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lunes, 26 de agosto de 2019

Amiable y Wirht frente a la reforma de los Rituales del GODF

Amiable y Wirht frente a la reforma de los Rituales del GODF




Seguimos reproduciendo desde este pizarrón que es el Blog Rito Francés, el trabajo de Daniel Ligou, sobre el Espíritu Positivista en los Rituales del GODF (1877-1887) los cuales aunque para algunos hermanos lo ignoren, marcaron profundamente la época cuyos cambios y realidad se expresan hoy en los rituales actuales

La labor de Amiable, y la oposición de Wirht frente a la tendencia dominante.

O. Wirth es uno de los claros oponentes a la tendencia dominante del Gran Oriente de Francia. Aborda la confección de un informe que eleva al GODF, en el cual propone una vuelta al término y al con concepto del Gran Arquitecto del Universo (GADU), que para él es la parte central de todo el edificio masónic,. siendo el pilar que lo sustenta incluso dentro de la renovación del simbolismo tradicional que se planteaba.

En esta época Wirth, comienza a estar muy interesado por el ocultismo, no es aún el ocultista que se conformará después de 1890. En cualquier caso, su informe, finalmente bastante moderado, fue aprobado por su logia, aunque ello no parece preocupar mucho en ese momento al Gran Oriente, ya que debe pasar por otros filtros.

En 1887, Wirth aborda de nuevo la cuestión sobre el simbolismo en una conferencia pronunciada, y que que dicta en la logia parisiense “Les Amis Triomphants” bajo el título “Estudios sobre el simbolismo” la cual el Hermano Hubert publicó en la Revista La Cadena de Unión. Un poco más tarde se produciría la ruptura entre ambos estudiosos masones.

Hubert, que en 1877, no había desaprobado la desaparición del Gran Arquitecto de la terminología masónica, ahora se había convertirse en un hostil, al menos de cara a los innovadores (que lo habían eliminado del Gran Colegio) y escribía: “Creemos que es preferible mejorar, y no bajo pretexto de mejorarlo, destruirlo todo. Para los que saben incluir los símbolos masónicos y explicarlos juiciosamente, hay ellos una fuente de enseñanzas y evolución útil e interesante”.

En cualquier caso, cuando el 10 de agosto, Colfavru, en nombre de sus colegas, redactó el “Acta del Consejo de la Orden”, la situación era la siguiente: se habían recibido 84 respuestas al 1 de agosto, o sea habían contestado la cuarta parte las logias de la Federación. El Gran Colegio, en junio, había modificado los rituales de los Altos Grados -parece, que en ese momento desaparece “por omisión” el viejo “rito francés” de los siete órdenes, que había dejado practicarse a mediados del siglo- pero cuyos “Cuadernos” aún subsistían.

Louis Amiable redactó un ritual de instalación de Logias (que faltaba), y su iniciativa fue aprobada el 8 de julio por el Gran Colegio, sujeto a la decisión final del Consejo del 12 de Julio, la cual lo entregó a una comisión de tres miembros que lo aprobó definitivamente el 2 de agosto.

Los resultados de la investigación debían sintetizarse y presentarse a la Comisión Conventual. La revisión de los rituales,-describía el informe- parecía corresponder a una necesidad y al deseo de la generalidad de los miembros de la Federación.

Los rituales simbólicos habían revisado no hacía más de seis años, pero el trabajo en aquella época sólo fue parcial. En este momento era más intenso ya que no se recurrió a los talleres para obtener su dictamen, no hubo corriente de opinión pública susceptible de consagrar por adelantado las innovaciones admitidas confirmando al mismo tiempo los usos mantenidos. Sólo se hizo un notable cambio con relación a los rituales previos, el de las fórmulas, refiriéndose a la profesión de una creencia determinada; todo ello de conformidad con el cambio introducido en el artículo 1 de la Constitución por el voto de la Asamblea General de 1877.

En la actualidad, se trata de una revisión general, que se refiere no tanto al fondo como sobre a la forma. “Era importante que tal revisión no fuera la obra exclusiva de un reducido número de Hermanos, especialmente eran cualificadas por su situación jerárquica, sino por la obra común de los Hermanos del GODF”.

El Consejo quería pues, que la obra emprendida fuera colectiva y así se hizo. No hay por qué asombrarse de constatar que solamente un poco más de un cuarto de los talleres, hubieran respondido a la investigación. No se trata menospreciar la hostilidad al proyecto -pues en gran medida fueron logias hostiles al proyecto las que se expresaron en los informes. Por ello, la logia de San Giéniès de Malgoirès (Gard) que presidía Desmons, y varios los hermanos se dividieron sobre las cuestiones que se les afectaban, un tercio de los hermanos era hostil a toda modificación, en particular, a la supresión de las pruebas.

Pero la mayoría de los talleres habían tomado la práctica de adaptar los rituales que les eran enviados por el GODF, a su conveniencia, de excluir u omitir, lo que parecía contrario a las ideas de la mayoría del taller, transformar fórmulas (la logia Alsacse-Lorraine) sustituyó la aclamación tradicional por “France-Alsace-Lorraine”, lo que apenas daba prueba de las buenas intenciones patrióticas de los Hermanos, y menos en el sentido simbólico), o incluso pensaban añadir, y no sin razón, poder seguir dada la situación….

El Consejo del 2 de agosto organizaba pues la explotación del material recogido del cual luego L. Amiable se encargaba de hacer una síntesis que se entregaría a cada delegado del Convento. La “Tercera Comisión” de dicho Convento informaría sobre hico estudio, y se pronunciaría sobre él.

Efectivamente, cuando Convento se abrió el 13 de septiembre, bajo la Presidencia de Desmons, el trabajo estaba listo y fue distribuido bajo la formula de un “folleto azul”entre los delegados. Las opiniones de las logias que se habían manifestado con mucha claridad, y las diferentes opiniones eran analizadas ahora con una gran objetividad. Plan y contenido debían reanudarse en el informe de la Comisión representada por Dequaire, incorporando la filosofía, que reinaba y que supo lograr plasmar las ideas generales de esta investigación.

El ponente pone de relieve en su informe la dúplice filosofía que se daba en la síntesis: las logias reclaman “vigorosamente el mantenimiento del simbolismo que da a la Masonería Universal su fisonomía original”, pero quiere que este simbolismo sea “sobrio, claro y absolutamente neutro”.
El Hermano Dequaire, distingue que el “simbolismo, que es una de las formas de la expresión del pensamiento” del “deísmo que es una creencia”.

Se quiere mantener un simbolismo “neutro” entre “las distintas creencias” al igual que “frente a las negaciones”. Debe “inspirarse en esta filosofía positivista que no se eleva sobre las cosas humanas y que sólo considera sobre el hombre la imperecedera humanidad”. Dequaire, entonces afirma que esta visión de la Masonería no es una innovación, sino la defensa “de las más puras tradiciones de la antigua Masonería”. Afirma que “el francés Desaguiers” (sic), cuando organizó la Masonería inglesa, quería “hacer de nuestros Templos el asilo de lo que hoy llamaríamos el libre pensamiento” que “no concebía que la Francmasonería pudiera ser una asociación dogmática que imponga un mínimo de creencias metafísicas entre sus miembros”.

Es por medio de Ramsay “agente de la política jacobita” como volvió de nuevo a Inglaterra un Credo “que la institución primitiva no conocía”. Y de ahí se pasa a afirmar que las Grandes Logias de más allá del Canal de la Mancha “falsearon un tanto a la institución”. ¡Afirmaciones por lo menos discutibles, pero que en adelante en el seno del GODF se recibirán generalmente se condenarán como un anacronismo perpetuo, agravando con ello la situación!

Los Cuadernos de Grados, dan buena prueba de este espíritu de “tolerancia y de neutralidad”. La reforma anterior había sido insuficiente y era necesario que el simbolismo, no separa aún más al GODF de la otra Masonería , se pretende "que no sea el de una clase de religión natural, sino la expresión sensible de nuestras tendencias, admirablemente resumidas en la triple fórmula “Libertad, Igualdad, Fraternidad”.

Dequaire , constata que muchos hermanos se interesaron sobre todo por “las pruebas”, pero “es necesario retomar la cuestión de más arriba”. Hay, en nuestro ritual “cosas caducas” que sólo mantenemos por respeto a la tradición y el universalismo masónico. Por ello será fácil “reconciliar la exigencia de la razón moderna con la tradición internacional”, presentando “bajo la forma de una simple descripción lo que, en nuestro simbolismo, no tiene ya más que un valor histórico”, como “de detraer a su más simple expresión” lo que ellos sólo tienen como otro papel e del reconocimiento interobedencial..

Por otra parte, “no es un grave problema, ya que muchos colocan el acento en una medida razonable como es la revisión de las pruebas físicas”. La parte fundamental es “un examen filosófico de todas las fórmulas de nuestros Cuadernos, una reorganización de todo lo que no queda claro, de todo lo que no es neutro”, a reserva de los “derechos históricos e internacionales del simbolismo”. Hasta habría que desear que estuvieran más completos y que el conocimiento de los grados fura más amplio.

¿A quién conviene confiar el cuidado de esta revisión? 

No podía ocupar ese papel la Asamblea General, sino al Gran Colegio. Éste, por la voz de los hermanos Amiable y Viguier, ya había dado el visto bueno a la nueva formación que se propuso la Comisión, qula cual proponía que se agregasen los hermanos competentes, para ponerse de acuerdo con el Consejo “para todo lo que, en la redacción de los rituales, pudiera afectar a las relaciones masónicas internacionales” .

En dos ocasiones, Dequaire, precisa que no “se impondrá” el empleo de estos rituales sino que “se recomendarán” y que cada taller mantendría su libertad “en el marco general de las ceremonias masónicas, de mantener sus prácticas y sus ceremonias particulares”.

Indica por otro lado que la Comisión rechazó un deseo del hermano Francolín, que reclamaba una libertad ritual absoluta, y concluye afirmando que su informe preveía que los “rituales redactados en el espíritu abierto no estaban en su linea y que se retiraba de la consulta” ya que había intentado ser el intérprete de los “sentimientos sabiamente progresistas que animaban la Franc-Masonería, a la cual coloca antes que la Masonería Universal”. Se aceptó por unanimidad el informe.

Amiable se puso rápidamente a la obra. A partir del 25 de octubre, anunciaba al Consejo que se constituía la Comisión, compuesta por 6 miembros del Gran Colegio y otros 6 “Hermanos elegidos fuera de su tal institucion. Entre los invitados se llamó a quellos que habián atraído la atención del Gran Colegio por sus trabajos preparatorios”. Amiable se garantizaba la Presidencia, Thulié, Consejero de la Orden, la vice- Presidencia, los hermanos Mauger, Muy Sabio del Capítulo “les Amis Bienfaisants” y Melinette, Venerable de la logia ” Thélème”, Secretariado.

Los miembros eran Fontainas, Viguier, Chastanet, jefe del Secretariado, Décembre-Alonier por el Gran Colegio, Bompart, Orador “ L´ Etoile Polaire”, Bordier Venerable de honor de la Logia “les Amis de la Patrie”, Boucheron, miembro de “Thélème” y Parmentier, Venerable de “Amis des Pueples et les Bienfaiteurs Reunis” representaban “la base”. Esta Comisión había comenzado sus trabajos y debía presentarlos sucesivamente al Gran Colegio y al Consejo.

Las cosas se desarrollaron muy rápidamente puesto que, a partir del 10 de enero de 1887, Amiable presentó los textos al Consejo. El Gran Colegio los aprueba el 18 de febrero, y el “pequeño Convento”, en sesión plenaria de primavera del Consejo los estudia y a su vez, después de un debate que se desarolló entre los días 15 y 16 de abril, los adoptó eso sí "después de distintas modificaciones”. Amiable mandó inmediatamente imprimir los rituales el 13 de junio, y con ello el trabajo prácticamente concluido el Consejo decidió que el envío de los rituales fuera acompañado de un informe de Amiable, y de una circular del Consejo de la que debería encargarse Viguier . El día 27, todo estaba listo y el Consejo dio el visto bueno y definitivo.

La circular de Viguier, firmada por Colfavru y los secretarios no tiene gran interés, pero el “informe sobre los nuevos rituales para las Logias” de Amiableo es por el contrario, un documento importante.
El autor precisa las circunstancias en las cuales tuvo que presentar este trabajo y los distintos episodios de su elaboración. Hace hincapié en la voluntad de las logias de alterar el ritual; la gran mayoría de las mociones eran referidas a la iniciación, un número importante de ellas se refería los grados de Compañero y Maestro. La Comisión “de los Doce” trabajó seriamente, celebrando catorce sesiones en dos meses y medio. Amiable distingue a continuación, que en ese ritual , indica lo que es “obligatorio” y lo que es “facultativo”. Por lo que se refiere a la iniciación, no se pueden suprimir ni las pruebas, ni los pasos del ritual que es la “puesta en la práctica de las distintas disposiciones de la ley masónica”, ni el simbolismo. Pero “bajo estas reservas”, puede estar permitido restar o añadir algún detalle, pero es necesario conservar “regularidad y dignidad”.

El nuevo ritual se inspiró en los rituales del Supremo Consejo y la Gran Logia Simbólica Escocesa en su presentación tipográfica, con lo cual hay que decir que se mejoró mucho. Se pidieron prestados también distintos detalles de los rituales de “potencias masónicas que tenían su sede fuera de Francia”. Es una pena que Amiable no nos dé otras precisiones, pero puede pensarse que se está hablando del Gran Oriente de Bélgica.

El nuevo ritual renunció al “estilo noble” hasta entonces en uso, y simplificó las fórmulas y evitó las repeticiones.

En ellos, el papel de Segundo Vigilante se aumenta -con el objetivo de la racionalidad- y está incluido también en ello, la ceremonia del la instalación del Venerable, y no así como era al uso, el papel del Primer Vigilante.

Hubo tambien una racionalización, en la lectura de la correspondencia, en las elecciones de los Oficiales, en su instalación, y en la comunicación de las palabras del semestre que se asentaban de esta manera en el ritual, donde no figuraban hasta entonces. Dos innovaciones más : en cada uno de los Cuadernos de los tres grados, figura en cabeza un “memorándum” presentando un breve cuadro de “lo que es necesario conocer por cada Hermano”, y “se separa de el la instrucción” del ritual.

Ceremonias que ya existían, pero cuyo ritual no tenía ningún carácter oficial aparecen en el nuevo texto: junto al tradicional ritual de banquetes, encontramos, por primera vez, un ritual de instalación de taller, que se había elaborado antes mismo del Convento de 1886, así como la ceremonia “de inauguración” de un nuevo Templo “que se había descuidado un poco hasta ahora”, las pompas fúnebres, cuyos rituales, “debidos a la iniciativa privada eran redactados a la opinión exclusiva de una creencia y, desde hacía tiempo estábamos en desacuerdo entre nosotros con el espíritu de tales ceremonias”.

Los Rituales tienen en cuenta por fin, a pesar de la demanda de algunos talleres puesto que no figuraban en los rituales “la adopción masónica” y la “ceremonia de reconocimiento marital”, dejadas a la iniciativa privada, norma que sigue estando en vigor en el GODF - al contrario de la Obediencia mixta del “Derecho Humano”.

Amiable hace hincapié a continuación en las modificaciones que sufrieron los rituales en los tres grados simbólicos. Hace hincapié en “la iniciación”. Se suprimieron “las dos ideas de intimidación y purificación, la primera parecía hacer de la Masonería una sociedad secreta, y la segunda parecía darle un carácter religioso”.

Estrictamente practicadas hasta ese momento, se rechazaba “las pruebas dolorosas, rechazando, aquellas que podían resultar peligrosas”. Aunque cierta aproximación al texto daba la sensación de que “carecían de seriedad y falta a veces de gravedad”.

Correspondimos a la “simplicidad” del tiempo antiguo… Sin embargo mantuvimos los tres viajes que forman parte de la tradición masónica universal, pero “quitándoles todos los accesorios”… Representan las etapas de la vida humana y una llamada a la solidaridad. Cada viaje iba precedido de un interrogatorio, el ritual indica algunos temas o cuestiones “en relación con los problemas de filosofía, moral o sociología” que, desarrollados, pueden también proporcionar temas de conferencias en la logia. Las pruebas no son ya físicas, puesto que solo subsisten la venda, y la obligación dar tres vueltas a la logia en los viajes.

El autor se extiende más detenidamente sobre los otros grados. Tiene en cuenta simplemente que la instrucción que acompañaba a los cinco viajes se desarrolló detenidamente, para la subida en el 3º grado; la leyenda de Hiram se mantuvo “como procedente de una muy antigua tradición, porque su simbolismo sirve de vínculo al Franc-Masonería universal”, pero el relato “se retocó”.

Las instrucciones para los tres grados se desarrollaron ampliamente inspirándose en trabajos previos, y Amible mencionan los nombres en los que se inspiró: Chemin-Dupontès, Ragon, Cauchois, François Favre y Caubet.

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