Aunque “el uso lo ha ido eliminando desde finales del siglo XIX, los talleres que lo deseen pueden colocar en el centro del templo el cuadro de la logia en el Rito Francés. Del mismo modo, los que lo deseen pueden también colocar los tres grandes candelabros en torno a este cuadro, pero siempre según la disposición característica del Rito Francés, es decir: Norte-Este, Sur-Este, Sur-Oeste”(Introducción a la edición 2009 del Rito Francés, GODF).
Belleza, fuerza y sabiduría –por este orden, en Rito Francés- son los pilares de la tierra, los cimientos conceptuales de método y proceso masónicos:
Cuando una persona es recibida como Aprendiz Francmasón, al contemplar el gran conjunto simbólico que es el Taller Masónico lo primero con lo que se encuentra es con una belleza plástica, gestual, musical, fraseológica, ritual… que le va remitiendo a lo más profundo de su ser, su propio núcleo personal, en el que –ciertamente- estorba la ganga de las propias contradicciones y asperezas personales, pero donde habita y tiene la belleza arraigados sus más profundos cimientos. De este modo, centrándose en la belleza, las Hermanas y Hermanos Aprendices se ven invitados (no desde instancias externas o superiores, sino desde su propio yo luminoso) a construirse y re-construirse apreciando tanto la propia belleza de su persona que ese autoconocimiento les mueve a trabajar (trabajarse) para despejar escoria, aristas… todo lo que estorba, afea, empaña la belleza del ser y dejar, de este modo, libre la belleza, en un verdadero y afanoso trabajo de cantero interior. En otras palabras: a través de la belleza, los masones se van descubriendo a sí mismos como autores y protagonistas de su propia vida. Se descubren como iniciados, hijos de la belleza que disfrutan de la claridad de plata que no deslumbra ni agrede, que pacifica. Se está produciendo la revolución interior en persona y vida del iniciado. Ahora siente la Libertad.
Andando el tiempo, si ha realizado un adecuado recorrido, el Hermano y la Hermana se van percibiendo singularmente fortalecidos. Parece que su concentración en la belleza les ha ido despejando de costras y ciertas limitaciones… Ahora, captan un aspecto singular de esa belleza: su fuerza, capaz de transformar, de operar determinadas transmutaciones. De este modo, bajo el signo simple y rotundo de la fuerza, son más capaces de mirar viendo, de soportar el peso de la propia luz y de la luz de los otros. Ahora se siente y es capaz de mirar hacia fuera del Templo masónico y percibir la profunda belleza del entorno –personas, realidades…-; belleza que, como antes en su interior, va entreviendo ensuciada e impedida por escoria y basura –injusticia, egoísmos, cobardías,…- que se siente impulsado a despejar y arrancar, dejando así libre la límpida belleza del mundo. A través de la fuerza, los masones se van descubriendo a sí mismos como autores y protagonistas de la vida de su sociedad. Se descubren como iniciados, discípulos de una fuerza que soporta la verdad –las verdades- sin sentirse agredidos por ella. Se está produciendo la revolución, la lucha, el combate social propio de los iniciados. Ahora siente la Igualdad.
Al culminar el proceso simbólico masónico, consciente de la belleza (interior y exterior) y de la fuerza (tanto la suya como la de sus Hermanas y Hermanos y la de su mundo), los francmasones –ya amigos de la sabiduría- pueden dedicarse a lo que realmente construye a las personas: el aprendizaje. Ahora son simbólicamente Maestros; esto es: ahora están preparados para –con belleza, con fuerza, con sabiduría- comenzar a aprender. Ahora comienza todo. Ahora el masón sabe que no basta con la sola belleza, que no basta con la sola fuerza para construirse y construir. Ahora el masón conoce que ha de integrarlas a ambas. Ahora siente la Fraternidad.
“Sé maestro y aprenderás”.
“Sé discípulo y enseñarás”.
Fuente; http://rito-frances.over-blog.es/article-el-secreto-del-metodo-masonico-los-pilares-de-la-tierra-59182375.html
http://www.actualizarmiweb.com/sites/logialibertadores/index.php?IDM=88&alias=El%20metodo%20Masonico
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