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sábado, 25 de julio de 2020

LA MASONERIA Y SU APORTE EN LA INDEPENDENCIA DEL PERU


LA MASONERIA Y SU APORTE EN LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ

“Mucho se ha escrito y hablado de la filiación masónica de Tomás Catari y de Túpac Catari, de los que lamentablemente no quedan constancias. Sin embargo se debe apreciar el hecho de la presencia de masones ingleses en las filas de ambos insurrectos en 1781, mencionado por varios escritores, los que llegan hasta describir una ceremonia masónica celebrada en Tiquiña por Túpac Catari.
(Del libro: “Sociedades Secretas, Políticas y Masónicas”. Autor: Martín Lazcano. Buenos Aires. Argentina).
La masonería es una Escuela de Aprendizaje, en donde preparan a sus adeptos a llevar una vida dentro de los valores morales, imparte enseñanza de las Artes liberales y les inculcan el deber de proteger al desamparado y defender al oprimido, su mensaje al mundo ha sido y será siempre, que el hombre debe vivir dentro de los parámetros de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” postulados que esperan sean también los ideales de esta humanidad que no termina de aprender de sus errores.

La masonería a través de sus hombres y de las ideas que ella divulga y protege, ha intervenido en la emancipación del nuevo mundo. Aportando con hombres imbuidos con los conceptos de Patria y Libertad, hombres con ideas modernas, cultas y progresistas que intervinieron directamente en la gesta trascendental que se desarrollo en los siglos XVIII y XIX. Las autoridades de aquella época, los persiguieron por sus ideas y acciones, tildándolos con todas las injurias conocidas, pero aún así los masones del sur y del norte siguieron su camino trazado, que los llevó hasta la victoria, y consiguieron finalmente la LIBERTAD DEL NUEVO CONTINENTE.

La masonería tuvo también entre sus adeptos a hombres que pertenecían al clero, estos sacerdotes apoyaron de forma directa a la masonería libertadora, agrupadas en las Logias Lautarinas, en las que silenciosamente planificaron su lucha. Reclamando inmediatas soluciones a los diversos problemas de su época, entendiendo cabalmente que como masones no podían callar ni cerrar sus ojos ante el sistema esclavista y depredador que se había implantado.
Lamentablemente la intervención de la Masonería en la gesta emancipadora no ha sido reconocida como debe ser, razones hay, una de ellas es que históricamente la masonería, nunca se ha vanagloriado del gran aporte que ha brindado a la humanidad, porque ella no persigue glorias, y siempre ha realizado un trabajo desinteresado y silencioso; otra de las razones podría ser, que siempre la han considerado y confundido erróneamente como una Sociedad Secreta y se ha preferido callar.
En la ciudad de Caracas se fundaron las primeras Logias de Sud América y su principal propulsor fue el visionario Francisco de Miranda. En aquella época por su intervención en el movimiento, sus reuniones se hacían en secreto, se hallaban confundidos muchas veces como clubes patrióticos. Los masones para lograr el cometido de ver su patria libre, se trasformaron en emisarios y soldados, el éxito que tuvieron a través de los años se debe fundamentalmente a que sus miembros estaban obligados a la fidelidad y al silencio, su intervención fue determinante para la Independencia peruana y la fundación de la República.
En los años de 1550 en Chile se sublevo el caudillo araucano Lautaro, quién se inmortalizó en la batalla de Peteroa en 1557, haciéndole justicia a este personaje la masonería creó en América las Logias Lautarinas, que son una derivación de las Logias de Cádiz, y que en un primer momento fueron creadas como la “Sociedad de Caballeros Racionales”, por masones que pertenecían a la Logia de Londres, y por quien fuera también su fundador el argentino Carlos de Alvear. Estas Logias Lautarinas se desarrollaron no sólo en esta parte de América sino también en México.
En 1797 en Londres el prócer venezolano Francisco de Miranda y Rodríguez, fundó la Logia “Gran Reunión Americana”, luego en Madrid la “Junta de las Ciudades y Provincias de la América Meridional”, que luego fue conocida como la “Logia Mirandina” esto en honor a su fundador, y a la que pertenecieron entre otros Simón Bolívar y sobre todo el peruano José Olavide y Jáuregui cofundador de estas logias y de gran participación en las Cortes de Cádiz.
El documento más antiguo sobre masonería conocido hasta la fecha en el Perú data del año de 1751, documento que fue emitido por la Suprema, en donde manifiesta sea alcanzado la lista de militares o políticos que se hubiesen presentado voluntariamente a confesarse como tales (masones). Las primeras noticias registradas que hay sobre los masones en el país datan del año de 1804, con la aparición de la Logia de Lima, que también fue conocida como la Logia Lautarina de Lima; en 1816 inició sus actividades la Logia Lautaro de Arequipa; en 1818 la Logia Lautarina de Trujillo; por esos años la Logia “Estrella Blanca” o “Unión Justa” en Lambayeque y en 1821 la Logia Paz y Perfecta Unión Nº 1 en Lima. Hasta el año de 1821 existieron en el Perú muy pocas Logias o muy pocas conocidas, tal vez porque querían pasar desapercibidos debido al celo español y a evitarse represalias e injustos encarcelamientos.
Pero se tiene noticias sin confirmar que fuera de Lima existieron Logias y otras que se denominaron “Club Patriótico”, como sucedió en Lambayeque y otras ciudades. De acuerdo a documentos históricos peruanos la Logia Lautaro de Lima en 1820, estuvo conformada por: José de la Riva Agüero, Juan Antonio Álvarez, José de San Martín, Hipólito Unanue, Bernardo O’Higgins, José La Mar, Faustino Sánchez Carrión, Francisco Javier Luna Pizarro, José Baquijano y Carrillo, Juan Miller, Francisco Javier Mariátegui, Bernardo Monteagudo, José Joaquín Olmedo, Toribio Rodríguez de Mendoza, Francisco de Paula Quiroz, Tomás Iriarte, Manuel Pérez de Tudela, Manuel Blanco Encalada, Mariano José Arce, Gregorio Tagle y Matías Vásquez de Acuña. La participación de la masonería en el movimiento independista data desde el año de 1742 , fecha en la que apoyaron la sublevación de Juan Santos Atahualpa en el Gran Pajonal; a partir del año 1780 los masones estuvieron a la cabeza de los siguientes movimientos; en la ciudad de Cusco, con José Gabriel Condorcanqui o Túpac Amaru II; el levantamiento de Oruro en el año 1781, sus cabecillas Tomás Catari y Túpac Catari; en el año de 1805 en la ciudad de Cusco con Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde; en el año de 1811 en la ciudad de Tacna, el levantamiento de Francisco de Zela; en el año de 1812 en la ciudad de Lima, la conspiración del masón José Baquijano y Carrillo; en ese mismo año se dieron los movimientos de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes, cuyos caudillos fueron Juan José Crespo y Castillo, Domingo Berrospi y Juan Antonio Navarro; en el año de 1813 en las ciudades de Arequipa Tacna y Tarapacá con la insurrección de Juan Francisco Paillardelle y Pedro José Calderón de la Barca; en el año de 1814 en la ciudades de Cuzco y Arequipa, de los hermanos Angulo Torres, Mariano Melgar y Matías Pumacahua; en el año de 1818 en el Callao, de José Gómez, Nicolás Alcázar y Casimiro Espejo; en el año de 1819 en la ciudad de Lima, de José de la Riva Agüero, Mateo y Remigio Silva; En principio la actividad masónica que se desarrollaba en diversas ciudades del país fue de espionaje, luego fue de adoctrinamiento, finalmente cuando San Martín llegó a Huaura fue la de engrosar las filas del ejército, proveerlos de animales, carretas, alimentos y pertrechos. En Arequipa sus principales miembros eran: José Corbacho y Abril, Fernando López Aldana, Mariano Melgar, Manuel Arce, los curas Córdova y Zenteno Párrocos de Salamanca y Cailloma; en Trujillo Luís José de Orbegoso, José Tagle y Portocarrero, José María Monzón, Inca Yupanqui y Jacinto Rebaza; en Lambayeque: Juan Manuel Iturregui, Pascual Saco Oliveros, Juan del Carmen Casos y Antonio López y Vidaurre.
El final de la lucha por la emancipación no terminó con la proclamación de la Independencia, había aún mucho camino por recorrer y muchas batallas que pelear, lo que iniciaron los masones José de San Martín, Bernardo O’Higgins y muchos peruanos, lo terminaron los masones José de la Riva Agüero, Simón Bolívar y José Antonio de Sucre, varios de estos preclaros hombres estuvieron en el grupo de los conocidos como fundadores de la República, y que por su trabajo y dedicación la historia los reconocería como los “Padres de la patria”. Es necesario recordar entre otros a tres grandes lambayecanos, a los que la patria les debe el haber sido protagonistas del movimiento independentista en el Perú:
* Juan Manuel Iturregui y Aguilarte que fue el ideólogo y propulsor del movimiento libertador, por la actividad comercial que desempeñaba, viajaba tanto a Lima como a diferentes países de América, allí conoció gente importante que compartían sus ideas de ver una patria libre, comprometiéndose a preparar la venida del ejército libertador. Luego de finalizado el proceso emancipador, fue nombrado Secretario Plenipotenciario en España en el año 1845, Embajador en Londres en el año 1846, Prefecto del departamento de La Libertad, elegido Senador de la República, alcanzó el grado de general de división en el ejército peruano. En uno de sus viajes fue Iniciado como Masón, no se ha llegado a establecer en qué país, en qué año y en qué Logia tuvo lugar su ceremonia de incorporación. Existe documentación que confirma que era un Masón regular de la Logia “Gran Obediencia del Oriente Nacional Colombiano”, con sede en Caracas. Primer Venerable Maestro de la Logia “White Star” o “Unión Justa” de su ciudad natal. Alcanzó el Grado 33º, en mérito a su destacada labor y el Estado lo nombró por su meritoria actuación en los momentos de la Independencia, “Precursor de la República”, un grupo de masones trujillanos solicito el día 18 de diciembre de 1969 a la Gran logia del Perú el permiso para levantar columnas a la Respetable Logia Simbólica “Juan Manuel Iturregui y Aguilarte”, la misma que fue autorizada a trabajar con el Nº 94
Pascual Saco Oliveros, secundo a Iturregui en la lucha que se emprendió, tuvo una destacada actuación antes y después del 27 de diciembre de 1820, fecha en que Lambayeque proclamó su Independencia, 48 años de su vida la dedico al servicio del país en el ejército, alcanzó el grado de Coronel. Fue un masón destacado, llegó a ocupar el cargo de Diputado Gran Maestro en 1864, Teniente Comendador del Supremo Consejo del Grado 33º en 1868, en mérito a su participación tanto en la vida militar como en la Masónica, un grupo de masones solicitaron en el año de 1967 a la Gran Logia del Perú, la respectiva autorización para abrir una Logia con el nombre de este Prócer de la República, lo cual fue aceptado, autorizándose el funcionamiento en la ciudad de Lambayeque de la Respetable Logia Simbólica “Pascual Saco Oliveros” Nº 67 *
José Rivadeneyra y Tejada, lambayecano que fue encargado por los patriotas argentinos a gestionar ante la Corte española el cambio de Gobierno español en las colonias americanas. Se afilió a la “Sociedad Lautaro” de Cádiz y lo nombraron tesorero de la causa masónica de la “Libertad de América”, se le entrego un capital al que le añadió otro de su propio peculio para poder comprar armas y enviarlas al nuevo continente. Fue detenido por sus actividades y acusado de subversivo, sentenciado por el Consejo de Guerra de Cádiz a prisión perpetua a cumplirla en el Castillo de la Carraca, en esta prisión también purgaba igual condena el precursor Masón Francisco de Miranda. Trasladado luego de 4 años al Castillo de Las Canaletas de Barcelona, cuando el pueblo logra que se de la Constitución Liberal de 1820 en esta ciudad, una de las primeras acciones que se realizaron fue la excarcelación de los prisioneros políticos, Rivadeneyra fue liberado. De regreso al Perú contribuyó con los dos libertadores a sentar las bases de una nueva nación, alcanzó el grado de general de división en nuestro ejército.
El apoyo que la Masonería brinda a la humanidad no ha terminado, por que aún hay tiranos en el mundo que combatir con las armas de la verdad y la justicia, todavía hay desvalidos que proteger y darles socorro; existirá siempre porque aún está librando la gran batalla de ayudar al hombre a LIBERARSE de sus vicios y de sus defectos.
Eric R. Mendoza Samillán

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