Esoterismo de la Masonería
Como hemos visto, resulta difícil fijar la época en que empezaron las iniciaciones misteriosas de la Francmasonería o Masonería. Pero aún es más difícil precisar el origen de las enseñanzas esotéricas de esta sociedad. Hay historiador, dentro de la misma orden, que la sitúa ya en Egipto, Grecia o Roma. Otros centran el origen de sus creencias mágico-esotéricas en Zoroastro y su secta de adoradores del fuego, que formaban una especie de «logia» o colegio y estaban divididos en varias clases. La iniciación comprendía pruebas terribles que tenían por objeto sondear el carácter recipendario, antes de ser introducido. Entonces juraba solemnemente guardar el secreto de lo que había visto y oído.
Otros, como el abate Grandidier, centran su origen con motivo de la construcción de la catedral de Estrasburgo, hacia 1277, por el arquitecto Hervin de Steinbach, considerada como una obra maestra de la arquitectura gótica. Los constructores de dicha catedral y de las restantes que se erigieron por toda Alemania, quisieron distinguirse del resto de los albañiles y con este objeto formaron asociaciones, a las que dieron el nombre alemán de «Hiitte», que quiere decir «Logias», pero, aunque separadas unas de otras, convinieron todas en reconocer la superioridad de la de Estrasburgo, que fue denominada «Gran Logia».
Los miembros de aquella sociedad no tenían la menor comunicación con la generalidad de los albañiles, que sólo sabían emplear el yeso y la llana, por cuya razón adoptaron como signos característicos el nivel, el compás y la escuadra. Imaginaron contraseñas y establecieron saludos especiales para reconocerse y signos para distinguirse. Los maestros, los compañeros y los aprendices eran recibidos, en sus respectivos grados, con ceremonias en las que presidía el más absoluto secreto.
Para algunos eruditos, la verdad tiene otros visos históricos y auténticamente esotéricos, al considerar su origen en la orden de los Templarios. Según esta teoría, Jacobo de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple, habiendo ido a París obedeciendo las órdenes del Papa, fue encerrado en La Bastilla, y desde su prisión creó cuatro «logias madre»: la de Nápoles para el Oriente, la de Edimburgo para Occidente, la de Estocolmo para el Norte y la de París para el Mediodía.
Al día siguiente de la ejecución de Jacobo de Molay, el caballero Aumont y otros siete templarios disfrazados de albañiles fueron a recoger las cenizas de la hoguera, y entonces se organizaron las cuatro logias de francmasones creadas por el Gran Maestre del Temple.
Es sabido que la Francmasonería se divide en varios ritos. El secreto de los masones está explicado por la historia de la Orden de los Templarios, que alcanzaron su apogeo en los tiempos de las Cruzadas: sus alegorías misteriosas representan las persecuciones de Clemente V y de Felipe el Hermoso, la extinción de la orden y la muerte del Gran Maestre Jacobo Burgund de Molay.
Suplicio de Jacobo de Molay, quien desde su prisión creó cuatro «Logias Madre».
Se adoptó el nombre de «masones» porque Aumont y sus siete compañeros se disfrazaron de albañiles para recoger las cenizas de Molay. En cuanto a la palabra «Franc», fue escogida con evidente intención, porque además de su significación ordinaria recuerda los combates que en Palestina sostuvieron los templarios, a quienes los orientales daban indistintamente el nombre de «francos», fuese cual fuese su nacionalidad.
Las dignidades de una «logia» expresan alegóricamente los enpíeos de la Orden del Temple: el venerable es el «magister katedrae»; los vigilantes son los «procuradores», y los simples hermanos son los «caballeros».
El maestro de la «logia», detrás de la mesa; los «vigilantes», colocados frente a él, y los «hermanos», puestos a los costados, representan exactamente las sesiones capitulares de los caballeros templarios. El maestro se coloca al Oriente, porque en Oriente fue donde la Orden del Temple comenzó a florecer.
La Cámara Negra y las terribles pruebas de la recepción significan que los templarios, a su entrada en la orden, no preveían que la fidelidad en mantenerla gloriosa y floreciente les expondría al destierro, al tormento y a los suplicios más infames.
El desarme, el despojo de las ropas, la tetilla izquierda y la pierna derecha descubiertas significan que es preciso abandonar los antiguos vestidos para tomar el hábito de la orden. El recipiendario debe despojarse de todo su dinero, porque la riqueza de los templarios excitó la envidia y la codicia de los poderosos y causó la ruina de la orden. Los ojos vendados y la espada sobre el corazón representan a los desgraciados- templarios, víctimas de las persecuciones, a quienes los verdugos conducían al suplicio, o que, sin ceremonia, eran atravesados de una estocada.
Las ceremonias de iniciación masónica parecen guardar resabios de los templarios.
El candidato se coloca delante del «maestro» y se le interroga brutalmente para poner a prueba su constancia. Esto simboliza la ferocidad con que los templarios fueron interrogados por sus jueces, quienes les daban a elegir entre la libertad y una muerte infame, para comprometerles a traicionar a la orden y revelar sus misterios.
Según algunos autores, el juramento de les francmasones representa los antiguos votos del recipiendario de la Orden del Temple, pues también los templarios se comprometían bajo juramento a ocultar los misterios de la orden.
Después de haber prestado juramento, el candidato es conducido al dintel del santuario, acto que se acompaña con gran número de ceremonias: éstas representan los peligros a que está expuesto el hermano por sus compromisos con la orden. En seguida, se le quita la venda que cubre sus ojos, hiriendo su vista un resplandor que se extingue repentinamente y en el mismo instante se le grita al oído: Sic transit gloria mund, después de lo cual ve las espadas de los hermanos amenazando su pecho. Este es el significado de lo que fue el aniquilamiento y el esplendor del Temple.
Inmediatamente se le coloca un mandil blanco y guantes, emblema de la investidura de los templarios, y la paleta del albañil que representa uno de los costados de la cruz de la orden, que debe quedar oculto.
El contenido de las ceremonias masónicas parece guardar cierta relación con la ciencia de Hermes, practicada por los templarios.
Los templarios tenían signos y contraseñas para reconocerse en todo tiempo y lugar, y esto hizo concebir la idea de aplicarlos también a los masones. El signo de cortarse el cuello, la mano sobre el corazón, así como los diferentes signos de los grados de aprendiz, de compañero y de maestro, se refieren a la venganza que los templarios han tomado de los que les habían perseguido.
Las palabras Jakin, Boos y MacBenac merecen particular atención, pues eternizan, en la orden masónica, sin género alguno de duda, el nombre del infortunado gran maestre del Temple. Las tres iniciales J B M quieren decir, según el cifrado masónico, Jacobo Burgund Molay, cuya historia está alegóricamente conservada en el grado de «maestro» bajo el nombre del maestro Hiram, asesinado por tres compañeros. En fin, los tres viajes que el «hermano» masón hace de Oriente a Occidente, de Occidente a Mediodía y de Mediodía a Occidente, bajo la inscripción del Memento Morí, representan los viajes de Molay, que partió de la isla de Chipre, residencia del gran generalato de la orden, para dirigirse a París, y luego de París a Roma para su defensa, para, finalmente, obedeciendo el mandato del Papa, volver a París para ser juzgado y condenado.
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