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martes, 29 de noviembre de 2016

Iconografía masónica

Iconografía masónica
El Gran Arquitecto del Universo

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Anderson se inspiró muy probablemente en Platón cuando acuñó el término “Gran Arquitecto del Universo”, puesto que el filósofo griego denominaba a Dios “Geómetra” y en la entrada de su Academia hizo escribir: “que no entre quien no sepa geometría”. Es sabido que en los documentos masónicos medievales se asimila la geometría a la masonería. Pero Anderson también debió tener muy presente el neoplatonismo medieval, que sin duda inspiró una cierta proliferación de imágenes de Cristo como arquitecto, con un compás en la mano en el acto de crear el mundo nuevo. Este aspecto hermético de la Baja Edad Media no debe olvidarse, pues fecunda las mejores doctrinas y plumas espirituales hasta el Renacimiento.

Los esoterismos florecieron en la Baja Edad Media; es la época en que se dan a conocer, en el Sur de Europa, los textos fundamentales de la cábala histórica: el Sepher Yetzirah, el Sepher Ha-Bahir y el Zohar(siglo XIII). Ramón Llull, por ejemplo, es muy amigo de destacados cabalistas, discípulos del gran Moshé ben Nahman de Girona. Recordemos también que es la época en que aparecen obras alquímicas como la Pretiosa Margarita novella de Petrus Bonus o Aurora consurgens, atribuida a santo Tomás de Aquino; ambas ofrecen un comentario hermético de las Escrituras. Hermético es también el Cristo de las biblias iluminadas de la época, poniendo orden en el caos con su compás; creando el hombre nuevo, dirán los masones adeptos de Hermes, pues todo ello debe comprenderse bien, según las reglas tradicionales de la exégesis, lo cual nos posibilita recuperar el sentido primero de las palabras, de las imágenes y de los símbolos. Así descubriremos que el mundo es el hombre, y que el hombre es la piedra o el alma inmortal que late en él, por eso es “humano”, porque su cuerpo animal contiene un fundamento divino (al que Platón denomina psyque), que actúa como la tumba del alma, de ahí el juego de palabras soma-sema, el cuerpo es una tumba para el alma. En términos masónicos, es la piedra bruta o la palabra perdida, extraviada en la carne del mundo, que debe ser reencontrada y restaurada.

El Gran Arquitecto es sin duda Cristo, como así lo expresan las Constituciones de Anderson, a quien también llama “el Mesías de Dios, Gran Arquitecto de la Iglesia”. En la edición de 1738, leemos que “el Verbo se encarnó y el Señor Jesús Cristo Emmanuel nació, Gran Arquitecto o Gran Maestro de la Iglesia Cristiana”.

El origen de esta iconografía dedicada al Dios constructor podría estar en el pasaje de Proverbios 8, 22-28, donde leemos (habla la Sabiduría): “El Señor [YHWH] me poseyó al principio de su camino (...) Cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo...”.

En hebreo, ‘círculo’ es hug (חוג), pero también significa ‘compás’, lo cual permite leer el pasaje así: “El Señor [YHWH] (...) trazó con el compás un círculo sobre la faz del abismo”. Y añade más adelante: “y las fuentes del abismo se hicieron fuertes”. Es el arquitecto creador quien abrirá nuestro caos abismal, lo ordenará y reconstruirá el templo.

Otros pasajes bíblicos se refieren al Dios creador con términos tomados de la geometría y de la arquitectura, como en el libro de Job (26, 10): “[YHWH] ha trazado un círculo sobre la faz de las aguas, hasta el límite de la luz con las tinieblas”.

También san Pablo se refiere al Dios constructor, de quien dice (Hebreos 11, 10): “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.

Por otra parte, en las logias se trabaja “a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo”, ¿pero a qué alude realmente el término “gloria”? Es una traducción latina del hebreo cabod, ‘gloria’, ‘honra’, y procede del verbo cabad (דבכ) ‘tener peso, pesar, endurecer’. Así pues, la labor del masón está orientada a que el cielo se encarne en él a fin de adquirir “peso”, es decir, corporificarse, pues el cielo es volátil, pero cuando se instala en el hombre, se convertirá en su Gran Arquitecto, constructor del Templo interior que el mismo Artífice habitará, hecho de luz palpable, corpórea, por eso los masones trabajan a su “gloria”. Se entiende pues que en elHimno de los Compañeros se afirme que el Arte de la Masonería es “revelación del cielo y gloria de la tierra”.

Salomón ordena construir el templo a Hiram, que en hebreo significa ‘vida elevada’ hiram (םריח), pues la cábala hebrea, del que la masonería está del todo imbuida, dirá que el cielo elevado desciende a este mundo para encarnarse en el hombre y reconstruirlo.

Según la interpretación del hermetismo y de la cábala, que es también la propia de la masonería tradicional, el Verbo o Arquitecto se encarna para crear el hombre nuevo, pues el mundo es siempre el hombre. Y este hombre nuevo es el verdadero Maestro Masón, que de esta manera emula a los grandes sabios de la Humanidad. Así, según el esoterismo antiguo -y el moderno- el Génesis de Moisés no relata la creación del mundo exterior, sino la del Mesías, del cuerpo de luz, inmortal, por eso una de las divisas fundamentales de la masonería es Ordo ab Chao.

La geometría, pues, sería efectivamente la ciencia sagrada dada por Dios a ciertos hombres para que el orden se instale en el caos de este mundo a fin de salvarlo; pero -lo repetimos- el mundo es el hombre. Sin embargo, desde el último tercio del siglo XIX, estas interpretaciones pasaron a ser minoritarias, en beneficio de las corrientes cartesianas y materialistas, que llevaron a cabo una sistemática alteración y desnaturalización de las doctrinas masónicas.

Como hemos dicho, en 1877 el GOF suprimió de sus principios la creencia en un Dios revelado, llamado Gran Arquitecto del Universo, en nombre de la libertad y la tolerancia, destruyendo el pilar fundamental en que se sustenta el edificio masónico tradicional; sin este principio trascendente e inmanente, lo sagrado se esfumaba de la masonería, o por lo menos de este tipo de masonería. ¿Qué se ofreció a cambio? Se procedió a un rápido proceso de abstracción del principio divino, de manera que cada masón se hiciera una idea de Dios a su medida. Paralelamente, fueron devaluados todos los conceptos, principios y términos con resabios espirituales o religiosos, como ‘Arte Real’, ‘sagrado’, ‘luz’, ‘iluminación’ y muchos otros, dándoles un nuevo significado laico, moral, psicológico, o como mucho filosófico. Eran los nuevos tiempos en que, por lo menos en los países latinos, la conquista de las libertades pasaba forzosamente por combatir a la Iglesia católica y a la religión.

http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1659-42232014000100003

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