Algunos autores suponen que la orden, en la remota etapa operativa, tuvo su origen en los misterios del antiguo Egipto, basándose para ello en la similitud que se podría
encontrar entre algunos símbolos, ceremonias y alegorías tradicionales de la masonería con las prácticas formales de los sacerdotes de aquella civilización.
Los misterios religiosos del antiguo Egipto se introdujeron a otros países experimentando algunas variaciones con el tiempo. Entre las sectas que vinieron posteriormente y que conservaron alguna similitud con los egipcios, se destacaría la de los "esenios"; una comunidad en la cual se ha creído reconocer un antecedente ancestral de la masonería, ya que vivían reunidos en congregaciones, dedicados a actividades constructivas y –según se cree– ellos también se habrían organizado en clases identificadas con signos y símbolos particulares para reconocerse entre sí, según el nivel de cada grupo.
Si alguien deseaba ser admitido en la cofradía, no se le recibía sino hasta cuando cumpliera tres años de pruebas. Entonces debía jurar ser un hombre justo con sus semejantes, buscar la verdad, amarla, defenderla y estar dispuesto incluso a perder la vida antes de revelar algún secreto de la sociedad. Luego de estos juramentos se entregaban al neófito un martillo y un mandil blanco y se le consideraba como miembro de la asociación.
Otros estudiosos creen encontrar el origen de la Orden Masónica en la antigua Roma, particularmente hacia el año 715 (a.C.), tiempo en el cual reinaba Numa Pompilio, quien
hizo dividir a la población productiva en corporaciones o colegios, destacándose entre ellos el colegio de los constructores, que abarcaba todas las artes y oficios correspondientes a la arquitectura civil y religiosa.
La organización de estas corporaciones estaba presidida por un Maestro, existiendo también otros cargos simbólicos, lo que pudiera asemejarse a una logia masónica. Después del trabajo del día, se reunían para tratar asuntos de su especialidad o para incorporar algún nuevo hermano a su cofradía. También ellos empleaban simbólicamente los útiles y herramientas de su profesión, como es de suponer: martillos, cinceles, escuadras y otras herramientas.
Más tarde, cuando Roma paseó sus legiones victoriosas por Europa, los colegios de constructores desempeñaron la misión de dirigir las fortificaciones militares y de paso
aprovechaban de propagar sus doctrinas en la búsqueda de nuevos iniciados. En el año 43 (a.C.) se establecieron en la Gran Bretaña, donde, para detener la invasión de los pictos (primeros habitantes de Escocia), construyeron campos atrincherados que con el tiempo se transformaron en verdaderas ciudades; así nació, entre otras, la ciudad de Eboracum más tarde denominada York, la cual ha tenido especial importancia en la evolución de las francmasonerías.
Por otra parte, y aunque la invasión de los bárbaros fue devastadora en la Península Itálica, algunas de las corporaciones lograron sobrevivir y pasar a la zona oriental para establecerse en Grecia, Egipto y Siria, en tanto que otras se desplazaron hacia el norte, instalándose en Galia y Gran Bretaña. Estas últimas, refugiadas en conventos y monasterios, evolucionaron como escuelas de arquitectos y constructores, siendo la cantera de donde van a surgir, en los siglos VI y VII, célebres maestros tales como Agustín, un monje benedictino, quien posteriormente pasó a ser el primer arzobispo de Canterbury. Otros fueron: san Eloy, obispo de Noyón; Dalma, obispo de Rodez; san Ferol en Limoges, etc.
También salieron de aquellos claustros algunos arquitectos laicos bajo cuya dirección se edificarían más tarde numerosos monumentos en Francia e Inglaterra. Estas asociaciones de constructores se hicieron célebres en Lombardía durante el siglo VII, especialmente en la ciudad de Como. Los maestros de esta ciudad fueron tan reputados que
el título de Magistri Comacine pasó a ser el nombre genérico de los arquitectos que la dirigían.
Luego, bajo la protección del emperador Carlo Magno, estas organizaciones se extendieron por Francia y otros países, conformando nuevas sociedades o bien recogiendo los restos de las antiguas.En la Edad Media existieron numerosas corporaciones de obreros constructores que recorrían toda Europa y que, al parecer, ya usaban el nombre de "masones", que quiere decir
"albañiles", "constructores" o "picapedreros". Estas corporaciones –que albergaban en su seno a artistas y sabios– fueron un gran elemento de civilización. El cristianismo encontró en ellas verdadero apoyo y protección. Los masones de aquel entonces gozaron de amplia protección por parte de los soberanos temporales e incluso de los papas. A ellos, en mérito a su conocimiento y contribución, se les eximía del cumplimiento de algunos reglamentos pero, por sobre todo, se les eximía del pago de los tributos en la localidad donde se establecían para edificar. Estas franquicias e inmunidades originaron la denominación de "masones libres" o "francmasones".
Tanto Batissier en su Arte monumental, como Boisserré en la Historia de la catedral de Colonia y Ramée en su Historia general de la arquitectura, coinciden en atribuir a la francmasonería de la Edad Media la construcción de los grandes monumentos de la época. Estos investigadores dan bastantes noticias sobre los masones que construyeron la célebre catedral de Strasburgo por el año 1280. Los trabajos los dirigía el Maestro Hervin Steimbach. Se agrupaban en Aprendices, Compañeros y Maestros; se reunían en un local llamado "hütte" que quiere decir "choza", "taller" o "logia".
Llevaban siempre consigo los útiles de su trabajo, en torno a los cuales habían establecido una especie de culto simbólico. Los principales eran la escuadra, el compás y el nivel. Se iniciaban en la sociedad con un ceremonial secreto y se reconocían y defendían con palabras denominadas "notzeichen", signos de alerta o señales de peligro. La corporación de Strasburgo adquirió tal celebridad, que las logias de Suavia, Hesse, Baviera, Franconia, Sajonia, Turingia y demás países situados a lo largo del Mosela, reconocieron
su superioridad, colocándose bajo su dependencia, motivo por el cual esta tomó el nombre de Haupt-Hüte, es decir, Gran Logia.
También la catedral de Berna se construyó en el primer cuarto del siglo XV, dirigida por la Gran Logia de Strasburgo, destacándose en la construcción de los trabajos el maestro Matías Heinz.
En Inglaterra se puede presumir la existencia de la masonería a partir del siglo X; cuando las logias llegaron desde Francia. Los primeros reglamentos se habrían aprobado en el año 906, en una asamblea celebrada en York con la presencia del hijo del rey, a quien se le dio el título de Gran Maestro.
Desde entonces, se constituyó un gobierno regular con asiento en dicha ciudad y gozando de la protección de la nobleza. Durante la segunda mitad del siglo XII, la masonería británica pasó a depender de la Orden del Temple y, después, de la Orden de Malta, lo que produjo una especie de sincretismo de símbolos, emblemas y rituales.
http://www.granlogia.cl/112-masoner%C3%ADa-operativa.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario