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domingo, 30 de abril de 2017

LA TRADICIÓN PURA

LA TRADICIÓN PURA

La Tradición Hermética es pura, queremos expresar con ello que no se reviste de formas exteriores a ella misma, no hay ceremonias, el maestro es interno y se manifiesta como una entidad axial y polar, tal cual el dios Hermes que la representa (lo cual no quita que este numen se encarne o manifieste en diferentes personalidades o escuelas de pensamiento) (1). No hay una parte exotérica, es por ello que quizás en cierto sentido sea tan desconocida aún para los mismos occidentales, siendo sin embargo la fuente de donde ha emanado nuestra cultura y civilización. 

Determinadas ciencias y artes, patrocinadas por el propio dios Hermes, tal como la alquimia, la astrología, la magia, el tarot, la ciclología, la cábala o el teatro, pueden servir de soporte o guía para aquellos que nos adherimos a esta tradición. La base de todas ellas es el símbolo revelado "huella visible de lo Invisible", y su potencia transmutatoria. 

Todos los seres y las cosas expresan una realidad oculta en ellos mismos, la cual pertenece a un orden superior, al que manifiestan, y son el símbolo de un mundo más amplio, más realmente universal, que cualquier enfoque particular o literal, por más rico que éste fuese. En verdad la vida entera no es sino la manifestación de un gesto, la solidificación de una Palabra, que contemporáneamente ha cristalizado un código simbólico. Ese es el libro de la vida y del universo, en el que está escrito nuestro nombre y el de todos los seres y las cosas, y los distintos planos en que conviven y se expresan, comunicándose perpetuamente, interrelacionándose entre sí a través de gestos y símbolos. La trama entera del cosmos es en verdad un símbolo que cada una de sus partes expresa a su manera. 

Y si toda la manifestación es simbólica y el universo un lenguaje, un código de signos, nosotros somos también símbolos y conocemos y nos relacionamos a través de ellos. Todo pasa entonces a ser significativo y cada cosa está representando otra de orden misterioso y superior a la que debe la vida, su razón de ser. Entonces los símbolos están vivos y emiten sus mensajes, e interactuando los unos con los otros también reciben y retransmiten innumerables señales y constituyen grupos, conjuntos, señales o estructuras de los que son parte. Los indefinidos códigos simbólicos están manifestando un sólo modelo universal, la arquitectura de la tierra y el cielo, encuadrada en los límites del espacio y del tiempo (2).

El testimonio de la cadena de iniciados que desde siempre han transitado por esta vía, la vía simbólica, reitera un gesto prototípico, y se constituye en símbolo vivo de la Tradición.

La iniciación es un proceso que conlleva toda la vida, y es a la vez aquí y ahora. El laboratorio alquímico es la propia alma, y es en el interior del santuario, del corazón, donde se produce la revelación, el hallazgo y la certeza. Nadie puede hacernos comprender, ni podemos comprender por nadie sin la participación del soplo del Espíritu, que sopla donde quiere; éste es el hálito vital que vivifica a la creatura. Es un camino para solitarios, entregados por y para el Amor, la soledad se vive como una necesidad y como la constatación de una Realidad única.




En la Tradición Hermética se destaca la transmisión a través del libro; no olvidemos que Hermes-Thot es el inventor de la escritura. Una forma de devolver lo recibido, completando el triple gesto de las tres Gracias: dar, aceptar y devolver. Se hace protagonista la palabra en una forma coagulada, lo que en sí mismo constituye un rito que religa lo de arriba y lo de abajo, y reitera el hecho creacional: pensamiento, palabra y obra.

Ahora bien, la palabra deviene discurso y éste es una construcción de la mente, dual y limitada. Es por la gracia que la Sabiduría es capaz de servirse de esta facultad mental y revelarse a través de la Inteligencia; la Sabiduría es capaz de hacer la Letra Viva. El hombre tiene el don de ser el vehículo, el símbolo por excelencia, y ésta su razón de ser, su destino, al tener la posibilidad de vivirse él mismo trazado por la pluma divina. Si el artífice es la Sabiduría siempre habrá una transmisión espiritual, lo cual permitirá el despertar de la Intuición Intelectual cuando haya una receptividad y una disposición natural para ello.

– ¿Por qué entonces, padre, Dios no ha dado participación en el Intelecto a todos? – Es porque ha querido, hijo mío, que el Intelecto fuera presentado a las almas como un premio que ellas tuvieran que ganar. – ¿Y dónde lo ha colocado entonces? – Ha llenado con él una gran crátera que ha enviado sobre la tierra, y ha apostado un heraldo con orden de proclamar a los corazones de los hombres estas palabras: "Sumérgete, tú que puedes, en esta crátera, tú que crees que volverás a ascender hacia Aquel que la ha enviado sobre la tierra, tú que sabes por qué has venido al ser".

Todos aquellos que han prestado atención a la proclamación y han sido bautizados con este bautismo del Intelecto, esos han tenido parte en el Conocimiento y han llegado a ser hombres perfectos, porque han recibido la Inteligencia. Los que al contrario han desdeñado escucharla, son los "logikoi"; porque no han adquirido por añadidura, el Intelecto e ignoran por qué han nacido y de qué autores (3).

Es posible que el discurso, por ser la parte horizontal de la palabra, se tergiverse o sencillamente pueda parecer que se dice lo mismo, cuando el alcance es bien distinto; para el punto de vista tradicional el discurso es vertical y de orden metafísico, y con respecto a éste todo lo demás es secundario o arbitrario. Hay un salto cualitativo del conocimiento teórico al conocimiento efectivo, análogo al paso de la horizontal a la vertical, o a la diferencia cualitativa entre que la mente trate de comprender a que el corazón reverbere con el Misterio. 

Intuir que el Ser es Uno, que sólo hay un pensamiento, una palabra, una voz, que engloba las distintas manifestaciones o estados de existencia, de lo sutil a lo grosero, de lo Uno a lo múltiple. Reintegrar en la conciencia la idea de Unidad aboca al ser a preguntarse ¿Quién?, umbral del Misterio donde no hay respuesta, ni identidad posible al trascender los límites del Conocimiento.

"No sabemos nada, salvo que Todo es Uno y Uno es Todo” (4). Nos sumergimos en el abismo de la Nada, en la potencia en la virginidad de su Origen. Esta es la expresión sencilla de la Tradición, de la Tradición Hermética para Occidente.

Por eso, pues, si debemos corresponder a la generosidad heredada de los beneficios para con nosotros, no alcanzaría todo el tiempo. Pero, si es necesario no sólo haber recibido junto a otros el bien elegido de la filosofía de Platón sino también dejar para los que vienen después de nosotros noticias de las visiones bienaventuradas, de las cuales, digamos, nosotros mismos hemos llegado a la cima de la filosofía, quizá como es natural suplicaríamos a los dioses mismos encender la luz de la verdad en nuestras almas, y a los seguidores y servidores de los dioses dirigir nuestro intelecto, y guiarlo hacia el fin perfecto y divino y sublime de la contemplación platónica (5).

Está por descontado que no hay méritos, ni medallas, hemos perdido todas las batallas, no hay interés en certificados académicos de ningún tipo. Es el Ser el que se conoce a Sí mismo, ¿cuál es, pues, el valor de lo individual, sino de servir de soporte a la realización de algo que le excede y que es imposible que retenga en sus límites?

Traspasar estos límites, deshacer el nudo de la individualidad, lo que creemos ser, una estructura o red de condicionamientos adquiridos o condicionados por el medio, constituye una muerte. El viaje es post-mortem, Hermes es psicopompos, él nos guía en este vuelo reintegrando los distintos planos de Realidad o grados de la Conciencia, extrayendo el elixir, la piedra filosofal, la esencia de la Vida.

No hay un empeño en renunciar al mundo, no tal como pueda ser entendido al modo ascético o religioso, que seguiría siendo una pretensión de la individualidad. Hermes se caracteriza por su versatilidad y capacidad de adaptación a los medios o las circunstancias, no hay más camino que el que se va haciendo. El viaje emprendido confiere la recreación de un Cosmos que tiene sentido por sí mismo al constituir un orden revelado; pone cada cosa en su lugar ubicándonos en la butaca del Centro, en el útero del Cosmos.

No hay tampoco negación del mal, el cual tiene que ver con la ignorancia y la incomprensión y tiene asignada además su función, la de mantenernos vigilantes y atentos para que se cumpla la escritura y no haya inversión de los términos. Todo ha de ser revelado al final de los tiempos, es lo más esencial de la Tradición lo que ha llegado a nuestros días; y por ello, aunque nos parezca inadecuado por no encontrar una palabra más correcta, hablamos de la Tradición pura, tal como nosotros la hemos recibido, por el intermedio del dios Hermes, la Tradición Hermética. Nuestro destino ya está escrito.

Ésta es la obra del escriba divino, un metalenguaje que trata de nombrar lo Innombrable, lo que irremediablemente nos conduce a sumirnos en el Silencio original.




Notas
1 Tal el caso de Federico González Frías, cuya obra constituye la actualización y vivificación de la Tradición Hermética.
2 Federico González, El Simbolismo de la Rueda. Ed. Libros del Innombra-ble, Zaragoza, 2016. 
3 Corpus Hermeticum, Poimandrés IV 3-5, “Discurso de Hermes a Tat: La Crátera, o la Mónada”. Extraído del Apéndice del libro Hermetismo y Masonería de Federico González. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016.
4 Federico González Frías, Rapsodia. Symbolos, Barcelona, 2015.
5 Proclo, Teología Platónica I - III. Editorial Losada, Buenos Aires, 2016.

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