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martes, 27 de junio de 2017

FELICES FIESTAS SOLSTICIALES

FELICES FIESTAS SOLSTICIALES
Guillermo Fuchslocher

Me encuentro al momento aproximadamente a 0 grados, 5 minutos y 28 segundos de latitud Sur, pero si recorro unos diez kilómetros, en corto tiempo podría pasar al Hemisferio Norte, o colocar un pie en el Hemisferio Sur y otro en el Norte. Por esto, si bien en estricto sentido celebro con mis hermanos y amigos del Hemisferio Sur el Solsticio de Verano, también siento la necesidad de celebrar con mis hermanos y amigos del Hemisferio Norte el Solsticio de Invierno. 

Los solsticios de verano y de invierno, que señalan el día más largo y el día más corto del año, en el Norte y en el Sur, han servido para que mitologías y religiones rindan culto a dioses que representan al Sol, bajo cualquier nombre, o recuerden, o hagan coincidir, el nacimiento de sus dioses en estos días, aunque las fechas exactas pueden variar por distintas razones, como el cambio del calendario juliano al gregoriano. Para distintas culturas y pueblos de la antigüedad, los solsticios marcaban los momentos de mayor frío o calor, del verano y del invierno, y sus consecuencias para la agricultura y la vida. Como estos días implican la máxima o mínima potencia del sol y de la luz, ello lleva a las ideas de plenitud o de recogimiento, de vitalidad o de esperanza, relacionadas con los simbolismos del sol y de la luz. El fuego, las luminarias, y los árboles con frutos y luces, también son símbolos de esa plenitud vital o de la esperanza de que ella vuelva, de la máxima expresión de la vida o de la posibilidad de la muerte. 

En los últimos meses del año, especialmente en ésta época, se celebran distintas fiestas, sea que estén relacionadas o no con los solsticios. Puede ser Diwali, el festival de las luces del hinduismo, entre octubre y noviembre, que implica un avance hacia la luz de la verdad y marca nuevos inicios. Puede ser Hanuka, la fiesta de las luces del judaísmo, entre noviembre y diciembre, que celebra la independencia judía de la dominación griega, aunque algunos la remontan y relacionan también con el solsticio de invierto. Puede ser Navidad, la fecha atribuida al nacimiento de Jesús, basada en celebraciones romanas como la de Mitra, el dios persa de la luz, o la del nacimiento del Sol Invicto, relacionada con Apolo. En la cultura andina, en el Hemisferio Sur, puede ser el Inti Raymi, la fiesta del sol en el solsticio de junio o de invierno, o el Kapac o Kayak Raymi, fiesta de la masculinidad y de iniciación de los adolescentes, en el solsticio de diciembre o de verano. O puede ser el año nuevo de distintas culturas; el 1 de enero según el calendario gregoriano, cuyo primer mes, enero o ianuarius, nos recuerda al dios Jano, el de las dos caras que simbolizan los comienzos y los finales, el pasado y el futuro; o el año nuevo chino, celebrado la segunda luna nueva luego del solsticio de invierno, entre enero y febrero; o la ya referida Diwali, año nuevo hindú; o el año nuevo de aquellos cristianos ortodoxos que siguen el calendario juliano, el 14 de enero; o el variante año nuevo lunar musulmán, en este año en noviembre.

Desde mi punto de vista, sea que los fundamentos de estas celebraciones sean religiosos, culturales o simbólicos, encuentro que más allá de las diferencias hay cierto simbolismo común o parecido, y unas buenas intenciones y propósitos que parecen influenciar a casi todos, y que los sintetizo en la manifestación del deseo de felicidad hacia los demás. Estos son también mis deseos. Y ahora aprovecho este solsticio, para mí doble, a fin de desear expresamente a todos ustedes la mayor felicidad, en compañía de sus familias y de todos a quienes quieren, y mi anhelo de que cada uno de nosotros, imbuidos de este espíritu, empecemos por respetar a nuestra madre común, la naturaleza, y sus especies, y aportemos en algo para que ese respeto y deseo de felicidad sea para todos los hombres, mujeres y niños del mundo, sobre la base de la libertad, la igualdad y la fraternidad, gracias a la unión, solidaridad y cooperación de todos los seres humanos, para que todos puedan ejercer el derecho a la felicidad, basada en la justicia, especialmente los que ahora sufren.

Un abrazo fraterno a todos.

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Tomado de la Revista Dialogo Entre Masones Agosto 2014

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