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martes, 24 de enero de 2017

Libertad

José María Villa

La palabra libertad proviene etimológicamente hablando, del latín libertas, que designa la condición del hombre libre, responsable de sus actos, y capaz de obrar según su propia voluntad.

Muchos lo toman como opuesto a la esclavitud y dado que no son esclavos, se creen libres. Ese pensamiento bipolar en el que las cosas son solo blancos y negros ayuda a tranquilizar la conciencia. Pero, interiormente sabemos que no es así.

Lo que ha ocurrido es que en la actualidad se ha abolido lo que antiguamente se denominaba esclavitud, aunque aún quedan resabios minoritarios en el trabajo infantil y en ciertas formas de prostitución, pero el sometimiento a otra persona sin opción a réplica, es bastante común, lo cual es una manera sutil de esclavitud y ciertamente una pérdida de libertad.

También entran en esta categoría de pérdida de libertad los fanáticos (religiosos o políticos) ya que están atados a ideas preconcebidas que les impiden pensar libremente. Dicho de otra manera, los fanáticos al no poder pensar libremente son esclavos de las ideas de otros y han perdido la capacidad de disenso.

Es más, muchas personas no son responsable de sus actos por ser adictos, ya que lo único que el adicto desea, es satisfacer una necesidad, que cada vez es mayor e incontrolable y para lograrlo es capaz de todo, aunque lo que haga, vaya en contra de sus principios, valores y deseos reales. Esto alcanza a muchas personas dominadas por vicios como el juego, alcohol, o drogas sean estos estupefacientes o fármacos, ya que las transforman en seres totalmente dependientes de las mismas, y en ese estado de alienación pierden la conciencia de sus actos.

Una adicción afecta totalmente la libertad de las personas pues impide disfrutar de cualquier otra cosa en la vida.

Es más, aprovechándose de esta circunstancia, los gobiernos y grupos de poder, siempre, han alentado el consumo de drogas, aunque oficialmente digan que la combaten, para exterminar o dominar pueblos enteros.

Es por ello, que la mayoría de la gente, aunque no pueda actuar según su propia voluntad se siente libre. Pues está convencida de que, mientras no se la obligue a algo mediante la fuerza externa, sus decisiones le pertenecen, y si quiere algo, realmente es ella quien lo quiere.

Pero se trata tan solo de una de las grandes ilusiones que tenemos acerca de nosotros. Gran número de nuestras decisiones no son realmente nuestras, sino que nos han sido sugeridas desde fuera; hemos logrado persuadirnos a nosotros mismos de que son obra nuestra, mientras que en realidad, nos hemos limitado a ajustarnos a la expectativa de los demás, impulsados por las conveniencias y por el miedo al aislamiento.

Al no haber una fuerza externa visible que nos gobierna, creemos que tenemos libertad y luego lo justificamos al ver que no hemos sido víctimas de maltrato. Los gobernantes tienen muchas maneras de influir en nuestro pensamiento a través de los medios de comunicación de una manera sutil, pero el principal medio es “la educación”, ya que desde pequeños nos enseñan a creer y luego a razonar sobre lo que hemos creído.

No debería ser así, la libertad de pensamiento es justo al revés. Primero se debe razonar y luego creer, sólo, en lo que nos ha parecido bien de lo que hemos pensado. De este modo veríamos los condicionamientos a los que estamos expuestos.

Como vamos a creer e ciegamente en lo que nos dicen sin verificarlo?. Lo que nos han enseñado es justamente a eso, a creer lo que dice la autoridad y luego a justificar ese razonamiento. El premio por hacer eso es que no dejen tranquilos.

Debemos cambiar. En primer lugar tenemos que ser conscientes de las ideas y cosas que nos condicionan y las dificultades que tenemos para salir de nuestra zona de confort. Luego podremos abrir nuestra mente a otros pensamientos.

Es un trabajo que tenemos que hacer solos. Es inútil que alguien no quiera ayudar si no hemos dado el primer paso nosotros. Esto es reciproco, no podemos cambiar a alguien que no quiere cambiar, no tiene sentido. Lo más que podemos hacer es iluminar, crear conciencia, mostrar que hay otro camino, sólo eso. En definitiva:

NADIE CAMBIA A NADIE


Los librepensadores son aquellos que tienen la mente abierta a todas las ideas, sin preconceptos, con la finalidad de poder buscar las soluciones a los problemas sin encuadrarse en dogmas, respetando a las personas que expresan una idea diferente, pero pudiendo descartar y discriminar las ideas falsas, o aquellas carentes de lógica, razón o evidencias.

Cambiar tu forma de pensar no significa que has fracasado, sino que has evolucionado.

Para poder convertirnos en librepensadores, debemos primero conocernos, saber quiénes somos y que queremos, a fin de poder así actuar de acuerdo a nuestros ideales y principios. Esta búsqueda de la verdad es individual, y no es fácil pues previamente debemos enfrentar nuestras propias costumbres, conveniencias o creencias.

La libertad es algo que cada uno debe ganársela participando, siendo un actor y no solo un beneficiario de un proceso social. No es algo que alguien nos pueda otorgar. Si uno necesita de otro para ser libre, pasa automáticamente a ser dependiente de esa persona.

Como humildes mortales, estamos condicionados por el cuerpo en el que y con el que existimos. Vivimos en un país y en un tiempo histórico que también nos condicionan. Las normas jurídicas, los usos y costumbres y las instituciones socioculturales en general, limitan la expresión de nuestros deseos y conductas.

La Libertad no sólo tiene eso límites impuestos por el cuerpo físico y las comunidades, lamentablemente en muchos casos también tenemos límites impuestos por los que monopolizan el poder. Estos últimos, burlan la libertad, cuando su ambición los lleva a utilizar verdades a medias, que generan ignorancia, creando ficciones y espejismos. Escenario en el cual, se da el patético espectáculo de cierta prédica – que al carecer de argumentos- busca la descalificación del adversario, provocando un paulatino e inevitable deterioro del pluralismo y su consecuencia inevitable, la intolerancia y el odio. Odio, que no construye, es estéril, es mortal. Desgraciadamente, esa gente que ha hecho del lema “divide y reinarás” su leitmotiv, da la impresión de que ha triunfado en la vida y son el ejemplo a seguir.

Es nuestra obligación como libre pensadores, como hombres libres y de buenas costumbres, defender nuestra Libertad y la Libertad de los demás. Libertad, como dijimos indivisible, que comprende lo cultural, lo físico, lo espiritual, lo económico y todos los aspectos que hacen al desarrollo del ser humano.

No resulta concebible aceptar el cercenamiento de nuestra Libertad, más allá de los límites naturales que se generan cuando ésta puede llegar a implicar un avasallamiento del ejercicio del derecho de otro. Y ello circunscripto -estrictamente- al ámbito de las acciones que surgen del pensamiento, ya que la libertad de pensamiento y su expresión deben ser irrestrictas.

Es por ello que la libertad es una construcción social, porque el ser humano se forja en la sociedad. La esencia humana es el conjunto de las relaciones hacia sí mismo, hacia el otro y hacia la totalidad. El otro, juega siempre un papel muy importante, porque los seres humanos no estamos solos.

Caseramente tenemos dichos como que “la libertad de uno termina donde comienza la libertad de los demás”. No es así, esas frases tienden a dividir, pues muestran a la libertad como una puja con el otro, de suma cero, donde lo que uno gana en libertad, otro la pierde.

Por el contrario, la búsqueda de libertad requiere de la unión con el otro para realizar un esfuerzo común, mediante el diálogo constante, ofreciéndose confianza mutua.

Esa confianza es necesaria para enfrentar las desigualdades, ya que vivimos en un mundo de desigualdades de todo tipo. Cada uno es único y diferente. Esto debe ser aceptado y respetado como una manifestación de las potencialidades propias de las personas, los grupos y las culturas. Las diferencias nos revelan que los humanos podemos ser de muchas formas, todas ellas humanas, y por ello merecedoras de respeto. Uno puede no estar de acuerdo con la opinión de otro, pero debe aceptar el derecho de otro a opinar diferente y esto debe ser reciproco.

Debemos ser mutuamente tolerantes para poder convivir.


Es por eso que proponemos que la Libertad se base en la Igualdad. Tomada esta como el reconocimiento de la dignidad de cada persona y el respeto de sus derechos.

Junto con la Igualdad viene la equidad: la proporción adecuada que cada cual recibe por su colaboración en la construcción del todo social.

No lo confundamos Igualdad con el igualitarismo. Pues este último si bien promueve la igualdad entre los hombres, llega al extremo de rechazar los puntos de vista de otros en su búsqueda de uniformidad.

De este modo se crea el campo fértil para los regímenes totalitarios, muchas veces con tintes populistas donde, en el mejor de los casos, están garantizados derechos básicos como la educación, salud, alimentación y seguridad, a cambio de no permitir el derecho de disentir, en donde todos deben pensar y hacer lo mismo, según lo establecido por los gobernantes de turno. Obviamente, no hay Libertad, ni igualdad ante la ley, pues reinan los privilegios para los obsecuentes y castigos para los disidentes.

Al alentar la solidaridad partidaria o sectorial basados en una lógica corporativa, impiden que se asiente la fraternidad de todos los ciudadanos.

Pero además, el igualitarismo impuesto por los sectores dominantes, no pretende modernizar la estructura institucional y económica del país, aunque promuevan cierta igualdad social. Son regímenes conservadores que pretenden impedir la movilidad social y mantener el control de la situación en su beneficio.

La compatibilidad entre la Igualdad y la Libertad, se asienta en nuestra capacidad individual de sentirnos iguales en todas las circunstancias, independientemente del puesto o cargo que podamos ocupar temporalmente. Por lo que debemos cultivarla en nuestros sentimientos hacia los demás, en las condiciones favorables como en las adversas, en la fortuna y en la desgracia, en el éxito y en el fracaso, en la pérdida y en la ganancia. Es la igualdad de oportunidades basado en el merito y el aporte al conjunto de la sociedad.

Tratando de ser libres física, mental, económica y espiritualmente, defendiendo el derecho natural de los demás, de ser también libres tratando de lograr la igualdad de oportunidades de todos aquellos que transitan por nuestro sendero, unidos por el afecto y el amor que nos proporciona la fraternidad, buscaremos ser hombres donde predomina la virtud y no el vicio y propenderemos a que también los demás integrantes de nuestra sociedad tenga la oportunidad de hacerse cada vez más libres, cultos y tolerantes.

Hablamos de la Fraternidad. La Fraternidad es hermandad, es amor a los demás seres humanos, y es también un sentimiento que debe traducirse –necesariamente- en actitudes comprometidas de solidaridad, afecto y generosidad.

Es por eso que creemos que para alcanzar la Libertad se necesita de la unidad fraternal ya que es un camino que imprescindiblemente debemos transitar con aquellos que actúan comprometidamente con los demás seres humanos.

Esa asignatura pendiente que es la Fraternidad es la que nos hace sentir la unión con todos los seres humanos mediante un lazo espiritual que se eleva por sobre todas las diferencias, los antagonismos y las contradicciones, logrando esa síntesis superadora donde sólo se conoce la esencia de las cosas. En definitiva que toda la humanidad tiene un origen y un destino común.

Ese conjunto de valores intangibles da sentido a nuestra vida y nos enseña a ser coautores en la construcción del bien común y en su nombre aprendemos a limitar nuestros deseos por amor a la satisfacción de los deseos colectivos.

Es por eso que decimos:

LOS HOMBRES SOLO SE PODRAN LIBERAR EN UN AMBITO DE IGUALDAD Y FRATERNIDAD


http://josemariavilla.blogspot.pe/2013/07/libertad.html

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