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viernes, 7 de noviembre de 2014

La reencarnación

La reencarnación


 

Al hablar de la muerte en la entrega anterior dijimos que el miedo a ella se debía sobre todo al desconocimiento de lo que significa y a lo que sucede tras ese evento.

Cada religión o escuela de misterios usa terminología propia para explicar a dónde va el Alma tras su muerte y lo que sucede después. De hecho algunas escuelas llaman alma a lo que otras llaman espíritu; así pues, dado que lo importante son los conceptos, usaré mis propias palabras para explicarme lo mejor posible.

En el estudio que he planteado podemos dividir a la humanidad en dos grupos muy claros:
Materialistas: Nada existe después de la muerte.
Espiritualistas: El espíritu sobrevive tras la muerte.

La supervivencia del espíritu es lo que permite preguntar qué sucede después y la existencia de varias respuestas y corrientes filosóficas, místicas o religiosas. No me propongo tocarlas todas, entre otros motivos porque no soy experto en la materia; pero si creo poder afirmar que podríamos poner a cualquiera de las diferentes creencias en uno de estos dos grupo que al final acaban siendo cuatro.

No reencarnacionistas:

Universalistas El Alma se une al Alma Universal

Individualistas El Alma vive como un entre propio

Reencarnacionistas:

Involucionistas El Alma puede retroceder en evolución

Evolucionistas El Alma puede no avanzar, pero nunca retroceder en evolución.

Materialismo

Para los defensores de este punto de vista nada existe tras la muerte. Dios no existe y nada ha sido creado. La naturaleza, la casualidad, las combinaciones de los elementos químicos … es suficiente para crear lo que conocemos como Universo y a todo lo que contiene.

Con las premisas anteriores el hombre y la vida es un mero “accidente”, una casualidad, y tras la muerte todo desaparece. Somos como un mensaje escrito en la arena de cualquier playa que con la marea desaparece para siempre. No hay nada.

Es posible oponer varios argumentos a los precedentes; pero dado que no es el debate del materialismo el tema de esta entrada solo daré las dos más conocidas, sin más, sin debate alguno:
¿Cómo puede surgir “algo” de la “nada”?
¿Qué sentido tiene la vida si al final no hay nada?

¿Vale la pena vivir si la existencia no conduce a ninguna parte, si únicamente nos lleva a un agujero en la tierra donde se coloca un poco de materia que se va a descomponer? La esperanza es creer que la vida tiene un sentido.

(Pierre, Abbe – “Mis razones para vivir”)

No reencarnacionistas

Los defensores de esta doctrina afirman que solo existe una vida tras la cual el espíritu regresa a su lugar de origen. Como ya comentamos, muchas religiones, como la Católica, lo afirman. En este grupo el Alma puede unirse con el Alma Universal y diluirse en ella como una gota de agua se diluye en el océano y perder su individualidad o bien, como ha sido creada, no perder dicha individualidad.

El primer caso no es mucho mejor que el materialista porque ¿de qué nos sirve una vida eterna si perdemos justamente una de las características que nos hace conscientes de nosotros, si perdemos nuestra individualidad?

El segundo caso es mejor, pero implica que Dios no es justo, dado que el destino final suele ir ligado al acierto o error en una vida. El castigo, de producirse, es eterno, no hay como salvarse, como redimirse, una vez muerto por mucho arrepentimiento que se tenga.

¿Qué ser humano no perdona jamás? ¿Quién no da la opción de reparar un error? ¿Es Dios menos justo y caritativo que los hombres? No puede ser. Dios no puede aceptar esto al menos que aceptemos la opción de que Dios no tiene por qué ser justo y benevolente.


Reencarnacionistas


Si el Creador es infinitamente justo y bueno debe proporcionar al Espíritu todas las oportunidades para alcanzar la perfección y esto que he dicho que no sirva de disculpa para portarse mal porque, “total, como me van a dar las oportunidades que hagan falta ya lo haré cuando me convenga.” No, las cosas no son así, como veremos.

La única forma de que Dios pueda castigar y perdonar a la vez es creyendo en la reencarnación y aceptando que la vida es la escuela del Espíritu y que, si no aprueba el curso, lo tendrá que repetir.

Los reencarnacionistas que afirman que podemos volver a la vida en un estado inferior e incluso en formas animales están equivocados. El Espíritu puede no avanzar, no pasar el curso, pero no olvidar lo que ya sabe, no volver atrás. Igual que si usted suspende un curso académico se queda en el mismo curso y no regresa al anterior, si no apruebo en la escuela de la vida me quedaré donde esté, no reencarnaré en menos de lo que soy.


“- ¿Pueden degenerar los espíritus?

- No, pues a medida que progresan comprenden lo que les alejaba de la perfección y, terminada la prueba, poseen el conocimiento y no lo olvidan. Pueden permanecer estacionarios, pero no retroceder”

(Kardec, Allan – “El libro de los espíritus” p118 – Editora IDE)

Para los reencarnacionistas evolutivos, cada reencarnación es “un curso” por lo que el número de reencarnaciones dependerá de cuan aplicados seamos e, incluso aprobando siempre con nota, habrá varias reencarnaciones del mismo modo que en la escuela hay varios cursos. Del mismo modo que no podemos aprender una profesión en un solo curso y precisamos varios años y cursos cada vez más completos y profundos; no es posible aprender en una sola vida humana todo lo que el espíritu precisa para hacerse puro y perfecto y se precisan reencarnaciones futuras para aprender lo que nos quede.

Conclusión

Por lo tanto, desde el punto de vista místico, la única doctrina lógica y que encaja con un Creador justo y bueno es la reencarnación evolucionista. Claro que puede decirse aquí que el Creador no es justo o no es bueno. Debatir este punto queda fuera de este escrito y revocar dicha afirmación mucho menos, aunque es posible.

Para los místicos, en cada nueva reencarnación, en cada nueva existencia, el Espíritu tiene la oportunidad de progresar y limar sus impurezas, cuando lo haya hecho, cuando se haya desecho de todas sus impurezas ya no precisará volver a la vida material, a la escuela de la vida. Mientras eso no sucede, tras la muerte, el Espíritu sabe que tarde o temprano tendrá que regresar a la Tierra. Para algunas doctrinas como la Rosacruz incluso hay ciclos. Según ellos reencarnamos cada 144 años.

El punto anterior nos trae nuevas e importantes conclusiones como que el ser humano jamás podrá vivir más de 144 años. Si usted muere a los 100 años reencarnará 44 años después. Si usted viviese más de 144 años o incluso 144 justos, eso haría que se saltase una reencarnación y las leyes Divinas no admiten excepciones.

Todos sabemos cuándo hemos nacido, pero no cuando moriremos, pero aplicando la teoría de los ciclos podemos saber cuándo volveremos a pisar la tierra pues eso siempre tiene lugar cada 144 años. Así pues, este que les habla, nacido en 1968, no sabe cuándo morirá, pero de acuerdo con los ciclos de las rosacruces, volveré a nacer en 2112. Si soy de los que consigue recordar sus vidas pasadas y logro dar con ustedes, les recordaré este escrito. Como lo más probable es que eso no suceda, que no pueda recordarles, les daré el mejor consejo que puedo dar ahora.

Crean o no en la reencarnación sean buenas personas, el mundo será mucho mejor.

http://iluminando.org/2014/11/05/la-reencarnacion/

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