LOS VISITANTES Y LOS HOMBRES ( I )
AUTOR MASON: HERBERT ORE BELSUZARRI.
Cuando leemos por ejemplo la biblia, el
popol-vhu, ramayana, sutra, talmud, tantra, zohar, bardo todol, bhagavad-gita,
coran, chilam balam, y otros (Ver Anexo
1), estos textos sagrados originales de prácticamente todas las culturas
coinciden en resaltar la ascendencia celestial de la Humanidad en general y de
ciertas élites escogidas en su seno.
En ello se basa toda la elaborada teología
y súper ideología que enaltece a unos pueblos, etnias y estirpes o linajes
selectos y tocados por un poder superior sobre los restantes simples mortales
terrenales, no mezclados con los “dioses”. Y, como es de esperar, cada
comunidad cree firmemente o es adoctrinado a pensar que “ellos” son los
“predilectos” y todos los demás no.
Oculta tras esta fachada, se esconde una verdad
fascinante y perturbadora. No debe extrañar: “La Realidad supera a la Ficción”.
Conforme a los restos arqueológico, libros
sagrados e iconografías, las diversas razas humanas proceden de los “Elhoim”,
también denominados por otros “Anunnaki”, “Zalmoxitas”, “Dioses-Serpentinos”,
“Dioses-Dragones”, “Divinas Sierpes” y muchos otros nombres, ligados a la
tradición religiosa o cultura en el mundo.
Hablamos de relatos orales, escritos, jeroglíficos,
grabados en tablillas, piedras, estolas, frisos, paredes de cavernas o templos
majestuosos de hasta 15000 a.C. Y mucho más, si incluimos el arte rupestre del
Paleolítico, repartidos en todo el orbe, pero concentrado en torno al
legendario enclave del supuesto “primer contacto” con los “Seres de los Cielos”.
En las actuales fronteras turcas, en plena
Meseta de Anatolia, cerca de la mítica y misteriosa ciudad de Sanliurfa, la
antigua Ur de donde procedía Abraham, hasta Oriente Medio, en el equivalente a
Israel, Egipto e Irak (La histórica sede de Babilonia y Sumeria), así como la
Meseta de Irán, todos ellos proclaman mixtificado, exagerado y poetizado por el
lenguaje mágico religioso, alegórico, épico y simbolista, que determinadas “líneas de sangre” o “linajes predilectos” de los “dioses”, a
los que llaman “Nefilim” (del hebreo original, que se traduce por “descendidos
o caídos de los Cielos”), son el producto de la unión carnal o mestizaje entre
unos enigmáticos y poderosos “ángeles o enviados al servicio de los dioses”, y
las “hijas de los hombres, a las cuales vieron hermosas, tomando de entre ellas
a las que gustaron” (La biblia, Antiguo Testamento: Génesis 6, 2-3). Los
misteriosos “amantes celestiales” son denominados “Igigi” en Sumer, “Vigilantes
u Observadores” en los documentos judíos, “Grigori” o “Guardianes” entre los
griegos, pero casi siempre predominantemente masculinos. Aunque en algunos de
los documentos de las tradiciones sumerias, faraónicas y del Extremo Oriente,
tanto chinas, hindúes como japonesas, al igual que en los de las grandes civilizaciones
precolombinas ya extintas o completamente decadentes al llegar las tropas
españolas al Nuevo Continente, también aparecen potentes diosas fecundadoras
del más elevado rango. Diversos autores de libros y ensayos como Zecharia
Sitchin, Von Daniken, Juan Schreibert, Samuel Kramer, William Bramley y otros comparten similar opinión.
Los libros ya mencionados nuevamente se
ponen de acuerdo: Los “visitantes”
eran extraordinariamente altos, muy fuertes, como “entre veinte y treinta o más
hombres”, dotados de ciertos poderes psíquicos o “mágico-divinos/infernales”,
en función del punto de vista de sus autores primitivos y “descendieron de los
Cielos o las Estrellas”. Asi es como narran su presencia los collas del
Perú-Bolivia, los moches del Perú, los mayas, los sumerios, los egipcios y
otros.
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