masonería inglesa aun no ha incorporado a la mujer, aunque tenga a una reina como jefe de la Nación inglesa.
Pero las mujeres no quisieron permanecer indiferentes a las realizaciones de las asociaciones masónicas. Es así que en Francia, en 1730, sólo 5 años después de la aparición de la masonería especulativa en este país, comienzan a realizar gestiones para ser aceptadas en la Institución.
Mientras, forman parte de Asociaciones de tipo masónico, tales como la “Orden de los Caballeros y Caballeras del Ancla”, creada en 1747, de los “Leñadores y leñadoras”, creada también en 1747.
El 10 de junio de 1774, el Gran Oriente había tomado bajo su protección, en una Asamblea General, la Masonería de Adopción.
En el año 1775, el marqués de Saisseval, ayudado por otros hermanos no menos ilustres, forman la Logia “El Candor” el 11 de marzo. Fue su primera Gran Maestra la Duquesa de Bourbon, a quienes siguieron la Princesa de Lamballe (1780), la Emperatriz Josefina (1805), Madame de Vaudemont (1807), Madame de Villete (1819), amiga personal de Voltaire
A lo largo del Siglo XIX y principios del XX, la Masonería de Adopción fue desapareciendo, transformándose en masonería femenina, especialmente con el surgimiento de la Unión Masónica Femenina de Francia, el 21 de octubre de 1945, que culminó en 1952 con la creación de la Gran Logia Femenina de Francia
Pero fuera de las Logias de Adopción, fueron iniciadas mujeres.
En 1837, la revista “El Universo Masónico” sostuvo que madame de Xaintrailles, fue iniciada en ese año por la Logia masculina “Los Artistas”, de París.
Flora Tristán, hija de un peruano, nacida en París, combatiente por los derechos de la mujer, fue iniciada en 1830, y sus Hermanos le escribían en lenguaje ritual y la ayudaban moral y materialmente (en su lápida está grabado: “Libertad – Igualdad – Fraternidad – Solidaridad” y firmado con tres puntos).
El 4 de enero de 1882, en la localidad de Pecq, Francia, la Logia “Los Librepensadores” inicia a una escritora y conocida militante a favor de los derechos de la mujer, Marie Desraimes y ella es la que creará luego la “Orden Masónica Mixta Internacional-El Derecho Humano”, el 14 de abril de 1893, ayudada en su labor por Maria Georges Martin.
Dicha logia mixta se definió como republicana y laicista.
El Derecho Humano extendió rápidamente su acción en el mundo, y perteneció al mismo Annie Besant, célebre feminista inglesa y secretaria de la Sociedad Fabiana antecesora del Partido laborista hoy en el gobierno de Inglaterra.
Vemos entonces, que a la vez que la mujer conquistó sus derechos en el ámbito social y político, también ha conquistado sus espacios en la Institución masónica.
“La mujer: pilar en la construcción del edificio masónico”, es el título de esta exposición
Pero ¿no ha sido acaso la mujer a través de los tiempos pilar en la construcción de la célula básica que es la familia, pilar en la comunidad y sociedad en que vive, pilar, junto con el hombre?
Mujer-Hombre, Hombre-Mujer: las 2 columnas humanas sobre las que se asienta el presente y el futuro de la Humanidad
Ha sido mi palabra
A:. B:.
Cortesía: H.·. Adriana Baum

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