LA FRANCMASONERÍA EN ESPAÑA DURANTE EL REINADO DE FERNANDO VII
La represión de la masonería en el reinado de Fernando VII es en realidad común a la sufrida por los afrancesados y liberales, tildados en muchas ocasiones de forma indiscriminada de masones. Durante la reacción fernandina el masonismo se identifica con el liberalismo. No deja de ser llamativo el hecho --señalado por José Antonio Ferrer Benimeli-- de que «si bien las noticias directas de la masonería no son muy abundantes durante el reinado de Fernando VII, no se puede decir lo mismo de las indirectas, proporcionadas tanto por la policía como por la Inquisición al servicio del rey Fernando VII». Noticias indirectas, completamente confusas, en las que destaca por encima de todo la voluntad de represión de cuantas personas o grupos participaron con fines más o menos reformadores o liberales en la revolución española. Decir «Francmasón», tal como se advierten en la publicística antimasónica de la época, es sinónimo de maldad, personificada por una sociedad o «especie de cofradía de hombres de todas naciones y lenguas reunidos con el 'santo' fin de destruir todo gobierno y toda religión», y a la que, por consiguiente, había que extirpar (Diccionario razonado manual).
Fernando VII
Con la muerte de Fernando VII en 1833 parece ser que aflojó algún tanto la persecución de la masonería, sin que ésta dejara de ser, sin embargo, una sociedad secreta, y por lo tanto, oficialmente prohibida. En este sentido, el 26 de abril de 1834, la Reina Gobernadora, dio en Aranjuez un Real Decreto amnistiando a los masones y facultándoles el acceso a los cargos públicos, condenando, sin embargo, a quienes siguieran perteneciendo a sectas secretas después de esa fecha. A partir de este momento la masonería en España, entra en franca decadencia.
De hecho, tras esta aparente amnistía, se siguió una política de persecución y prohibición que hizo muy difícil la vida masónica en España. Razón por la que la única tentativa que se conoce de reorganización de la masonería española se hizo desde el extranjero, a partir de 1838, cuando Pedro de Lázaro y Martín, simbólico Padilla, funda en Lisboa un Grande Oriente Nacional de España, del que se conocen al menos tres logias de su dependencia, en Granada, Barcelona y Bilbao, así como un intento de abrir otra en Vitoria.
A partir de este momento empieza un período confuso sobre el que ni siquiera las propias historias masónicas se ponen de acuerdo y sobre el que existe muy poca documentación, si bien hay constancia de la existencia de una serie de logias, especialmente en Barcelona, Cádiz y Gijón. La mayor parte de ellas dependían de obediencias masónicas extranjeras, como las logias San Juan de España y La Sagesse, de Barcelona, y Los Amigos de la Naturaleza y la Humanidad de Gijón auspiciadas por el Grande Oriente de Francia; La Verdadera Iniciación, de Barcelona, por el Grande Oriente de Uruguay; El Faro del Progreso de Barcelona, por el Grande Oriente Lusitano; y la Moralidad y Filantropía de Cádiz, por la Gran Logia Unida de Inglaterra.
De estas se hizo la más famosa la San Juan de España, de Gracia (Barcelona), pues fue denunciada a la policía siendo sorprendida el 18 de abril de 1853. Todos sus miembros fueron presos y posteriormente juzgados. Considerando que la logia de Gracia era una Sociedad Secreta no autorizada por las leyes españolas, fueron condenados, el Venerable de la logia a siete años de prisión mayor, y los once restantes a cuatro años de igual prisión. Todos los condenados serían indultados algún tiempo después por la reina Isabel II.
http://www.masoneriamurcia.org/index.php/masoneria/masoneria-en-espana
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