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lunes, 13 de octubre de 2014

"Jack el Destripador"

"Jack el Destripador"

Sin lugar a dudas, “Jack el Destripador”, es el asesino serial por excelencia. Las floridas exhibiciones del mentado“Jack” en Whitechapel, Londres, durante la segunda mitad de 1888, marcaron la historia criminal para siempre.

El misterio en torno a la identidad del asesino, abrumó y fascinó al mundo de la criminología, creándose en torno al caso un verdadero culto a la investigación de uno de los personajes más tenebrosos de la historia del crimen. Hoy en día, se manejan varias hipótesis sobre quién fue realmente el destripador; pero la interrogante continúa.


En la empobrecida y peligrosa zona londinense del 1800, se podía esperar cualquier cosa. El crimen era algo que ocurría todos los días y sólo bastaba salir a la calle para comprobarlo en carne propia. Quizá no alcanzaba a ser como los feroces degolladeros en la Europa del siglo XVII; pero era indudable que el peligro, tanto para hombres como para mujeres, existía en la vuelta de la esquina. Las estrechas y nauseabundas calles de Whitechapel, cobijaban a toda clase de criminales y menesterosos enfermos. El nivel de vida era infrahumano y muchos no pasaban de los siete años de edad, antes de morir de alguna infección. En el caso de las prostitutas, la mayoría no tenía hogar y debía pernoctar en lugares de mala muerte e incluso la calle, en donde debían lidiar con el hambre, el frío y las enfermedades. De hecho, la autopsia realizada a la segunda víctima del destripador, dejó al descubierto a una mujer que, además de desnutrida, sufría de una enfermedad crónica en las membranas de los pulmones y el cerebro, sumado a una posible sífilis. Por otro lado, Catherine Eddowes (otra de las víctimas) fue registrada en el lugar del crimen, y se encontraron entre sus ropas un pequeño cuchillo despuntado, un pedazo de franela con alfileres en donde guardaba sus uñas postizas y dos pequeñas cajitas, en donde estaban almacenados el té y el azúcar.

El Scotland Yard fue reorganizado en 1829, asumiendo el control de las calles del Reino Unido y manteniendo el orden. La policía inglesa era considerada una de las más eficaces de Europa; pero la aparición de un astuto y escurridizo asesino, pondría en tela de juicio dicho título. Los destripamientos que aquejaron a Whitechapel en 1888, dieron vida a una leyenda que trascendió en la historia y se convirtió en uno de los mayores misterios de la criminología. La aparición de “Jack el Destripador” y sus bullados crímenes, lo catapultaron como el primer asesino serial de la época moderna.


El 31 de Agosto de 1888, a las 3:40 de la madrugada, es descubierto en plena calle el cuerpo de la prostituta Mary Ann“Polly” Nichols, de 43 años. La mujer presentaba múltiples cortes realizados con, al menos, dos tipos de cuchillos o instrumentos quirúrgicos. Muchas mujeres y hombres podían morir acuchillados en aquellas solitarias calles; pero este crimen iba mucho más allá. A la mujer la habían destripado con mucha dedicación. Su cuerpo estaba abierto en canal y las entrañas estaban esparcidas por el suelo, además de mostrar un profundo corte en la garganta que le había cercenado la traquea, el esófago y la médula. Se le había visto caminando por las calles aledañas, borracha como era de costumbre, y acompañada de un hombre desconocido una hora antes del hallazgo. El Scotland Yard no supo dar una explicación ante tal ensañamiento.
 
Los detalles de los crímenes, fueron seguidos a través de diarios y pasquines independientes, los cuales trataban de narrar, con lujo de detalles, cada asesinato cometido por este sádico homicida.

El 8 de Septiembre aparecería una nueva víctima. Annie Chapman, de 47 años, había sido degollada y cuidadosamente destripada. Esta vez el asesino había dejado una pista, y esta era un delantal de cuero bañado en sangre, el cual habría utilizado para no ensuciarse en su labor. Curiosamente, ambos asesinatos habían sido realizados en lugares públicos, cercanos entre sí y de madrugada, relativamente concurridos por la actividad nocturna de la zona. Quizá, el asesino había actuado oculto entre la niebla para no ser visto y realizar sus osados crímenes, sin embargo no se explicaba que las víctimas no gritaran ante la presencia de un extraño o ante el salvaje ataque realizado con cuchillos, así que se supuso que antes de ser destripadas, las mujeres pudieron haber sido estranguladas. De hecho, en ambos casos, las víctimas mostraban marcas de dedos en el cuello y cara, lo cual indicaba que el homicida les tapaba la boca y les apretaba el cuello antes o durante la degollación que precedía a la carnicería, degollación que habría sido realizada de derecha a izquierda, tomándolas por la espalda, lo que indicaría que el asesino era zurdo.


Había algo de ritualismo en cada escena del crimen. El asesino, además de destripar, gustaba de dejar a las mujeres con las piernas bien abiertas, como demostrando que podría haberlas violado de así quererlo; pero que no lo había hecho. Acostumbraba dejar objetos pertenecientes a sus víctimas, como monedas, prendas, anillos, píldoras e incluso partes de los cuerpos esparcidos en la escena del crimen.

Luego de estos crímenes, el Scotland Yard comenzó a recibir una serie de cartas, supuestamente enviadas por el asesino, en donde se burlaba de la policía y prometía volver a matar. Cuando las primeras cartas llegaron a manos la policía, estos decidieron hacer copias y publicarlas en los periódicos con la esperanza de que alguien reconociera la letra. Lejos de conseguir un resultado positivo, el terror se esparció por todo Londres. Los escabrosos detalles se empezaron a filtrar a la prensa y de inmediato se dio la voz de alarma: Un sanguinario asesino rondaba las calles.


El pueblo comenzó a hablar sobre aquellos asesinatos con espanto. Nunca habían experimentado un temor así. No entendían qué motivos movían al criminal; pero la prensa trataba de analizar lo que estaba sucediendo. El Timesmanifestó que el Scotland Yard estaba llevando por mal camino sus investigaciones, aclarando que: “se están enfrentado a un asesino que no posee las características habituales, que no actúa por celos, venganza, ni robo, sino por motivos no tan idóneos como muchos de los que deshonran nuestra sociedad”. La gente no podía creer que el asesino se tomara el tiempo de destripar a sus víctimas y extraer partes de los cuerpos con pericia de cirujano; pero que no les robara un solo céntimo. No tenía lógica.

Una de las cartas publicadas, aparecía firmada con el nombre de “Jack el Destripador”, apodo que reemplazaría por completo al primer alias con el cual lo habían bautizado, “Leather Apron” (Delantal de Cuero), haciendo referencia al delantal ensangrentado encontrado en la escena del segundo crimen.


Se comenzó a difundir la información forense y del Scotland Yard, la cual perfilaba al destripador como un hombre con conocimientos en anatomía, quizás con oficio de carnicero o incluso de cirujano. La precisión de los cortes y destripamientos denotaban experticia en la mutilación de órganos y las vivisecciones no correspondían al actuar de un simple loco. También se supuso que el asesino era zurdo por la orientación de los cortes. Todos los carniceros y cirujanos de Whitchapel, pasaron a ser sospechosos.

El día 30 de Septiembre, un tercer hallazgo conmocionó a la opinión pública. El asesino realmente quería hacerse notar. El cuerpo de Elizabeth Stride estaba tendido en el suelo y la cabeza prácticamente cercenada. Mientras la policía llegaba al lugar e interrogaba a varios curiosos que ya estaban en la escena del crimen, es descubierto otro cadáver destripado y cruelmente mutilado a unas cuantas calles de distancia. El mensaje del homicida estaba claro. No terminaría con la carnicería, pues lo estaba disfrutando.


Catherine Eddows fue ferozmente destripada, abierta en canal y le había sido extirpado un riñón, además de mostrar numerosas puñaladas en el rostro. El Scotland Yard estaba a la deriva, con un asesino suelto en el East End y sin ningún sospechoso. El panorama no era el más alentador.


La búsqueda del asesino continuaba, mientras la noticia se masificaba y llegaba al continente Americano. En Estados Unidos, los crímenes de “Jack el Destripador” despertaron un particular interés pues, en parte, se justificaba la presencia de “asesinos degenerados como esos” en países tan derruidos por la criminalidad y la pobreza como la Inglaterra del 1888. Curiosamente, es en ese mismo año cuando se atraparía a uno de los peores asesinos seriales de la historia de Norteamérica. Su nombre: Herbert Webster Mudget, alias, Dr. H.H. Holmes. Dicho acontecimiento, acallaría algunas burlas del pueblo Norteamericano para con el Reino Unido, pues se dieron cuenta de que no estaban libres del inminente fenómeno ante el cual estaban siendo testigos.

El 16 de Octubre de 1888, una carta escrita con tinta roja llegó al Scotland Yard, dirigida a George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel, con el siguiente mensaje:

“Desde el infierno:
Señor Lusk, le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con el que se extrajo, si espera usted un poco.
Firmado: Atrápeme cuando pueda, señor Lusk.”


Junto a esta carta, “Jack” había enviado en una caja la mitad del riñón de su última víctima conservado en alcohol, y según los especialistas, ésta habría sido la única carta que el verdadero asesino habría enviado al Scotland Yard. Las más de cien cartas recibidas por las autoridades y firmadas por “Jack The Ripper”, mostraban distintas caligrafías, distintos colores de tinta e incluso algunas estaban escritas con sangre y claras de huevo. Cientos de personas comenzaron a seguir los crímenes de “Jack” por algo más que el mero morbo. Esas personas se estaban sintiendo identificados con el destripador.

Otra de las cartas que causó más conmoción, es la conocida como "Dear boss", dirigida al jefe de policía, y en la cual el asesino firmaría e inmortalizaría el apodo de "Jack el Destripador"

"Querido Jefe, desde hace días no dejo de oír que la policía me ha atrapado, pero en realidad todavía no me han pillado. En mi próximo trabajo le cortaré la oreja a la dama y se la enviaré a la policía para divertirme. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo de gritar. Mi cuchillo está tan bien afilado que quiero ponerme manos a la obra ahora mismo. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito [...] Buena suerte.
Atentamente, Jack el Destripador"

Es así como comenzó a tejerse uno de los más grandes misterios de la criminología. La gente exigía que se atrapase al sádico asesino; pero las pesquisas fueron inútiles, y la policía sólo podía esperar a que “Jack” cometiera algún error. Pero el 9 de Noviembre de 1888, volvería a atacar sin dejar rastros.



Mary Jane Nelly, de 25 años, había sido vista por última vez acompañada de un hombre de estatura media, bien vestido y de bigote. Lo que encontraría la policía horas después, sería el último y más horroroso crimen de “Jack el Destripador”. Mary Jane Nelly, había sido asesinada en una modesta habitación, algo que no coincidía con las características de los otros ataques; pero que le dio tiempo, al asesino, para perpetrar un crimen aun más espantoso que los anteriores. Las vísceras de Mary Jane, colgaban sobre la cama, sus órganos internos estaban esparcidos y la sangre estaba salpicada hasta el techo. Le había arrancado las orejas, la nariz y un seno, los cuales estaban depositados sobre una mesa. El asesino colocó la nariz sobre el seno y a los costados ambas orejas, formando un grotesco símil de un rostro humano.


Las diversas versiones afirman que habría dos o tres víctimas de “Jack” no reconocidas por los estudiosos; pero estos las descartan, pues no habrían sido asesinadas bajo el mismo modus operandi. Martha Tabram y Emma Smith se enlistaban como víctimas del destripador; pero lo cierto es que si bien fueron apuñaladas hasta el cansancio, no presentaban extracción de órganos. Recordemos que las mutilaciones eran el factor distintivo de los crímenes del destripador.


Tan de improviso como comenzaron a aparecer los mutilados cuerpos de las prostitutas en el East End, los asesinatos cesaron de la noche a la mañana, sin dejar rastros del homicida. Todas las investigaciones del Scotland Yard quedaron en nada y las tesis sobre quién podía ser el asesino, ya no sólo eran lanzadas por los especialistas; sino que el pueblo también tenía a sus propios sospechosos. Habían cosas que parecían claras, y una de ellas era que el asesino era de clase acomodada. Esta conclusión se sacó debido a que a ninguno de los cuerpos encontrados se les robó el dinero que llevaban encima y que además, en varias de las escenas del crimen, se encontraron uvas en el piso, fruto sumamente costoso por aquellos años. También pasaron a ser sospechosos tanto médicos como carniceros, debido a la precisión quirúrgica del asesino. Pero no es hasta varios años después, cuando las teorías conspirativas empiezan a tomar forma y a implicar a los monarcas de Inglaterra, pues dentro de los sospechosos se incluía a su médico de cabecera, el doctor William Withey Gull, al Duque de Clarence e incluso se involucra a masones, los cuales estarían detrás de la ola de crímenes.


El mismísimo escritor Sir Arthur Conan Doyle (creador del célebre detective ficticio, Sherlock Holmes), se presentó ante el Scotland Yard, con la esperanza de poder ayudar en las investigaciones. Su afán por los puzzles policíacos, lo llevó a intentar dilucidar alguna pista que los llevara al asesino. Si bien no logró ningún avance real, advirtió encarecidamente al Scotland Yard que cuidaran la evidencia, sobre todo la de la carta y la caja con el riñón enviada por el asesino, pues en ellas se veían muchas huellas dactilares y fibras mezcladas con sangre. Quizás con la tecnología necesaria y un banco de datos de huellas dactilares, el caso habría quedado resuelto; pero el Scotland Yard no estaba preparado para enfrentar a tan escurridizo personaje.

Una de las últimas teorías sobre Jack el Destripador, apunta a la posibilidad de que el famoso asesino, fuese un policía llamado James Maybrick; sin embargo también se asegura que fue un cirujano de nacionalidad argentina, y que habría seguido matando en Uruguay a, por lo menos, una veintena de prostitutas. Como si fuera poco, en 1981, en México, se registró un asesinato con características muy similares a los cometidos en Whitechapel, en donde un desconocido entró en la habitación de una mujer, la descuartizó y escribió en una pared: “Para la venta de carne fresca” Para muchos era, sin duda, el sentido del humor de Jack.

Retrato robot (realizado a mediados del año 2000 y basado en supuestas descripciones) de cómo habría sido "Jack el Destripador"

Hasta el día de hoy, el caso de Jack el Destripador, es visto casi como una leyenda. Los textos antiguos y la prensa, se han encargado de darle un rostro y caricaturizarlo. Han inventado hipótesis sobre sus motivos para matar. Se ha dicho que sus crímenes estarían motivados por una enfermedad venérea que habría contraído en una relación sexual con una prostituta, por lo que les guardaría un gran rencor. Eso explicaría que no las violara pues, quizás, su enfermedad estaría en un grado avanzado y no estaría en condiciones de realizar un coito. Esta aseveración se ve reforzada con la suposición de que su extraña “desaparición” sería debido a su propia muerte, la que habría sido causada por dicha enfermedad.

El mito del hombre alto y corpulento, de chaqueta larga y gorro de copa, empuñando un gran cuchillo se nos viene fácilmente a la cabeza. “Jack” se convirtió en la imagen viva del asesino serial moderno, quizá demasiado sobrevalorado y estereotipado; pero sin lugar a dudas marcó el comienzo de una nueva era, y eso lo entendió todo el mundo. Una era en donde el hombre podía, efectivamente, matar por placer.

http://grotesqueandarabesque.blogspot.com/2012_12_01_archive.html

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