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jueves, 16 de agosto de 2018

MITO DE LA CREACIÓN BABILONIO

MITO DE LA CREACIÓN BABILONIO

Los mitos de la creación que habitualmente se mencionan como babilonios tienen su origen en un periodo muy anterior al de las grandes civilizaciones de Asur o Babilonia, las cuales los desarrollaron y perpetuaron. En un sentido arqueológico o histórico, estos mitos se encuentran entre los más antiguos documentos escritos de los mitos de la creación de cuantos se conocen en el mundo, pero no debemos dar por sentado que sean necesariamente originales o fuentes de mitos registrados en una fecha histórica posterior. Sin embargo, los mitos asirio-babilónicos nos ayudan a darnos cuenta de que los principales temas de la mitología de la creación se remontan muchos miles de años en el tiempo en el caso de determinadas culturas o civilizaciones. Dicho en pocas palabras, los orígenes de estos mitos se remontan por lo menos a las civilizaciones sumeria y acadia, que nacieron en las fértiles orillas inferiores de los ríos Tigris y Eufrates, en fechas tan tempranas como el año 3000 a. C., posiblemente incluso antes.

El mito de la creación de los babilonios, quienes lo desarrollaron a partir de los súmerios y de los acadios para dar lugar a una de las mayores civilizaciones que se hayan conocido, se conserva en siete tablillas inscritas, las cuales, junto con otros textos, dieron excavadas de la biblioteca de Asurbanipal, en Nínive. Las tablillas datan de alrededor del año 1000 a. C., y entra dentro de lo posible que tengan su fundamento en fuentes anteriores, casi con seguridad inscripciones o tradiciones orales más antiguas. 

LA CREACIÓN A PARTIR DE LAS AGUAS 

Son dos los elementos o principios de agua primarios descritos en el mito de la creación babilónico: Tiamat, o agua salada y amarga, y Apsu, o agua dulce. De la mezcla de estas dos fuentes primarias polarizadas surgió Mummu, las olas tumultuosas, del que procede la creación de los otros seres. 

Apsu era, más específicamente un abismo acuoso que rodeaba la tierra primaria, descrita a su vez como un disco con altas montañas en su perímetro. Las montañas servían de soporte a los cielos, mientras ellas se apoyaban a su vez en las aguas de Apsu. Todas las fuentes que llegaban hasta la superficie de la tierra procedían de Apsu, que tenía una connotación de un principio masculino. Pero en este primer estadio el abismo que rellenaba Apsu no contenía tierra alguna. 

Tiamat era un principio femenino, y estaba comprendido dentro de los mares primarios, que eran salados. Se interpretaba a Tiamat como un caótico poder procreador, a menudo hostil a las funciones organizativas de los dioses y diosas posteriores. El concepto de Mummu, las olas tumultuosas, es el resultado de la interacción de dos fuerzas polarizadas, lo cual no difiere de algunas teorías de la física moderna, según las cuales las olas o resonancias de energía interactúan para formar el universo. 

A medida que la mitología avanza desde las fuerzas primarias hacia entidades cada vez más detalladas, encontramos el nacimiento de dos serpientes, Lakhmu y Lakhamu, que a su vez generan a Anshar y Kishar. Estos últimos eran poderes masculino y femenino, que representaban a los primeros mundos celestial y terrenal, o superior e inferior, formas éstas más tempranas del cielo estrellado y de la tierra del planeta creado. De Anshar y Kishar nacieron dos órdenes de seres espirituales, los Igigi, o dioses del firmamento, y los Anunnaki, o dioses del mundo subterráneo, que también habitaban en la tierra. De esa manera, el patrón polarizado, que comenzó en el abismo cósmico con las aguas de Apsu y Tiamat, quedaba directamente reflejado en la división, o mejor aún, en la polarización complementaría, de los dioses que están sobre la tierra y los que están debajo de la tierra. 

Los dioses recién creados eran tan enérgicos que pertubaron el descanso primordial de Apsu, quien, junto con Tiamat, proyectó su destrucción. El gran dios Ea, sin embargo, se percató de dicho plan a través de su percepción de cuanto iba a suceder. Empleando una poderosa magia atrapó a Apsu y a Mummu, ganándose así el odio de Tiamat. El desarrollo posterior de los mitos comprende el creciente conflicto entre los órdenes de deidades, con Tiamat generando criaturas monstruosas y poniéndose en pie de guerra para luchar contra los dioses del orden y del patrón. 

El climax de este complejo conflicto fue la batalla entablada entre Bel-Marduk, quien se convirtió en gobernante de los dioses, y Tiamat. 

Bel-Marduk responde a una de las formas más tempranas de una gran deidad solar... su imagen se filtró a través de la historia y puede encontrarse en las de San Miguel y San Jorge de la mitología cristiana, a miles de años de distancia de Babilonia. El héroe briilaníe que mata al dragón forma parte de la fase solar del mito o cosmología de la creación. Después de que Marduk matara a Tiamat, el cuerpo de ésta fue desmembrado para formar los constituyentes de un nuevo orden mundial, en el cual estaba incluida la creación de la humanidad. 

Las armas de Marduk eran elementales: un carro de tormenta, un huracán, el relámpago y un arco con flechas, así como una red. La épica de la creación describe cómo Marduk capturó a Tiamat en su red y soltó al terrible huracán sobre su rostro: 

Abrió su boca, Tiamat, para tragarle. 

Él maniobró al huracán de manera que ella no pudiera cerrar sus labios. 

El terrible viento llenó su estómago. 

Su corazón quedó embargado. 

Tuvo que mantener la boca abierta. 

Él disparó su flecha y perforó su estómago. 

Hendió sus entrañas, su corazón desgarró. 

La dejó impotente, destruyó su vida. 

Dejó caer su cuerpo y se encaramó triunfante sobre él. 

(De La épica de la creación, tablilla IV, versículos 96-104. Texto adaptado de varias traducciones). 

El descuartizamiento de Tiamat, como el de Ymir en el mito nórdico de la creación, permitió la construcción de un nuevo mundo. Con la mitad de sus cuerpos hicieron los cielos o firmamento, mientras que con la otra mitad se hizo la tierra. Marduk creó seres humanos para que adorasen a los dioses y llevaran alegría a sus corazones; después de crear la humanidad creó los ríos del mundo, las plantas y los animales. Cabe señalar aquí que los mitos de la creación sitúan a menudo la aparición de la humanidad antes de la de las plantas y animales, lo cual es contrario al concepto materialista de la evolución. La enseñanza esotérica, que se encuentra en la tradición espiritual de Oriente y de Occidente, consiste en que la humanidad fue una forma muy temprana de creación, hecha a la imagen de la divinidad, y que la raza humana atravesó a su vez varias fases de involución creciente hasta alcanzar su condición actual en el mundo físico. Esto está reflejado en el mito bíblico del Jardín del Edén, según el cual la humanidad fue creada como un modelo de perfección, pero "cayó", o fue propulsada hada un mundo y un cuerpo cada vez más físicos.

Marduk adoptó rasgos de los dioses primarios, y en él quedaron vinculados los poderes de su padre Ea, y del dios primario Bel. La palabra raíz Bel, que significa brillante o resplandeciente, fue durante miles de años un poderoso nombre de dios, y puede encontrarse en muchos contextos y lenguas que hablan de una deidad solar o de un fuego. Marduk era conocido como: 

La luz del padre que lo engendró. 

Renovador de los dioses. 

Señor de encantamiento puro, que hace que los muertos

vivan otra vez,

Él, que conoce los corazones de los dioses, 

Guardián de la Justicia y de la ley. 

Creador de todas las cosas. 

De entre todos los señores el primero. 

Gobernante de Reyes. 

Pastor de Dioses. 

En este punto, la mitología de la creación se abre a los relatos de los dioses de los siete planetas, del Mundo Subterráneo, de los héroes y de la historia de la humanidad. Aunque hemos tipificado a Marduk como un dios que incorpora atributos solares, también existía una tríada importante, formada por la Luna, el Sol y Venus. Esta tríada comenzó con el dios Luna Sin, que es el padre de la gran diosa Tshtar, o Venus, y de Shamash, el Sol. Parece posible que esta tríada represente una mitología muy antigua, a la que más tarde fue incorporado Marduk. Las ramificaciones históricas y sociopolíticas de la mitología y del culto no están, como ya se ha dicho con anterioridad, directamente implicadas en el mito de la creación, ya que son desdoblamientos y desarrollos posteriores dentro de una escala temporal mítica. Incluso cuando se han hecho serios intentos por cambiar el mito de la creación por una religión potente, como el ejemplo egipcio de Akhenaton, quien desarrolló un culto solar de carácter personal contrario a la corriente de los grandes mitos y religiones, o el de la corrupción judeocristiana de los mitos de la creación más tempranos, siempre permanece algo de los fundamentos de la mitología original.

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