El siglo XVIII (Vol. 1) – De la destilación ilegal al contrabando
Si anteriormente vimos el auge que experimentó el whisky durante los siglos XVI y XVII, que de estar prohibido su consumo (excepto para usos medicinales) pasó a ser protegido por el parlamento escocés como “bien de primera necesidad”, en el siglo XVIII nos encontramos un panorama muy distinto.
Dicen que el siglo XVIII es el de las luces; el de la ilustración y el racionalismo. En escocia no fue ni lo uno ni lo otro, sino más bien el siglo del contrabando. Sin duda, y no es por culpar a nadie, uno de los hechos más determinantes para nuestra bebida favorita y para Escocia fue la abolición del parlamento escocés en 1707, y conocedores de la afición por la ginebra de las refinadas gentes de Inglaterra, no es de extrañar que el whisky pasara rápidamente de ser catalogado como bien de primera necesidad a estar cargado de impuestos.
Para controlar que los escoceses abonen religiosamente el nuevo impuesto, la Administración de las Finanzas inglesa crea una especie de recaudadores de impuestos (llamados excisemen) que debe ir pueblo por pueblo a exigir el cobro. Lo que sobre el papel parecía buena idea desencadena en los pueblos escoceses una ola de indignación tal que no tarda en morir el primer recaudador en la horca.
Otra guerra va a desencadenarse en las Highlands, más sutil, silenciosa y clandestina: La guerra del whisky.
También hay documentados importantes motines en Glasgow y Edimburgo. Corrío la sangre y Inglaterra se vió forzada a intervenir con crudeza enviando al ejército a apagar las revueltas. Vendrán más (1715, 1745…) y todas serán vencidas. Es la época donde nacen los famosos clanes escoceses. En este contexto, poco a poco los escoceses van renunciando a batallar directamente y optan por otro camino: la subversión. Otra guerra va a desencadenarse en las Highlands, más sutil, silenciosa y clandestina: La guerra del whisky.
Los escoceses destilan con un fervor religioso (literalmente), ya que instalan alambiques en iglesias, capillas y monasterios. Se destila en el campo y en la ciudad, en la montaña y en el valle; se destila por todas partes. Alarmados e irritados por los mares de whisky, a los ingleses se les ocurre pagar 5 libras a quién denuncie a una destilería ilegal. ¡Justo lo que cuesta un serpentín!
Nadie mejor que ellos ha sabido escoger los emplazamientos donde se pueden fabricar buenos licores.
Así que los escoceses empiezan a denunciar a sus viejos serpentines para… ¡comprarse uno nuevo!Lejos de disminuir la destilación, ésta no hace más que aumentar (con mejor material, y por tanto, mejor whisky). Además, los destiladores ilegales inventan un pequeño alambique portátil y desmontable, perfecto para destilar lejos de miradas indiscretas. Conocedores del terreno escogen los mejores glens (valles), con las mejores aguas y el mejor clima para destilar. Alfred Bernard en 1880 escribió: “Nadie mejor que ellos ha sabido escoger los emplazamientos donde se pueden fabricar buenos licores. Esto podemos constatarlo hoy al descubrir hoy en día que un buen número de las antiguas destilerías se encuentran en sitios que ellos ya habían elegido, porque los más puros torrentes de montaña, corriendo sobre el musgo de las turberas, podían ser utilizados para destilar los mejores licores“.
El whisky va de Speyside o las islas hacia las Lowlands y, de allí a Inglaterra, inundando el mercado de whisky ilegal. Poco a poco los ingleses empiezan a apreciar el rudo espirituoso norteño… y como siempre las autoridades reaccionan mal. Aumentan las tasas a la importación de bebidas alcohólicas cosa que hace florecer, aparte de la ya existente destilación ilegal, uncontrabando jamás visto.
https://todowhisky.es/2012/10/el-siglo-xviii-vol-1-de-la-destilacion-ilegal-al-contrabando/
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