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martes, 1 de diciembre de 2015

¿Qué enigmas se esconden tras la figura de este personaje bíblico llamado Abraham? (1)

¿Qué enigmas se esconden tras la figura de este personaje bíblico llamado Abraham? (1)

Abraham es, para la religión judía, cristiana e islámica, el primero de los patriarcas postdiluvianos del pueblo de Israel y del pueblo árabe. Su nombre significa ‘padre de muchos pueblos‘ y, según el relato del Génesis, Dios se lo otorgó a un hombre llamado Abram, o Abrán, en el momento de establecer un convenio con él, que incluía su deseo de convertirlo en el origen de un pueblo del que sería su Dios y al que le daría la tierra de Canaán como posesión perpetua. Pero si analizamos todo lo que se explica sobre este famoso personaje bíblico, como hacemos en este artículo, comprobaremos que representa un verdadero enigma. Abraham es considerado el padre y fundador del judaísmo. Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham, tuvo doce hijos que fundaron las doce tribus de Israel. El pueblo judío se considera descendiente de Judá y Benjamín, ambos bisnietos de Abraham. De la línea de Judá descendieron los reyes David y Salomón. Judíos, cristianos y musulmanes consideran a Abraham el padre de los creyentes. La historia de Abraham es relatada en el libro del Génesis. El Evangelio de San Mateo se inicia con la genealogía de Jesús, «hijo de David, hijo de Abraham». Se enumeran sus antepasados hasta Jacob, que fue el padre de José. Según el texto bíblico, la familia de Abraham se encontraba en “Ur Kaśdim”, frecuentemente referida como “Ur de los caldeos“. Téraj era de la décima generación descendiente de Noé, a través de Sem, y sus hijos fueron Abraham, Nacor y Harán. Este último, cuyo hijo fue Lot, murió en su ciudad natal (Ur). Luego Abraham se casó con Sara, su media hermana, quien era estéril. Téraj, el padre de Abraham, con sus hijos y familias, marcharon entonces desde Ur a Canaán, asentándose en Jarán, Mesopotamia, donde Téraj murió a la asombrosa edad de 205 años. Tras la muerte de Téraj, según relata el Génesis, capítulo 12, cuando Abraham tenía 75 años, Dios le ordenó salir de su tierra e ir «al país que Yo te indicaré», donde convertiría a Abraham y sus descendientes en un gran pueblo. De manera que Abraham emigró desde Jarán, con Sarai y Lot, sus seguidores, sus rebaños, y viajaron hasta Canaán, donde, en el encinar de Siquem, el Señor le dio tierra a él y a su descendencia. Allí Abraham construyó un altar dedicado al Señor y siguió viajando hacia el sur por el desierto de Neguev.


Coincide con esta época la migración de numerosos pueblos tribales desde el sur del Cáucaso hacia el levante mediterráneo y el este europeo. Según restos arqueológicos, era habitual en esa época el modo de vida nómada, basado en la ganadería trashumante, tal como se describe la de Abraham. También son de la misma época algunas tradiciones descritas en el libro del Génesis, capítulo 15, donde se hace referencia asimismo a algunas leyes del código de Hammurabi, sexto rey de Babilonia durante el Primer imperio Babilónico, desde el año 1792 al año 1750 a. C. según la cronología media. En esa época, la Biblia relata que se desató una gran hambruna sobre la faz de la tierra. El Código de Hammurabi, creado en el año 1750 a. C. por el rey de Babilonia Hammurabi, es uno de los conjuntos de leyes más antiguos que se han encontrado y uno de los ejemplares mejor conservados de este tipo de documentos creados en la antigua Mesopotamia y, en breves términos, se basa en la aplicación de la ley del Talión. El código de leyes unifica los diferentes códigos existentes en las ciudades del imperio babilónico. Entre otras recopilaciones de leyes se encuentran el Códice de Ur-Nammu, rey de Ur (2050 a. C.), el Códice de Ešnunna(1930 a. C.) y el Códice de Lipit-Ishtar de Isín (1870 a. C.). A menudo se lo señala como el primer ejemplo del concepto jurídico de que algunas leyes son tan fundamentales que ni un rey tiene la capacidad de cambiarlas. Las leyes, escritas en piedra, eran inmutables. Este concepto pervive en la mayoría de los sistemas jurídicos modernos. Estas leyes, al igual que sucede con casi todos los códigos en la Antigüedad, son consideradas de origen divino, como representa la imagen tallada en lo alto de una estela, donde el dios Shamash, el dios de la Justicia, entrega las leyes al rey Hammurabi. De hecho, anteriormente la administración de justicia recaía en los sacerdotes, que a partir de Hammurabi pierden este poder. Por otra parte, conseguía unificar criterios, evitando la excesiva subjetividad de cada juez. Escrito en acadio, su prólogo y el epílogo están redactados en un lenguaje más cuidado y con la finalidad de glorificar al dios babilonio Marduk y, a través de él, a su rey. El rey ordenó que se pusieran copias de este Código en las plazas de cada ciudad para que todo el pueblo conociera la ley y sus castigos, para lo cual el cuerpo de la ley se expresa en lenguaje claro, del pueblo. Comienza con la partícula “si” condicional, describe la conducta delictiva y luego indica el castigo correspondiente. Una de sus leyes establece la Ley del Talión (“ojo por ojo, diente por diente“). Redactado en primera persona, relata cómo los dioses eligen a Hammurabi para que ilumine al país para asegurar el bienestar de la gente. Proclama a Marduk como dios supremo, alejando al panteón sumerio.

Según la Biblia, Abraham baja desde Neguev a Egipto. Y es aquí donde aparentemente Abraham se da cuenta de que su esposa Sara es hermosa ante los ojos de los hombres. Una vez allí los príncipes de Egipto codician a Sara. Abraham le dice a Sara que diga que es su hermana pues de lo contrario podría ser asesinado. El faraón toma a Sara y trata a Abraham muy bien por causa de ella. Se le dieron ovejas, ganados, asnos, asnas, siervos, siervas y camellos. Pero el faraón es maldecido por Dios. Entonces el faraón le reclama a Abraham por ocultarle que Sara era su esposa y ordena a sus soldados que lo devuelvan a la frontera con su mujer y todo lo suyo. Por ello Abraham, Sara y su séquito salen de Egipto. Abimelec, uno de los Jueces de los israelitas, también se siente atraído por la esposa de Abraham, Sara, e intenta casarse con ella. Como en la ocasión anterior, quienes la pretenden son maldecidos por el Señor y el gobernante termina dando a Abraham gran riqueza a cambio de que se retire. Este relato es de tradición yavista (siglo IX a. C.) y tiene cierto paralelismo con la historia de Isaac y Rebeca, que se narra en Génesis. El esquema teológico es el mismo: la astucia del personaje bíblico y la providencia de Yavé, siempre fiel a su promesa, traen la prosperidad en medio de las dificultades. En el Génesis, Melquisedec es rey de Salem y Sumo Sacerdote. En elLibro a los Hebreos, posiblemente escrito por el apóstol Pablo, se aclara y profundiza que el nuevo sacerdocio de los creyentes en Cristo dejará de ser el judío (aarónico) y será al estilo simbólico de Melquisedec. Melquisedec, rey de Salem, sacerdote de Dios Altísimo, salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, por lo que Abraham le dio los diezmos de todo. Melquisedec significa primeramente Rey de Justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de Paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Es de considerar, pues, cuán grande era éste, Melquisedec, a quien aún Abraham el patriarca dio diezmos. En el relato del libro de Génesis, Lot no aparece en el encuentro con Melquisedec. Por todo ello, Abraham refuerza su relación con Dios quien le bendice sobremanera. Melquisedec es visto por algunas versiones del cristianismo, debido al pan y al vino que dio a Abraham, como una especie de sacerdote profeta que ejecutó por primera vez el mandato del Mesías que llegaría muchos siglos después. Bajo esta tradición, Melquisedec fue el primer sacerdote cristiano.

Tras el período pasado en Egipto, Abraham, Sarai y su sobrino Lot, regresaron a Hai, en Canaán. Allí vivieron durante algún tiempo, incrementándose sus rebaños, hasta que surgió la discordia entre los pastores de Abraham y los de Lot. Abraham entonces propuso a Lot que se separaran, permitiendo a Lot que eligiera en primer lugar. Lot escogió la fértil tierra al este del río Jordán, cerca de Sodoma y Gomorra, mientras que Abraham vivió en Canaán, trasladándose al encinar de Mambré, cerca de Hebrón, donde construyó un altar al Señor. Después de esto, una fuerza invasora desde la Mesopotamia septentrional, dirigida por Codorlaomor, rey de Elam, atacó y sometió a las ciudades de la llanura, forzándolas a pagar tributo. Después de doce años, estas ciudades se rebelaron. Al año siguiente, Codorlaomor y sus aliados regresaron, derrotando a las rebeldes y tomando muchos cautivos, entre ellos Lot. Abraham reunió a sus hombres y persiguió a los invasores, derrotándolos cerca de Damasco. A su regreso se encontró con el rey de Salem, Melquisedec, quien lo bendijo. El rey de Sodoma le ofreció a Abraham el diezmo de los bienes recuperados como recompensa, pero Abraham lo rechazó, de manera que el rey de Sodoma no pudiera decir «Yo he enriquecido a Abraham». Durante esta época, Sarai, al ser estéril, ofreció a su esclava, Agar a Abraham. Agar concibió pronto. Sarai, celosa, trató a Agar duramente, forzándola a huir. Cuando estaba en el desierto, el Señor se apareció a Agar y le dijo: “Vuelve a tu señora y humíllate bajo su mano“, pero prometiéndole que su hijo también será el padre de una «muchedumbre». Su hijo se llamó Ismael, considerado el padre de los ismaelitas, beduinos nómadas. Cuando Abraham tenía noventa y nueve años de edad, el Señor se le apareció de nuevo y confirmó su pacto con él: Sarai dio a luz a un hijo que sería llamado Isaac y la casa de Abraham deberá, a partir de entonces, circuncidarse. Entonces el Señor le dice que no se llamará Abram sino Abraham y, dirigiéndose a Saraii, le dice que ya no se llamará así más, sino que su nombre será Sara. Finalmente, y en cuanto a Ismael, dice que engendrará doce príncipes, que se convertirán en una gran nación.


En el capítulo 18 del Génesis se narra que Yavé se apareció a Abraham junto al encinar de Mambré, acompañado por dos ángeles, los tres en forma humana. Acogió a estos huéspedes en su casa y en la comida uno de ellos le dijo que Sara tendría un hijo en un año. Se marcharon de ahí en dirección a Sodoma, en compañía de Abraham. Éste intercedió ante Yavé pidiendo que no destruyese a toda la ciudad por un puñado de pecadores. Así pidió que no la destruyese si encontraba primero cincuenta, luego cuarenta y cinco, después cuarenta, treinta, veinte y así hasta diez hombres justos dentro de la ciudad. En cada una de las ocasiones, Yavé le respondió que si los encontraba perdonaría a todo el lugar en consideración a ellos. Los dos ángeles fueron a Sodoma, donde los recibió Lot en su casa. Pronto se reunió una multitud alrededor de la casa de Lot, exigiéndole que les entregase a los dos hombres, de manera que pudieran abusar de ellos. Lot les ofreció a sus hijas, pero los hombres de la ciudad le siguieron presionando hasta que los ángeles los hirieron de ceguera. Por la mañana, le dijeron a Lot que huyese y que no mirase hacia atrás mientras las ciudades eran destruidas. Sin embargo, su esposa desobedeció y queda convertida en una estatua de sal. Después de estos acontecimientos, Abraham, que habitaba como forastero en Guerar, hizo un pacto con el rey Abimelec. Es entonces cuando nace Isaac, de su esposa Sara, estéril hasta avanzada edad, siendo considerado el único heredero. Isaak fue padre de Esaú y Jacob. Un rasgo recurrente de la historia de Abraham son los convenios entre él y Dios, que se reiteran y reafirman varias veces. Cuando a Abraham se le dice que abandone la ciudad de Ur Casdim, el Señor le promete «Yo haré de ti un gran pueblo». Después de separarse de Lot, Dios se aparece y promete darle, a él y su descendencia, «Toda la tierra que tú ves», y que multiplicaría su descendencia «como el polvo de la tierra». Después de la batalla en el valle de Sidim, el Señor se apareció y confirmó la promesa. Más tarde, profetizó que «tus descendientes morarán como extranjeros en una tierra extraña, en la que serán esclavos y se verán oprimidos durante cuatrocientos años». Abraham hizo un sacrificio y aceptó el convenio, por lo que Yavé declaró: «A tu descendencia doy esta tierra, desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el Éufrates; al quineo, al quineceo, al cadmoneo, al jeveo, al fereceo, a los refaim, al amorreo, al cananeo, al guerguesco y al jebuseo».

Este convenio se refiere a la descendencia de Abraham a través de su hijo Isaac. El pacto no pasaría, sin embargo, a todos los descendientes de Isaac, sino que de Isaac el convenio se transmitió sucesivamente a Jacob, José y Efraím. Mientras se profetizaba que el Mesías provendría de Judá, hijo de Jacob, en el pueblo judío, muchas naciones permanecieron con Efraím, hijo de José. Cuando Abraham tenía noventa y nueve años de edad, el Señor se le apareció de nuevo para confirmar el convenio y le dijo que cambase su nombre de Abram por el de Abraham. Ordena a Abraham, además, que circuncide a todos los varones de su casa como señal del convenio. Abraham también es conocido por el relato del sacrificio de su hijo Isaac a Dios. Algún tiempo después del nacimiento de Isaac, el Señor ordenó a Abraham que le ofreciera a su hijo en sacrificio en la región de Moriah. Según la exégesis, este relato parece justificar o enfatizar el abandono de la práctica cananea de sacrificar al primogénito. Se tiene la creencia de que Isaac era un niño cuando Dios pidió a Abraham que sacrificara a su primogénito. Esto es así, ya que la palabra usada en la Biblia para muchacho es náar, que se refiere a un muchacho en la edad de la infancia o adolescencia. El patriarca viajó durante tres días hasta que encontró el túmulo que Dios le mostró. Ordenó al siervo que esperara mientras que él e Isaac subían solos a la montaña, Isaac llevando la leña en la que sería sacrificado. A lo largo del camino, Isaac pregunta una y otra vez a Abraham dónde estaba el animal para el holocausto. Abraham respondía que el Señor proporcionaría uno. Justo cuando Abraham iba a sacrificar a su hijo, se lo impidió un ángel diciendo:”No extiendas tu mano contra el niño, ni le hagas nada; pues ahora conozco que eres temeroso de Dios” y en ese lugar le dio un carnero que sacrificó en lugar de su hijo. Así se dice, «El monte de Yavé provee». Como recompensa por su obediencia recibió la promesa de una numerosa descendencia y prosperidad. Sara murió a los ciento veintisiete años de edad y fue enterrada en la caverna de los Patriarcas, cerca de Hebrón, que Abraham había comprado a Efrón el jeteo, junto con el campo adyacente. Abraham, recordando por este hecho, probablemente, su propia ancianidad, y la consecuente incertidumbre de su vida, procuró asegurar una alianza entre Isaac y una rama femenina de su propia familia.

Su siervo, tradicionalmente identificado con Eliezer, fue enviado entonces a Mesopotamia, para encontrar entre los parientes de Abraham a una mujer para su hijo Isaac. Eliezer marchó a realizar el encargo con prudencia, y regresó con Rebeca, hija de Batuel, nieta de Najor, y, en consecuencia, sobrina-nieta de Abraham y sobrina segunda de Isaac. Muchos comentaristas bíblicos creen que Rebeca era aún una niña cuando se casó con Isaac, mientras que Isaac tenía cuarenta años. Abraham vivió bastante tiempo después de estos acontecimientos. Tras la muerte de Sara, tomó otra esposa llamada Cetura y tuvo con ella seis hijos, Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa. Abraham murió a la avanzada edad de ciento setenta y cinco años. Fue enterrado en Hebrón junto con su mujer y el resto de su familia, Sara, Isaac, Jacob, Rebeca y Lea, en lo que se conoce como Tumba de los Patriarcas (Macpela). Los restos del patriarca fueron depositados junto a aquellos de su amada Sara. Pero, ¿realmente existió Abraham? En las Crónicas de Jerahmeel, que se basan en fuentes todavía más antiguas, se afirma que Abraham era un gran astrólogo y mago. Se dice que recibió sus conocimientos directamente de los ángeles o, tal vez, extraterrestres. Para los cristianos y judíos, Abraham fue el progenitor de la humanidad. Pero, en realidad, los investigadores no han determinado siquiera su existencia, ni qué significa su nombre. Franz M. Bóhl, profesor de la Universidad de Leiden, afirma: “El nombre Abram, que sólo aparece en el Génesis 11, 26 y 17, significa «el padre sublime» o «el padre es sublime». Podemos tomar la propia palabra «patriarca» como traducción de este nombre (…). Abraham no es, probablemente, más que una variante dialectal, una ampliación del nombre más común Abram». Este comentario se escribió en 1930. Pero los investigadores posteriores llegaron a una conclusión semejante. Cinco años después del profesor Bóhl, la Revista de Literatura Bíblica comentaba sucintamente: «Abraham no fue originalmente un nombre de persona, sino el nombre de una divinidad». Los estudios sobre Abraham, que se han efectuado desde entonces, no arrojan nueva luz sobre el tema. En una publicación de la Universidad de Yale podemos leer el siguiente pasaje digno de mención: «Seguramente no estaremos nunca en condiciones de demostrar que haya existido verdaderamente Abraham».


https://oldcivilizations.wordpress.com/2015/06/25/que-enigmas-se-esconden-tras-la-figura-de-este-personaje-biblico-llamado-abraham/

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