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jueves, 3 de diciembre de 2015

¿Qué enigmas se esconden tras la figura de este personaje bíblico llamado Abraham? (3)

¿Qué enigmas se esconden tras la figura de este personaje bíblico llamado Abraham? (3)

Para los Hititas, Nannar/Sin era conocido como El, que era la cabeza de su panteón, y cuyos otros miembros prominentes eran su esposa Asherah (Ningal) y sus hijos Baal (Utu/Shamash) y Anat (Inanna/Ishtar). La palabra El también existe en hebreo dónde significa “dios”, viniendo del Acadio “ilu”. Aparece en la Biblia y en algunos de los casos, esta palabra, en una Biblia supuestamente monoteísta, realmente pudiera referirse al dios anunnaki Nannar/Sin. La historia registra que un hijo del alto sacerdote de Sin/El, en su ciudad de Harran, bajó a la península árabe para comenzar allí un culto a su dios. Y se dice que probablemente fue entonces que el nombre de El podría haberse convertido en el Dios de los musulmanes. Zecharia Sitchin ha traducido miles de tablillas de arcilla que se encuentran en distintos museos del mundo y en ellas se encuentra escrita la historia según los Sumerios, que fue la primera civilización postdiluviana conocida por la historia. En esas traducciones se habla de la creación de los seres humanos, según la cual seres extraterrestres serían los responsables del inicio y la evolución de la especie humana. mediante intervención con ingeniería genética. Estas interpretaciones hacen que la comunidad científica choque frontalmente con lo que Sitchin y otros han investigado por su cuenta, lo cual no implica que sean menos validas y veraces, sea cual sea la conclusión científica al respecto. Zecharia Sitchin, nacido en 1922 y fallecido recientemente, es un investigador y ufólogo de origen ruso. Es un autor de libros populares que promueven la teoría del antiguo astronauta y del supuesto origen extraterrestre de la humanidad. Atribuye la creación de la cultura sumeria a los Anunnaki (o Nefilim), provenientes de un hipotético planeta del Sistema Solar, llamado Nibiru. Afirma que la mitología sumeria refleja este punto de vista. Es autor de las «Crónicas de la Tierra», una serie de 12 libros en los que expone el resultado de sus investigaciones. «El 12º planeta» fue el primero de ellos. Sus traducciones e interpretaciones han provocado muy diversas reacciones. Según su interpretación, existe en el Sistema Solar un planeta llamado Nibiru que se acerca cada 3600 años, provocando cambios positivos o catástrofes en nuestro Sistema Solar. Una vez traducida una parte de las tablillas sumerias, asegura que se referían a una raza alienígena, que había creado a los humanos para que trabajaran como esclavos en sus minas de oro en África y en otros muchos lugares de la tierra. A esta raza se le llama Anunnaki. Y, según la traducción de Sitchin, los “cabeza negra” de Sumeria fueron creados por esos seres mediante ingeniería genética, mezclando genes de homínidos terrestres y de anunnaki.

Zecharia Sitchin nos explica que Anu, rey de los anunnaki en el planeta Nibiru, vino a la Tierra en una visita provocada por una emergencia debida a la necesidad de obtener oro. Cuarenta años (del planeta Nibiru) después del primer aterrizaje, los anunnaki que trabajaban en las minas de oro se amotinaron y se negaron a seguir trabajando. Y tomaron a Enlil, uno de los hijos de Anu, como rehén cuando fue allí para resolver la crisis. Milenios más tarde estos acontecimientos quedaron registrados y se los contaron a los terrestres, para que supieran cuales habían sido los orígenes. Se convocó un Consejo de Dioses y Enlil insistió en que Anu viniera a la Tierra a presidirlo. En presencia de los líderes reunidos, Enlil detalló los acontecimientos y acusó a Enki, otro de los hijos de Anu, de haber dirigido la rebelión. Pero, cuando los amotinados relataron su historia, Anu sintió simpatía por ellos, ya que eran astronautas, no mineros; y su trabajo había terminado por hacerse insoportable. Pero, ¿cómo iban a sobrevivir en Nibiru si no extraían el oro? Enki planteó crear unos trabajadores terrestres, que se hicieran cargo de los trabajos más duros. Ante la sorprendida asamblea explicó que había estado llevando a cabo experimentos con la ayuda de Ninti/Ninharsag, la médico jefe. Y añadió que en el este de África existía un hombre-simio, con el que sorprendentemente existía compatibilidad genética. Según Enki, lo que hacía falta era efectuar mejoras genéticas a este ser, dándole algunos de los genes de los anunnaki. Entonces, se convertirá en una criatura a imagen y semejanza de los anunnaki (de los “dioses”), capaz de utilizar herramientas y lo suficientemente inteligente como para obedecer e interpretar órdenes. Y así fue como se creó el LULU AMELU, el «trabajador mezclado», por medio de la manipulación genética y la fertilización del óvulo de una mujer-simio en una probeta de laboratorio. Pero los híbridos no podían procrear y las mujeres anunnaki tenían que hacer de diosas del nacimiento en cada ocasión, por lo que Enki y Ninharsag fueron perfeccionando a los híbridos hasta que lograron el modelo perfecto, y le llamaron Adam, «el de la Tierra». Con estos esclavos creados pudieron producir oro en abundancia. Los siete asentamientos se convirtieron en ciudades, y los anunnaki, que en aquel tiempo eran solo 600 en la Tierra y 300 en las estaciones orbitales, se acostumbraron a una vida cómoda.

La serie de libros Zecharia Sitchin, titulada Crónicas de la Tierra, se basa en premisas tales como que la mitología no es una extravagancia, sino la depositaria de recuerdos ancestrales; que la Biblia debe leerse literalmente como un documento histórico-científico; y que las antiguas civilizaciones, mucho más antiguas y esplendorosas de lo que suele creerse, fueron el producto del conocimiento que trajeron a la Tierra los seres extraterrestres llamados Anunnaki, es decir, «los que descendieron del Cielo a la Tierra». En el primer título de la serie, El 12° Planeta, presenta pruebas antiquísimas de la existencia de otro planeta dentro del sistema solar. Se trata del planeta natal de los Anunnaki, Nibiru. De hecho, los datos recientes procedentes de naves espaciales no pilotadas, confirman estas pruebas y ello ha impulsado a los astrónomos a buscar activamente lo que viene denominándose como «el planeta X». El segundo título de la serie, La escalera al cielo, sigue el rastro de la inacabada búsqueda de la inmortalidad del hombre hasta llegar a un aeropuerto espacial situado en la Península del Sinaí y las pirámides de Gizé, que sirvieron como balizas de aterrizaje, refutándose así la teoría según la cual las pirámides fueron obra de faraones humanos. Recientemente el testimonio de quien vio una inscripción falsa del faraón Khufu en el interior de la Gran Pirámide corrobora las conclusiones del libro. El siguiente libro, La guerra de los dioses y los hombres, narra los hechos acaecidos en tiempos más cercanos y concluye que el aeropuerto espacial del Sinaí fue destruido hace unos 4.000 años con armas equivalentes a misiles nucleares. De hecho, las fotografías de la Tierra tomadas desde el espacio demuestran claramente que en el Sinaí se produjo algún tipo de gigantesca explosión. Este artículo está basado, en gran parte, en las teorías de Zecharia Sitchin en relación a Abraham. Aunque muchas de las teorías de Sitchin puedan parecer pura fantasía, creemos que hay evidencias suficientes para tomarlas seriamente en consideración.


El año de la caída de Ur-Nammu fue el 2096 a.C. Tal vez fue el impacto de este acontecimiento el que provocó que Téraj y su familia dejaran Ur en dirección a un destino lejano, como Jarán. A lo largo de todos los años que siguieron, con el declive de Ur y el sometimiento de las provincias occidentales, incluida Canaán, por parte de Shulgi, la familia permaneció en Jarán. Después, súbitamente, el Señor actuó de nuevo: “Y Yavé le dijo a Abram: Vete de tu país y de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Y Abram partió, tal como le había dicho Yavé, y Lot se fue con él. Y Abram tenía setenta y cinco años cuando dejó Jarán“. Tampoco aquí se explica la razón para esta mudanza. Pero la pista cronológica es de lo más reveladora. Abraham tenía 75 años de edad en el 2048 a.C., curiosamente el mismo año de la caída de Shulgi. Debido a que la familia de Abraham era la continuadora directa del linaje de Sem, se ha considerado a Abraham como semita, aquél cuyo origen, herencia cultural y lengua son semitas, a diferencia de los súmenos no semitas y de los posteriores indoeuropeos. La ciudad de Mari, actualmente Tell Hariri, situada en el curso del Eufrates medio y cuna de una civilización antiquísima y siempre influida por Sumer, fue fundada a principios del tercer milenio a.C. De los archivos de esta ciudad, se han extraído hasta el momento más de 20.000 tablillas de arcilla, botín cultural incalculable que permite tratar, con más o menos propiedad, sobre el período a que éstas se remontan. Se conoce que en la época dinástica primitiva, Mari fue una importante ciudad-estado y estaba registrada como una de las dinastías reinantes en la Lista de los reyes Súmenos. Según esta lista real, tras la II Dinastía de Ur la soberanía pasó a la ciudad de Adab y, después de la caída de esta última, fue trasladada fuera del tradicional núcleo sumerio. En esta ocasión es cuando la soberanía se fijó en la ciudad de Mari y, gracias a ello, esta urbe conoció una época de gran esplendor. No obstante, en un sentido bíblico, todos los pueblos de Mesopotamia eran descendientes de Sem y, por lo tanto, tan «semitas» como «sumerios». No existe nada en la Biblia que sugiera, como algunos expertos han empezado a sostener, que Abraham y su familia fueran amoritas, es decir, semitas occidentales, que llegaron como inmigrantes a Sumer para volver después a su lugar de origen. Por el contrario: todo indica que se trataba de una familia enraizada en Sumer desde sus comienzos, una familia que, súbitamente, tuvo que desarraigarse de su país para mudarse a una tierra extraña. Las correspondencias entre los dos acontecimientos bíblicos y las fechas de dos importantes acontecimientos sumerios y de otros más por venir, nos indican una conexión directa entre todos ellos. Abraham no aparece como el hijo de unos inmigrantes extranjeros, sino como el vástago de una familia directamente implicada en los asuntos de estado sumerios.

Los expertos, en su búsqueda de quién fue Abraham, hacen referencia a la similitud entre su designación como hebreo (Ibrí) y el términoHapiru, que en Oriente Próximo se pudo transformar en Habiru. Este es el nombre con los asirios y los babilonios de los siglos XVIII y XVII a.C. se referían a las bandas de saqueadores semitas occidentales. A finales del siglo XV a.C, el jefe de una guarnición egipcia en Jerusalén pidió refuerzos a su rey para defenderse de los Hapiru. Y los expertos utilizan este hecho para decir que Abraham era un semita occidental. Sin embargo, muchos expertos piensan que este término no denota un grupo étnico, sino que piensan que Hapiru sería un sustantivo descriptivo que significara, simplemente, «invasores». La idea de que Ibri y Hapiru tengan algo que ver, entraña problemas filológicos y etimológicos. También existen grandes inconsistencias cronológicas, todo lo cual lleva a plantearse serias objeciones a la solución sugerida sobre la identidad de Abraham, en especial cuando los datos bíblicos se comparan con la connotación de banda de saqueadores que tiene el término Hapiru. Así, la Biblia habla de incidentes relativos a los pozos de agua, que demuestran que Abraham ponía mucho cuidado en evitar los conflictos con los habitantes de los sitios que atravesaba en su viaje a Canaán. Y, cuando Abraham se ve involucrado en la Guerra de los Reyes, se niega a recibir su parte del botín. Ésta no es la conducta de un bárbaro merodeador, sino la de una persona de elevadas normas de comportamiento. Al llegar a Egipto, Abraham y Sara son llevados a la corte del faraón. En Canaán, Abraham acuerda tratados con los gobernantes locales. No es ésta la imagen de un nómada que saquea las poblaciones de otros, sino que es la imagen de un personaje de elevada reputación, hábil en la negociación y en la diplomacia. A partir de estas consideraciones, Alfred Jeremías, un importante asiriólogo y profesor de historia de la religión en la Universidad de Leipzig, anunció en la edición de 1930 de su obra maestra Das Alte Testament im Lichte des Alten Orients que «en su constitución intelectual, Abraham era sumerio». Jeremías amplió esta conclusión en un estudio de 1932 titulado Der Kosmos von Sumer: «Abraham no era un semita babilónico, sino sumerio». Y sugirió que Abraham encabezó a los fieles cuya reforma buscaba elevar a la sociedad sumeria a niveles religiosos más altos.

Estas ideas resultaban peligrosas en una Alemania que estaba presenciando el auge del nazismo. Poco después de la subida al poder de Hitler, las sugerencias de Jeremías fueron fuertemente criticadas por Nikolaus Schneider en una réplica titulada War Abraham Sumerer? En ella, decía que Abraham ni era sumerio ni era hombre de ascendencia pura: «Desde la época del reinado del rey acadio Sargón en Ur, la patria de Abraham, no hubo nunca una población puramente sumeria, ni una cultura sumeria homogénea». La Segunda Guerra Mundial cortó cualquier debate sobre el tema. Lamentablemente, la línea que Jeremías propusiera ya no se ha vuelto a tomar. Sin embargo, todas las evidencias bíblicas y mesopotámicas nos dicen que Abraham fue sumerio. El Antiguo Testamento nos proporciona el modo y el momento en que Abraham se transformó, de noble sumerio, en un potentado semita occidental, tras la alianza establecida con Yavé, su Dios. En un ritual de circuncisión, su nombre sumerio AB.RAM («Amado del Padre») se cambió por el acadio/semita Abraham («Padre de una Multitud de Naciones») y el de su esposa SARAI («Princesa») se adaptó al semita Sarah o Sara. Fue entonces, a los 99 años de edad, cuando Abraham se convirtió en semita. Para descifrar el enigma de la identidad de Abraham y de su misión en Canaán, tenemos que buscar las respuestas en la historia, las costumbres y la lengua sumerias. No parece lógico que para su misión en Canaán, para el nacimiento de una nación, y para el gobierno de todas las tierras desde la frontera de Egipto hasta la frontera de Mesopotamia, el Señor eligiera a alguien al azar. La joven con la que se casó Abraham llevaba el nombre-epíteto de Princesa. Dado que era hermanastra de Abraham: «En verdad, es mi hermana, la hija de mi padre, pero no la hija de mi madre», podemos suponer que, o bien el padre de Abraham, o bien la madre de Sara, eran de ascendencia real. Del hecho de que la hija de Harán, el hermano de Abraham, llevara también un nombre real (Milkha -«Regia»), se deduce que los antepasados reales provenían del padre de Abraham. Así pues, la familia de Abraham debía pertenecer a uno de los más altos escalafones de las familias de Sumer. No sólo era una familia que podía reivindicar ser descendiente de Sem, sino que también dispondrían de registros familiares que remontarían su linaje a través de generaciones de primogénitos, como Arpakshad, Shélaj y Héber; Péleg, Reú y Serug; Najor, Téraj y Abraham. La Biblia nos cuenta que Arpakhshad procreó a Shélaj, y Shélaj procreó a Héber. Los registros históricos de la familia se remontaban en el tiempo nada menos que tres siglos.


Según la Biblia, Arfaxad (‘sanador’ o ‘liberador’, pronunciado Arpakhshad) fue uno de los cinco hijos de Sem, el hijo de Noé. Nació dos años después del diluvio, cuando su padre Sem tenía cien años. Sus hermanos fueron Elam, Asur, Lud y Aram, todos ellos epónimos de los pueblos mesopotámicos y sirios vecinos de Israel. En el texto hebreo (Masorético) se lo considera padre de Shélaj y ancestro del patriarca Abraham. La versión griega (Septuaginta) llama Cainán a su hijo y menciona a Sala como su nieto. En este sentido el evangelio de Lucas, en el Nuevo Testamento, lo menciona como ancestro de Jesús. El Libro de los Jubileos menciona a Sedequetelebab como madre del patriarca y a Rasuhaya, hija de Susan, hijo de Elam, como su esposa. Shélaj o Sala es un personaje menor del Antiguo Testamento y la Torá, aunque también es mencionado en el Nuevo Testamento. Según el Génesis y I Crónicas, es nieto de Sem, un hijo de Noé; y tuvo un hijo, Héber. De acuerdo al mismo libro, su padre fue Arpakhshad y habría muerto a la edad de 433 años, teniendo 30 cuando tuvo a su hijo. Realizando los correspondientes cálculos, el nacimiento de Shélaj habría sido 1693 años luego de la creación y 37 después del diluvio universal. Aunque hay discrepancias en las fechas mencionadas en la Septuaginta, el Tanaj samaritano y el texto masorético; que son lo suficientemente diferentes como para suponer que no se debe a errores de copiado, sino que son alteraciones intencionales de parte de los traductores de los textos. Según Lucas el Evangelista, Shélaj forma parte de la genealogía de Jesús. Si Shélaj («Espada») nació, como dice el capítulo 11 del Génesis, 258 años antes que Abraham, tuvo que nacer en 2381 a.C. Es decir, la época de los conflictos que llevaron a Sargón al trono en la nueva capital Agadé («Unida»), para simbolizar la unificación de las tierras y una nueva era. Sesenta y cuatro años después, apareció la figura de Péleg («División»), «pues en sus días la tierra se dividió». De hecho, fue la época en la que Sumer y Acad se separaron. Pero más interesante resulta el significado del nombre de Héber y la razón para habérselo puesto al primogénito en el 2351 a.C., y de la cual proviene el término bíblico Ibri («hebreo»), por el cual se identificó a Abraham y a su familia. Proviene de la raíz de una palabra que significa «cruzar». Los investigadores buscaron la conexión Habiru/Hapiru, antes ya mencionada. Esta errónea interpretación proviene de la búsqueda del significado del nombre-epíteto en Asia Occidental. Sin embargo, la respuesta se encontraría en los orígenes sumerios y en la lengua sumeria de Abraham y sus antepasados.

El sufijo bíblico «i», cuando se aplica a una persona, significa «nativo de». Ibri significaría nativo de un lugar llamado «Cruce»; y ese, precisamente, era el nombre sumerio de Nippur: NI.IB.RU -el Lugar del Cruce, el lugar donde la rejilla antediluviana se cruzaba, el Ombligo de la Tierra original. La desaparición de la n al pasar del sumerio al acadio/hebreo era algo frecuente. Al decir que Abraham era un Ibri, la Biblia simplemente quiere decir que Abraham era un Ni-ib-ri, un hombre originario de Nippur. Los expertos han interpretado el hecho de que la familia de Abraham emigrara de Ur a Jarán como que Ur era también el lugar de nacimiento de Abraham. Pero eso no lo dice la Biblia. Al contrario, cuando se le ordena a Abraham que vaya a Canaán y deje sus pasadas moradas, se hace una relación de tres cosas separadas: la casa de su padre, que estaba entonces en Jarán, su país, la ciudad-estado de Ur, y su lugar de nacimiento, que en la Biblia no se identifica. Si consideramos que Ibri identifica a un nativo de Nippur resuelve el problema del verdadero lugar de nacimiento de Abraham. Tal como indica el nombre de Héber, fue en su época, a mediados del siglo XXIV a.C., cuando se inició la conexión de la familia de Abrahan con Nippur. Pero Nippur no fue nunca una capital real. Más bien fue una ciudad consagrada, el «centro religioso» de Sumer. También fue el lugar donde se confiaron los conocimientos astronómicos a los sumos sacerdotes, y de ahí el lugar donde tuvo su origen el calendario que establece la relación entre el Sol, la Tierra y la Luna. Los expertos reconocen que los calendarios actuales derivan del calendario original de Nippur. Todas las evidencias demuestran que el calendario nippuriano tuvo sus inicios hacia el 4000 a.C., en la era de Tauro. Y aquí nos encontramos con otra confirmación de la conexión de los hebreos con Nippur. El calendario judío sigue contando los años a partir de un enigmático comienzo en el 3760 a.C. Los sabios judíos querían indicar que éste es el número de años que han pasado «desde que comenzó la cuenta de los años». Se supone que se refieren a la introducción del calendario en Nippur. Entre los ancestros de Abraham nos encontramos con una familia sacerdotal de sangre real, una familia encabezada por un sumo sacerdote nippuriano que era al único al que se le permitía entrar en la cámara más profunda del templo, para recibir allí las órdenes de la deidad y trasmitírselas al rey y al pueblo. A este respecto, el nombre del padre de Abraham, Téraj, resulta muy significativo. Los eruditos bíblicos, buscando pistas tan sólo en el entorno semita, consideran que los nombres, como los de Harán y Na-jor, son meros topónimos o nombres que personifican lugares, y sostienen que tuvo que haber ciudades con estos nombres en el centro y norte de Mesopotamia.

Téraj era un sacerdote de Oráculos, designado para escuchar las palabras de la deidad y comunicarlas a la jerarquía laica. Era ésta una función que asumiría posteriormente el Sumo Sacerdote israelita, que era el único al que se le permitía entrar al Santo de los Santos, aproximarse al Dvir («Hablador»), y «escuchar la voz [del Señor] que le habla desde fuera del revestimiento que hay sobre el Arca de la Alianza, de entre los dos Querubines». Durante el Éxodo israelita, en el Monte Sinaí, el Señor proclamó que su alianza con los descendientes de Abraham significaba que «seréis para mí un reino de sacerdotes». Era una afirmación que reflejaba el estatus de los propios ascendientes de Abraham: el sacerdocio real. Estas conclusiones están completamente de acuerdo con las prácticas sumerias según las cuales los reyes nombraban a sus hijas e hijos, y a menudo a sí mismos, para posiciones de sumo sacerdocio, con la consiguiente mezcolanza de linajes reales y sacerdotales. Las inscripciones votivas encontradas en Nippur, como las que encontraron las expediciones arqueológicas de la Universidad de Pennsylvania, confirman que los reyes de Ur tenían en mucha estima el título de «Piadoso Pastor de Nippur», y que realizaban allí funciones sacerdotales. Y el gobernador de Nippur (PA.TE.SI NI.IB.RU) era también el Principal UR.ENLIL («Principal Servidor de Enlil»). Algunos de los nombres que llevaban estos personajes reales y sacerdotales se parecían al nombre sumerio de Abraham (AB.RAM), comenzando también con el componente AB («Padre» o «Progenitor»); como ocurre con AB.BA.MU, que fue el nombre de un gobernador de Nippur durante el remado de Shulgi. No es extraño que una familia tan estrechamente relacionada con Nippur como para que se les llamase «nippurianos» (es decir, «hebreos»), sostuviera una elevada posición en Ur, pues esto concuerda con las circunstancias reales que imperaban en Sumer en aquella época. Fue en los tiempos de la III Dinastía de Ur, cuando, por vez primera en los asuntos divinos y en la historia de Sumer, se les confió a Nannar/Sin, hijo de Enlil, y al rey de Ur la administración de Nippur, combinando así las funciones religiosas y seculares. Así, pudo suceder que, cuando Ur-Nammu subió al trono de Ur, Téraj se trasladara con su familia desde Nippur a Ur, quizás para servir de enlace entre el templo de Nippur y el palacio real de Ur. Su estancia en Ur se prolongó hasta el fin del reinado de Ur-Nammu, y fue a su muerte cuando la familia de Abraham dejó Ur para ir a Jarán.


No se explica en ninguna parte qué es lo que la familia hizo en Jarán. Pero, si consideramos su linaje real y su estatus sacerdotal, debieron pertenecer a la jerarquía de Jarán. La familiaridad con la que, más tarde, trataría Abraham a algunos reyes, nos sugiere que debió tener algo que ver con las relaciones exteriores de Jarán. Y su amistad con los hititas que vivían en Canaán, famosos por su experiencia militar, puede arrojar luz sobre la cuestión de dónde adquirió Abraham la competencia militar que con tanto éxito empleó en la Guerra de los Reyes. Las tradiciones antiguas nos pintan también a Abraham como a una persona sumamente versada en astronomía. Según Flavio Josefo, Beroso se refirió a Abraham, sin nombrarlo, cuando habló del ascenso «entre los caldeos, de cierto hombre grande y justo que estaba muy versado en astronomía». Si Beroso, el historiador babilonio, se refería realmente a Abraham, la importancia de la inclusión del patriarca hebreo en las crónicas babilónicas excede con mucho la indicación de sus conocimientos en astronomía. A lo largo de los ignominiosos años del reinado de Shulgi, la familia de Téraj permaneció en Jarán. Después, a la muerte de Shulgi, llegó la orden divina de partir hacia Canaán. Téraj era ya bastante viejo, y Najor, su hijo, se quedaría con él en Jarán. El elegido para la misión era Abraham, para entonces, un hombre maduro de 75 años. Era el año 2048 a.C., y marcó el comienzo de 24 años fatídicos, que fueron los 18 años que abarcan los reinados, repletos de guerras, de los dos sucesores inmediatos de Shulgi, Amar-Sin y Shu-Sin, y los 6 años de Ibbi-Sin, el último rey de Ur. Indudablemente, es algo más que una coincidencia que la muerte de Shulgi no sólo fuera la señal de partida para Abraham, sino también del realineamiento entre los dioses de Oriente Próximo. El momento en el que Abraham, acompañado por un cuerpo militar de élite, dejó Jarán, situado a las puertas de los dominios hititas, es el mismo momento en el que el exilado dios Marduk apareció en «la tierra de Hatti». Sin embargo, la coincidencia más notable es que Marduk permaneció allí durante los 24 años fatídicos, los años que culminaron con un gran desastre. Las evidencias de los movimientos de Marduk están en una tablilla encontrada en la biblioteca de Assurbanipal, en la cual un anciano Marduk cuenta sus antiguas andanzas y su posterior retorno a Babilonia: “Oh, grandes dioses, sabed mis secretos. Mientras me ciño la cintura, me asaltan los recuerdos: Yo soy el divino Marduk, un gran dios. fui rechazado por mis pecados, a las montañas fui. En muchas tierras, he sido un vagabundo; desde donde el sol nace hasta donde se pone fui. A las alturas de la tierra de Hatti fui. En la tierra de Hatti pedí un oráculo [acerca] de mi trono y mi Señorío; Allí en medio [pregunté]: «¿Hasta cuándo?» 24 años, allí en medio, anidé“.

La aparición del dios anunnaki Marduk en Asia Menor, que implicó una inesperada alianza con Adad, fue, de este modo, la otra cara de la moneda de la apresurada salida de Abraham hacia Canaán. Por el texto, sabemos que Marduk envió, desde su nuevo lugar de exilio, emisarios y suministros, vía Jarán, a sus seguidores en Babilonia, y a sus representantes comerciales en Mari, abriéndose paso de este modo por ambas entradas, la de Nannar/Sin y la de Inanna/Ishtar. Como si se estuviera esperando una señal, con la muerte de Shulgi todo el mundo antiguo se puso en movimiento. La Casa de Nannar estaba desacreditada, y la Casa de Marduk veía aproximarse la hora de su supremacía. Aun cuando el mismo Marduk estaba todavía exiliado de Mesopotamia, su primogénito, Nabu, estaba ganando conversos para la causa de su padre. Su base de operaciones era su propio «centro de culto», Borsippa. Pero sus esfuerzos alcanzaban a todos los países, incluido el Gran Canaán. Con este trasfondo de rápidos cambios es cuando se le ordena a Abraham que vaya a Canaán. El Antiguo Testamento, aunque nada dice al respecto de la misión de Abraham, es claro en lo tocante a su destino. En su rápido traslado a Canaán, Abraham y su esposa, su sobrino Lot, y su séquito se encaminaron sin detenerse hacia el Sur. Hubo una parada en Siquem, donde el Señor le habló a Abraham: «Desde allí se fue al Monte, y acampó al este de Betel; y construyó un altar a Yavé e invocó su nombre». Betel, que significa «Casa de Dios», lugar al que Abraham volvería de nuevo, estaba en las cercanías de Jerusalén y de su santo Monte, el Monte Moria («Monte de la Dirección»), sobre cuya Roca Sagrada se situaría el Arca de la Alianza cuando Salomón construyera el Templo de Yavé en Jerusalén. Desde allí, «Abram fue aún más lejos, yendo todavía hacia el Negev». El Negev, la árida región en donde se funden Canaán y el Sinaí, era, con toda seguridad, el destino de Abraham. En varias declaraciones divinas se indica el arroyo de Egipto, actualmente llamado Wadi El-Arish, como frontera sur de los dominios de Abraham, y el oasis de Kadesh-Barnea como el puesto avanzado más meridional. ¿Qué tenía que hacer Abraham en el Negev, cuyo nombre («la Sequedad») habla de su aridez? ¿Qué sucedía en aquel lugar que requería la precipitada llegada del patriarca y su presencia allí tras un largo viaje desde Jaránl? El Monte Moria, primer punto de interés de Abraham, era importante en aquéllos días porque servía, junto con el Monte Sofim («Monte de los Observadores») y el Monte Sión («Monte de la Señal»), como emplazamiento del Centro de Control de Misiones de los anunnaki. Y el Negev era importante, simplemente, porque, según Sitchin, era la puerta de entrada al aeropuerto espacial del Sinaí.

Se dice que Abraham tenía aliados militares en la región, y que entre su séquito había varios centenares de soldados pertenecientes a un cuerpo de élite. El término bíblico de éstos -Naar- se ha traducido como «hombre joven», pero las investigaciones han demostrado que, en idioma hurrita, se designaba con esta palabra a los jinetes u hombres a caballo. De hecho, en recientes estudios de textos mesopotámicos que tratan de movimientos militares, se habla, entre los hombres de los carros y la caballería, de los LU.NAR («hombres-Nar»), que hacían las veces de una caballería ligera. Nos encontramos con un término idéntico en la Biblia. Tras el ataque del rey David sobre un campamento amalecita, los únicos que escaparon fueron «cuatrocientos Ish-Naar», literalmente «hombres-Nar», o LU.NAR «que cabalgaban camellos». Al decirnos que los soldados de Abraham eran hombres Naar, el Antiguo Testamento nos hace ver que llevaba con él un cuerpo de caballería, probablemente jinetes de camellos más que de caballos. Es posible que tomara la idea de esta fuerza de combate rápida de los hititas, en cuya frontera estaba ubicada Jarán, pues para las áridas regiones del Negev y del Sinaí resultaban más adecuados los camellos que los caballos. La imagen de Abraham se va conformando, no como un pastor nómada, sino como un comandante militar de ascendencia real, que puede que no encaje con la habitual imagen de este patriarca hebreo. Así, citando fuentes antiguas relativas a Abraham, Flavio Josefo (siglo I d.C.) dijo de él: «Abraham reinó en Damasco, donde era un extranjero, tras llegar con un ejército de las tierras que hay por encima de Babilonia», desde donde, «tras un tiempo prolongado, el Señor lo había levantado y lo había sacado del país junto con sus hombres, para llevarlo a la tierra que entonces llamaban Canaán, pero que ahora llaman Judea». La misión de Abraham era una misión militar. Y según Sitchin, el objetivo era proteger las instalaciones espaciales de los anunnaki, el Centro de Control de Misiones y el aeropuerto espacial. Tras una corta estancia en el Negev, Abraham atravesó la península del Sinaí y llegó a Egipto. Evidentemente, no eran unos vulgares nómadas, cuando a Abraham y a Sara se les llevó al palacio real. Ello debió suceder hacia el 2047 a.C., cuando los faraones que gobernaban entonces el Bajo Egipto, que no eran seguidores de Amón, «El Dios Oculto» Ra/Marduk, se enfrentaban al fuerte desafío que representaba el príncipe de Tebas, en el sur, en donde se consideraba a Amón como dios supremo.


Tan solo podemos suponer los asuntos de estado que debieron tratar el asediado faraón y Abraham, el general nippuriano. La Biblia no dice nada de esto, así como tampoco dice nada del tiempo que estuvieron allí, aunque El Libro de los Jubileos afirma que estuvieron en Egipto cinco años. Cuando llegó el momento de regresar al Negev, Abraham fue acompañado por un gran séquito de hombres del faraón: «Y Abraham se fue de Egipto, él y su mujer y Lot con él, hasta el Negev». Abraham era «rico en rebaños» de ovejas y ganado vacuno para comer y vestir, así como de asnos y camellos para sus rápidos jinetes. Una vez más, fue a Betel, a «invocar el nombre de Yavé», a la espera de instrucciones. Después, Lot y él se separaron, y Lot decidió quedarse a vivir, con sus rebaños, en la llanura del Jordán, «que era de regadío, como el Jardín del Señor, antes de que Yavé destruyera Sodoma y Gomorra». Abraham siguió hasta las montañas, instalándose en la cumbre más alta, cerca de Hebrón, desde donde podía observar en todas las direcciones; y el Señor le dijo: «Ve, recorre el país a lo largo y a lo ancho, pues a ti te lo he de dar». Y, poco después, «en los días de Amrafel, rey de Senaar», fue cuando tuvo lugar la expedición militar de la alianza oriental. Según el Génesis: «Doce años sirvieron [los reyes cananeos] a Codorlaomor, en el año décimo tercero se rebelaron; y en el décimo cuarto vinieron Codorlaomor y los reyes que estaban con él». Hace tiempo que los expertos vienen buscando confirmaciones arqueológicas de los acontecimientos de los que se habla en la Biblia, pero sus esfuerzos han sido vanos, probablemente debido a que han estado buscando a Abraham en una época equivocada. Tal como se indica el capítulo 14 del Génesis: “En los días de Amrafel, rey de Senaar, de Aryok, rey de El-lasar, de Codorlaomor, rey de Elam, y de Tidal, rey de Goyim, que estos hicieron guerra a Berá, rey de Sodoma, a Birshá, rey de Gomorra, a Sinab, rey de Admá, a Semeber, rey de Seboyim, y al rey de Belá, que es Soar“. Ya en 1875, al comparar la lectura tradicional del nombre con su deletreo en las antiguas traducciones bíblicas, François Lenormant, arqueólogo y egiptólogo, en su obra La Langue Primitive de la Chaldée, propuso que la lectura correcta debía ser «Amar-pal» en lugar de “Amrafel”. Posteriormente, D. H. Haigh, enZeitschrift für Ágyptische Sprache und Altertumskun, adoptó también la versión de «Amar-pal», afirmando que «el segundo elemento [del nombre del rey] es uno de los nombres del dios Luna [Sin]». Además declaró: «Hace tiempo que estoy convencido de que Amar-pal fue uno de los reyes de Ur». En 1916, Franz M. Bohl, en Die Kónige von Génesis 14, sugirió de nuevo, sin éxito, que aquel nombre había que leerlo como en la Septuaginta, es decir, como «Amar-pal», explicando que significaba «Visitado por el Hijo», un nombre de la realeza, en línea con otros nombres reales de Oriente Próximo, como el egipcio Tutmosis (Toth-mes -«Visitado por Toth»).

Pal, que significa «hijo», era ciertamente un sufijo habitual en los nombres reales mesopotámicos, identificando a la deidad considerada como hijo divino predilecto. Dado que en Ur se consideraba que el hijo favorito era Nannar/Sin, sería lógico pensar que Amar-Sin y Amar-palfueran, en Ur, el mismo nombre. La identificación del « Amrafel » del Génesis 14 con Amar-Sin, tercer rey de la III Dinastía de Ur, encaja a la perfección con las cronologías bíblica y sumeria. El relato bíblico de la Guerra de los Reyes sitúa el acontecimiento poco después del regreso de Abraham al Negev desde Egipto, pero antes del décimo aniversario de su llegada a Canaán, es decir, entre 2042 y 2039 a.C. El reinado deAmar-Sin/Amar-Pal fue de 2047 a 2039 a.C. Así pues, la Guerra de los Reyes debió tener lugar en la última parte de su reinado. Los anales del reinado de Amar-Sin indican que su séptimo año, 2041 a.C., fue el de su principal expedición militar a las provincias occidentales. Los datos bíblicos afirman que esto sucedió catorce años después de que los elamitas, a las órdenes de Codorlaomor, sometieran a los reyes cananeos. Y el año 2041 fue, de hecho, el décimo cuarto después de que Shulgi, tras recibir los oráculos de Nannar, lanzara una expedición militar elamita sobre Canaán (2055 a.C.). Con la sincronización de fechas y acontecimientos bíblicos y sumerios, tal como propone Sitchin, se obtiene la siguiente secuencia, que apoya lo relatado en la Biblia: 2123 a.C. Abraham nace en Nippur, hijo de Téraj; 2113 a.C. Ur-Nammu entronizado en Ur, se le da la custodia de Nippur. Téraj y su familia se trasladan a Ur; 2095 a.C. Shulgi asciende al trono tras la muerte de Ur-Nammu. Téraj y su familia se van de Ur a Jarán; 2055 a.C. Shulgi recibe los oráculos de Nannar, envía tropas elamitas a Canaán; 2048 a.C. Muerte de Shulgi, ordenada por Anu y Enlil. A Abraham, con 75 años de edad, se le ordena partir hacia Canaán; 2047 a.C. Amar-Sin («Amarpal») asciende al trono de Ur. Abraham sale del Negev hacia Egipto. 2042 a.C. «Los reyes cananeos derivan su fidelidad a «otros dioses». Abraham vuelve de Egipto con un cuerpo de élite; 2041 a.C. Amar-Sin lanza la Guerra de los Reyes.

Pero, ¿quiénes eran estos «otros dioses» que se estaban ganando la fidelidad de las ciudades cananeas? Todo parece indicar que se trataba de Marduk, intrigando desde su exilio, y su hijo Nabu, que recorría la zona oriental de Canaán buscando adeptos. Tal como indican los nombres de los lugares bíblicos, toda la tierra de Moab quedó bajo la influencia de Nabu. A esta tierra también se le conoció como Tierra de Nabu, y muchos de sus lugares recibieron su nombre en su honor. De hecho, el pico más alto conservó su denominación -Monte Nebo- durante los milenios que siguieron. Éste es el marco histórico en el cual el Antiguo Testamento encajó la invasión del Este. Pero, aún desde el punto de vista bíblico fue una guerra poco habitual. El propósito aparente, la supresión de una rebelión, parece haber sido un aspecto secundario de la guerra. El verdadero objetivo, un cruce de caminos en un oasis del desierto, nunca se alcanzó. Tomando la ruta meridional de Mesopotamia a Canaán, los invasores se encaminaron hacia el sur por Transjordania, siguiendo la Calzada del Rey, atacando los puestos avanzados de vigilancia de los puntos de cruce del Jordán: Ashterot-Carnáyim, en el norte; Cam, en el centro; y Shaveh-Quiryatáyim, en el sur. Según el relato bíblico, el verdadero objetivo de los invasores era un lugar llamado El Paran, pero no consiguieron llegar a él. Bajando por Transjordania y circundando el Mar Muerto, los invasores pasaron junto al Monte Seír y avanzaron «hacia El Paran, que está frente al desierto». Pero se vieron obligados a «virar hacia En Mishpat, que es Kadesh». Nunca llegaron a El Paran. El desierto de Parán es un lugar mencionado en la Biblia hebrea. Es uno de los lugares donde los israelitas pasaron parte de sus 40 años durante su éxodo. Y fue también el hogar de Ismael y un lugar de refugio para David. En la tradición árabe a menudo se ha equiparado con un área del Hiyaz, en torno a La Meca. De algún modo los invasores se vieron obligados a retroceder hasta En Mishpat, también conocido como Kadesh-Barnea. Sólo entonces, cuando volvían a Canaán, es cuando «el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá, el rey de Seboyim y el rey de Belá, que es Soar, les presentaron batalla en el Valle de Siddim». La batalla con estos reyes cananeos se dio, por tanto, en una fase tardía de la guerra, y no fue su primer objetivo. Hace casi un siglo, en un minucioso estudio titulado Kadesh-Barnea, Henry Clay Trumbull llegó a la conclusión de que el verdadero objetivo de los invasores era El Paran, que identificó correctamente como el oasis de Nakhl, en la llanura central del Sinaí. Pero ni él ni ningún otro ha podido explicar por qué una gran alianza iba a enviar un ejército hacia un objetivo situado a miles de kilómetros de distancia para alcanzar un aislado oasis en una inmensa y desolada llanura. Pero, ¿qué razón había para ir allí? y ¿quién les bloqueó el camino hacia Kadesh-Barnea forzando a los invasores a dar la vuelta?


Segun Sitchin, el verdadero destino de la gran alianza era el aeropuerto espacial anunnaki del Sinaí. Y el que bloqueó el camino haciaKadesh-Barnea fue Abraham. Desde la más remota antigüedad, Kadesh-Barnea fue el punto más cercano a la región del aeropuerto espacial al que no podían llegar los seres humanos sin un permiso especial. Shulgi había ido allí a rezar y a realizar ofrendas a Dios y, casi mil años antes que él, el rey sumerio Gilgamesh se detuvo allí para obtener el adecuado permiso. Era el lugar al que los sumerios llamabanBAD.GAL.DINGIR y Sargón de Acad denominaba Dur-Mah-Ilani, que aparece claramente en las inscripciones como un lugar de Tilmun, la península del Sinaí. En el lugar que la Biblia llamó Kadesh-Barnea permaneció Abraham con sus tropas de élite, impidiendo el avance de los invasores hasta el mismo aeropuerto espacial. Las insinuaciones del Antiguo Testamento se convierten en información detallada en los Textos de Codorlaomor, que aclaran que la guerra pretendía evitar el regreso de Marduk, así como frustrar los esfuerzos de Nabu por alcanzar el aeropuerto espacial. Estos textos no sólo nombran a los mismos reyes que se mencionan en la Biblia, sino que incluso repiten los detalles bíblicos del cambio de fidelidades «en el año décimo tercero». Los Textos de Codorlaomor fueron escritos por un historiador babilonio que apoyaba el deseo de Marduk de convertir a Babilonia en «el ombligo celeste de las cuatro regiones». Y para frustrar esto es por lo que los dioses que se oponían a Marduk le ordenaron a Codorlaomor que se hiciera con Babilonia y la profanara: “Los dioses a Kudur-Laghamar, rey de la tierra de Elam, ordenaron: «¡Invádeles!». Llevó a cabo aquello que para la ciudad era malo; en Babilonia, la preciosa ciudad de Marduk, se hizo con la soberanía; en Babilonia, la ciudad del rey de los dioses, Marduk, derrocó la realeza; convirtió su templo en una guarida de perros; los cuervos de sonoro graznido dejaron caer sus excrementos allí“. El saqueo de Babilonia no fue más que el comienzo. Tras las «malas acciones» que se cometieron allí, Utu/Shamash intentó enfrentarse a Nabu, que, según decía en su acusación, había subvertido la fidelidad de cierto rey a su padre, Nannar/Sin. Y esto sucedió, según los Textos de Codorlaomor, en el año décimo tercero,exactamente lo que dice el Génesis: “Ante los dioses el hijo de su padre [vino]; aquel día, Shamash, el Brillante, contra el señor de señores, Marduk [dijo]: «La fidelidad de su corazón [del rey] traicionó, en la epoca el año décimo tercero rompió las filas de mi padre; el rey dejó de atender el cuidado de su fe; todo esto lo ha provocado Nabu»“.

Los dioses reunidos, alertados por el papel que Nabu había desempeñado en la extensión de la rebelión, reunieron una coalición de reyes leales y designaron al elamita Kudur-Laghamar como comandante en jefe. La primera orden fue que «Borsippa, la fortaleza [de Nabu], con las armas sea despojada». Para llevar a cabo la orden, «Kudur-Laghamar, con malvados pensamientos contra Marduk, destruyó el santuario de Borsippa con fuego, y a sus hijos con la espada mató». Después, se ordenó la expedición militar contra los reyes rebeldes. Los textos babilónicos hacen una relación de los objetivos que tenían que ser atacados y de los nombres de los atacantes. Podemos reconocer los nombres bíblicos de Eriaku (Aryok), que fue a atacar Shebu (Beersheba) y de Tud-Ghula (Tidal), que fue a «golpear con la espada a los hijos de Gaza». Actuando según un oráculo de Ishtar, el ejército reunido por los Reyes del Este llegó a Transjordania. El primer ataque se hizo sobre una fortaleza en las tierras altas. La ruta fue la misma que se describe en la Biblia: desde las tierras altas en el norte, a través de la región de Rabat-Amón en el centro, hacia el sur, hasta las cercanías del Mar Muerto. Después, sería capturada Dur-Mah-Ilani, y las ciudades cananeas, incluidas Gaza y Beersheba, en el Negev, que serían castigadas. Pero en Dur-Mah-Ilani, según el texto babilónico, «el hijo del sacerdote, a quien los dioses en su veraz consejo habían ungido», se puso en el camino de los invasores y «evitó el saqueo». Probablemente este texto babilónico se refiere a Abraham, aquel hijo del sacerdote Téraj. Esta posibilidad se ve reforzada por el hecho de que los textos mesopotámicos y los textos bíblicos hablan del mismo acontecimiento, en la misma localidad y con el mismo resultado. Pero aún hay otra pista realmente intrigante. Se trata del hecho de que en los anales del reinado de Amar-Sin se llama al séptimo año, el crucial año de 2041 a.C., año de la expedición militar, MU NE IB.RU.UM BA.HUL, «Año [en el cual] la pastoril morada de IB.RU.UM fue atacada». Posiblemente se refiere a Abraham y su pastoril morada.También existe una posible pista pictórica de la invasión. Es una escena grabada en un sello cilindrico sumerio que se cree que representa el viaje de Etana, un antiguo rey de Kis, hasta la Puerta Alada, donde un «Águila» lo elevó a las alturas, hasta que la Tierra desapareció de su vista. Pero en el sello se ve a un héroe coronado a caballo, situado entre la Puerta Alada y dos grupos distintos. En un grupo vemos cuatro hombres armados cuyo líder, también a caballo, se mueve hacia una región cultivada de la península del Sinaí, indicada por el símbolo del creciente de Sin del cual crece trigo. El otro grupo es de cinco reyes, que van en dirección opuesta. Esta imagen contiene todos los elementos de una antigua ilustración de la Guerra de los Reyes y del papel del «Hijo del Sacerdote» en ella. El héroe, que se representa en el centro sería realmente Abraham.

Tras llevar a cabo su misión, que según Sitchin consistía en proteger el aeropuerto espacial, Abraham volvió a su base cerca de Hebrón. Estimulados por su hazaña, los reyes cananeos marcharon con sus fuerzas para interceptar al ejército del Este en retirada. Pero los invasores los vencieron y «tomaron todas las posesiones de Sodoma y Gomorra», así como a un valioso rehén: «Se llevaron a Lot, el sobrino de Abraham, que vivía en Sodoma». Al enterarse de esto, Abraham llamó a sus mejores guerreros y persiguió a los invasores, alcanzándolos cerca de Damasco, donde consiguió liberar a Lot y recuperar todo el botín. A su regreso, fue recibido como un vencedor en el Valle deShalem (Jerusalén): “Y Melquisedec, el rey de Shalem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo. Y le bendijo, diciendo: «Bendito sea Abram del Dios Altísimo, poseedor del Cielo y la Tierra; y bendito sea el Dios Altísimo que entregó a tus enemigos en tus manos.»“. Los reyes cananeos no tardaron en llegar para dar las gracias a Abraham y ofrecerle todas las posesiones recuperadas como recompensa. Pero Abraham se negó a tomar «siquiera la correa de un zapato» para sí mismo o sus guerreros. No había actuado ni por amistad con los reyes cananeos ni por enemistad con la Alianza Oriental. En la guerra entre la Casa de Nannar y la Casa de Marduk, él era neutral. Fue por «Yavé, el Dios Altísimo, poseedor del Cielo y la Tierra, que he levantado mis manos», afirmó. La fallida invasión de la Alianza Oriental no detuvo los trascendentales acontecimientos que estaban teniendo lugar en el mundo antiguo. Un año más tarde, en el 2040 a.C., Mentuhotep II, líder de los príncipes tebanos, derrotó a los faraones del norte y extendió los dominios de Tebas y de su dios hasta los límites occidentales de la península del Sinaí. Al año siguiente, Amar-Sin intentó alcanzar la península del Sinaí por mar, para terminar muriendo por una picadura venenosa. Los ataques sobre el aeropuerto espacial se frustraban, pero el peligro no había pasado; y los esfuerzos de Marduk por conseguir la supremacía se intensificaron aún más. Quince años después, Sodoma y Gomorra estallarían envueltas en llamas, cuando Ninurta y Nergal liberaron las armas del Día del Juicio Final. Este fatídico Día del Juicio Final llegó en el año vigésimo cuarto, cuando Abraham, que estaba acampado cerca de Hebrón, tenía 99 años de edad: «Y el Señor se le apareció en la arboleda de terebintos de Mambré, cuando estaba sentado a la entrada de la tienda, al calor del día. Y levantó lo ojos y miró, y vio -tres hombres estaban parados ante él; y, en cuanto los vio, corrió desde la entrada de la tienda hacia ellos, y se postró en tierra».


https://oldcivilizations.wordpress.com/2015/06/25/que-enigmas-se-esconden-tras-la-figura-de-este-personaje-biblico-llamado-abraham/

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