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lunes, 26 de junio de 2017

El Shamir, El Pectoral del Sumo Sacerdote y el Templo de Salomón de Acuerdo al Talmud

El Shamir, El Pectoral del Sumo Sacerdote y el Templo de Salomón de Acuerdo al Talmud
 Julio Mario Villarreal III

El Shamir y el Templo de Salomón

Aparentemente no solo la construcción del Templo de Jerusalén Salomón, rey de Israel, contó con la ayuda del antiguo y leal amigo del rey David, el Rey Hiram I de Tiro, quien en intercambio comercial con los hebreos, aportó parte de los materiales para tal fin sino también una cantidad cercana a los 184,000 constructores calificados al mando de Hiram Abiff, el mejor arquitecto fenicio de la época. 

De acuerdo a las escrituras tradicionales judías, las piedras empleadas en la construcción del templo se trabajaron en la cantera de Maresha, cerca de Moreset, sin que se oyera el golpeteo de martillazos, hachas ni otras herramientas durante el trabajo de los cargadores, aprendices albañiles judíos (ish-sabal), compañeros capataces fenicios (ish-chotzeb) y los superintendentes o maestros fenicios (menantchim), quienes dejaron las piedras labradas y modeladas perfectamente …o casi perfectamente.

El permanente hogar de Dios, donde el Arca de la Alianza descansa, fue construido a imagen del modelo original del Tabernáculo en el que reposaban las tablas de los diez mandamientos que dios entregara a Moisés en el monte Sinaí.

La Biblia nos dice que "ningún martillo ni hacha ni ningún otro instrumento de hierro se escuchó mientras se estaba construyendo." Los comentarios del Talmud al respecto de ese versículo sugiere que debido a que el templo fue construido para enriquecer la vida humana, e implementos de hierro son tan a menudo utilizados para destruir la propia vida humana, no habría sido apropiado utilizar herramientas de hierro en la construcción del Templo.

Sin embargo algunas tradiciones sugieren que incluso hay más en esta historia. Las escrituras dicen que, además de su sabiduría sin igual en cuanto a la reflexión como bien, el mal y la justicia, Salomón como cita la biblia “También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces.”

La sabiduría de Salomón superó a la de los sabios orientales más famosos y la de todos los sabios de Egipto.

Fue el más sabio de los hombres, más que Etán el ezraita; que Hemán, Calcol y Darda, hijo de Majol; su fama se extendió por todos los pueblos vecinos. Pronuncio tres mil parábolas y proverbios y sus poesías sagradas son mil y cinco.

Habló de las plantas, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que brota en los muros; disertó sobre cuadrúpedos, aves, reptiles y peces. Venían de todos los pueblos a oír la sabiduría de Salomón.

Las leyendas, sin embargo, dicen que Salomón no hizo más que un discurso sobre estas plantas y animales: él les habló. Dios le había concedido tanta sabiduría que Salomón entendía el lenguaje de todo ser viviente. Y no sólo las plantas y los animales. Salomón podía conversar con los ángeles y los demonios. Incluso podía liberar a los seres humanos de demonios cuando los poseían.

La creencia en los demonios en el imaginario judío está muy arraigada en los textos talmúdicos y el Talmud contiene una leyenda relacionada a la extraordinaria criatura llamada “Shamir” con la cual el Rey Salomón, por medio de los maestros constructores fenicios a cargo de Hiram Abiff, rectifico las piedras del Templo. 

El Shamir

Cuentan las antiguas leyendas hebreas que el Shamir es un ser viviente (aparentemente un gusano), que fue creado con la caída de la tarde del día sexto de la creación del universo, o sea, momentos antes de ingresar el día de reposo (Shabat). Según Midrash Tehilim (En Yalḳ, I Reyes, 182), el Shamir fue traído del paraíso por el águila a la tierra.

La función de este ser vivo llamado Shamir, era ayudar en la construcción del Templo Sagrado, pues hacían falta para tal fin piedras cortadas a medida y labradas (en la actualidad pueden apreciarse las piedras del muro de los lamentos que es lo que quedó de esa construcción). Estas piedras no podían ser cortadas con cincel, pues estaba prohibido el uso de metales para tal fin, al ser que el metal se utiliza para fabricar armas que acortan la vida de la persona, mientras que el Templo Sagrado prolonga la vida de la persona. Por eso, no es correcto alzar lo que acorta la vida de la persona sobre aquello que la alarga. Debido a esto, no se utilizó ninguna clase de metal en el corte y labrado de las rocas sino que se dio uso al Shamir por parte de los maestros constructores.

La Guemará relata la historia de Salomón, a quien el Creador le ordeno construir el Templo sin el sonido de los martillos ni objeto metálico alguno, por lo que no podía cortar las piedras de manera ordinaria. Ante esta necesidad, Salomón le preguntó a los rabinos y ellos le dijeron que había un ser llamado “Shamir”, una clase de gusano-demonio, que fue usado por Moisés y Aarón para cortar las piedras del pectoral (Efod) como parte de la vestimenta del sumo sacerdote y grabar en cada una de ellas el nombre de cada una de las tribus de Israel; y que además, al recostar el Shamir contra el lado de cualquier roca, la misma, instantáneamente y sin hacer ruido, se separaba según el patrón que se deseaba. 

Uno de los mayores desafíos a su sabiduría era encontrar una manera de construir el Templo del Señor sin necesidad de utilizar herramientas de hierro para cortar y alisar, además del traslado y acoplamiento de grandes piedras talladas. Salomón sabía que Dios nunca nos da más obstáculos a superar de lo que somos capaces de manejar, por lo que el precepto de la Torá en contra del uso de herramientas de hierro tenía que significar que existía otro método. Así que convocó a todos los sabios de su reino, y preguntó si alguno de ellos conocía el secreto.

Un viejo mago, instruido en la tradición antigua reveló a Salomón que en el sexto día de la creación, además de muchas otras maravillas que Dios había creado el Shamir. Esta pequeña piedra (algunos dicen que fue un pequeño gusano, que se refiere a la Shamir el Dragón, el Poder de la Serpiente, la Voluntad de Dios que actúa sobre la piedra dura del mundo) del tamaño de un grano de cebada, se utilizó supuestamente por Moisés para grabar los nombres de las tribus en las doce piedras preciosas en el efod (vestiduras sacerdotales usadas por los sacerdotes judíos durante el antiguo testamento) usado por el Sumo Sacerdote. El Shamir podría cortar las piedras para el templo en completo silencio.

Pero ni él, ni ningún otro de los sabios reunidos sabía dónde se encontraba el Shamir entonces Salomón reunió a todos los demonios que estaban bajo su control, al consultarlos no tenían ni idea de dónde se encontraba el Shamir. Se sospecha, sin embargo que su líder Asmodeo, el rey de los demonios, probablemente sabía el secreto.

Al consultar con los demonios inferiores le señalaron a Salomón el nombre de una montaña donde habitaba Asmodeo (Asmodai, Ashmedai, Sydonai, Chammadai o Asmodaeus). Además, le informaron que había un manantial de agua pura dentro de esta montaña donde Asmodeo, el Gran Rey de los Sombrajes o Gran Jefe de Todos los Demonios, le podía dar la información que deseaba. Asmodeo acostumbraba beber, actividad placentera para él, posteriormente de saciar su sed sellaba el pozo con una gran roca antes de regresar a sus ocupaciones. Cada vez que el regresaba siempre se cercioraba de que el sello no había sido manipulado durante su ausencia.

Salomón pidió a su general y mano derecha, Benaía (cuyo nombre significa "hijo de Dios"), diseñara un plan para capturar a Asmodeo. Benaía salió en busca del demonio a la montaña con una cadena, un manojo de lana, un recipiente de vino y el anillo de Salomón en la que el viejo mago había inscrito el nombre de dios.

Cuando Benaía llegó a la montaña hizo un orificio en la parte inferior dejando que el agua que contenía el pozo de manantial saliera, al terminar la tarea este bloquea la abertura con un poco de lana creando un tapón temporal para evitar saliera el contenido que se preparaba a verter en el pozo. Benaía escala la montaña y hace otro hoyo en la parte superior y comienza a verter el vino que traía en las garrafas para así llenar una gran porción del pozo con vino y posteriormente tapando dicha abertura con el resto de la lana, toda esta obra sin haber tocado la gran roca que coloco Asmodeo para proteger su pozo.

Cuando Asmodeo regresó, se sorprendió al encontrar vino en lugar de agua en su pozo, pero el sello no había sido tocado. Al principio, él no la quiso beber, pero pronto sucumbió ante su sed y bebió hasta que sus sentidos fueron vencidos y el vino lo puso en un profundo sueño.

Benaía ahora salió de su escondite, deslizó el anillo con el nombre de dios en la cadena y puso la cadena alrededor del cuello del rey de los demonios.

Asmodeo despertó y trató de escapar, pero la lucha fue inútil, el anillo con la inscripción era demasiado poderoso para el demonio. Benaía regresa a ver a Salomón con el demonio atado.

Salomón habló con Asmodeo y exigieron que revelara el escondite de la Shamir. El demonio dijo que dios le había dado la Shamir al ángel del mar y este desde hace mucho tiempo se lo confió a un gran pájaro que había hecho un juramento para guardarla cuidadosamente. El ave busco la montaña más rocosa y elevada para hacer su nido, empleaba el Shamir para romper la roca para luego rellenar las aberturas con semillas y así las plantas crecieran y crearan un hábitat más habitable. Pero hay muchos, muchos lugares, entre las montañas del sur donde el pájaro puede estar.

Una vez más Salomón y Benaía idearon un plan. Benaía llevó a una fuerza expedicionaria en busca del gran pájaro. Finalmente encontraron su nido, tal como Salomón había esperado, estaba lleno de las crías de la gran ave. Siguiendo el plan de Salomón, Benaía cubrió el nido con un gran cristal plano y transparente que había traído con él. Entonces se escondió y esperó.

Cuando el gran pájaro volvió y vio a sus polluelos hambrientos y desamparados debajo de la piedra, sacó la Shamir para destruirla. Benaía saltó de su escondite de forma inesperada, gritando y agitando los brazos creando tal escándalo que el ave escapa del lujar no sin antes dejar caer el Shamir. 

Benaía recogió el Shamir, removió la piedra del nido y volvió con el rey Salomón.

El pequeño Shamir, lo que representa sólo una pequeña fracción de la fuerza de Dios, el Logos, la energía de la serpiente que atraviesa y une a todos los niveles, es tan fuerte que se puede "cortar piedra" - es decir, se puede cortar a través de la densidad y la dureza del mundo material e inmaterial. Este enorme poder sólo puede ser localizado (que está en algún lugar dentro de uno mismo) con la ayuda de nuestro lado oscuro, la "inclinación al mal", que debe ser domado. El demonio Asmodeo la dualidad oscura, el opuesto del rey Salomón. 

Una vez que Salomón sabía que las piedras podrían ser cortadas y montadas sin violencia y sin emplear herramientas de hierro, la tarea de la construcción comenzó.

El Rey Salomón con la construcción de este Templo dedicado a Dios, cumplió con la voluntad de su padre el rey David. El Templo expresa la unión del alma con el espíritu e igualmente expresa arquitectónicamente esa misma unión, el matrimonio sagrado entre la Tierra y el Cosmos, ya que su construcción se efectúo de acuerdo con el modelo cósmico, según el cual el mundo terrestre aparece del mundo celeste, cumpliéndose el principio de la correspondencia “Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. Este principio afirma que se manifiesta en los tres Grandes Planos: El Físico, El Mental y El Espiritual”. Según Flavio Josefa en su libro Antigüedades Judaicas o Antigüedades de los judíos “La razón de ser de cada uno de los objetos del Templo es recodar y representar al Cosmos”. Por ello, el propio Templo en su integridad y cada una de sus partes, constituyen expresiones simbólicas de ese Cosmos que representa la correlación entre lo terrenal y lo divino, equilibrio perfecto de fuerzas entre el bien el mal. Dualidad representada por Salmón y el Demonio Asmodeo.

Salomón se dio cuenta que Ashmedai, el Gobernante del Mal era un personaje arrogante, por lo cual Salomón rápidamente lo aseguro con la cadena a una piedra. 

Ashmedai se mantuvo en cautiverio por Salomón hasta que el templo fue completado. Este demonio elemental logró su liberación de la siguiente manera: cuando Salomón se mostró curioso de los poderes mágicos de Ashmedai, el Rey de los Sombrajes contestó que si Salomón removía las cadenas que llevaban el nombre de Dios y le otorgaba el anillo con el sello que tenía puesto, entonces le demostraría sus poderes sobrenaturales. Salomón acató la solicitud, y el Sombraje, cargando al Rey, lo lanzo cuatrocientas millas hasta un país distante, y tras llevar sobre sí mismo la figura y apariencia del Rey Salomón, gobernó a Israel en su lugar. Salomón, triste pero sabio, retomo su trono tras muchas aventuras. Luego de esto, Ashmedai desplegó sus alas y viajó a su propio trono en el mundo elemental. 

El Templo de Salomón

Otra versión procedente de una leyenda rabínica señala que para poder trabajar sin ningún ruido en la construcción del templo, Salomón fue informado a través del demonio Asmodeous, quien le contó sobre la existencia del Shamir, añadiendo que el cuidado del mismo había sido puesto por el Príncipe del Mar al cuidado de una animal parecido a una abubilla (especie de martin pescador), un grifo y un urogallo, el cual había prometido cuidarla bien. Los ciervos de Salomón buscaron el nido del ave entre las rocas de una montaña y habiéndolo encontrado, lo cubrieron con una fuente de cristal. El pájaro volvió y al ver la entrada de su nido cerrado por lo que suponía era una puerta de cristal de roca, trajo del desierto una larva roedora milagrosa - el Shamir - con el fin de romper el vidrio. En ese momento, un grito se elevó entre los siervos de Salomón que vigilaban la entrada del nido y el pájaro al sentir temor soltó al Shamir, que los hombres le llevaron al rey (Giṭ.68b). Así el sabio rey adquirió el procedimiento perdido desde los tiempos de Moises, quien con la ayuda del Shamir pudo grabar los nombres de cada una de las tribus de Israel en cada una de las piedras preciosas y semipreciosas del pectoral del sumo sacerdote.

El Shamir y el Efod

Sobre el Joshen estaban distribuidas sobre todas las gemas en tal manera que cada gema tenía un total de seis letras. El Joshen portaba los nombres de las Tribus para servir como un recordatorio del mérito. Sus cuatro filas aludían al mérito de las cuatro madres y esposas de Jacob. Además de eso, incorporando los nombres de los ancestros y Tribus, todas las letras del Alef-Bet (alfabeto hebreo) estaban incluidas en el Joshen. Esto era necesario para que las sentencias pudieran ser construidas combinando las letras a fin de transmitir mensajes por medio del Urim y Tumim. 

Hashem (Dios) ordenó que las gemas preciosas del Joshen y el Efod fueran perfectas, sin siquiera la más pequeña astilla perdida. Las letras sobre ellas no podían por consiguiente ser talladas por medio de un instrumento dado que éste hubiera causado a los diamantes tornarse sutilmente astillados. 

¿Cómo entonces fueron los nombres de las Tribus tallados? Un Shamir fue traído. El Shamir era una criatura tan pequeña como un grano de cebada la cual fue creada en el Erev (víspera de) Shabat de los Seis Días de la Creación. Poseía la maravillosa habilidad de partir la más dura de las rocas. Los nombres de las Tribus fueron escritos sobre las piedras en tinta. Luego el Shamir fue guiado sobre la escritura y cortó dentro de ella con tal precisión que ni siquiera una minúscula astilla de un diamante se perdió como resultado de la incisión. 

El Efod, el cual fue construido gracias a la ayuda del Shamir

Vestiduras del Sumo Sacerdote Hebreo mostrando el pectoral con las doce gemas representativas de cada tribu de Israel.

Definiciones:

· La Guemará y la Mishná: Juntas forman el Talmud. El Mishnah es el texto base y la Guemará es el comentario y análisis que lo completa. Proviene de גמר: (gamar) ‘completar’ (en hebreo) o ‘estudiar’ (en arameo).

Los rabinos de la Mishná se conocen como tannaim (singular tanna תנא) y los rabinos de la Guemará son llamados amoraim (singular amora אמורא).

Dado que existen dos grupos de comentarios, hay, de hecho, dos versiones del Talmud: el Talmud Hierushalmi (en hebreo: תלמוד ירושלמי, Talmud de Jerusalén) y el Talmud babli (en hebreo: תלמוד בבלי) que se corresponderían con la Guemará de eretz Israel y de Babilonia. Ambas comparten la misma Mishná. La Guemará está en su mayor parte escrita en arameo, la Guemará de Jerusalén en arameo occidental y la babilónica en oriental, pero ambos contienen fragmentos en hebreo, cambiando incluso en el medio de una historia. En cambio la lengua de toda la Mishná es el hebreo.

· Targumim: La palabra Targum significa traducción. Y se aplica a las traducciones de la Biblia hebrea al arameo. Según la tradición judía, a la que hace referencia al parecer el libro de Nehemías (8,8), el origen de estas traducciones se encuentra en la necesidad de que los judíos repatriados de Babilonia por los persas entendiesen la lectura del texto hebreo que se hacía en las sinagogas; en el destierro habían olvidado la lengua nativa, el hebreo, y habían adoptado el arameo, lengua de Babilonia. Esta necesidad era urgente tratándose de repatriados pertenecientes sobre todo a las clases humildes y menos cultas del judaísmo. Las traducciones arameas redactadas por escrito en época posterior, y que han llegado hasta nosotros, son las siguientes:

El Targum Onqelos, que es la traducción oficial del judaísmo. Normalmente se dice que es un targum babilónico, en el sentido de que fue en las Academias judías de Babilonia donde recibió su forma actual, particularmente la vocalización. Sin embargo, estudios recientes concluyen que la tradición judía acerca del origen palestinense del Onqelos tiene buen fundamento.

El Targum llamado Palestinense, que fue sustituido alrededor del s. IX d.C. en Palestina, donde había imperado en siglos anteriores, por el oficial de Onqelos. Hasta hace poco se llamaba Targum Fragmentario o Yerusalmí II, porque solamente se conservaba en fragmentos (la doceava parte de todo el texto). 

El Pseudo-Jonatán o Yerusalmí I. Se considera como un Targum palestinense, que conserva mucha Haggadá, incluso más que el Neofiti. En conjunto es muy antiguo, aunque haya interpolaciones y adiciones tardías (p.e. se menciona la caída de Constantinopla y a la hija y la mujer de Mahoma); ésta es la razón por la que durante más de cincuenta años se prescindiese de este texto en los estudios de exégesis del N.T. por considerarlo un texto medieval. Hoy, sin embargo, se piensa que aunque el Pseudo-Jonatán tiene interpolaciones tardías, su texto es muy antiguo con numerosos materiales precristianos; por eso es necesario tenerlo muy en cuenta para la exégesis del N.T.

Neofiti. Fue descubierto en el año 1956. Este descubrimiento ha sido un acontecimiento extraordinario, no sólo en relación con los estudios targúmicos, sino, incluso, en relación con la lingüística aramea palestinense y con la exégesis bíblica neotestamentaria. Además es muy importante para detectar el desarrollo de la literatura halák1ca judía en sus primeras fases. Menahem Kasher, gran especialista en la literatura rabínica, considera al Neofiti como un instrumento básico para la investigación de la literatura rabínica primitiva. Desde el punto de vista del contenido es ordinariamente una versión literal, pero con frecuentes paráfrasis al texto hebreo del Pentateuco, versión pública y litúrgica que se leía en la sinagoga, lo que se deduce del frecuente uso de esta forma litúrgica: «Pueblo mío, hijos de Israel». Este carácter litúrgico del Neofiti da a su teología un relieve especial, porque representa la teología admitida en la sinagoga durante la época neotestamentaria. En el Neofiti hay cientos de menciones del Memra de Yahtvéh (Verbo de Dios), del Ruha de Qudsa (Espíritu Santo); de ahí la importancia de relacionar esta fraseología con las expresiones trinitarias del N.T.

Un punto importante es que el Neofiti parece ser del s.I o II d.C.; por tanto, sería un documento contemporáneo al nacimiento del cristianismo. Debe advertirse que todos los cotejos que hasta ahora se hacían entre la literatura neotestamentaria y la rabínica era a base de una literatura posterior al s.III d.C., y con el Neofiti se pasa a una literatura rabínica contemporánea al N.T. El conjunto del texto del Neofiti se puede decir que es anterior 0, por lo menos, contemporáneo al cristianismo.

La importancia lingüística del Neofiti deriva de que está escrito en arameo dialectal palestino, en el arameo de Galilea, que hablaba Jesucristo. En el Neofiti hay formas lingüísticas que encontramos en el Onqelos, pero pueden deberse ya a influjo de los copistas posteriores que sólo conocían el arameo del tipo de Onge1os, o bien porque en el mismo arameo galilaico se mezclasen formas lingüísticas de un arameo un tanto distinto, que pudo hablarse en Palestina en los primeros siglos del cristianismo, un arameo parecido al de Onqelos, o al arameo imperial o literario. A este propósito recuérdese que en el s. II y III d.C., gran parte de la población judía del Sur de Palestina se instaló en el Norte; por eso, los escritos galilaicos acusan fácilmente formas aramaicas del Sur.

Targumim a los Profetas y Hagiógrafos. La traducción aramea oficial a los Profetas es la llamada de Jonatán ben Uzziel, del nombre de un discípulo de Hilel (s.i; v.), pero obra anónima redactada en Babilonia entre los s. III y v d.C., a partir de materiales diversos fundamentalmente de origen palestino (para ampliación de datos y bibl. cfr. Le Déaut, o.c. en bibl.).

Según T. Walker, los Targumim a los Hagiógrafos no son anteriores a la época talmúdica. Probablemente sean mucho más recientes. Son obras individuales y no se destinaron nunca a uso litúrgico o escolar. Aunque de época reciente, contienen tradiciones antiguas de origen palestino

El Shamir: El Término Shamir se ha utilizado para designar a una piedra extremadamente dura en los Targumim. En la Biblia aparece referenciado tres veces (Jeremías XVII-1; Ezequiel III-9; Zacarías VII-12) connota al Adamantio (o Adamant en inglés), una sustancia más dura que cualquier piedra y por lo tanto se utiliza como un estilo para labrar o cortar. En la literatura post-bíblica tanto de judíos como cristianos se encuentran muchas leyendas referentes al Shamir, haciendo hincapié en su cualidad de dividir la sustancia más dura. 

Una maravilla de la Creación. El Shamir fue la séptima de las diez maravillas creadas en el crepúsculo de la tarde del primer viernes y fue seguido, significativamente, con la creación de la escritura, el lápiz, y las dos tablas de piedra. Su tamaño era el de un grano de cebada; que fue creado después de los seis días de la creación. Nada era lo suficientemente fuerte para resistirlo; cuando se colocaba entre las piedras, éstas se separaban de la misma manera en la que las hojas de un libro abierto; y el hierro se rompía por su mera presencia. El Shamir fue envuelto para su preservación en bolas esponjosas de lana y puso en una caja de plomo lleno de salvado de cebada.

Con la ayuda de esta piedra Moisés grabó los nombres de las doce tribus en el pectoral del sumo sacerdote, primero escribiendo en las piedras con tinta y luego colocando el Shamir sobre ellos, con lo cual la escritura se hundió en las piedras. Con su ayuda, por otra parte, Salomón construyó el Templo sin necesidad de utilizar ningún otro instrumento de hierro (Comp. I Reyes VI-7, Ex. XX-25; Tosef, Soṭah, XV-1 [Ed Zuckermandel, p. 321]; Soṭah 48b; Yer Soṭah 24b). El Shamir fue creado expresamente para este último propósito, ya que dejó de existir después de la destrucción del Templo (Soṭah-IX, 10; Tosef XV-1).

Según una leyenda, un águila trajo al Shamir del paraíso a Salomón por orden de este último (Yalḳ.II p.182.), Mientras que otra tradición es la siguiente: cuando Salomón pidió a los rabinos cómo podía construir el Templo sin necesidad de utilizar herramientas de hierro, llamaron su atención sobre el Shamir con la que Moisés había grabado los nombres de las tribus en el pectoral del sumo sacerdote, y le aconsejaron que ordenara a los demonios bajo su dominio el obtenerlo. En consecuencia Salomón convocó a Asmodeo, el príncipe de los demonios, quien le dijo que el Shamir no había sido no puesto bajo su cargo, sino bajo la protección del Príncipe del Mar; el príncipe a su vez lo confió sólo al urogallo, en cuyo juramento, confió. El urogallo utilizaba al Shamir para escindir rocas desnudas para que pudiera sembrar semillas de árboles en ellos y por lo tanto causar nueva vegetación a surgir; por lo tanto, el ave fue llamada el "divisor de rocas". El Shamir fue robado al urogallo por medio del siguiente truco: Su nido fue encontrado y un polluelo del mismo fue cubierto con cristal transparente. El ave llevó entonces al Shamir y lo puso en el cristal, que se rompió; en ese momento, un emisario de Salomón, que se había ocultado cerca, asustó al pájaro para que callera el Shamir, el cual fue capturado y llevado a Salomón inmediatamente. El urogallo se suicidó al no haber podido cumplir su juramento (Giṭ.68a,b).

El Shamir en las leyendas folclóricas. Las últimas investigaciones indican que la leyenda es babilónica en su origen y en el lenguaje, y su contenido viene a demostrar que se trataba más de una leyenda de la gente que de una tradición de las escuelas, como es el caso de las historias antes mencionadas. Hubo, sin embargo, círculos en Palestina, que se negaron a acreditar el uso de al Shamir por Salomón. Otros, sin embargo, creen que Salomón lo empleó en la construcción de su palacio pero no en la construcción del Templo. Otros consideran que fue un milagro divino y no la magia lo que hizo que el templo se construyera por sí mismo.

Las opiniones están divididas sobre la naturaleza del Shamir. La tradición judía declara por unanimidad que es un pequeño gusano desde una base textual, y otros por su parte por su parte, consideran el Shamir al polvo de corindón como material altamente abrasivo y duro y así discurren más teorías sobre su origen y significado.

El Shamir en las leyendas árabes. La tradición del Shamir fue llevado por los judíos a los árabes. En la tradición árabe Salomón, bajo las instrucciones de Gabriel, recurría a un gusano cuando deseaba perforar través de una perla, y un gusano blanco cuando quería enhebrar la piedra de ónix. Esta creencia era todavía común en la Edad Media, ya que se encuentra en la Cábala (Zohar, I-74). De acuerdo con la versión en inglés de la "Gesta Romanorum", el emperador Diocleciano había encerrado en una caja de cristal a un polluelo de avestruz que había encontrado en el bosque y se lo llevó a su palacio. La madre del ave los siguió para poder recuperar a su cría, y al tercer día trajo en su pico un "thumare" (Shamir), un gusano, y lo dejó caer sobre el cristal, el cual rompió. Vincent de Beauvais, Gervasio de Tilbury y Albertus Magnus relataron historias similares, pero solo Magnus señala expresamente a la tradición judía como fuente. Los otros dos escritores, dentro del verdadero espíritu de medievalismo, dan una variante notable a la leyenda en el sentido de que el ave manchó el vaso con la sangre del gusano y así logro partirlo.

Hashem: es un término hebreo que significa literalmente ‘el nombre’. Se utiliza para evitar nombrar el nombre de Dios YHWH. Otras maneras de evitar nombrarlo es con el tetragrama YHWH (formado por las letras hebreas yod hei vav hei) y con la palabra Adonai (‘Señor’). Se denomina simplemente así, pues, para preservar el tercer mandamiento entregado por Dios al profeta Moisés, el cual advierte de no pronunciar el nombre sagrado en vano. Ese tercer mandamiento se puede leer en el texto Deuteronomio 5, 11: «No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano; porque Dios no dará por inocente al que tome su nombre en vano».

También se puede observar este mismo mandamiento en el texto Éxodo 20, 7. Además, H' (Hashem) es la manera que tiene el judaísmo de afirmar que el único nombre que identifica realmente a su Dios es aquél que ni siquiera lo nombra, pues consideran que nada existente abarca la realidad de ese Dios. En muchos textos judíos en español no se encuentra la palabra «Dios» completa, sino que sustituyen la i o la o por una diagonal (D\os o Di\s) de modo que el lector ni siquiera piense en la palabra «Dios» en vano. Otras interpretaciones atribuyen a Hashem, el significado de "Yo soy", que es lo que habría respondido la divinidad a Moisés, cuando este le preguntó por su nombre ante la zarza ardiente de Horeb.

Adamantio (Firme, Inexorable, Obstinado): El adamantio, adamantium, adamantita o adamantino/a (del latín adamantinus, "duro como el acero", y este del griego ἀδάμαστος, adámastos, que significa "indómito", "inflexible"), es un material mitológico y ficticio, se puede obtener algunas veces natural (minado) y otras veces por un proceso de forjado (gemas, aleaciones de metales duros o diamantes) que tiene la cualidad de ser indestructible una vez que está solidificado. En la mitología griega, por ejemplo, Crono utilizó una hoz adamantina para cortar los genitales a Urano. Es muy popular en los cómics de Marvel donde se prepara con metales derretidos y luego es indestructible e inmodificable cuando se enfría.

En la literatura se emplea la palabra adamantio de forma poética o figurativa para nombrar un material de cualidad dura y de habilidades especiales. Se nombra en multitud de narraciones, mitología, cómics, juegos de mesa, videojuegos, películas.

Este término aparece tres veces en el Antiguo Testamento (Ezequiel III- 9; Zac. VI-12; Jer. XVII-1), y se utiliza como una traducción para Shamir (o Samir). Aunque no puede recogerse una idea bien definida sobre la identidad de la sustancia que se utilice en estos pasajes, si es posible determinar su naturaleza y los usos a los que se les dio. En todos los pasajes se define claramente como una sustancia muy dura, y en Jeremías XVII-1 se compara con la herramienta del grabador de hierro. En los otros dos pasajes se usa en sentido figurado para expresar un espíritu inquebrantable, terco y desafiante. El diamante no es mencionado en Jeremías XVII-1 pues el diamante no se utilizó para el grabado en la antigüedad y de hecho es dudoso que el diamante en su forma pulida fuera conocido por ellos. La sustancia que se utilizaba para el grabado era el corindón y esto probablemente propone al "firme" de la Biblia. El "inflexible" lectura en Ecclus.XVI-16 es evidentemente erróneo. No da ningún significado inteligible. El Talmud, explica al Shamir como un gusano milagroso que se utilizó en el grabado de las piedras en el pectoral del sumo sacerdote , y de acuerdo a una leyenda generalizada que se hizo conocida por los árabes , Salomón fue asistido por este gusano en la construcción del Templo (Soṭah, 24b, 48b ).

Fuentes: 
Asmodeo, El Demonio del Camino Oscuro. Portal Pensamiento al Vacío, Internet. 
Bochart, Hierozoicon, ii. 343, 842 et seq.; 
P. Cassel, Schamir, in Denkschriften der Königlichen, Akademie der Wissenschaften in Erfurt, Erfurt, 1856; 
Lewysohn, Zoologie des Talmuds, § 500, Frankfort-on-the-Main, 1858; 
Kohut, Angelologie und Dämonologie, p. 82, Leipsic, 1866; 
idem, Aruch Completum, viii. 107, Levy, Neuhebr. Wörterb. iv. 579; 
Grünbaum, in Z. D. M. G. xxxi. 204 et seq.; 
idem, Gesammelte Aufsätze, pp. 31-43, Berlin, 1901; 
idem, Neue Beiträge zur Semitischen Sagenkunde, pp.211 et seq., Leyden, 1893; 
Hamburger, R. B. T. ii. 1079-1080. 
Mishná, tratado de Pirkey Abot 5: 6 
· Traducción del original en ingles King Solomon and the Shedd del libro The Secret Teachings of All Ages de Manly P. Hall. Sánchez & Rivera, Traductoras. 2011, Puerto Rico. 
Benjacob, Oẓar ha-Sefarim, p.191, No. 640; 
Fabricius, Codex Pseudepigraphicus, i. 1014 et seq., Hamburg and Leipsic, 1718; 
I. S. Reggio, in Kerem Hemed, ii. 41 et seq.; 
Steinschneider, in Ha-Karmel, vi. 116, 125; 
idem, in Cat. Bodl. cols. 2289-2303; 
Wolf, Bibl. Hebr. iii., No. 1967; iv., No. 1967; 
Winer, B. R. s.v. Salomoh. 
· Shalom y hatzalajá. R' Aharón David ben Israel 
EliShama: Los 12 Patriarcas, El Pectoral Del Sacerdote Y Los Estandartes De Israel 

Tomado de la Revista Dialogo Entre Masones Agosto 2014

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