Historia de la Masonería I - Los comienzos
Por Máximo E. Calderón
Podemos decir abiertamente que la Masonería no es una leyenda o una ficción del imaginario popular, sino que es un fenómeno resultante de las más variadas fricciones entre distintos grupos humanos, en distintos momentos de a historia.Algunos buscaron la preponderancia social, otros se defendieron de la explotación y la tiranía, otros buscaron recrear antiguos ritos mitológicos, y otros simplemente se dejaron impulsar por la búsqueda de la verdad que hace libres a los hombres.
Carlomagno rey de los francos y emperador de Oriente en el siglo VIII, fundó su Imperio con la colaboración de los poderes religiosos y civiles. El muy prolongado contubernio entre estos dos poderes, feudalizó a la Iglesia, que adquirió entonces inmensos dominios territoriales.
El sacerdote se convertía en feudal y el señor feudal adquiría la dignidad eclesiástica para convertirse en dominadores completos. Existía muy poca diferencia entre el poder eclesiástico y el poder de los señores; pero el dominio de la Iglesia aumentaba porque ella representaba el poder espiritual.
La Iglesia establece entonces contribuciones obligatorias en forma de diezmos y adquiere el derecho de jurisdicción que consistía según Tomás de Aquino, en el privilegio del poder eclesiástico de enseñar, legislar, administrar y juzgar.
Valiéndose de su predominante situación política, económica y social, el clero despojaba paulatinamente a los señores feudales de sus señoríos y de sus privilegios nobiliarios y convertía a la Iglesia en el feudal de los feudales.
Las medidas que tomaba el clero a fin de estancar al mundo para consolidar el dominio perpetuo de la Iglesia, chocaban con la Ley eterna del progreso humano, y creaban la oposición y la rebeldía entre la gente afectada en sus intereses. Estos grupos aumentaban a medida que se recrudecía la persecución por el clero; los señores feudales arruinados que vivían para la guerra, se convertían muchas veces en asaltantes de caminos, saqueaban las Iglesias, se apoderaban de rebaños y granos de abadías y monasterios, y se sumaban a los enemigos de la Iglesia.
Los siervos fugados o emancipados y los masones perseguidos formaban comunas o villas, se fortificaban para defender su libertad y organizaban la vida urbana. El comercio y el artesanado tomaban un gran incremento.
El auge de la economía mercantil exigía el desarrollo de las ciencias experimentales. La burguesía naciente y los artesanos guiados por sus intereses se convertían en los enemigos más acérrimos de la Iglesia, que monopolizaba las ciencias y se oponía al progreso apoyándose en el régimen teológico-feudal.
Como consecuencia de esto nace en el siglo XI, la lucha entre los realistas y los nominalistas; éstos se colocaban en un campo de oposición a la Iglesia, en la misma época de la formación definitiva de la Escolástica, que luchaba entre el materialismo y el idealismo en el campo filosófico.
Las tendencias nominalistas son reforzadas con la penetración a Europa Occidental de la cultura árabe y judía a través de la Península Ibérica, que estuvo dominada por siglos por el Califato árabe.
Los árabes dieron a conocer las auténticas obras de los pensadores antiguos, principalmente Aristóteles. El filósofo más grande de la Edad Media fue el árabe Ibn Rosch Averroes (1126-1198), nacido en Córdoba.
Su doctrina se basa en el naturalismo de Aristóteles y enseña que la verdad religiosa puede no coincidir con la verdad filosófica y llega a conclusiones heréticas respecto a la eternidad y a la creación, a la inmortalidad de la materia, la unidad de Dios y el mundo, etc., conceptos muy combatidos posteriormente por Tomás de Aquino.
Como portadores de la cultura judía se consideran a Salomón ben Gabirol (Avicebrón de Málaga) y a Moisés ben Maimón (Maimónides), célebre filósofo, teólogo y médico judío, nacido también en Córdoba, considerado el Platón israelita.
Es difícil entender como la Masonería ha llegado hasta nuestros días, pero es más difícil entender como la Institución a veces ignora su propio origen, su naturaleza, su espíritu y hasta su objeto.
Basta recordar que luego del ajusticiamiento de Carlos I de Inglaterra y los sucesos producidos luego de la muerte de Oliverio Cromwell, se llegó a olvidar de tal modo el objeto primitivo de la Masonería que cada cual se creyó apto y con derecho para determinar su origen.
Mientras algunos grupos valoraban a los antiguos masones constructores de Inglaterra y se decían sus herederos, con al agregado de la filosofía; otros grupos negaban esa relación y mostraban un profundo desprecio por sus antecesores, los que en algún momento los habían “aceptado” entre sus filas, y les habían revelado sus secretos.
Estos últimos trataban de ocultar la forma en que se habían aprovechado de la buena fe de los masones operativos, para amoldar los gremios a su conveniencia y designios particulares.
Cuando los verdaderos obreros de la piedra, perdieron su antiguo poderío y respeto de la sociedad, ya no fueron útiles a sus intereses y los abandonaron a su suerte creando la Francmasonería de masones aceptados.
Algunos de los nuevos masones, atribuían su origen a los Colegios de Arquitectos romanos fundados por Numa Pompilio en el 715 A.C. Otros se remontaban a los egipcios, a los esenios, a los judíos, a la construcción del Templo de Salomón, a Zoroastro y hasta el mismo Adán en el Paraíso.
Según James Anderson, el compañero de Eva habría iniciado a sus hijos Caín y Abel en los misterios de la Geometría.
El mismo Olivier afirmó muy seriamente que la Masonería era anterior al mundo, que Moisés era su Gran Maestre y Josué su ministro.
Algunos otros creyeron ver en la leyenda de Hiram, las peripecias del último Gran Maestre Templario Jaques de Molay, y no faltaron quienes la asociaran a la Kabballah de los judíos, a la magia, la Teurgia, a los orígenes mismos del Cristianismo y hasta a algunas sectas gnósticas.
De este piélago de creencias e informaciones del más variado origen, nacieron los distintos grupos de la moderna Francmasonería, y su gran variedad de grados, sistemas y ritos.
Pero todo deviene del momento en que los masones “aceptados” le quitaron la Masonería a los masones “constructores”.
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