La masonería tiene poder en la ONU, grandes corporaciones y gobiernos, afirma experto español Manuel Guerra
Entrevista a un hombre de Dios que -por sus conocimientos y experiencia- deja al descubierto las evidencias de la historia, los hechos y actores del presente que señalan el perfil y objetivos globales de la masonería, pero también su confianza en el triunfo de quienes se mantengan fieles a Cristo.
Algunas de las señas de identidad de la masonería son el relativismo, el laicismo y su oposición a la Iglesia católica, afirma el teólogo y experto español Manuel Guerra Gómez, quien advierte además que también han celebrado reuniones en el Vaticano.
Décadas investigando el tema, varios libros e informes publicados y con dos amenazas de muerte encima, el valiente sacerdote dice estar en las manos de Dios. No teme en volver a denunciar -en esta entrevista concedida en exclusiva a Portaluz y realizada por el periodista español Enrique Chuvieco- la existencia de prácticas satánicas en distintas logias masónicas, el secretismo mayoritario en que se mueven… o mencionar a distintos gobernantes vinculados a la masonería, entre ellos, la presidenta chilena Michelle Bachelet.
(Pulse aquí para leer nota de la Presidencia de la República de Chile que informa de la visita que Bachelet realizó a la Gran Logia Masónica este 18 de octubre, donde esa presidenta señaló explícitamente a los masones:
“Han sido los grandes aliados de los proyectos de avanzada para nuestro país,…. como la separación entre los poderes del Estado y la Iglesia”… “Y en esta construcción que nos es común, los cinceles, niveles, compases y escuadras masónicas, serán esenciales para dar forma y destino al futuro de nuestra patria”)
Recuerda además Guerra, que la doctrina eclesial establece como incompatible el ser católico y masón. A pesar de esto, observa con preocupación, “el paradigma cristiano está siendo sustituido por otro relativista, sincrético, laicista y naturalista, o sea, masónico”. Adelanta que así “puede surgir la tensión, la división interna y hasta la ruptura” entre los católicos. Para no llegar a esto, alude a épocas cruciales anteriores, en las que “los santos son los que aciertan a intervenir en sintonía con el querer de Dios, también los que hacen la corrección fraterna, incluso a los papas”.
Usted es uno de los mayores expertos en masonería, ¿cuál es la doctrina y los objetivos de la masonería actualmente y si estos difieren de épocas anteriores?
Para responder a esto se necesitaría un libro voluminoso. Los masones suelen decir que no tienen “verdades”, ni “principios”, “ni dogmas”. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Por “principios” se entienden las convicciones supremas que conforman el pensar y el obrar de los individuos e instituciones. He aquí los principios básicos de la masonería:
a) El relativismo, “todo es relativo menos que todo es relativo”. Pero un relativismo no epistemológico, sino sociocultural e histórico, o sea, no hay verdad y bondad absoluta, es decir, válidas para todos los tiempos y regiones. “Nadie puede decir: esta es la verdad. Por tanto todos tienen la capacidad de tomar decisiones, porque la verdad absoluta no existe” (Jorge Carvajal, Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, mayo 2004). Todo depende de la circunstancialidad sociocultural de cada época.
b) El laicismo, que condena al arresto domiciliario lo religioso específico, las religiones existentes, especialmente lo católico, recluyéndolo al foro de la conciencia individual y dentro de los templos. Reserva los espacios públicos para lo común a todas las religiones. De ahí, fuera los signos religiosos (crucifijo, etc.,) de las calles, colegios, hospitales, colgantes al cuello mientras no se está en casa, eliminación de las clases de religión, etc.; asentamiento de la “escuela laica” (laicista), constitución laica, leyes laicas, etc.
En 2011 Pablo Villagómez Reinel, subsecretario para América del Norte y de Europa en la Cancillería (Ministerio de Exteriores) en el gobierno de Ecuador presentó el Proyecto de Ley Orgánica de Profesión Religiosa. En sus 99 artículos se prohíbe la presencia de lo religioso en los espacios públicos, la existencia de colegios católicos, que los sacerdotes y religiosos vistan símbolos externos de su condición religiosa fuera de los templos o de sus residencias privadas y que participen en medios de comunicación social, comercios y de educación, etc. Pensaba que la reacción inmediata y prácticamente unánime de los católicos y de los evangélicos pararía en seco la aplicación de este proyecto laicista. Pero un profesor ecuatoriano me ha asegurado que ya está aplicándose. Si se hace sin modificaciones sustanciales, se habrá implantado antidemocráticamente el laicismo radical en una nación cristiana en su casi totalidad. Además, ya el solo proyecto indica la condición masónica del gobierno ecuatoriano, al menos de su presidente en contra de otras apariencias.
c) El método masónico consiste en la necesidad de someter cualquier tema o cuestión a la libre discusión de modo que la solución dependa de la capacidad dialéctica de los dialogantes o del parecer o voto de la mayoría. Por eso, “demócratas auténticos son los laicos”, o sea los laicistas, los masones, según afirmaba el Gran Maestro del Gran Oriente de Francia durante su visita a Asturias (España) el invierno 2007/2008.
d) El naturalismo, es decir la eliminación de todo lo sobrenatural (revelación divina, milagros, dogmas religiosos, etc.,). El hombre debe guiarse por la luz de los sentidos, de la experiencia, de la ciencia y de la razón, no por la luz de la fe religiosa.
Dentro de la masonería, ¿hay una unidad doctrinal y de objetivos? ¿Existe un dirigente máximo o un grupo de personas dirigentes a escala mundial?
Hay unidad doctrinal y de objetivos en la medida en que todas las Obediencias o Potencias (igual a distintas ramas del gigantesco árbol masónico) aceptan ciertamente y practican los principios ya señalados. Aunque lo han intentado, no hay una dirección suprema individual o colectiva (cf. capítulo III: ¿masonería o masonerías? en mi obra Masonería, religión y política, editorial Sekotia, Madrid 2013 -5ª edición- pp.63-84). En Iberoamérica aspiran a la unificación (organizativa, administrativa, etc.,) de las “masonerías” en una sola “masonería”. De ahí la existencia de la “Confederación de Masonería Interamericana” (CMI), fundada en Montevideo en 1947; la “Confederación Interamericana de Masonería Simbólica (CIMAS)”, de logias mixtas, masculinas-femeninas, fundada en 2002. A su 5º encuentro en Barranquilla (Colombia), año 2009, asistieron miembros de CIMAS de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Méjico, Perú y Uruguay; la “Confederación Americana de Grandes Logias Femeninas” fundada en Montevideo, año 2010, etc. Ahora tratan de unirse entre ellas para crear un solo “Espacio Masónico Americano”.
El jesuita Ferrer Benimelli ha dicho que es compatible ser católico con ser masón. A su juicio, ¿esto es posible? ¿Por qué la Iglesia siempre ha alertado sobre la incompatibilidad entre catolicismo y masonería?
En primer lugar, conviene tener en cuenta que Ferrer Benimelli se ha iniciado en la masonería y que su nombre iniciático o de uso interno es o al menos era hace pocos años “Danubio (Azul)”. Un tópico de los masones y de los escritores filomasónicos consiste en afirmar la posibilidad de la “doble pertenencia”, a saber, ser católico y masón al mismo tiempo, pues está superado el enfrentamiento radicalizado, la lucha solapada y descubierta, entre la masonería y la Iglesia, que hubo en tiempos pasados. El nuevo Código de Derecho Canónico (vigente desde el 27.11.1983) ha eliminado la excomunión explícita establecida en el anterior (canon 2335), promulgado el 27.5.1917. Pero más o menos implícitamente la conserva, aunque con un enunciado más genérico para las asociaciones “que pelean” contra la Iglesia católica: “El inscrito en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; pero quien promueve o dirige una asociación así sea castigado con entredicho” (cn. 1374).
El día anterior (26.11.1983) a la promulgación del nuevo Código, la Congregación de la Doctrina de la Fe, presidida por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, con la aprobación del papa san Juan Pablo II, publicó una Declaración sobre las asociaciones masónicas. En ella se afirma: “Se mantiene inmutable el juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas, ya que sus principios han sido considerados siempre inconciliables con la doctrina de la Iglesia y por lo mismo la adscripción a las mismas permanece prohibida. Los fieles que pertenecen a las asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la sagrada comunión” (Acta Apostolicae Sedis, 76, 1984, p. 300).
Desde la primera condena pontificia de la masonería (Clemente XII, año 1738, tan solo 21 años después de la fundación de la masonería especulativa o moderna en 1717) hasta 1980 sigue una serie ininterrumpida de 371 documentos pontificios de cierta entidad y más de dos mil referencias papales contra la masonería. Con excomunión y condena o sin ellas la masonería es y seguirá siendo “inconciliable” con la Iglesia católica a no ser que cambie sus “principios”, o sea, si no deja de ser masonería, la actual.
Está claro que no se puede ser católico y masón al mismo tiempo, ¿pero no hay algunos aspectos en que sean posibles la colaboración?
Esta colaboración es posible en los grandes desafíos y tareas de la humanidad, por ejemplo, para erradicar enfermedades y epidemias, para combatir la pobreza, la injusticia, la corrupción, la discriminación, etc., en sus diversas manifestaciones. Pero es muy difícil e incluso arriesgado colaborar y dialogar con alguien que lo hace encapuchado y hasta disfrazado, aunque simule hacerlo a cara descubierta. Las religiones e ideologías terminan por conformar su respectiva cultura. Es más fácil enhebrar el diálogo intercultural que el interreligioso. Pero, hasta en este ámbito, el diálogo con la masonería encuentra especiales dificultades, pues, aparte del secreto masónico, su laicismo –abierta o solapadamente- aspira a arrinconar lo específico de las religiones, sobre todo del cristianismo.
¿Observa vinculaciones entre la masonería y la práctica satánica? ¿Puede aportar nombres que mantengan o hayan mantenido esta práctica?
En mi Diccionario enciclopédico de las sectas (B.A.C., Madrid 20135 s. v. demonismo) describo más de cien sectas demoniacas en las tres ramas del demonismo, a saber, el luciferismo, el satanismo y la brujería. Varias han sido fundadas por masones y otras muchas se han inspirado en la masonería. Pero la masonería no rinde culto a Satanás, sino a Lucifer. Según la doctrina cristiana, “Demonio, Lucifer, Satanás, etc.,” son términos sinónimos; la masonería los diferencia. La masonería venera a Lucifer. Los rituales de los grados 3º al 14º giran en torno a la leyenda de Jirán Abí (castellanización del hebreo Hiram Abif) insertada en la tradición luciferina.
Además, en el rito de iniciación del grado 29º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado Lucifer/Baphomet es llevado en “procesión” alrededor del “templo” o sala de reuniones. A su paso se le “adora” haciendo la genuflexión con la pierna izquierda, no con la derecha como los católicos ante el Santísimo o Jesucristo-Eucaristía. Para la masonería, Lucifer es –de acuerdo con la etimología de esta palabra- el “Portador de la Luz”. Lo representan como el Prometeo de la mitología griega erguido, en actitud desafiante, levantando el brazo con la antorcha en la mano, que despide llamaradas simbólicas de la luz de la Razón, de la Ilustración y de la Ciencia. Así estaba en el suelo junto al Rockefeller Center, sede de la Gran Logia Rockefeller, hasta que fue trasladado a las afueras de Nueva York en 1992.
Es evidente que durante siglos la masonería tuvo una actividad secreta de la que parece haber abdicado, ¿existen todavía logias que practiquen este ocultismo?
Me sorprende esta pregunta. Los masones se presentan como una organización “discreta”, incluso se ha convertido en un tópico la frase del filósofo Johann G. Fichte (1762-1814), masón al menos desde que, en 1793, se inició en una logia de Danzig, “el mayor secreto de los masones es que no tienen ningún secreto”, si bien él añade: “se ha dicho a veces en broma”. Pero de hecho ha sido y es “secreta”. Más aún, según Giuliano di Bernardo, Gran Maestro del Gran Oriente de Italia y luego de la Gran Logia Regular de Italia, “lo específico de la antropología masónica es el secreto iniciático”, o sea, que puede conocerse, pero solamente se conoce iniciándose, haciéndose masón. Muestras evidentes de la naturaleza secreta de la masonería son la invención y uso del alfabeto masónico (además del básico, uno distinto en diferentes grados) si bien al parecer sus signos están cayendo en desuso, el “nombre simbólico” de uso exclusivamente interno, la escala de los grados (cada masón conoce los grados en los que se ha iniciado, no los demás y superiores), sus organizaciones-pantalla, las logias encubiertas, las fraternidades masónicas y el juramento de guardar secreto de fórmula terrorífica (cf. M. Guerra, Masonería, religión y política, pp. 45-62, etc.,).
¿Pero qué son o en qué consisten las fraternidades masónicas, las logias encubiertas y las organizaciones-pantalla de la masonería?
Estas organizaciones han sido medios eficacísimos para influir en la sociedad y transformarla de cristiana en masónica, o sea, relativista, laicista, etc. (cf. Vea en mi blog cómo ha influido e influye la masonería en la sociedad:www.infovaticana.com/blog/manuel-guerra).
1) Las fraternidades masónicas (fraternelles maçonniques en francés) son logias de “hermanos” (frater en latín) o masones de la misma profesión, pero de cualquier Obediencia y Rito, de la misma o de diferentes naciones. Hay fraternidades de políticos (de distintos partidos; en caso de diferencia e incluso oposición entre las consignas de su partido y las de la masonería, prevalecen estas), de gobernantes, de parlamentarios, de profesores, de financieros, de miembros sindicales, de militares, de policías, etc.
Una de estas fraternidades médico-farmacéutica, capitaneada por Pierre Simon (1925-2008), Gran Maestro de la Gran Logia de Francia, e integrada por masones médicos franceses, belgas, holandeses y suizos fue la que consiguió la separación de la sexualidad respecto de la procreación (legalización de los anticonceptivos) y esta de la paternidad (inseminación artificial), legalización del aborto, de la experimentación con embriones vivos, etc., directamente en los países francófonos e indirectamente –por imitación- en otros muchos países. Imagínese su repercusión en las naciones iberoamericanas.
2) Logias encubiertas son aquellas cuya existencia es conocida solamente por los masones pertenecientes a las mismas y a los grados superiores (30º-33º). Sus miembros son masones de pleno derecho, pero sin obligación de asistir a las reuniones ordinarias de las logias. Son tan secretas –aunque menos que las fraternidades- porque de ordinario las componen personalidades políticas, militares, periodistas, etc., que así infiltran lo masónico más fácil y eficazmente en su entorno.
3) Las organizaciones-pantalla de la masonería. Carecen de vinculación visible con la masonería, pero están condicionadas totalmente por su pensamiento y directrices. No todos sus integrantes son masones; sus directivos son o masones generalmente no conocidos como tales o no masones, pero dóciles al talante y proyectos masónicos. Entre estas organizaciones descuellan las apellidadas “laicas” (o sea, laicistas) dedicadas a promover, por ejemplo, la educación masónica, es decir, la “escuela/ educación pública y laica”, a veces añaden “única”.
Se ha vinculado la masonería en muchas ocasiones con el intento de hacerse con el control político y económico mundiales, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Qué personas o grupos de poder estarían detrás de este objetivo?
Se aspira a la instauración de un Nuevo Orden Mundial (NOM) con una sola religión y ética (lo común a todas las religiones y a todas las éticas, despojado de lo específico de cada una de ellas), una moneda mundial, un ejército mundial, una banca mundial, un tribunal de justicia mundial, una lengua mundial (no se ha conseguido mediante el esperanto inventado por un masón), etc. Cada una de las fórmulas precedentes debería ir precedida del calificativo “nuevo/a”; a veces “global” sustituye a “mundial”. La Iglesia “católica”, o sea, universal, mundial, considera al NOM malo no en si mismo, sino en la medida en que sea relativista y laicista, y, por ello, necesitado de una “nueva evangelización”.
Los masones han sido y siguen siendo uno de los factores del NOM, probablemente el principal. Y esto ya desde L´Encyclopedie. Precisamente fue el Duque D´Antin, el primer Gran Maestro de la Gran Logia de Francia, el que, en 1738, propuso, como corolario de la nueva moral universal y de la unidad del género humano, redactar la Enciclopedia francesa, portavoz del racionalismo, del naturalismo y de la Ilustración. Su proyecto se discutió en las logias teniendo a los masones Diderot y D´Alambert como abanderados. El primer paso oficial hacia el NOM fue la Sociedad de Naciones, llamada “criatura de la masonería” (Epiphanius), “superestado masónico” (Leon de Poncins). El seis de diciembre de 1916 el Gran Oriente y la Gran Logia de Francia remitieron a todas las logias de la Tierra la invitación para participar en la celebración de una reunión en orden a poner en marcha la Sociedad de Naciones. Tras varias reuniones en las logias y de políticos fuera de ellas, uno de los presidentes masones de EE.UU, Wilson, adoptó básicamente los 13 puntos de un congreso masónico y, en enero de 1918, anunció la creación de la Sociedad de Naciones en el último de sus 14 puntos. La Sociedad de Naciones fue disuelta en abril de 1946 y sus bienes traspasados a la ONU, recién creada. “Más del 50%” de sus funcionarios y representantes, según una fuente autorizada, pertenecen a la masonería. La institución de la Sociedad de las Naciones fue un modo de celebrar el segundo centenario de la fundación de la masonería moderna (1717-1917). ¿Qué estarán preparando para la celebración de su tercer centenario (2017)? Todos los indicios apuntan hacia la promoción del sincretismo religioso, un paso decisivo para implantar lo común a todas las religiones. ¿La creación de un centro religioso global, gerente de lo religioso, vinculado a la ONU, con el cual deberán relacionarse los dirigentes de todas las religiones, como acaba de afirmar (julio, 2014) el masón José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del gobierno español (2004-2011) y como poco después ha propuesto el masón Simon Peres, expresidente de Israel, al papa Francisco?
Pero el poderío, más que en manos de los políticos, está en las de los grandes financieros. Véase la clarividente prospectiva de Pío XI sobre “el imperialismo internacional del dinero” en su encíclica Quadragesimo anno (nºs 39-40; 15.5.1931). Mas los agentes del “imperialismo económico” tienen también la marca de la escuadra y el compás: los Rockefeller, los Rothschild, Morgan, etc. “Permitidme fabricar y controlar el dinero de una nación y ya no me importa quién la gobierna” (Rothschild). Son propietarios de bancos, de fundaciones y compañías financieras, de universidades (educación de los futuros dirigentes), etc.; ejercen un influjo enorme y a veces controlan la Reserva Federal de EE.UU., el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Bilderberggroup, la Trilateral, etc., (cf. Masonería, religión y política…, pp. 259-292, 375-394).
Cuando los últimos Papas han alertado de la existencia de “jabalíes” (Benedicto XVI) dentro del Vaticano, ¿se referían a que la masonería se hubiera infiltrado en él? ¿Hay obispos masones o personajes eclesiásticos relevantes vinculados con la masonería?
No recuerdo si Benedicto XVI ha usado la metáfora “jabalíes” hozando dentro del Vaticano. Pero ciertamente ha habido dos logias que celebraban sus reuniones en el Vaticano. Supongo que ya habrán desaparecido. Más aún, sé que algunas personas de un gobierno iberoamericano, en su gira por Europa, participaron en la “tenida” (tecnicismo masónico para designar las “reuniones” de sus logias), celebrada en el territorio del Estado vaticano. Parece lógico y hasta obvio que la masonería haya pretendido atraer a miembros del clero católico. En la Iglesia hay “trigo y cizaña”, justos y pecadores. La Iglesia, atenta a la advertencia de su fundador, Jesucristo, debe y sabe esperar para no confundirlos y no arrancar antes de tiempo lo que es o puede ser trigo, aunque parezca e incluso sea cizaña en un momento de su existencia. Sobre los nombres, pueden verse varios en mi libro Masonería, religión y política (pp.148-153, 402, etc.). Los he consignado para que si algún obispo, presbítero o religioso siente la tentación de iniciarse en la masonería y se ha olvidado del santo temor de Dios, al menos no lo haga por temor del juicio de la historia. Pues, como dijo Jesucristo aunque en otro contexto, “Nada hay encubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse” (Lc 12,2).
¿Existen vínculos entre las logias y la reivindicación de los nuevos derechos como la ideología de género, matrimonios homosexuales, aborto, etcétera?
Sócrates dijo que “la impropiedad en el lenguaje daña no solo al idioma, sino también al alma”. Por eso, ha sonado la hora de corregir el uso vulgar de algunas palabras diciendo “uniones homosexuales”, no “matrimonio”; “hombres y mujeres de tendencia homosexual”, no “los/las homosexuales”. La ciencia ha demostrado que, en el ADN o código genético de todos los individuos, hay gen masculino y gen femenino; no “gen homosexual”.
La masonería –no necesariamente todos los masones- ha sido tradicionalmente la promotora del divorcio, control demográfico de la natalidad, de la anticoncepción, del aborto, de la eutanasia, de la homosexualidad, etc. Una “plancha” (documento masónico) del 12.3.1912 manda a todas las logias argentinas promover “candidatos liberales en la próximas elecciones de diputados”. ¿Por qué?: “Pues en el próximo periodo parlamentario han de discutirse proyectos tendentes a liberalizar nuestra legislación, proyectos como el del divorcio que no son votados sino por representantes que profesan ideas liberales”. ¿Cómo hacer dicha promoción? “En forma profana”, es decir, “sin que los profanos (tecnicismo masónico designativo de los no masones) “capten que reciben directrices de la masonería”. De nuevo el secreto y su eficacia (Cf. comprobantes en Maurice Caillet, Yo fui masón, Libros Libres, Madrid 2008. El autor, médico ginecólogo, fue masón durante 15 años, Venerable Maestro o director de una logia antes de bautizarse católico en 1987); en mi Masonería, religión y política (pp. 342-349), también Cómo cambiar la sexualidad humana y su ética en el blog ya citado.
¿Hay acuerdos o contactos entre los masones y los grupos islámicos radicales, como el Estado Islámico? ¿Tiene datos al respecto?
La masonería y el islam son antípodas. En el islam se regula todo (no solo el culto y la ética, también lo político, administrativo, judicial, comercial, penal y hasta la indumentaria) por El Corán y La sunna o “tradición” (lo que Mahoma dijo e hizo, pero que no está escrito en El Corán). Los yihadistas (jihad es igual “lucha acética”, “guerra santa”) o musulmanes radicales tratan de imponer el islam e implantar la sharia o régimen teocrático por la fuerza terrorista y bélica. Al contrario, el laicismo masónico recluye lo religioso en el foro de la conciencia y dentro de los templos. Luego parece ilógico y hasta imposible que exista vinculación alguna entre masonería y el Estado Islámico.
De hecho la masonería ha estado prohibida en todo el mundo islámico, excepto en Turquía, Marruecos y Líbano. No obstante, desde mediados del siglo XIX aparecen logias en los países musulmanes, cada una de ellas vinculada con otra europea (francesa, inglesa, alemana o italiana), pero sus miembros son durante mucho tiempo –en su gran mayoría- extranjeros (diplomáticos, comerciantes, etc.,) o nativos de religiosidad islámica débil y deslumbrados por el progreso europeo cristiano. La “Primavera árabe” de 2011, de impronta occidental probablemente con infiltraciones masónicas, ha sido un enfrentamiento mal calculado y por procedimientos no democráticos. Antes, en Turquía, tras diversas vicisitudes, Mustafá Kemal, conocido por Atartük (“Padre de los turcos”), proclamó la República Turca en 1923 e introdujo el estado confesional masónico, transformando bruscamente el fundamentalismo islámico en otro laicista, masónico. Lo consiguió haciendo numerosos “mártires” entre los practicantes y defensores del islam tradicional. Su laicismo radical perjudicó también a los cristianos (prohibición de construir iglesias nuevas con la primera excepción en 2011; vedado a los cristianos el poder seguir la carrera militar, prácticamente incluso el ser soldado, etc.,). El presidente actual Erdogan, aunque masón, va suavizando la radicalidad del laicismo turco.
“El genocidio armenio fue obra del Estado masónico” (Bernard Antony). En tres años masacraron a algo más de dos millones de armenios cristianos y un elevado número de sirocaldeos católicos por un decreto (febrero, 1915) de un gobierno en el cual era masón sobre todo el fanático nacionalista Nazim Bey. En 1922 el también masón Atartük eliminó a 150.000 armenios más que se habían refugiado en Cilicia. Piénsese en los cristianos perseguidos en nuestros días por el Estado Islámico y su proyecto de “califato” sirio-iraquí.
¿Puede facilitar algunos datos sobre el influjo de la masonería en la independencia de Hispanoamérica y en su evolución posterior?
Los principales factores de la independencia de la América española y de Filipinas pueden resumirse en los siguientes: la imitación de la independencia de EE.UU., la emergencia nacional española (Guerra de la Independencia contra Napoleón), las aspiraciones de los criollos (hijos de español e indígena o viceversa), el levantamiento de Riego y la masonería que actuó en y detrás de las causas anteriores. Las primeras logias en suelo americano de lengua española, ya antes de las luchas por la independencia, se formaron en las islas del Caribe: la fundada en Jamaica (año 1735) y en la Habana (Cuba) en 1762 por la masonería inglesa, la de Martinica por la francesa (en 1935) y por una logia de Pennsylvania (EE.UU.) en la isla Trinidad.
Desde la perspectiva masónica el cerebro e ideólogo de la independencia sudamericana fue Sebastián Francisco de Miranda (1750-1816), nacido de padre militar español en Caracas. En 1798 fundó en Londres la logia Gran Reunión Americana. Entre sus miembros descuellan Simón Bolívar (libertador de Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú), José San Martín (Argentina, Perú), Bernardo O´ Higgins (Chile). A su vez, personalmente o por medio de amigos suyos, fundó en 1800 la logia Caballeros Racionales número 7 en Cádiz (España), a la cual pertenecieron José San Martín, Manuel Belgrano (creador de la bandera argentina), etc. Bernardo O´Higgins fundó a principios del siglo XIX en Cádiz la Logia Lautaro en homenaje al cacique araucano Lautaro, protagonista del poema épico de la conquista de Chile: La Araucana de Alonso de Ercilla. Réplicas de la gaditana con el mismo nombre y programa masónico-político (independencia de Chile y Perú pasando desde Argentina) florecieron en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Lima, Santiago de Chile, etc.
“Las logias dirigentes de América meridional hicieron frente común con las logias de América septentrional, primero para vencer a la Corona de España y después a la Iglesia católica. De este modo nació la dependencia –que marcará toda la historia y que continúa hasta hoy- del Sur respecto del Norte (Estados Unidos)” (Vittorio Messori, Las leyendas negras de la Iglesia, Planeta, Barcelona 1996, p. 45-52). Dos masones: Jorge Blascke y Santiago Río (La verdadera historia de los masones, Planeta, Barcelona 2006, p. 139) reconocen: “Es importante mencionar que al igual que Napoleón utilizó las logias masónicas existentes para controlar su imperio, Gran Bretaña las utilizó para controlar la Commowealth”.
Es evidente el influjo de la masonería en la evolución posterior de los países hispanoamericanos hasta nuestros días, especialmente en Méjico, Uruguay, etc., (cf. Masonería, religión y política, pp. 239-258) y su animosidad contra la Iglesia católica. Algunos gobernantes masones han cedido a la tentación de dividir a la Iglesia católica procurando concentrar en su persona el poder supremo en todos los ámbitos, también en el religioso, mediante la fundación de las llamadas “iglesias nacionales” o “patrióticas, por ejemplo, el presidente mejicano Plutarco Calles en 1925, la Iglesia Justicialista Argentina (año 1955) en el periodo final del gobierno de Domingo Perón, proyectada por Pedro Ruiz Badanelli, sacerdote andaluz residente en Santa Fe (Argentina). Al retornar el peronismo al poder, la nostalgia de una iglesia nacional peronista cuajó en la Iglesia Católica Apostólica Americana dirigida por Pedro R. Badanelli y por José López Rega, miembro de la logia encubierta italiana P2 y adepto de la secta esotérica Anael. En junio de 1970 fundaron la Iglesia Católica Apostólica Argentina, que todavía conserva una existencia residual en algunas zonas bonaerenses. Evo Morales pretende (año 2013) instaurar en Bolivia una iglesia nacional, la Iglesia Católica Apostólica Renovada del Estado Plurinacional, expresión de la religión de la Pachamama (diosa Madre Tierra”). Defiende el matrimonio de los homosexuales, también de los sacerdotes, el aborto, etc. Su “arzobispo primado” será Ariel Ticona, sacerdote expulsado de la Iglesia católica por su mal comportamiento. Recuérdese la actitud prepotente y hostil de Hugo Chávez hacia la Iglesia católica en Venezuela; consiguió iniciarse en la masonería, aunque alguna vez había sido rechazado, según ha revelado Michel Barrat, Gran Maestro de la Gran Logia de Francia.
¿Y concretamente qué puede decirnos de la masonería en Chile?
Ya he aludido a la presencia de la Logia Lautaro en Santiago de Chile y a su vinculación con Chile hasta por su misma denominación. Al menos 14 presidentes de los gobiernos chilenos han sido masones desde Manuel Blanco Encalada, considerado el primer presidente de la República chilena por los masones, hasta Salvador Allende y la actual presidenta, Michelle Bachelet. En Chile hay ahora unos 40.000 masones. La Obediencia o rama masónica más importante es la Gran Logia de Chile (GLCh), fundada en 1862 con 90 logias y triángulos (se llama así –no logia- el grupo de masones con menos de seis miembros, a veces no pueden ser más, por ejemplo, en un barco) en 1959, 197 en el 2012. Otras Obediencias: la Gran Logia mixta (hombres-mujeres) de Chile con 40 logias y triángulos (algunos de estos con miembros en Perú), la Gran Logia Femenina de Chile (de solo masonas), el Gran Oriente Masónico Chileno. La masonería ha prestado siempre suma atención a la formación de los niños y jóvenes, empeñada en imponer en la medida de lo posible la “educación/escuela laica (laicista)”. Por eso no extraña que el presidente masón Enrique Molina fundara la Universidad de Concepción, ni que un grupo de masones instituyera la Universidad de la República, aunque vinculada a la GLCh, que era incluso su “aval bancario”. Por eso la clausuró en 2008 por sus dificultades financieras (no podía abonar la deuda de 4.500 millones de pesos). Un año antes el Tribunal de Disciplina de la Gran Logia de Chile (tribunal interno de la masonería) había “separado transitoriamente” de la masonería a Jorge Carvajal, exGran Maestro de la GLCh y rector de la Universidad de la República durante trece años.
Algunos medios se hicieron eco de que masones habían aplaudido la elección del papa Francisco, ¿tendría algún fundamento una posible vinculación o bien es expresión de que este Pontífice quiera llegar a todas las “periferias”, sean de cualquier signo? ¿Qué retos y normas de prudencia deberían llevar a los católicos a secundar esto conservando la identidad católica?
Tras la elección del papa Francisco fue sorprendente la reacción jubilosa de personas y de medios de comunicación social tradicionalmente indiferentes e incluso hostiles hacia la Iglesia. Habría sido plenamente satisfactoria si no hubiera habido otras personas, generalmente católicas practicantes –también de personalidades influyentes en la opinión pública-, preocupadas y desconcertadas por la espontaneidad del papa Francisco en algunas palabras y gestos suyos, a veces interpretados fuera de su contexto. He tenido bastantes consultas de personas de ambos grupos, ciertamente más del segundo que del primero.
¿Cómo proceder? pregunta. Jesucristo comparó “el reino de los cielos”, su Iglesia, con “la semilla sembrada en un campo” (Mt 13-24-32). En orden a la cosecha, lo decisivo es la semilla misma y su dinamicidad interna, o sea, la virtualidad por la cual una bellota se transforma en encina, el embrión humano en un hombre adulto, si no es tronchado, abortado. Quien siembra trigo cosecha trigo, poco o mucho pero trigo, no patatas ni racimos de uvas. Lo importante y decisivo en la Iglesia es su ser mismo, su dinamicidad recibida de su fundador, Jesucristo. Pero la abundancia o escasez de la cosecha está condicionada también por el entorno: calidad del “campo” o terreno, la lluvia, el clima. La Iglesia debe conservar el Depositum fidei y transmitir el mensaje evangélico, Jesucristo mismo. Pero la eficacia apostólica depende también de su adaptación al entorno sociocultural. Se resume en el principio formulado por Benedicto XV: “No nova, sed noviter” (encíclica Ad beatissimi, 1.10.1914), o sea, “no verdades/normas éticas nuevas” en cuanto a su contenido, sino las verdades de siempre expuestas “de modo nuevo”, renovado, adaptado a la actual circunstancialidad histórica. No cabe duda que el entorno sociocultural ha cambiado notablemente respecto al de hace un siglo o poco más. El clima o paradigma cristiano de entonces está siendo sustituido por otro relativista, sincrético, laicista y naturalista, o sea, masónico. Por lo mismo, toca insistir en “la nueva evangelización”. Puede surgir así la tensión, la división interna y hasta la ruptura.
Los llamados “pecados históricos” de la Iglesia, o sea, los cometidos por sus hijos a lo largo de su existencia bimilenaria, de los que pidió perdón san Juan Pablo II (guerras de religión, métodos coactivos de la Inquisición, divisiones internas en la Iglesia, violencias durante las Cruzadas, etc.), coinciden siempre en su genética, a saber, el contagio de lo que nuestro entorno sociocultural tiene de no cristiano ni auténticamente humano: el relativismo, el laicismo, el sincretismo religioso, el naturalismo, la alteración grave de la sexualidad humana y de su ética, la cultura de la muerte, la marginación de los pobres (de dinero, de cultura, de salud, etc.) y más necesitados. Es necesario adaptarse, pero sin arriesgar la dinamicidad interna de la Iglesia, sin fidelidad a su misión y mensaje, dejaría de ser la Iglesia de Jesucristo.
A todos los católicos nos toca adaptarnos a la nueva circunstancialidad, pero tratando de ser santos y apóstoles; orar por la unidad interna de la Iglesia vertebrada en torno al Papa y a los obispos en comunión con él con fidelidad a su magisterio y gobierno; orar por el Papa, por su persona e intenciones como el mismo insiste sin cesar desde su primer aparición pública el día de su elección; no dejarnos arrastrar por el prurito de lo nuevo solo por ser novedoso y, en fin, incluso exponer nuestro parecer pensado y orado que la tecnología moderna facilita tanto. Si los papas del Renacimiento, contagiados del clima de su tiempo, hubieran sido más orantes y evangelizadores y menos promotores de obras de arte y defensores político-militares de los Estados pontificios, ¿habría prendido la mecha encendida por Lutero, entre otros pretextos, por la cuestión de las indulgencias en parte de finalidad crematística y artística? Recuérdense las peripecias entre el papa Julio II y Miguel Ángel en la película El tormento y el éxtasis. En situaciones cruciales los santos son los que aciertan a intervenir en sintonía con el querer de Dios, también los que hacen la corrección fraterna, incluso a los papas, a veces con palabras un tanto desabridas aunque sin chismorreos, por ejemplo, santa Brígida, santa Catalina de Siena (papas en Avignon) sin olvidar a quien merece ser declarada oficialmente santa: Isabel la Católica (Alejandro VI).
Siempre hay que aplicar la sentencia atribuida a san Agustín después que lo hizo san Juan XXIII –aunque sin especificar la cita- en su primera encíclica Ad Petri cathedram, pero que pertenece a un autor del siglo XVII: “In necessariis unitas, in dubiis libertas et in omnibus caritas”, o sea, “en lo esencial, unidad; en lo opinable, libertad; y en todo (o siempre), caridad”, comprensión.
http://www.portaluz.org/la-masoneria-tiene-poder-en-la-onu-grandes-corporaciones-y-gobiernos-865.htm
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