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sábado, 27 de junio de 2015

Estudios místicos (25 de 31) – Estudio del alma (6 de 8) – Naturaleza y sede del Alma

Estudios místicos (25 de 31) – Estudio del alma (6 de 8) – Naturaleza y sede del Alma

Y si [el hombre] tuviera conocimiento de su propia alma, de sus nobles facultades, de su unión con el cuerpo, de su naturaleza y de su fin […] adoraría su Dios, que es grande y bueno
Willian Penn [Nota 1]

Sede almaUna vez establecida la existencia del Alma y cómo es posible experimentarla desde el punto de vista del místico, se nos plantea el siguiente interrogante. ¿Cuál es su naturaleza y dónde reside en el cuerpo?
Al hablar de la materia y el espíritu [Nota 2] vimos que todo en el Universo vibra y dijimos que el Alma no es más que una energía vibratoria. También vimos que las energías poseen polaridades de modo que cuanto más espiritual es la energía más alta es la frecuencia vibratoria y más positiva su polaridad. En aquel momento vimos que la Fuerza Vital era de polaridad positiva respeto al Espíritu y negativa respeto al Alma.
De todo lo dicho deducimos que  el Alma es una energía Cósmica vibratoria cuya esencia posee una frecuencia tan extremadamente alta que es inmedible por medio de los aparatos electrónicos de la ciencia. Además, esta energía posee una vibración que no es posible alterar, lo cual es contrario a los postulados de la física que afirma que la frecuencia se ve alterada cuando se interactúa con otra frecuencia. Pero los místicos siguen a decir que la frecuencia del Alma, la energía del Alma, es inmutable y nada exterior le afecta.
Si lo analizamos bien, esto en nada contradice a la ciencia. La ciencia y más concretamente la física se encarga de estudiar la materia y el Alma es energía puramente espiritual, no contiene ni un solo átomo material, por lo tanto no puede estar sometida de modo alguno a influjos de tipo material. Este punto es, además, de gran importancia porque destruye el mito de la corrupción del Alma. Sólo el cuerpo físico material puede verse afectado por los excesos materiales; el Alma, nuestra naturaleza espiritual, no puede verse afectada porque nada material puede actuar sobre lo inmaterial.
Sin embargo, lo que hagamos si influye sobre nuestra evolución ya que ésta ha de ser entendida como el conocimiento adquirido por nuestra consciencia y ni por el estado propiamente dicho del Alma. Para entendernos, suponga que como el Alma, nuestro cuerpo material fuera perfecto, en tal caso su evolución se habría reducido simplemente al aumento de los conocimientos del ser humano en todas sus ramas: medicina, astronomía, geología… y nada afectaría al cuerpo en sí mismo. Este es el caso del Alma, así evoluciona desde el punto de vista espiritual.

Establecida su naturaleza, usted debería ser quien de deducir donde reside, el lugar donde aloja en el cuerpo humano. Algunos teólogos y religiones la sitúan en la cabeza y la aureola de los Santos sería su iconografía. Para otros se aloja en el corazón porque este es el órgano de la vida y su iconografía son las figuras de Santos en las cuales el corazón se representa como un Sol radiante. Para otros reside en la sangre y por eso la sangre es sagrada…
Son muchas las religiones y filosofías que buscan  y afirman un lugar concreto del cuerpo para el Alma: la glándula pituitaria, el Timo, el plexo solar…confundiendo el Alma con los “órganos” o puntos que permiten experimentarla y/o interactuar con nuestra parte espiritual. Es lo mismo que decir que el hombre reside en el cerebro, en el corazón  o en los pulmones. ¡Ridículo! ¿Verdad?
Del mismo modo que el hombre no es una de sus partes, el Alma no reside en una de sus partes. El Alma es una energía vibratoria y por lo tanto se encuentra presente en todo nuestro ser y vibra en todas y cada una de nuestras células. Es cierto que los denominados centros psíquicos poseen un vínculo “más directo” con la energía del Alma pero ni son su sede ni su generación [Nota 3]. El Alma es como el aire que rodea nuestro cuerpo, lo engloba en su conjunto, vive en cada una de sus células.
Ya que el Alma engloba, por así decirlo, todo el cuerpo; estamos en condiciones de afirmar que el hombre posee tres cuerpos: físico, psíquico y espiritual (Alma); siendo el cuerpo psíquico el intermediario necesario entre los otros dos. Ahora bien, no pensemos que en el Alma como un cuerpo con cabeza, tronco y extremidades. El Alma es energía, es una esencia sutil que impregna todo nuestro ser y, como tal energía, no posee forma definida sino que adopta la del cuerpo que impregna. Es lógico, si pensamos en la vida extraterreste, y nada impide pensar que allá fuera exista otro tipo de vida, sus cuerpos físicos serán diferentes al nuestro al estar  adaptados al planeta en el cual vivan, por lo tanto, la forma de su Alma deberá adaptarse a dicho cuerpo. Nada más lógico ¿verdad?

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Para finalizar y como curiosidad histórica decir que los antiguos egipcios simbolizaban los tres cuerpos en el momento de la muerte. El faraón momificado era colocado en un sarcófago, este introducido en un segundo y este en un tercero. Los materiales eran cada vez más puros y el primer sarcófago solía ser de plomo y el último, el exterior, de gran lujo y con apliques de oro indicando el paso desde lo más material (el plomo) a lo más espiritual (el oro). Son destacables los sarcófagos antropomorfos elaborados en piedra, oro, plata o madera policromada. Es célebre el de Tutankamon [Nota 4] (Tut-anj-Amón), faraón de la dinastía XVIII, descubierto por Howard Carter en el Valle de los Reyes, frente a Tebas. Estaba elaborado en cuarcita y albergaba los  tres ataúdes en su interior. La momia portaba una máscara funeraria de oro y piedras preciosas.

Próxima entrega:  Estudios místicos (26 de 31) – Estudio del Alma (7 de 8)  –  Ciclos de la vida y el Alma (1 de2)

Notas
[1] William Penn (14 de octubre de 1644 – 30 de julio de 1718) fue cuáquero prominente, filósofo inglés y empresario de bienes raíces. Penn fundó la Provincia de Pensilvania, una colonia inglesa norteamericana y futura Mancomunidad de Pensilvania. Allí inició un proyecto social conocido como el “Santo Experimento”, en el que se promovieron las igualdades sociales, los derechos individuales y el pacifismo. La colonia posteriormente se convirtió en los estados de Pensilvania y Delaware; y sus principios democráticos sirvieron como una fuente importante en la inspiración de la constitución estadounidense y la tradición norteamericana.
[3] La analogía de la electricidad puede ayudar a entender este punto. La electricidad no es el enchufe o el motor, o los cables por donde circula, en eses lugares se hace visible, asequible a nosotros si la tocamos. Pero la electricidad no es eso, es una energía que se encuentra en toda la red en su conjunto.
[4] Tut-anj-Amón, conocido como Tutankamón fue un faraón perteneciente a la dinastía XVIII de Egipto, que reinó de 1336 a 1327 a. C. Su nombre original, Tut-anj-Atón, significa «imagen viva de Atón», mientras que Tut-anj-Amón significa «imagen viva de Amón». Es posible que Tutankamón fuese descendiente de Akenaton, aunque no todos aprueban esta teoría. Si bien formalmente se define que la Dinastía XVIII finaliza con el reinado de Horemheb, se puede afirmar con un alto grado de certeza que el joven Tutankamón fue el último faraón de sangre real de la dinastía. Ascendió al trono después del periodo de Amarna y devolvió a los sacerdotes de Amón la influencia y el poder que habían poseído antes de la revolución religiosa y política de Akenatón.
http://iluminando.org/2015/06/27/estudios-misticos-25-de-31-estudio-del-alma-6-de-8-naturaleza-y-sede-del-alma/

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