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viernes, 17 de octubre de 2014

El Secreto Masónico

El Secreto Masónico

Como organización iniciática y esotérica, la masonería es portadora de un secreto que constituye la esencia de su mensaje y su misma razón de ser. Este se transmite, a su vez, por medio de cauces secretos, velados para el profano y que ningún masón puede desvelar, obligado por juramento. Es el "secreto masónico " del que tanto se ha hablado, aunque no con gran rigor.

Pero este "secreto" es algo común en cualquier vía espiritual de carácter esotérico y en toda disciplina iniciática de realización, desde el Pitagorismo a los misterios egipcios, del Sufismo al Shivaísmo, del Taoísmo al Zen.

Al igual que ocurre siempre con una verdad de carácter iniciático, se trata de algo que es secreto por su propia naturaleza. Porque es en sí mismo incomunicable por cauces ordinarios o profanos. Es una verdad que hace referencia a la más profunda realidad del hombre y la mujer y a su transformación interior, que hay que descubrir por propia experiencia y que no puede expresarse ni transmitirse por los medios verbales y conceptuales comunes. - A esta verdad oculta sólo pueden tener acceso por quienes hayan sido debidamente iniciados, y después hayan recorrido el largo camino que se abre ante ellos. Para descubrir ese secreto es necesario vivirlo, o “vivenciarlo” como se dice en el argot masónico esotérico , practicar con asiduidad y perseverancia el arte de vida o Arte Real en qué consiste la vida iniciática.

Por eso, como subraya Christian Jacq. "los libros que anuncian grandes revelaciones sobre los secretos masónicos no pueden ser más que imposturas, ya que el Conocimiento último de las verdades de la Orden se alcanzan en el interior de la logia y no puede ser comprendida sin ser vivida personalmente".

Christian Jacq.

El secreto masónico no implica la intención de ocultar nada que sea vergonzoso o inconfesable; por ejemplo, una finalidad conspiratoria, criminal o infamante. No se trata tampoco de una idea o acción que se haya decidido ocultar de manera más o menos arbitraria a la mirada del público, por un afán de segregarse del resto de la sociedad o por una manía de secretismo. Otra cosa es que, en determinados momentos de su historia, habiendo degenerado en organización política y subversiva, alguna rama del tronco masónico haya utilizado el secreto, entendido como eficaz arma, para lograr sus fines, fines la mayoría de las veces contrarios a los postulados de la Orden Masónica.

La Masonería y Los Misterios Egipcios

Los misterios egipcios constituyen uno de los fundamentos remotos del Arte Regio de la Franc-masonería. Son muchos los elementos conceptuales, rituales y simbólicos de la Orden de la Acacia en los que se trasluce el vínculo con la grandiosa civilización del Nilo y su elevada espiritualidad solar. Figura en primer lugar la esfinge, símbolo del secreto y por tanto de la esencia del esoterismo masónico. Junto a ella destaca la figura del triángulo, que tanta importancia cobra en la simbología masónica y que, entre otras cosas, viene a ser la representación esquemática de la pirámide egipcia, imagen del espíritu humano que se proyecta hacia lo alto para tocar con su vértice superior la luz del Sol, representación de la luz divina, la luz de la verdad. A esto hay que añadir que la perfección de la obra maestra en pos de la cual ha de trabajar el masón está representada por la "piedra cúbica" coronada por la "piedra piramidal".

Otro símbolo masónico de raíces egípcias es el Ojo que todo lo ve, representado frecuentemente dentro del triángulo. Este ojo, símbolo de la providencia divina y también del "ojo del conocimiento" u "ojo de la mente" que se abre gracias la iniciación, aparece ya en las estelas del antiguo Egipto, asociados al dios Horus, encarnación del poder creador y victorioso de la luz, cuya visión disciplina los males y reintegra los miembros dispersos de los muertos.

Capital importancia tiene dentro de la espiritualidad masónica la figura de Isis, la diosa egipcia que ocupaba el lugar central de los cultos mistéricos del antiguo Egipto, Isis, la Madre divina, viuda tras la muerte de su esposo, el dios Osiris, cuyos restos mortales busca sin cesar para devolvernos a la vida, es la Viuda a que alude el título de "Hijos de la Viuda" que a sí mismo se dan los masones. La incansable búsqueda de Isis es el modelo que ha de imitar el buen masón en su búsqueda sin cesar de la palabra perdida. Isis misma es considerada como la encarnación de esa palabra perdida, la cual, como dice Christian Jacq, es al mismo tiempo madre y viuda: "siempre madre puesto que engendra nuevos iniciados, y siempre viuda porque permanece eternamente Una y no será jamás detentada por un hombre". En su Lexicon of Freemasonry, Albert Mackey afirma que Egipto fue la cuna de la geometría y del arte regio de la construcción.

Lo que es tanto como decir que es la cuna de la masonería en su doble vertiente especulativa y operativa. De Egipto derivan, según Mackey, las ciencias y los misterios del antiguo mundo pagano, descansando la sabiduría egipcia en esa fusión de geometría y albañilería operativa que hizo posibles las grandiosas construcciones que son las pirámides y los templos egipcios; dicha fusión de la ciencia y el arte se continuaría posteriormente en la tradición masónica. Es tal la importancia de la herencia egipcia para la masonería, que en su seno han surgido algunos ritos que pretenden extraer su inspiración y contenido del antiguo Egipto.

Dejando a un lado el intento poco serio y un tanto fantasioso de la "masonería egipcia" inventada por Cagliostro, hay que destacar los Ritos o variantes de la disciplina masónica que, aun cuando sean también de origen algo dudoso, han permutado hasta nuestros días. Se trata del Rito de Misraím y el Rito de Memphis, constituidos en Francia a principios del siglo XIX, tras la expedición de Napoleón a Egipto, en la que participaron varios científicos masones. Según los fundadores del primero, la tradición masónica tendría su origen en Misraím, uno de los primeros reyes de Egipto, quien habría recibido la sabiduría masónica directamente de Dios. Por lo que se refiere al Rito de Memphis, su fundador, Marconis de Négre, sostenía que los templarios, antepasados directos de la masonería, habían recibido su doctrina esotérica de una hermandad oriental fundada por "un sabio egipcio de nombre Ormus sacerdote de Memphis, convertido al cristianismo por San Marcos".

Marconis de Négre

Ambos ritos egipcios se fusionarían en 1908 para dar vida al llamado Rito de Memphis - Misraím, el cual cuenta en la actualidad con ramificaciones en varios continentes.

Vicente Alcoseri.

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