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domingo, 23 de abril de 2017

HERMES, A SU TRAVÉS

HERMES, A SU TRAVÉS

La iniciación hermética es la toma de conciencia de la verdadera Identidad. El nacimiento de un nuevo ser capaz de estar en todas partes y en ninguna a la vez. El momento en el que conjugan las dos corrientes cósmicas en el seno de la interioridad, cavernoso alumbramiento del Intelecto.

La toma de conciencia de la verdadera identidad es comprender y realizar la cosmogonía entera en uno mismo. Recorrer los senderos que conducen a otros estados del ser más puros e inmaculados que están en el mismo habitáculo en el que uno lee y escribe, aquí.

Por 32 senderos maravillosos de sabiduría esculpió Iah, Dios eterno de los ejércitos, Dios de Israel, Dios viviente y Dios del mundo, El Shaddai, misericordioso y clemente, alto y elevado, que reside eternamente, y cuyo nombre es santo, elevado y santo Él, y creó su mundo con tres libros: por el número, el escritor y lo escrito (1).

El “permanentemente ausente del estrado” creó el mundo valiéndose únicamente del número y de la palabra. Con esta claridad habla el Sefer Yetsirah del nacimiento del mundo y asimismo es como reconocemos el propio. Sabiendo, además, que es Hermes quien otorga la Palabra, que es precedida por el Pensamiento, y con la Palabra aflora la Memoria, y así el verdadero nacimiento.

Hermes guía las almas hacia el punto en que todas las voces convergen. Sólo es a su través que se arriba hacia este punto de no diferenciación, aquí donde la historia se repliega en la sumidad de mundos y seres que la han encarnado.

Hermes está vivo y está aquí. Y así es y será hasta el fin del calendario porque es a su través que el mundo existe tal cual las emanaciones de un Misterio que toma forma mediante el recuerdo que él mismo promueve.

Hermes destella, escribe, enseña, transmite, lee, guiña, arropa, revuelve, liga, retoma, acerca y aleja una única Voz a través del tiempo, adaptándola a las circunstancias que se requieran para que la llama siga prendida. Circunstancias que implican tanto el espacio donde se nace (geográfico) como el espacio que lo acoge (humano), de ahí que el nuevo nacimiento sea un proceso individual, en el que cada uno será responsable de sus llamaradas y sus achiques. 

Abolidas todas las contingencias mediante el estudio paciente, el cubículo se va abriendo a otras posibilidades del ser que se alejan del caos amorfo que perciben los sentidos para paulatinamente formar parte de un orden jerarquizado, determinado por la comprensión de las ideas y el conjunto de símbolos y analogías que las hacen inteligibles al hombre.

Así es como Hermes hace de sus iniciados verdaderas estatuas vivas, testigos de un tiempo otro que manifestarán a su través un Misterio que todo lo abarca. 

¿No sería delicioso poder vivir cada hora como si hubierais vivido la historia del mundo desde sus orígenes hasta nuestros días, y como si estuvierais destinados a seguir viviendo hasta su fin?

(…)

¿No sería cosa deliciosa poder leer en un libro que os permita leer, comprender y retener el fruto nunca descubierto, todavía y para siempre por descubrir, de todos los libros que han existido y que están por venir y aparecer? ¿Qué fascinamiento no experimentaríais viendo que vuestro canto atrae a vosotros no las rocas sino sólo perlas y piedras preciosas, embelesa no a las bestias feroces sino a los espíritus, pone en movimiento y hace vibrar no al infernal Plutón sino a los poderosos, a los príncipes de este mundo? (2)



Notas
1 Sefer Yetzirah. Ed. Obelisco, Barcelona, 2013.
2 Confessio Fraternitatis. Ed. Muñoz Moya y Montraveta, Sevilla, 1988.

http://letraviva.es/Hermes-a-su-traves

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