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viernes, 29 de mayo de 2015

Belino: El Dios Druida y la Masonería

Belino: El Dios Druida y la Masonería

Son escasas las historias respecto a sus ritos secretos, se sabe, sin embargo, que tenían un altar triangular el Ara, la espada de Belino (Belén dios del sol), y un cofre místico. Al establecerse los romanos en las Galias y en Bretaña, César se ensaño con los Druidas y Claudio los acabo de anonadar persiguiéndoles con encarnizamiento.


La religión y misterios Druídicos, fueron importados a Europa por los Kimris o los Cimbres que habitaban en la Crimea y que, en el año 600 a.C. invadieron la región septentrional y occidental.

Paulatinamente se fueron estableciendo en el extenso territorio que se encuentra entre la Escandinavia y las cadenas montañosas de los Alpes y los Pirineos. Los jefes de éstos se llamaban DROTES en la Escandinavia y DRUIDAS en las Galias, y se dividían en tres clases: los Vates, los Bardos y los Eubages. Los Vates eran los depositarios de los dogmas secretos de la religión y de la filosofía, y llenaban las funciones de sacerdotes y de jueces; sin ellos no se podían hacer sacrificios a los Dioses, ni justicia a los hombres.

Los Bardos eran poetas que componían himnos y cantaban en las ceremonias del culto los hechos heroicos de la nación y los de sus grandes hombres.

Los Eubages eran los augures o adivinos; descubrían el porvenir en las entrañas de las víctimas sacrificadas, tenían a su cargo el gobierno civil y la agricultura, y además arreglaban los calendarios. Los Druidas no tenían templos, pues miraban al Universo como el único templo digno de la gloria de dios y de la admiración del hombre. A la muerte del gran sacerdote, elegían de entre ellos por pluralidad de votos el que debía sucederle. Esto guarda relación con la costumbre que se tiene en las logias actuales respecto a lo que sucede cuando falta el Venerable. Retirados en la espesura de los bosques realizaban sus asambleas a campo raso; ahí ofrecían sus sacrificios y hacían sus ceremonias religiosas alrededor de una columna de piedra o de árbol grande, escogiendo con preferencia para ello las encinas a las cuales tenían una veneración especial; no se presentaban ante el pueblo a menos que tuvieran algún negocio público que hiciera indispensable su presencia.

Reconocían también otros dioses subalternos dependientes del Supremo Hacedor; creían en la inmortalidad del alma y en la Metempsícosis, pero el principal objeto de sus cultos era la naturaleza. Al igual que en Egipto, comunicaban la instrucción sagrada por medio de la iniciación a todos aquellos sujetos que les parecían aptos y dignos de recibirla. Para adquirir la suma de conocimientos preparatorios que exigían de sus discípulos, se necesitaban cuando menos 20 años de profundo y continuo estudio; ningún libro, ninguna tradición escrita ayudaba a su memoria, porque no querían exponerse a que por azar, o por cualquier situación imprevista, un ojo profano pudiese penetrar el secreto de sus misterios. Después de pruebas y exámenes muy rigurosos, concedían la iniciación a sus educandos. Desde el momento en que esto tenia lugar, los neófitos pasaban a ser los iguales de sus maestros y al igual que aquellos eran objeto de mayor veneración entre el pueblo. 

Los bosques de DREUX eran considerados como la residencia y foco principal de la iniciación y en la Gran Bretaña tenían establecido su colegio supremo en la isla de Man, que en aquel tiempo se conocía con el nombre de Mona.

Aunque son muy escasas las noticias que existen respecto a sus ceremonias secretas, es sabido, sin embargo, que tenían un altar triangular, la espada de Belino (Belén dios del sol), y un cofre místico. Al establecerse los romanos en las Galias y en Bretaña, César se ensañó con los Druidas y Claudio los acabó de anonadar persiguiéndoles con encarnizamiento,

pero, en el siglo IV, aún se encontraban vestigios que atestiguaban su existencia, conservándose en todo su vigor en la Germania y en Escandinavia, a donde se habían refugiado todos los que pudieron escapar al exterminio general, así es que en el siglo XII vivían aún ahí en estado floreciente. Para esas fechas los encontramos mezclados ya con otros ritos y esa es la razón por la que habían perdido su antigua pureza. Estos ritos habían sido importados de Oriente por los moradores de la tribu de los Así (asiáticos). En el siglo pasado se encontró el EDDA, libro sagrado de los Escandinavos, que contiene detalles relativos a las iniciaciones de aquellos pueblos. A continuación me permito hacer un extracto de lo que nos comentó el hermano Clavel al respecto en su libro «La Historia Secreta de la Francmasonería»:

«EL EDDA» principia con un canto que tiene por titulo «LOS PRESAGIOS DE HAR», y que sin duda contiene una descripción de las ceremonias acostumbradas para la recepción del profano. El postulante se llama GILFE, es decir, lobo o iniciado.

Viene a instruirse en las ciencias que poseen los Así, y que encubren éstos con el mayor misterio. Los Así fascinan su vista con aparentes prodigios, él ve un palacio cuyo techo elevado hasta perderse de vista, está cubierto de escudos dorados. A la entrada de este palacio, encuentra a un hombre que se ejercita en tirar al aire siete floretes a la vez. Se reconoce en todo esto un emblema común a todas las iniciaciones: el palacio es el mundo; el techo es el cielo; los escudos dorados, las estrellas del firmamento, y los siete floretes, los siete planetas que circundan el espacio formando el sistema al que pertenecemos (no hay que olvidar que en ese tiempo solo se conocían siete cuerpos celestes.) Se pregunta al candidato, cual es su nombre y él contesta que se llama Gangler, es decir, el que da una vuelta y distribuye en el camino los objetos necesarios a los hombres. Vemos ya al candidato, representar el papel del Sol.

Este sabe que el palacio en que se encuentra pertenece al Rey, titulo que los antiguos mistagogos daban al jefe del sistema planetario. Descubre enseguida tres tronos elevados, uno encima de otro. Se le dice que el personaje que está sentado en el trono inferior es el rey y se llama HAR (sublime); Que el segundo es FAFUHAR (igual a lo sublime), y que el más elevado se llama TREDIE (el número 3). Todos estos personajes son los mismos que el neófito veía en la iniciación eleusiana: el hierofante, el daudoque y el epibamo, que son también los mismos que se ven en la masonería simbólica o azul: El Venerable y los dos Vigilantes, imágenes simbólicas del sol, la luna y del Gran arquitecto del Universo.

Entre las instrucciones que se dan al neófito, se le enseña que el primero o más antiguo de los dioses se llama ALFADER (Padre de todos, es el Tentat de los galos.). Se le dice que este dios tiene doce nombres, lo que se refiere a los doce atributos del sol y a los doce grandes dioses de los Egipcios y de los Romanos. Se completa su instrucción, con la exposición de la Teogonía y la Cosmogonía de los Escandinavos. En el número de dioses de esta Mitología, se encuentra particularmente Balder el Bueno, que murió a los golpes del espíritu del mal. Es verosímil que éste mito funerario, se pusiese en acción en el ceremonial de la iniciación escandinava, según el uso invariable de todos los misterios antiguos y modernos.

V. Alcoseri.

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