El Gran Arquitecto del Universo (GADU) en el Rito Francés
Fotografía de VG realizada en Portugal
Una reflexión que ocupa buena parte del interés y el tiempo de los masones, de algunos más que de otros, es esta cuestión del Gran Arquitecto del Universo, (GADU) y tanto mal traer tiene entre unas facciones masónicas y otras.
En este post el Hermano Jean van Win reflexiona sobre el particular de esa forma tan irónica como peculiar y que que creo que le quita hierro al asunto, a la vez que abre nuevas reflexiones.
Les dejo por tanto con las reflexiones de Jean van Win: Entonces: ¿qué es el Gran Arquitecto del Universo?
VGG
Comentarios sobre una singularidad de principios exclusiva del rito francés.
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Ese personaje ficticio es el mas grande común divisor de la francmasonería universal, una ficción que en el fondo no es mas que una vaguedad de lenguaje.
Hay francmasonerías, lo mismo que hay interpretaciones diversas y opuestas del concepto del GADU.
Símbolo para unos, Dios creador para otros, vestigio superfluo, en fin, para algunos más, que sienten en eso “ el olor del vaso vacío” tan caro a Renán.
¿Hay alguna razón para mezclar tan estrechamente las concepciones religiosas con las modalidades de ese sistema simbólico y didáctico que es la francmasonería?
En su gran mayoría, las diversas masonerías que se practican sobre el planeta, identifican al GADU con Dios; al menos eso es lo que pretenden los seguidores de las tres religiones del Libro: los judíos con Yaveh llamado a veces Jehová, los musulmanes con Alá y los cristianos con Jesús ,o en ultimo caso con el avatar cristiano de Yaveh, Dios.
Entonces cabe preguntarse ¿nuestra Orden no es como “ un imperio que sigue sus propias leyes?
La concepción dominante que prevalece en las masonerías “ egulares porque son creyentes” niegan con toda constancia tal afirmación.
La francmasonería de tipo anglosajón es “ un sistema de moral que recurre a las alegorías y a los símbolos”para propagar su enseñanza moral, esencialmente religiosa y monoteísta.
En soledad, decenas de miles de francmasones heréticos niegan ese carácter fundamental para sustituirlo por otro, esencialmente continental, francés y hasta parisino, en las albores de las Luces e inspirado por la Razón.
Las opiniones, valores y creencias son otras; los dos sistemas, a despecho de su Virtud suprema proclamada a los vientos no sería otra que la Tolerancia, no se comprenden, no se soportan, no se hablan y aún se combaten, todo en nombre de la Fraternidad de los Hombres.
Que comprenda quien pueda, dejémoslos. El divorcio entre el discurso y los actos es algo consumado. Los hombres parecen estar hechos “ a imagen de Dios” dicen algunos, lo que es poco alentador……
Volvamos a ese pobre Gran Arquitecto que es aún tolerado con reticencia por el grupo de masonerías“liberales”, es decir aquellas que reúnen miembros que no son obligatoriamente creyentes en alguna trascendencia.
Ese Gran Arquitecto, una vez máss, es indiscutido para algunos, ignorado y combatido por los demás. Con todo, ¿tendrá algún sentido para un francmasón del segundo grupo?
Un Francmasón incrédulo ¿podría soportarlo, comprenderlo, adoptarlo?
¿El GADU es necesario? superfluo?, escandaloso?
En definitiva, ¿cuál es su lugar dentro de un enfoque iniciático, suponiendo que pueda tener uno?
Y entonces, una cuestión esencial, ¿En calidad de qué se lo asocia a una andadura de buscadores que perseveran y sufren esperando encontrar una Palabra que dicen se ha perdido? Palabra de qué, perdida por quien, como, cuando y porqué?.
La apertura de los trabajos, cualquiera sea la solemnidad o la sobriedad puesta en su realización ritual, pretende ser “ una ruptura entre el mundo profano y el sagrado”.
Tales palabras ya tienen una carga de significados, y yo prefiero con mucho, aquello de “separación entre la vida social y la vida iniciática y simbólica”.
Lo profano en masonería es opuesto a lo iniciático y no a lo sagrado, que pertenecería a las religiones, y que de ninguna manera es lo de la masonería.
Existe una confusión esencial que carga con la responsabilidad de los malentendidos en el seno de la Orden tanto como de la Iglesias.
Todas las logias de todos los ritos, según entiendo, proceden a la recreación de un universo restringido, de una naturaleza diferente y secreta, observando reglas compartidas por los asistentes e instaurando un comportamiento de sustitución puramente convencional, lúdico y hasta un poco fantástico y no ocurre sin evocar el “ erase una vez” o aún “ y ahora se dirá que tú eres el rey y yo la princesa….”
Los gestos, sonidos, frases, luces, a veces perfumes, crean un marco convencional, “otro”, que presenta una reminiscencia del teatro. Pues de lo que se trata es de jugar un rol, y se sabe que hay comediantes que se contentan con ejercer su oficio, concientemente y lo mejor posible, en tanto que hay otros que pretenden haber sido “habitados”, “ poseídos” por su personaje. Es una cuestión puramente psicológica, condicionada por el temperamento y la relativa claridad de espíritu de cada uno.
Los tres golpes han sido dados, el cuadro de logia desvelado entre acólitos de la misma edad; las luces encendidas; la hora justa ha llegado; la convención está instalada según reglas inmutables y el espejo colegialmente transversal..
La realidad común nos congrega unos a otros alrededor de una idea central y compartida: construimos un Templo.
Será bajo semejante constatación, simple y convenida, que comienzan los problemas.
La alegoría del Templo a construir es una vieja idea, que ya se encuentra sobre todo en la “ Nova Atlantis” de Francis Bacon, que precede en 50 años al Misántropo de Moliére, lo mismo que en el “Summun Bonus” de Frisius, sin olvidar la “ Septimana Philosophica de Maier.
Una idea en el aire de la época, original desde todo punto. Nuestros ancestros de 1717 retomaron esa imagen para construir un paradigma moral.
¿Quiénes eran?
Esencialmente los antipapistas londinenses de reciente data, si se considera a Desaguliers cuyo padre era un inmigrante hugonote francés o Anderson, cuyo padre fue un inmigrante presbiteriano escocés.
Ellos desarrollaron un soporte didáctico “ salomónico” destinado a volver hacia Dios a quienes desearan ir asu encuentro pero por vías mas personales antes que las dogmáticas de Nicea, o las de la Iglesia católica romana, desvalorizadas desde Enrique VIII. Pero eso dentro de un marco pluralista, el de un Centro de Unión, muy lejos de un Centro de Unidad.
La redacción de su carta fundamental- una compilación de textos reglamentarios católicos de los cuatro siglos precedentes- es obra de Anderson, un genealogista entre los años 1720-1722.De inmediato, los rastros documentales católicos desaparecen. Los adeptos del nuevo método se dicen freemasons, francmasones.
Se visten y se piensan “franc-masones”. Mandil, guantes de trabajo, herramientas e instrumentos diversos, dibujando el plan de trabajo sobre el suelo de la logia que no es para nada el Templo, sino mas bien la antesala del Templo, el edificio estaba reservado a los eclesiásticos de servicio y no a los cuerpos de obreros constructores.
Los masones se reunían en la antesala donde no hay techo, entre las columnas y el portal, desde donde se divisa el sol, la luna y las estrellas….Su presidente temporario es un compañero elegido de entre los miembros llamados compañeros, que deviene en master, maestro.
Todo su universo convencional, reconstituido con minuciosidad, evoca al Arte Real de la Construcción, real porque era el de Salomón, convertido en propietario, a cargo de las Obras, después de la muerte de David; Hiram Abiff, ese hijo de un tirio y de una viuda de la tribu de Neptalí, fue el contratista, maestro de obra y los francmasones los compañeros obreros.
Desde una perspectiva tal, el organigrama lógico y completo se estableció así: los obreros para tallar y después colocar las piedras; los maestros para supervisar y presidir los trabajos; un arquitecto para la concepción y ejecución del plan.
Y en consecuencia un arquitecto para el trazado del plan. Es imposible, irreal y profundamente ilógico imaginar una construcción, aún ficticio como la nuestra, donde los planos no hubiesen sido trazados por un arquitecto.
La plancha de trazado de los maestros, utilizada diariamente en la logia, no puede sustituir en el plano a la Concepción global, a la Intención. Imaginar una construcción sin un arquitecto es un sin sentido.
Pero esto no contiene ninguna obligación de trascendencia en una concepción puramente simbólica del trabajo masónico. Si había una idea, es siempre porque existía un cerebro humano para concebirla. Y eso es todo.
Si en la obra había a la vez personal calificado ( compañeros) y personal no calificado ( aprendices) si había Contramaestres y directores de los trabajos ( maestros), si había un Propietario de la obra ( Salomón) y un Maestro contratista, (Hiram), si había un plan, había un arquitecto, o bien el edificio entero se derrumba y jugamos a otra cosa.
Los arquitectos de la antigüedad y de la edad media son conocidos; Imhotep, arquitecto egipcio salido de una larga línea de arquitectos, fu célebre al punto de haber sido deificado.
El único edificio antiguo que al parecer no tuvo arquitecto es la Torre de Babel. Se sabe la suerte que se le había reservado “por la confusión que se produjo en los trabajos”.
Se sabe bien que el Hiram Abif de la Biblia (Reyes y Crónicas) era un tirio hábil fundidor de metales. Nada mas que un artesano decorador, de cualquier forma. Un inmigrado, muy talentoso, al servicio de Salomón, pero jamás el título de arquitecto aparece en la Biblia, cuando se refiere al Templo. Como este se hubiese edificado de motu propio.
Los inventores del grado de Maestro, hacia 1725 y en Londres, según la tradición (¿) hicieron de Hiram un arquitecto, el arquitecto. Lógico pues debía de haber uno.
Si ahora se examina ese grado muy complejo, difícil de comprender para un joven Maestro y aún difícil de captarlo globalmente para un Maestro experimentado, se llega a constataciones muy curiosas, cuya interpretación seguramente no será compartida por todos , ni mucho menos.
Tomemos como guía el tercer grado del Regulateur du Maçon de 1801( ed. A lórient, comentarios de Pierre Mollier, Paris, 2004).
El ritual cubre las páginas 193 a 227. Algunas observaciones referidas a la conclusión acerca del Gran Arquitecto del Universo:
Página 201: “ El MR. hace pasar a su derecha, en tono bajo, la antigua palabra de maestro J, que debe retornar por la izquierda”.
Esto es propio y exclusivo del Rito Francés e indica claramente que la palabra no se había perdido con la muerte de Hiram, que los maestros del Rito Francés siempre la conocieron y que será inútil su búsqueda ( la palabra perdida del REAA) como se practica en los ritos originarios de la masonería llamada de los Antiguos, es decir la de Irlanda y Escocia.
- página 208-: “ sabían que Hiram visitaba los trabajos todas las noches”.
El drama es un crimen de pórtico; no se produce en el templo ( en el cual los masones nada tendrían que hacer cuando finalizaran los trabajos). La logia, según la tradición inglesa y francesa moderna, se tiene en la antesala ( Porche) pero jamás dentro del Templo mismo).
- página 207: “ vistieron mandiles y guantes de piel blanca, para testimoniar que no habían manchado sus manos con sangre inocente”.
He aquí porque los guantes no deben-no pueden!!-jamás quitarse, ni para hacer la cadena de unión bajo el pretexto de que “ el fluído debe circular” ni para prestar juramento.
Tal actitud de quitarse los guantes es nefasta, profana, puramente conformista, espiritista, desprovista de todo significado simbólico, partícipe de la Contra Iniciación según Guénon, a pesar de sus pretensiones ingenuamente sentimentales…
¿Se “percibirá mejor la fraternidad” como afirman ciertos masones aficionados ante todo a la emoción, apretando las manos desnudas y sudorosas…?
Quitarse los guantes masónicos es un habito deplorable que elimina un elemento simbólico esencial y tradicional, constitutivo del grado de Maestro masón y que lo disfraza como un hábito social, sentimental y burgués.
En el mismo espíritu de conservación de sentido, un oficial suizo de la guardia papal presta juramento al Santo Padre con las manos enguantadas. El Santo Oficio no se involucraba con el simbolismo cristiano, aún si su significado fuera otro, entiéndase bien.
-página 218: “ Salomón… hizo incrustar sobre ( la tumba) un triángulo del oro mas puro y grabar en medio del triángulo la antigua palabra de maestro, que era uno de los nombres hebreos del Gran Arquitecto del Universo”.
Comprobamos aquí porqué el GADU es indispensable en el ejercicio del Rito Francés.
El cuerpo de Hiram es inhumado en una tumba sobre la cual figura la antigua palabra del maestro, que es Jehová, nombre del GADU según una corrupción francesa clásica de Yaweh.
Jamás en el curso de una civilización pasada o presente se ha visto ni se verá una tumba que lleve un nombre que no sea el de quien se encuentre adentro.
La iconografía masónica de los siglos XVIII y XIX, aún no degenerada, olvidada, despreciada, desviada, ideologizada, etc, muestra bien que la tumba es la de Jehová, es decir la de Dios.
Entonces, ¿es Dios quien está enterrado en ella?
El psicodrama nos lo revela, pero es necesario comprender y puede que se pase cerca de su sentido o peor aún no querer comprender todo lo que implica..
En cuanto el candidato ha sido golpeado en la frente y acostado en el ataud, sustituye al maestro asesinado, a Hiram, al arquitecto del Templo.
Toma su lugar, se convierte en el otro, por un fenómeno de “ transustanciación simbólica”.
El nuevo maestro toma el lugar de aquel que dirige la obra; él ya no será dirigido, el dirigirá; Dios es muerto y el hombre es devenido en Dios.
Es en esa calidad que es elevado e investido con todos los derechos y deberes del maestro masón.
Traduciendo eso al lenguaje simbólico y masónico: el nuevo maestro deviene en Jehová, o sea el Gran Arquitecto del Universo..
El sentido real de ese rito nigromántico, de orígenes desconocidos pero que incluye numerosas analogías en el curso de una larga tradición iniciática de la humanidad, es de hacer al nuevo hombre el responsable último, el que concibe y crea su propio destino, pero también responsable de la edificación del Templo de la humanidad.
Dios a concebido al universo como arquitecto; necesita hombres para edificarlo, esos son los francmasones.
Pero aunque esos masones adquirieran la plena maestría de su arte, devendrán en arquitectos a su turno.
Dios esta muerto. Su tumba lleva su nombre. El maestro masón toma su lugar, que está vacante.
Entonces, si el GADU es Jehová; si Jehová es Hiram y si Hiram es el nuevo maestro, y cada una de esas afirmaciones está en el ritual, se puede aceptar que, en el simbolismo masónico del tercer grado francés, el GADU sea cada uno de los hermanos maestros.
Ahora, trabajar “ a la gloria del Gran Arquitecto del Universo” ¿no será honrar al “hombre nuevo”, ese que ha sustituido a los dioses a fin de construir un mundo de hombres independientes y autónomos?
La tradición francesa de los orígenes:
Las nueve luminarias de la orden se disponen en escuadra, la base al oriente y no al occidente como lo hacen los Antiguos y sus derivados.
Para pasar de la escuadra al compás hay que cruzar por sobre Hiram/ Jehová con tres pasos.
La tradición francesa requiere que para los dos primeros pasos, un solo pie sea posado sobre el suelo y el segundo mantenido en el aire, la pierna plegada en escuadra.
Esos tres pasos de maestro se agregan a los tres pasos de compañero que siguen a los tres de aprendiz.
Todo produce el número 9 que es el número del Maestro.
Solo el Rito Escocés Rectificado ha mantenido, aún en nuestros días, estrictamente esa tradición francesa de los orígenes que descansa en la multiplicación gradual por tres del número simbólico tres.
Jean van Win. Vº Orden y Noveno Grado. Suprême Commandeur du Grand Chapitre Général Mixte du Rite Français pour la Belgique et la Suisse.
http://www.ritofrances.net/2013/02/el-gran-arquitecto-del-universo-gadu-en.html
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