Los orígenes de la masonería
Álvaro Arias
Iniciación de la masonería
Los comienzos de la masonería están envueltos en una espesa niebla de misterio, muchas veces favorecida por sus propios integrantes. ¿Cómo se formó esta institución a lo largo de la historia? ¿Cuáles eran sus fines en un principio?
En la actualidad, cuando se habla de la masonería se tiende a pensar en una sociedad secreta que vela por sus propios intereses particulares, que es anticatólica y que, desde siempre, ha buscado controlar el poder político para asegurarse un margen de decisión en el curso de ciertos acontecimientos históricos, como habría sucedido en la Independencia americana o en la Revolución francesa. Pero los orígenes de dicha institución nada tienen que ver con estas ideas.
Los comienzos de la masonería son tan antiguos como confusos. Los documentos con que contamos para historiar el proceso de surgimiento de esta institución muchas veces son engañosos, hecho que habría sido favorecido por los propios masones, para dotar a la institución de cierto aire de nobleza y de misterio. Los primeros historiadores masones como George Payne o James Anderson sitúan el comienzo de la masonería en el origen mismo de los tiempos, con la creación del primer hombre, Adán, por obra del Gran Arquitecto. Huelga decir que la influencia del Pentateuco en el núcleo de creencias masónicas (deísmo, creacionismo, adanismo) es más que evidente, por lo que habría que vincular el origen de la masonería dentro del cristianismo. Este hecho intentaría ser encubierto más tarde en el siglo XVIII mediante la quema de muchos de los antiguos escritos masónicos, cuyos autores habían sido en su mayoría hombres del clero tanto regular como secular.
La independencia de la masonería respecto al poder político y religioso también hace que este grupo se le empezara a ver como una amenaza
Para entender el origen de la masonería hay que entender el significado de la propia palabra. El término masón procede de la antigua lengua germana de los francos y venía a significar“tallador” o “cortador” de piedras. La palabra aparece en torno al siglo XI, y con ella se hacía referencia a los constructores especializados en la edificación de iglesias y monasterios. Las investigaciones apuntan a que fue justo a finales de la Alta Edad Media cuando ese grupo de constructores comenzarían a organizarse en grupos o cofradías administrativa y económicamente independientes de la influencia de los señores feudales. Así pues la masonería no sería más que un gremio de arquitectos, talladores y escultores, una estructura corporativa laica dedicada a proteger los intereses de sus integrantes.
Así pues el origen de la masonería había que vincularlo al desarrollo del arte gótico y al florecimiento de las ciudades medievales. Durante los siglo XI y XII se produce en toda Europa en general un aumento de población, lo que convirtió a las ciudades en centros de múltiples actividades. Se hizo necesario la ampliación de muchas de ellas y la construcción de murallas, catedrales, palacios comunales, ayuntamientos, castillos, sedes episcopales, carreteras y puentes. Pero llevar adelante cualquiera de estas actividades requería dos cosas principalmente: mucho dinero y contratar a un grupo de hombres con saberes cualificados. Las grandes construcciones arquitectónicas siempre han estado al servicio del poder. Con ello comprobamos que la masonería estaría codo con codo con los grandes señores feudales desde el origen mismo de su historia como institución. Pero siempre habían intentado no depender enteramente de ellos, consiguiendo exenciones fiscales y ventajas económicas. Muchos de los proyectos constructivos llevados a cabo por la masonería contaron con el apoyo regio mediante donaciones y privilegios a quienes contaban con saberes que en aquella época no estaban muy difundidos.
Otro de los factores que hicieron a la masonería un gremio importante e influyente era el hecho de que sus miembros no estaban sujetos a vasallaje. No debían fidelidad a ningún señor, y no estaban sujetos a la tierra, por lo que podían constituir congregaciones itinerantes de trabajadores que se desplazaban de ciudad en ciudad según el encargo que recibieran. Por ello, muchos señores feudales y también los gremios de las ciudades procuraban garantizar condiciones favorables para estos gremios de constructores. No hay que olvidar que las grandes construcciones (los ayuntamientos, las catedrales, las murallas) constituían los símbolos del poder de cada ciudad. La clase burguesa emergente, queriendo tomar las riendas de su destino, deseaban también librarse de la tutela señorial propia del sistema feudal, y por ello se constituían en comunas urbanas. Todos querían asegurarse los servicios de estos constructores masones. El celo con que guardaban en secreto sus saberes constructivos se convirtió así en unas de las claves de su fuerza, pues se convertían en un grupo exclusivo al que había que satisfacer sus exigencias si querías contar con sus servicios.
Sus creencias, aunque en muchos puntos estén sacadas o inspiradas de la doctrina católica, son tergiversaciones de las mismas
Ese trato de favor impulsaría el propio desarrollo de la masonería como institución, haciendo de ella un grupo al que muchos querían entrar a formar parte, aumentando así su fuerza y su número de adeptos. Como ya hemos visto, los miembros de los gremios de constructores no debían muchas veces obediencia ni a señores feudales ni a la Iglesia. La independencia de la masonería respecto al poder político y religioso también hace que este grupo se le empezara a ver como una amenaza. El investigador Miguel Martín-Albo alega que el hecho de permitir el libre funcionamiento de la masonería siempre ha significado un indicio de estabilidad y de fuerza de los gobiernos, mientras que su persecución constituye una manifestación de debilidad.
En cuanto a su estructura interna, la masonería, como todo gremio medieval, contaba con una serie de rangos con que categorizaba a sus miembros: los aprendices, los compañeros y los maestros. El periodo de aprendizaje para poder entrar a formar parte de la masonería era de aproximadamente siete años, periodo durante el cual había que mostrar una serie de cualidades no solo prácticas, sino también éticas. La masonería contaba con una serie de códigos morales por las que se evaluaban a sus miembros. EnEl Libro de las Constituciones de James Anderson puede verse que el referente constante para promover las ideas de fraternidad y bondad es la Biblia, pero también están mezcladas con múltiples controversias espirituales (como el gnosticismo o el montanismo): por otro lado la influencia filosófica más marcada es la de Leibniz y su teoría de las mónadas. Ideológicamente podemos alegar que la masonería sería, a grandes rasgos una pseudo-religión monista, deísta y espiritualista. Sus creencias, aunque en muchos puntos estén sacadas o inspiradas de la doctrina católica, son tergiversaciones de las mismas, por lo que la Iglesia de Roma no verá con buenos ojos el desarrollo de la institución, que amenaza con tergiversar los verdaderos dogmas.
Por último, hay que destacar que con el paso del tiempo, esa corporación de constructores empezará a incluir dentro de sí a miembros que no son propiamente arquitectos ni que se dedican al mundo de la construcción. Serán los llamados masones libres, casi siempre hombres de profesiones liberales (juristas, médicos, científicos). Se iniciará así un proceso en el que la masonería operativa (la dedicada exclusivamente a labores de construcción) se irá transformando en una masonería especulativa, en la que sus miembros forman parte de múltiples profesiones, pero que siguen conformando un grupo compacto que busca sus propios intereses, casi siempre económicos, aunque poco a poco se irá desplazando hacia la esfera política.
http://www.ritmosxxi.com/origenes-masoneria-13874.htm
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