Herbert Ore Belsuzarri.
De todos esos relatos o crónicas mixtificadas y deformadas por el tiempo, por los intereses, ambiciones y la lógica ignorancia supersticiosa primitiva, podemos estimar que la llegada de esos visitantes se situaría en torno a los 450000-400000 años antes de nuestra era. Esto parecería una afirmación traída de los pelos, pero hay información en las tablillas cuneiformes sumerias, los Textos de las Pirámides, la narración del Gilgamesh babilonio, el Bahavad-Ghita hindú, el Popol-Vuh maya, ciertos textos chinos y nipones, la célebre cita del Génesis bíblico y los Libros Sagrados mosaicos y rabínicos en los que éste se apoya, el Testamento de Baruc, el famoso Libro de Enoc, algunos evangelios o manuscritos “apócrifos” de Qmrán, los misteriosos y reveladores mitos geto-dacios asociados a la singular figura del “demasiado carnal” dios-fundador Zalmoxis cárpato-danubiano y las mismas leyendas y compilaciones orales de multitud de pueblos, etnias y tribus dispersos por toda África (credo Mutwa, los Dogones, fundamentos de la religión yoruba), Asia, la Europa Celta, eslava, escandinava y germánica prerromana, toda la América indígena del Norte (indios hopi) a Sur (mapuches chilenos) y Oceanía (Isla de Pascua, Micronesia, Ponapé), Tiahuanaco, Caral, Moches, Incas, Mayas, para hallar el rastro del mismo concepto elemental.
Una vez limpiado de sus innumerables y policromos adornos mágico-supersticiosos, es posible descubrir un hilo conductor o eje principal de difusión central triangular que nace entre Anatolia-Armenia, Sumer-Babilonia y Egipto, para después irradiar y ramificarse hacia el Noreste y Poniente, con una fuerte concentración realimentada por la emigración judía ashkenazí a la zona balcánico-carpatiana y adyacentes tras la destrucción de Jerusalén por las tropas del general Tito y la ulterior Gran Diáspora.
Este fenómeno recicló y revivió determinadas leyendas y creencias ya activas entre las etnias dacias asimiladas por los tracios y romanizadas tras la conquista de Trajano, difundidas luego hacia Europa Occidental por dos medios independientes y a la larga sinérgicos o mutuamente reforzados: Las caravanas de la Ruta de la Seda y la expansión goda, conjunto de pueblos descendientes de los geto-dacio-tracios romanizados, que tomó el relevo del poder tras el derrumbe del Imperio Romano.
Tan dispares fuentes apuntan en una misma dirección: Hace cientos de milenios, mucho antes del Diluvio, seres muy altos, robustos, poderosos y “bajados del cielo o de las estrellas”, los “dioses”, Anunnaki, Elhoim, etc, llegaron a la Tierra, escogieron ciertas mujeres para lo que hoy describiríamos como inyectar su esperma en óvulos femeninos nativos y manipularon con su tecnología genética molecular superior al proceso para lograr hacerlo viable. Implantaron dichos huevos o zigotos embrionarios modificados en úteros adecuados y crearon una subespecie híbrida a la que adiestraron para determinados trabajos o para servirlos como deidades sobrenaturales.
Del estudio detallado de tales relatos ancestrales puede colegirse que los humanos primitivos u “homínidos alterados” eran poco más que una suerte de “mascotas” o “marionetas biológicas programadas” para un trabajo de esclavos u obreros manuales, destinados a la ganadería, el cultivo de ciertas plantas y la minería. Eso encaja con la hipotética naturaleza de sus diseñadores los visitantes: Una especie extraterrestre centenares de miles de años más avanzada, de rasgos entre reptiliano, ave rapaz y temible depredador, con una dieta sustancialmente basada en el consumo de carne fresca, sangre y otros fluidos orgánicos similares, como el líquido cefalorraquídeo y linfático; Así, la ganadería y las propias “víctimas de humanos nativos no elegidos” o modificados, aportaría el imprescindible alimento para los dioses, la agricultura el pienso base para sus operarios en recintos sedentarios y controlados, y la extracción minera un caudal de materias primas preciosas para la tecnología alienígena, ricos y abundantes en un mundo virgen por explotar.
Hay pasajes y episodios en tales sagas épico-mitológicas que señalan que algunos “Elhoim”, más sabios y poderosos, particularmente los de género femenino, desarrollaron un fuerte gusto y posterior adicción al consumo de ciertas drogas de potente efecto psicoactivo, preparadas a partir de las raíces, hojas o frutos de determinadas especies vegetales cultivables autóctonas de diferentes regiones terrestres, entre las que destacan las solanáceas, opiáceas y cactáceas alcaloideas, así como por bebidas alcohólicas producto de la fermentación de levaduras (cerveza), la uva (vino) y variados elementos botánicos (licores).
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