Reconozco que tenía momentos en qué yo
mismo no pude dar respuesta concreta y para hacerlo tuve que reunir con prolijo
esmero los argumentos en pro y en contra. No podemos atenernos a impresiones
infundadas para juzgar, sino buscar una base sólida de hechos concretos para
esclarecer posibles dudas.
En posesión de experiencias y un cúmulo
de argumentos al respecto, di una conferencia sobre el mismo problema en mi
Madre Logia. El problema despertó gran interés entre Los Hermanos y era obvio
que los inquietaba. A lo largo de los años el tema volvía a aparecer en tapete
en más de una oportunidad cosa que dejaba traslucir una inquietud latente. En
una oportunidad, hablando con uno de los personajes de la Suprema Dirección de
la masonería argentina, a gran sorpresa mía, dejó traslucir que le agradaría si
la masonería fuera una de las sectas de la cristiandad. Una vez al realizar uno
de los actos litúrgicos me sorprendió el recogimiento y dignidad con que se
desempeñaba, parecía asemejarse a un sacerdote. En la Logia Estrella del
Oriente, el Hno. Lloverás que es el superior inmediato de los aprendices
disciplinó al grupo de sus numerosos neófitos a tal punto que no les permitía
ni cruzar las piernas durante las tenidas. Me rebelé contra este rigor, especialmente
a causa de uno de los aprendices, ya hombre maduro y muy entusiasta.
El Hno. Defendió su disciplina diciendo
que él se sentía ahí como en un templo verdadero. A todo esto me puse a
reflexionar sobre los argumentos y los puse en la balanza.
A primera vista, la masonería posee
muchas prácticas que prueban que estamos frente a una religión. El local donde
se hacen las tenidas, se denomina templo, y estos suelen tener sólo las religiones;
toda la sede puede ser llamada como tal. El edificio de Buenos Aires se presta
especialmente para esta denominación.
Recuerdo que mientras buscaba la
masonería, en una ocasión pasé delante del edificio y éste me llamó la
atención, me detuve un segundo para adivinar de qué clase de confesión sería;
al no poder precisarlo seguí, buscando los masones.
Aunque hay muchas sedes de la masoneria
que no parecen en absoluto templos, también hay iglesias modernas que no
reflejan su calidad de tal. Una vez, un destacado escritor húngaro denominó a
una de estas iglesias modernas de Budapest, no sin razón de "Garage de
Dios".
No sólo el aspecto externo, sino también
la instalación de la Logia indican que no es una sala de reunión profana, sino
un templo. En primer término, el templo masónico, al menos en teoría, está
orientado con su eje hacia Oriente y Occidente, como los templos ortodoxos y
demás iglesias de muchas otras confesiones. Esta orientación está acentuada con
el fresco del cielo raso, que frente de la entrada representa el sol saliente
con algunas nubes que la oscurecen cada vez más en su lado, hacia la puerta,
donde se apaga en la noche oscura.
Junto a las dos paredes laterales de la
entrada se ubican dos columnas altas que llevan los nombres de las columnas
colocadas en el templo de Salomón. Si no fuera templo verdadero, se podrían
colgar cuadros en las paredes; ¡pero no se puede! Ni los retratos de los
grandes masones famosos: éstos están en los pasillos y en las salas* de
reuniones.
Esta distinción indica que la Logia
misma es un templo donde se realizan ceremonias religiosas. Según prescripción
no puede tener más ventanas, que algunas rendijas arriba para la ventilación,
que comunica con el exterior. Esto era una característica de algunos templos en
las épocas antiguas; por ejemplo: los santuarios subterráneos en honor de
Mithra. Es posible que esta prescripción de los templos masónicos es una
reminiscencia de las catacumbas cuyas capillas disponían de ventiladores
semejantes. Además, en los templos masónicos existe un pequeño soporte denominado
ara, para la Biblia que permanece abierta durante las tenidas. Al menos así es
como lo prescribe con firmeza el reglamento de la masonería clásica y
únicamente las Logias de los masones ateos herejes, son los que no respetan
este reglamento y en vez de la Biblia, colocan un libro cualquiera de legislación,
o bien un libro en blanco que, según ellos, sustituye para cada uno su libro
sagrado. Pero estos masones están excluidos de la comunidad masónica, que guarda
la tendencia sajona. Es precisamente esta diferencia la que demuestra que la
Biblia tiene para los masones una característica litúrgica de confesión, cuya relación
religiosa es innegable.
En la glíptica, la espada flamígera es
expresamente de significado religioso, según la liturgia masónica; el Gran
Maestro, durante las tenidas usa esta espada a diferencia con las de los
hermanos que son lisas. En algunos casos se prescribe el acompañamiento de
órgano y es a este fin, que las Logias mejor instaladas poseen este
instrumento. Se percibe mejor su significado religioso si observamos el argumento
por su lado opuesto: no podría imaginar que en los momentos de tensión de la
ceremonia de iniciación, cuando el Venerable llama al neófito a reflexionar
sobre si quiere verdaderamente entrar en la masonería y cuál es su motivo,
tocara alguna orquesta de jazz una canción alegre para animar en su decisión al
candidato de los ojos vendados. El órgano tuvo su nacimiento en las iglesias y
es ahí donde sigue escuchándose con familiaridad.
Dentro de la Logia, los cargos y algunos
grados tienen nombres especiales que distan mucho de la terminología de las
instituciones de carácter profano; estas denominaciones tienen origen en las
más diversas religiones: el superior de la Logia es el Venerable Maestro, el
que está sentado a su lado es el diácono, a quién envía con algún mensaje si es
preciso. Al lado del primer Vigilante se sienta el Subdiácono. De las numerosas
denominaciones de carácter clerical, pongo de ejemplo el nombre del presidente
de los grados 18 Athesatha cuyo significado original es: Jefe de los
Sacerdotes.
Las instalaciones del templo, los
utensilios a emplear en las prácticas litúrgicas, dan testimonio de que estamos
frente a una religión El uso de velas y la prescripción según el caso de su
cantidad 3, 7, 9, 11 son cifras sagradas. Durante la práctica de alguna
liturgia en que se apagan las velas una por una, encontré semejanza con las ceremonias
católicas de la Semana Santa. En más de una de las ceremonias queman incienso
sobre brazas; someter al neófito con motivo de uno de sus viajes a la
purificación por medio del agua, que es una reminiscencia lejana del bautismo.
Todo grado tiene su cuadro simbólico,
que está lleno de dibujos: los signos más diversos de la Deidad y símbolos de
religión son ancestrales. Quien observa estos cuadros peculiares, puestos sobre
la alfombra cuadriculada en el suelo, al medio de la Logia, no va a sentir
nunca que está frente a una creación de la pintura profana, sino despertará en
él recuerdos religiosos.
Los textos de las ceremonias masónicas
parecen indicar el ejercicio de una religión. La misma masonería los denomina
liturgia y habla de distintos ritos; ambos términos salieron del diccionario de
los términos religiosos. Y no sólo sus nombres son de carácter religioso, sino
sus prácticas también. En cada tenida, el libro de actas y cualquier escrito o
formulario oficial se encabeza "A la gloria del Gran Arquitecto del Universo".
Más de una ceremonia termina con un vigoroso amén de los concurrentes pero no
en su forma hebrea, sino en español: ¡Así sea! La liturgia de algunas
exaltaciones a los grados, está entretejida con motivos religiosos y alusiones
a sucesos bíblicos; la construcción del templo de Salomón, la actuación del
personaje legendario Hiram Abif, arquitecto encargado de los trabajos, es rodeado
por la mayor parte de las tradiciones; además, la búsqueda de la "palabra perdida"
a lo largo de los grados, es la gracia perdida; o la verdad escondida que el masón,
al subir a los grados, al fin la encuentra. Según apariencias esto también encierra
un carácter religioso. La estructura de los grados y su mecanismo superior pese
a sus denominaciones pomposas, guardan orígenes antiguos y presentan señales de
una purificación y superación constante, recuerdan también la fuerza religiosa
de la purificación y perfeccionamiento.
Visto a través de una crítica imparcial,
que traté de conservar en todo momento, puedo afirmar que en el curso de los
grados existe una tendencia hacia lo más noble y lo más purificado que merece respeto.
Únicamente la mala intención puede traducirlo en poses teatrales y en esnobismo
fanfarrón, olvidando completamente, que aquél que juzga esto con ironía mordaz,
practica cosas similares, a unas cuadras de ahí y no las considera grotescas,
porque nació en su tradición y desde monaguillo participa de ellas.
Ninguna de ellas es grotesca, ya que se
funda en tradiciones y toma su origen de los tiempos, cuando el hombre
acompañaba a las cosas dichas con una multitud de gestos, hasta llegar a la
representación. A primera intención puede parecer un absurdo, para aquél que no
conoce, pero el significado del curso de los grados, su enseñanza y lo que
espera de sus adeptos, me evocó una verdadera semejanza con la estructura de
los ejercicios espirituales de San Ignacio. Se podría exponer el tema en un
estudio esmerado, pero no es mi meta, lo acabo de citar por ser argumento comprobante
respecto a que la masonería es una especie del ejercicio religioso.
Aumenta el carácter litúrgico o sea
religioso de las tenidas y de sus prácticas el hecho de que las dirige un
Maestro de Ceremonias; además que cada frase esté prescripta y que durante las
prácticas reine el silencio. No puede uno levantarse ni caminar de un lado a
otro, y por supuesto está prohibido fumar. Participé de alguna tenida, donde
durante la cual se fumaba y en donde, en vez de la Biblia pusieron un código
nacional como protesta contra los principios de la Gran Logia Unida de Inglaterra,
cosa que pueden hacer, ya que tienen libertad para ello, hasta que no se enteren
en Londres o en E. U. en cuyo caso los excluirán s in emoción alguna, de los grupos
masones de tradiciones clásicas, convirtiéndolos en heréticos de la familia original.
Este es otro hecho que aumenta el carácter religioso de la masonería, puesto
que la historia de religiones ha practicado esta clase de cismas y excomuniones
por causas análogas.
DR TÖHÖ TÖM NAGY, JESUITAS Y
MASONES, Buenos Aires 1963, Págs. 212-2189
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