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miércoles, 10 de julio de 2013

LAS MADRES DE LA PATRIA - EL ROL DE LA MUJER EN EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

LAS MADRES DE LA PATRIA - EL ROL DE LA MUJER EN EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

SAN MIGUEL DE TUCUMÁN, JULIO DEL 2013
GRAN ORIENTE SIMBÓLICO FEMENINO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Sin dudas, la Independencia de 1816 señaló el momento culmine de un período de disputas, de intereses encontrados y de valores nobles que eran escudados por hombres dispuestos a morir por la libertad de la Patria Naciente.Sin embargo, no fue la única independencia lograda. Ignoramos que las mujeres no fueron solo simples espectadoras. Ellas fueron protagonistas y luchadoras. Ellas han intervenido activamente y nos han legado lecciones de firmeza, entusiasmo y fervor. El plan general de la Revolución que comenzó en 1810 “fue el inicio de un proceso de emancipación moral y social de la mujer”, que se consolidará recién en el siglo XX con el reconocimiento de varios derechos, y que casi 200 años después continúa el proceso de equidad con el hombre. Lo cierto, es que el plan revolucionario fue una crisis que atravesó no solo la estructura política y económica del momento, sino que atravesó la medula de las estructuras sociales, familiares y el rol de la mujer que tenia en esas estructuras.Un ejemplo claro de ese protagonismo, fueron las guerras por la independencia patria, donde las mujeres del norte del Virreinato, actuaron como espías y emisarias, valiéndose de su supuesta «debilidad» y «apatía política» para lograr infiltrase en el ejercito enemigo; participaron en la organización de redes de información en las que actuaban como correos proporcionando información muy valiosa al ejército patriota; en la organización de protestas; en la propagación de las ideas patriotas y persuasión entre los ejércitos realistas; en la redacción de idearios y manifiestos; en la participación directa en los campos de batalla y además, se constituyeron en mantenedoras del sistema y de la productividad, frente al hogar, el telar o a la máquina. Muchas de esas valientes mujeres de la independencia, que dieron su vida por una patria libre, quedaron en el anonimato y olvido, pero hubo nombres que la historia rescató por su notable valentía y coraje: 

JUANA AZURDUY, MARTINA SILVA GURRUCHAGA, MANUELITA SÁENZ, PASCUALA BALVÁS. Ellas fueron en algún sentido nuestras “Madres de la Patria”. Como consecuencia, muchas debieron sufrir las situaciones más adversas: pobreza, destierro, persecución, reclusión en hogares, cárcel o conventos, confiscación de bienes, propiedades y objetos personales o muerte, bien ajusticiadas o en el olvido y la miseriaA continuación mencionaremos algunas de ellas: 

LA EMPAREDADA: Año 1814. Después de invadir Jujuy y Salta el Jefe realista, Joaquín de la Pezuela, le informa al virrey del Perú:…«Los gauchos nos hacen casi con impunidad una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial. A todo esto se agrega otra no menos perjudicial que es la de ser avisados por horas de nuestros movimientos y proyectos por medio de los habitantes de estas estancias y principalmente de las mujeres, cada una de ellas es una espía vigilante y puntual para transmitir las ocurrencias más diminutas de éste Ejército». Esta comunicación, interceptada por los patriotas, es un claro testimonio de la actuación de las mujeres. 

Una era la jujeña JUANA MORO DE LÓPEZ, dama que se trasladaba a caballo espiando recursos y movimientos del enemigo. En una oportunidad fue apresada y obligada a cargar pesadas cadenas, pero no delató a los patriotas. Sufrió el castigo más grave cuando Pezuela invadió Jujuy y Salta. Juana fue detenida y condenada por espionaje a morir tapiada en su propio hogar. Días más tarde una familia vecina, condolida de su terrible destino, abrió la pared y le proveyó agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados. Consecuencia de la difícil situación que atravesó fue su apodo: «La Emparedada».

JUANA: La Juana Azurduy, la recordamos como emblema de lucha, símbolo de entrega y patriotismo. Nacida en Chuquisaca, en su infancia quedó huérfana de padre y madre junto a su hermana. Se unió en el amor y en los ideales a Manuel Ascencio Padilla poniendo su vida al servicio de la independencia. Intervino en numerosos combates y escaramuzas, sus hijos nacieron en momentos difíciles y cuatro de ellos murieron ante su mirada impotente y desgarrada, víctimas inocentes de enfermedades y acosados por el hambre, la sed y las incomodidades. Juana combatió embarazada de su última hija, la única que sobrevivió y a la que dejó al cuidado de una familia amiga mientras ella continuaba luchando. Volvió a abrazarla una década después.El Gral. Manuel Belgrano primeramente la había menospreciado pero luego, deslumbrado por sus acciones, le obsequió un sable en reconocimiento a su bravura. Cuando su esposo fue cercado y decapitado y su cabeza expuesta públicamente, Juana la recuperó y le dio cristiana sepultura. Sin familia, agobiada por el dolor y la tragedia, Juana marchó hacia el Sur. Vivió en Salta, donde luego de ser protegida por Martín Güemes, quedó desamparada. Pese a poseer grado militar, el gobierno no pagó sus servicios y recién en 1825 regresó a su tierra. Sus bienes habían sido confiscados. Suplicó su devolución y recuperó una propiedad pero tuvo que venderla para saldar deudas y quedó en la miseria. Le otorgaron una pensión que le fue pagada un breve tiempo y murió en la máxima pobreza. Fue enterrada en una fosa común, en un féretro armado con tablas de cajones comunes, sin los honores ni las glorias que su vida mereció.

MARÍA LORETO SÁNCHEZ DE PEÓN DE FRÍAS, valiente e ingeniosa Salteña fue espía. Durante una ocupación realista, ideó una estafeta en el tronco de un árbol que crecía en la ribera de un río cercano a la Ciudad en el que las criadas lavaban ropa y recogían agua. Ellas llevaban y traían los mensajes que la corteza del árbol ocultaba. María Loreto arriesgó su vida trasladando información confidencial en el ruedo de sus vestidos y temerariamente burló a los realistas. En una oportunidad, simulando ser una humilde panadera, ingresó al cuartel enemigo durante varios días logrando relevar el número de soldados que ocupaba Jujuy, colocando granos de maíz en sus bolsillos, mientras era centro de atrevidos comentarios por parte de la tropa. Su inalterable temple le permitió organizar un plan continental de Bomberas que eficazmente ejecutó junto a Juana Azurduy, Juana Moro, Petrona Arias y Juana Torino, sus hijos y criados.Loreto fue la sombra de los realistas y ellos la castigaron con cárcel y humillación. En 1817 el general español La Serna, que había ocupado Salta, invitó a un baile a las sospechosas mientras parte de su ejército avanzaba hacia el sur. Loreto lo supo por confidencia del oficial con el que bailaba y dio aviso a los patriotas impidiendo la expedición. Por tanto heroísmo se le otorgó una mísera pensión, que ni cerca estuvo de los servicios que prestó. Murió en la pobreza.

A MACACHA –MARÍA MAGDALENA DÁMASA GÜEMES DE TEJADA-, le cabe la gloria de haber acompañado ideológica y logísticamente a su hermano, el Gral. Martín Miguel Juan de Mata Güemes. Cosió uniformes para la tropa patriota, realizó arriesgadas tareas de espionaje y fue admirada y respetada por sus opositores. Fue muy querida por el pueblo. Debido a la generosidad con que ayudaba a los necesitados la llamaban «Mamita de los pobres». Su red de informantes actuaba en Salta, Jujuy y Tarija, aportando datos fundamentales para controlar al enemigo. Integraban la red mujeres de la alta sociedad, campesinas y hasta minusválidas que todo lo arriesgaron por la Patria. Andrea Zenarruza de Uriondo, esposa de un lugarteniente de Güemes, recibía información y la trasmitía desafiando los peligros que esta actividad implicaba, contribuyendo más de una vez al triunfo de las armas criollas. Martín Güemes se encontraba con Macacha cuando una partida realista lo atacó e hirió en Salta, el 7 de Junio de 1.821, causándole la muerte pocos días después.

LA CAPITANA MENDIGA: muy nombradas y poco conocidas son «las niñas de Ayohúma», aquellas que asistieron al derrotado ejército de Manuel Belgrano en Vilcapugio y Ayohúma en actual territorio boliviano. Una de ellas deambulaba dos décadas después por la Plaza de la Victoria y las Iglesias del centro de Buenos Aires. Al verla, el general Juan José Viamonte, le preguntó su nombre: MARÍA REMEDIOS DEL VALLE, respondió: Es “La Capitana”, la que nos acompañó al Alto Perú, es una heroína! Exclamó Viamonte. Condolido de su suerte le gestionó una pensión que no prosperó. El proyecto fue tratado en la Legislatura, pero algunos Diputados pidieron informes y alegaron que Buenos Aires no podía recompensar por servicios prestados a la Nación. Entonces Viamonte expresó: «Yo no hubiera tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo hablar, si no hubiese visto que se echan de menos documentos y datos. Yo conocí a esta mujer en el Alto Perú y la reconozco ahora aquí, cuando vive pidiendo limosna… Esta mujer es realmente una benemérita. Es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de bala, y lleno también de las cicatrices por los azotes recibidos de los enemigos, y no se debe permitir que deba mendigar como lo hace».Se acordó reconocerle un sueldo, crear una comisión que redactase y publicase su biografía y diseñase un monumento en gratitud a sus servicios. Nada de eso ocurrió. María Remedios murió en la miseria.

“DOÑA FRANCISCA”

Pero si de mujeres hablamos que ayudaron a forjar la independencia, no podemos de dejar de mencionar a nuestra tucumana FRANCISCA BAZÁN DE LAGUNA, que como diría el autor, Ángel María García Pinto, fue una “vecina de la ciudad, una mujer mayor de espíritu pacífico, que de pronto se vio inserta en un feroz teatro de guerra. María Francisca Bazán de Laguna, conocida en su tiempo como “Doña Francisca”, ha dejado huellas en la reconstrucción del papel que jugo la mujer en aquella época dejando rastros que perduran hasta hoy.La historia de Francisca Bazán de Laguna y la casa de Tucumán se remonta un par de años antes al 9 de julio de 1816: Hasta la Batalla de Tucumán.

Cuando el 9 de septiembre de 1812 el teniente coronel Juan Ramón Balcarce, decidió plantarse en nuestra ciudad y enfrentar al ejercito realista, toda la ciudad se apresto para colaborar con el ejército patriota. Las mujeres, que habían tenido influencia en la decisión de enfrentar a los realistas en la ciudad, se ocuparon de resolver el problema del alojamiento de las tropas que estaban por llegar. Por entonces San Miguel era apenas una aldea con unos cinco mil habitantes, sin instalación militar alguna, por lo que las familias tuvieron que apretujarse en sus casas para ceder habitaciones a las tropas.

María Francisca Bazán de Laguna tenía su casa a sólo una cuadra y media de la plaza, sobre la calle de la Matriz (por entonces se llamaba calle de la Matriz a la actual calle Congreso). Viuda desde hacía varios años y con casi unos 70 años, vivía allí junto a su hijo Nicolás Laguna y varios criados. A pocos metros, en la misma cuadra y acera, vivían sus nietos Zavalía Laguna, algunos todavía niños, al cuidado de la nieta mayor, Carmen, que por entonces ya estaba casada. En su afán de colaborar en la emergencia, Doña Francisca se mudó a la casa de estos, dejando a disposición del ejército casi toda su casa. Sólo quedaron en ella los criados. En ese tiempo la casa de Doña Francisca ya tenía casi medio siglo de existencia, pero seguía siendo una de las más grandes e importantes de la ciudad. Gran debate entre los historiadores fue el tema de que si la familia vivía allí o no al momento de la llegada del ejercito. En la página web oficial del Museo Casa Histórica de la Independencia se afirma que “hacia 1812 la familia ya no vivía en la casa”. El escritor Ángel María García Pinto, disiente con esta afirmación: para él, la dueña de casa, Doña Francisca, y su hijo soltero Nicolás aun vivían allí para entonces. Llega a esta conclusión porque entre la casa que vivía su nieta Carmen y la de Doña Francisca eran muy próximas, aunque no linderas (entre ambas estaba la modesta vivienda de doña Ignacia Cainzo). No obstante ello, ambas casas estuvieron siempre muy vinculadas (y posiblemente conectadas por un corredor informal por los fondos). Mas un, el relato tradicional afirma que en 1816, en ocasión del Congreso de Tucumán, Doña Francisca prestó gratuitamente su casa, mudándose a una casa lindera que también era de propiedad de la familia. Comprobada existencia de la casa vecina perteneciente a la familia, confirma que Doña Francisca continúo viviendo allí, excepto en lo que refiere a la fecha y ocasión en que tuvo lugar el préstamo de la casa, que no fue en 1816, en oportunidad del Congreso, sino en 1812, en ocasión de la Batalla de Tucumán. A tal punto llegaron a funcionar ambas casas como una única vivienda familiar durante varios años, que hasta hoy algunos historiadores confunden una casa con la otra y afirman erradamente que Gertrudis Laguna, al casarse, recibió como dote la casa que luego habría de ser la Casa Histórica.Para comprender el papel de las mujeres en aquella época, podemos decir que colaboraron en todo cuanto estaba a su alcance: la donación de dinero y joyas para subsidiar los gastos militares; transportaban alimentos, ropas y material bélico; acompañaban a las tropas, cocinando, atendiendo a los heridos, enterrando a los muertos e incluso portando las armas; y además imploraban a la Virgen de la Merced: mas allá de su natural devoción, Doña Francisca tenía sobrados motivos para rezar, pues aunque sus hijos Nicolás y Juan Venancio no iban a combatir por ser ya mayores, de todos modos iban a verse muy comprometidos si los realistas se apoderaban de la ciudad, ya que eran activos revolucionarios.Después de la batalla, a Doña Francisca la confirmación de la victoria pero le llegó junto con la terrible noticia de que entre los prisioneros realistas estaba nada menos que su hijo dilecto, el Padre Miguel Martín Laguna, cura vicario de Trancas. Aunque seguramente ella ya estaba al tanto de la simpatía de su hijo por la causa realista, difícilmente ha de haberse imaginado que llegara al punto de sumarse al ejército enemigo, no como combatiente por cierto, sino como capellán. Amargo sabor tuvo la victoria para Doña Francisca, sobre todo cuando supo que el General Belgrano estaba furioso con su hijo, al que mantenía detenido e incomunicado. Lo acusaba, con razón y con pruebas en mano, de que en los días previos a la batalla había estado instigando al gauchaje a sumarse a las fuerzas realistas. Belgrano estaba tan indignado con el cura que no lo liberó, a pesar de tratarse de un sacerdote y de pertenecer a una de las familias mas comprometidas con la causa patriota. Unas semanas después lo envió a Buenos Aires, a su costa y con fuerte custodia, para que el Gobierno Central dispusiera de él, con la recomendación de que lo confinaran en La Recoleta “para que le enseñen que ningún eclesiástico debe atizar el fuego de la guerra civil” …. El 8 de diciembre 1812, el Licenciado Nicolás Valerio Laguna, hijo de Doña Francisca, fue elegido diputado para representar a Tucumán en la Asamblea Constituyente convocada por el Gobierno Central. Pocos días después de ser electo, Laguna partió para sumarse a la Asamblea. Así pues, con diferencia de pocos días, Doña Francisca vio partir hacia el mismo destino, la lejana ciudad de Buenos Aires, a dos de sus hijos; uno colmado de honores, el otro prisionero y acusado de traidor.La casa continuó ocupada por el ejército, por varios años mas, como almacén de guerra. También funciono allí la Aduana y como depósito. Ciertamente, el ejército nunca le pagó ni un real de alquiler, y además le destrozaron la casa.Casi cuatro años después de la Batalla de Tucumán, el 9 de julio de 1816, el Soberano Congreso reunido en Tucumán declaró la Independencia de las Provincias Unidas. Como bien se sabe, ese gran acontecimiento también tuvo lugar en la casa de Doña Francisca. Tan grandioso fue ese hecho que ha opacado totalmente los hechos anteriores ocurridos en esa misma casa. Relatos de la época cuentan que a sus 72 años, Dona Francisca, preparaba los salones para recibir los Congresales y decía... "Espero encontrarme con Belgrano; lo quiero mucho"... Por momentos se perdía y no entendía muy bien a que se debía tanto alboroto. Ella creía que es una fiesta, y por eso se esmeraba para que el servicio doméstico mantenga todos los cuartos impecables. Los relatos cuentan que Doña Francisca decía que para entonces “la casa había recuperado el esplendor que tenía en sus épocas de juventud...” Eso sí, hubo tuvo que refaccionarse por completo por el deterioro causado por el ejercito, es mas se tuvo que derribar la pared que dividía las dos habitaciones principales para que puedan entrar todos los Congresales.El 9 de julio de 1816, a las 14.30, Doña Francisca espera con ansiedad el momento de la jura. No entiende bien las implicancias políticas de este evento, pero sabe que es importante. Entusiasmada, alega que “la pone orgullosa que todo suceda en su casa”. (Articulo extraído de la Gaceta sábado 09 de julio de 2011).Por ultimo, podemos decir que su figura ha caído en el olvido o, peor aun, en el descrédito. La discusión histórica de que si cobro o no una renta periódica por prestar su casa, queda en el olvido cuando se destaca, en los relatos y documentos de la época, la vitalidad de esa señora y su gran solidaridad y coraje que tuvo en esos momentos tan críticos de la independencia patria. Sea el Bicentenario de la Batalla de Tucumán la oportunidad para reivindicar a esta valerosa tucumana, cuyo generoso gesto para con la Patria resulta realzado por el hecho de que lo mantuvo aun cuando esa misma Patria dividía a su familia y castigaba a su hijo. 

CONCLUSION:

Como reflexión final, sobre la participación de las mujeres en el proceso de independencia patria, debemos decir que en el siglo XIX, las mujeres estaban destinadas únicamente al casamiento o al convento y que vivían en una situación de subordinación con respecto al género masculino. Las nuevas ideas políticas y revolucionarias y los movimientos emancipadores les dieron la oportunidad de convertirse en sujetos activos, saltando al espacio público y adquiriendo un protagonismo relevante, transgrediendo con su actitud y sus acciones las barreras que la sociedad imponía a su género y por ello, aunque en el contexto de la guerra se aprovechó su valentía, en la paz fueron recluidas nuevamente en sus hogares o en los conventos, condenadas a morir socialmente al ser olvidadas sus acciones.La declaración de independencia patria, marca el comienzo de liberación de las ataduras patriarcales, que si bien llevaría muchos años de lucha, se consolida en el siglo XX, cuando las mujeres comienzan a “decidir por sí mismas” y a ser “dueñas de sí mismas”. Las mujeres de la independencia son tal vez las “olvidadas” de la historia, tal vez por el temor de aquellos hombres, que escribieron y contaron la historia tradicional, en reconocer que estas valientes mujeres con sus acciones, garantizaron de alguna forma que se haga efectiva independencia patria.Desde este humilde lugar, nuestro mas ferviente homenaje a las pioneras, a las “Madres de la Patria” que dieron la vida por un ideal de LIBERTAD, IGUALDAD Y JUSTICIA.

SILVANA DEL VALLE DÍAZ
COMITÉ MASÓNICO INDEPENDENCIA
GRAN ORIENTE SIMBÓLICO FEMENINO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
SAN MIGUEL DE TUCUMÁN

BIBLIOGRAFIA:-Museo Casa Histórica de la Independencia. Su pág. web http://www.museocasahistorica.org.ar/historia. _Francisca Bazán de Laguna y su casa en ocasión de la Batalla de Tucumán. Relato histórico. Autor: Ángel María García Pinto. San Miguel de Tucumán 2012. _”Me pone orgullosa que todo suceda en mi casa” Articulo extraído de la Gaceta, sábado 09 de julio de 2011, Páez de la Torre, Carlos._ Mujeres tenían que ser: “Mujeres en tiempos de revolución” (Capítulo 3). Autor: Felipe Pigna, Grupo Editorial Planeta.

1 comentario:

  1. es bueno por no decir loable que se considere a la mujer, como un arquetipo mas en nuestra independencia, no solo el hombre merece el bronce, sino estas extraordinarias heroinas, lo merecen y con creces. Gracias te doy por ser mujer,
    valerosa, valiente, y con un inmenso afan independentista.Ilumine nuestro camino por el gran oriente, donde todo nace y renace constantemente.Gracia mil, por conocer a estas bravas y honrosas mujeres, salgo de la oscuridad, para entrar por poco tiempo en la luz, y volver al seno materno de nuestra querida tierra.Chau

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