EL COMPAÑERAZGO
Y LOS GITANOS
RENE GUENON
En
un artículo de G. Milcent publicado en el periódico "Le
Compagnonnage" de mayo de 1926 y reproducido en el "Voile d'Isis" de noviembre de
1927, hemos anotado esta frase: "Lo que me sorprendió, y me volvió también
un poco escéptico, fue que el C.·. Bernet dice que él preside anualmente la
elección del Rey de los Gitanos en Saintes-Maries-de-la-Mer". Habíamos
advertido hace tiempo dicha observación pero no habíamos querido levantar la
cuestión. Ahora que ha sido presentada así públicamente, no tenemos ninguna
razón para no decir algunas palabras tanto más cuanto que ello podría
contribuir a aclarar algunos puntos no carentes de interés.
En
primer lugar, no es un Rey al que eligen los Gitanos, sino a una Reina, y en segundo
lugar la elección no se repite todos los años.
Lo que sí se realiza anualmente es la reunión, con o sin elección, de
los Gitanos en la cripta de Saintes-Maries de la Mer. Por otra parte es muy
posible que algunos, sin pertenecer a la raza gitana, sean admitidos a esta
reunión y a los ritos que allí se desarrollan, en razón de sus cualidades o de
sus funciones. Pero en lo que respecta a "presidirla" es ya otro
asunto, y lo menos que podemos decir es que nos parece inverosímil. Pero como
la citada afirmación apareció la primera vez en una entrevista publicada hace
tiempo por el "Intransigeant",
queremos creer que las inexactitudes que contiene deban simplemente imputarse
al periodista, quien, como suele suceder, habrá "reforzado" la nota
para despertar la curiosidad del público, tan ignorante como el periodista en
lo que se refiere a estas cuestiones, y, por tanto, incapaz de percibir sus
errores. Así que no pensamos insistir
sobre el tema más de lo necesario: el verdadero interés reside en la cuestión más
genérica de las relaciones que puedan existir entre los Gitanos y las
organizaciones del Compañerazgo.
Milcent,
en su artículo, prosigue diciendo "que los Gitanos practican el rito
judío, y que podrían existir relaciones con los CC.·. canteros "Extranjeros
del Deber de la Libertad". La primera parte de esta afirmación nos parece
que contiene una inexactitud o al menos un equívoco: es cierto que la Reina de
los Gitanos porta el nombre, o mejor el título, de Sarah, nombre también de la
santa que reconocen como patrona y cuyo cuerpo descansa en la cripta de
Saintes-Maries. Es cierto también que dicho título, forma femenina de Sar, es hebreo y significa
"princesa". ¿Pero es esto suficiente como para hablar de un
"rito judío"? El Judaísmo pertenece a un pueblo cuya religión es
estrechamente solidaria de la raza; ahora bien, los Gitanos, cualquiera que
pudiese ser su origen, nada tienen en común con la raza judía. Sin embargo ¿no
sería posible que existieran a pesar de todo relaciones debidas a afinidades de
carácter más misterioso?
Cuando
se habla de los Gitanos es indispensable hacer una distinción demasiado
frecuentemente olvidada: hay en realidad dos tipos de Gitanos que parecen ser
absolutamente extraños entre sí, y que inclusive llegan a tratarse como enemigos;
no tienen las mismas características étnicas, ni hablan la misma lengua, ni
ejercen los mismos oficios. Por un lado están los Gitanos orientales o Zíngaros
que son principalmente domadores de osos y caldereros; por otro lado están los
Gitanos meridionales o Gitanos propiamente dichos1, llamados "Caraques" en la
lengua de Oc y en Provenza, y que son casi exclusivamente tratantes de
caballos: solamente estos últimos son los que se reúnen en Saintes-Maries. El
marqués de Baroncelli-Javon, en un curioso estudio sobre "Los Gitanos de
Saintes-Maries de la Mer", indica numerosos rasgos que les son comunes con
los Pieles Rojas de América, y no duda, en virtud de esas coincidencias, y
también como resultado de la interpretación de sus tradiciones, en atribuirles
un origen atlante. Bien que se trata
sólo de una hipótesis, de todos modos es digna de tenerse en cuenta. Pero aún cabe una observación que no hemos
visto señalada en ninguna parte y que sin embargo es extraordinaria: así como
existen dos tipos de Gitanos, también existen dos tipos de Judíos, los Ashkenazim y los Sephardim, a los cuales podrían aplicarse consideraciones análogas
en lo que concierne a las diferencias de rasgos físicos, de lengua, de
aptitudes, y que, tampoco ellos,
mantienen siempre las relaciones demasiado cordiales, pues cada uno de ellos
pretende representar por sí solo el puro Judaísmo, sea en el aspecto racial,
sea en el de la tradición. Hay inclusive, con relación a la lengua, una
semejanza bastante sorprendente: ni los Judíos ni los Gitanos tienen, a decir
verdad, una lengua completa, propia y definitiva, al menos en lo que hace al
uso corriente. Tanto unos como otros se
sirven de la lengua de las regiones en donde viven, entremezclando algunas
palabras que les pertenecen, hebreas en el caso de los Judíos, y, en el caso de
los Gitanos, palabras que les vienen también de una lengua ancestral de la cual
constituyen los últimos restos. Estas semejanzas pueden explicarse considerando
la condición de existencia de estos pueblos forzados a vivir dispersos en medio
de extranjeros. Pero hay una cosa que no puede explicarse tan fácilmente: y es
que las regiones recorridas por los Gitanos orientales y los Gitanos
meridionales son precisamente las mismas que habitan respectivamente los Ashkenazis
y los Sefardíes; ¿no sería demasiado simple pretender explicar esto como si se
tratara de pura coincidencia?
Estas consideraciones nos llevan a pensar que,
si bien no hay vínculos étnicos entre ambos pueblos, quizás existan otros que podríamos calificar
de tradicionales, sin detenernos más en precisar su naturaleza. Ahora bien, lo
dicho nos lleva al tema del epígrafe del cual nos hemos alejado sólo
aparentemente: las organizaciones del Compañerazgo, en las cuales evidentemente
no cabe el problema étnico, ¿no podrían tener a la vez vínculos de igual tenor,
sea con los Judíos, sea con los Gitanos, o inclusive con los dos al mismo
tiempo? Por el momento al menos no tenemos intención de explicar el origen y la
razón de tales vínculos, pero nos conformaremos con llamar la atención sobre
determinados puntos: ¿No están los "Compañeros" divididos en
diferentes ritos rivales, y que, frecuentemente se encuentran en relaciones más
o menos hostiles? Sus viajes ¿no comportan itinerarios según los ritos y con
vinculaciones igualmente diferentes? ¿No cuentan de algún modo con un lenguaje
particular, cuya base está formada por la lengua corriente, pero
distinguiéndose de ella en que usan términos especiales, tal como sucede en el
caso de los Judíos y los Gitanos? ¿Acaso no es cierto que se usa el vocablo
"jerga" para distinguir aquel lenguaje convencional usado en ciertas
sociedades secretas, y particularmente por el Compañerazgo, tal como los Judíos
lo usan para denominar el suyo propio? Y
además ¿ no es cierto acaso que en algunas localidades rurales a los Gitanos se
les llama "transeúntes", nombre por el cual terminan confundidos con
los buhoneros, y que es, como se sabe, una designación que se aplica igualmente
a los Compañeros? Y para terminar, la
leyenda del "Judío errante" no podría derivar, como muchas otras,
originalmente del Compañerazgo?
Podríamos
sin lugar a dudas multiplicar estos interrogantes, pero consideramos que los
planteados son suficientes, y que investigaciones dirigidas en este sentido
podrían arrojar una luz insospechada sobre ciertos enigmas. Quizá podamos
volver nuevamente sobre el tema, si fuera necesario, y agregar nuevas
consideraciones, complementarias de las actuales, pero por otra parte, los
"Compañeros" de hoy ¿se interesan realmente por lo que atañe a sus
tradiciones?
Publicado en el "Voile d'Isis", octubre de
1928, París.
Dialogo Entre Masones
Dialogo Entre Masones
1 N. del T: El texto francés es el siguiente:
"...les Bohémiens meridionels, ou Gitanes". El término "Bohemio" en castellano se
interpreta entre otras acepciones como "Gitano". Pero hemos preferido
no usarlo por la confusión que podría dar lugar, ya que inclusive Guénon toma
"Bohémien" como nombre genérico de ambos tipos de Gitanos, cuando en
realidad se aplica propiamente a los Gitanos orientales. Inclusive
"Bohemio" en castellano es equivalente a checo, o lengua checa.
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