CÁBALA. El secreto de las
letras hebreas según el Zohar
Raimon Arola
Análisis de
un fragmento del "Zohar" donde se explican los misterios de la
creación a partir de las letras del alfabeto hebreo.
Presentación
y traducción: R. Arola.
Las letras
hebreas son mucho más que simples signos convencionales creados por los hombres
para poder comunicar hechos e ideas. Son verdaderos jeroglíficos, es decir,
signos sagrados que Dios reveló a la humanidad para que ésta fuera hecha a su
imagen y semejanza, por eso las letras esconden los mismos misterios que poseen
el Creador y su creación. No en vano fue por medio de las letras que el Santo,
bendito sea, creó el mundo haciendo visible y manifiesto aquello que antes sólo
estaba encerrado y oculto en su mente. Los hombres que conocen los profundos
misterios de las letras sagradas son aquellos que poseen el mayor de los dones
que el Creador ha otorgado a sus criaturas, pues por medio de ellas pueden
participar del mismo poder de Dios. Estos hombres son en definitiva los grandes
profetas de la humanidad, pues al pronunciar correctamente las palabras
compuestas por las letras «dicen a Dios» y actúan como intermediarios para
enseñar a los hombres el mensaje divino de su regeneración. En la tradición
hebrea esta enseñanza se encuentra en laTorah.
La cábala
sería el arte de leer la Torah, con la ayuda de la inspiración del cielo. En su
origen, la Torah era una secuencia de letras seguidas sin ningún signo de
puntuación. Un cilindro donde estaban grabadas y que se podía leer de varias
maneras. Estas letras jeroglíficas detentaban el misterio de Dios y al desvelar
su sentido verdadero se comprendía el misterio de los nombres divinos. En el Zohar
puede leerse a este respecto: «Bienaventurados los justos de este mundo y del
mundo por venir, pues el Santo, bendito sea, los desea en su gloria y les
revela los misterios supremos de su nombre santo que no ha revelado a los
ángeles superiores ni a sus santos.» (Zohar III, 78b).
Los libros
cabalísticos están llenos de metáforas que aluden a los diferentes valores y
sentidos de las letras de la Torah, por eso, en muchas ocasiones, se confunde
la cábala con una mera especulación intelectual. Pero al conocer su auténtico
valor, se descubre que son el medio justo y necesario para acceder a la
auténtica creación de Dios, que es el hombre regenerado, pues, como enseña
Emmanuel d’Hooghvorst: «Se ha comparado naturalmente la letra de la Escritura
al hombre mismo, pues una y otro tienen un cuerpo que puede estar muerto o vivo
gracias al soplo que lo anima. En el tiempo del Mesías, el texto recreado con
otras vocales resucitará, al igual que el hombre. Es la creación del hombre que
va a la par con la del texto» (1).
De entre los
innumerables fragmentos del Zohar que describen el misterio de las letras
existe uno muy conocido y de gran belleza literaria. Se encuentra en la parte
preliminar del libro (Zohar I, 2b-3b) y será el motivo de este estudio. Dicho
pasaje se relaciona directamente con el Alfabeto de Rabí Akiba, maestro de Rabí
Simeón bar Yojai. Según este fragmento, antes de la creación del mundo todas
las letras del alfabeto se presentaron, de la última a la primera, ante el
Santo, bendito sea, para que éste empezara la creación con ellas. El Santo,
bendito sea, las rechaza a todas hasta que llega la letra bet, la segunda letra
del alfabeto, y la escoge para ser el origen de su creación.
Al
presentarse, cada letra expone sus razones para ser escogida para el origen de
la creación, argumentando que es la inicial de tal o cual palabra positiva,
pero el Santo, bendito sea, le contesta que también pertenece a otra palabra de
valor negativo. En los diálogos entre las letras y el Creador se encuentran
profundas enseñanzas sobre los más sublimes misterios de los nombres del Mesías,
mostrando tanto su misericordia como su rigor. Sobre dicha dualidad Louis
Cattiaux escribió lo siguiente: «Ciertos Nombres de Dios consumen y otros
riegan; ciertos Nombres de Dios matan y otros dan la vida; ciertos Nombres de
Dios suben y otros descienden. Estos Nombres divinos se escriben, se deletrean,
se nombran y se cantan para dar las formas y para deshacerlas; es un secreto
que Dios sólo confía a los renunciados que prefieren morir antes de matar.» (El
Mensaje Reencontrado, 29, 41)
La primera
letra del alfabeto hebreo es la alef, pero, como hemos dicho, no es por medio
de ella que el Santo, bendito sea, creó el mundo, sino por medio de la segunda
letra, la bet, pues la Torah empieza por dicha letra. Esta cuestión
aparentemente sin importancia contiene una gran enseñanza cuando es tratada por
los sabios cabalistas, que utilizan todos los ejemplos posibles para explicar
su sagrada revelación, siempre la misma pero explicada de mil maneras
distintas. El fragmento del Zohar que trata del misterio de las letras empieza
así: «En el principio. Rabí Hamuná el anciano dijo: Descubrimos (en las
primeras palabras del Génesis) una inversión, primero hay una bet (Be-reshit,
‘En el principio’) y sigue otra bet (bará, ‘creó’). Solamente después viene una
alef (Elohim) seguida de otra alef (eth, ‘a’). En efecto, cuando el Santo,
bendito sea, quiso crear el mundo las letras estaban ocultas y mil años (2)
antes de que fuera creado el mundo el Santo, bendito sea, las contemplaba y
jugaba con ellas. Cuando quiso crear el mundo todas las letras se presentaron
ante Él, de la última a la primera.
La tav
La letra tav
fue la primera en presentarse y le dijo: Maestro de los mundos será bueno para
ti crear el mundo conmigo, pues yo soy el sello acuñado por ti, que es emet
“verdad” (la tav es la última letra de la palabra emet). Tú mismo tienes por
nombre emet “verdad”, le conviene a un rey empezar por la verdad y servirte de
ella para crear el mundo. El Santo, bendito sea, le contestó: Eres digna y
justa, pero no es apropiado crear el mundo contigo debido a que en el futuro
serás señal sobre la frente de los hombres que han permanecido fieles a la
Torah de la alef hasta la tav y que morirán bajo tu señal».
La palabra
emet está compuesta por tres letras: la primera del alfabeto alef, una letra
intermedia mem y la letra final del alfabeto, tav. Por eso es uno de los
nombres del Mesías, quien es el principio, el medio y el fin de todo. El Zohar
comenta en otro fragmento: «¿Qué significa en emeth, “verdad”? Significa la
perfección de todo». (3) Por eso el Santo, bendito sea, reserva a la tav para
convertirse en el signo de sus elegidos. Este signo alude a Ezequiel IX, 4,
donde el Señor le dice al profeta: «Pon una señal en la frente de los hombres
que gimen y claman». En hebreo la palabra “señal” se escribe como la letra tav,
por esto san Jerónimo traduce: «Haz el signo tav sobre la frente de los hombres
que…». La tav no puede ser la primera letra de la creación pues está reservada
para señalar la reunión de los salvados al final de los tiempos, cuando el
número de justos que hayan realizado la gran obra sea suficiente para
justificar la creación. Pero el Santo, bendito sea, la rechaza como origen de
ella porque también es el sello de la muerte, pues la última letra de la
palabra muerte es la tav. Muerte, en hebreo, se escribe mavet, igual que
verdad, pero sin la primera alef (4). Con esta explicación el Zohar enseña que
los nombres divinos tienen dos aspectos, según como se presenten a nosotros y
según como nos presentemos a ellos.
La shin, la
resh y la qof
Después de la
tav se presentó la letra shin y le dijo: «Maestro de los mundos, será bueno
para ti crear el mundo conmigo, pues por mí eres llamado Shaday,
“Todopoderoso”, y es conveniente crear el mundo con un nombre santo. El Santo,
bendito sea, le contestó: eres digna, buena y verdadera. Pero debido a que las
letras de sheqer, “mentira”, te han tomado para que estés con ellas, no quiero
crear el mundo contigo, pues las letras resh y qof (que son las letras
inmediatamente anteriores) se unen a ti para formar la palabra sheqer,
“mentira”.»
La letra shin
es la inicial del nombre de Dios Shaday, que se traduce por Todopoderoso y
representa la primera manifestación de Dios. Es la luz que despierta al hombre
profano y que permite la auténtica iniciación. Esta luz primera recibe el
nombre de Todopoderoso, porque en ella están escondidos todos los pasos de la
realización futura. La shin quiere ser la primera letra de la creación pues
representa el primer contacto entre el cielo y la tierra, entre el hombre y
Dios. Sin embargo, en esta primera visión puede haber un germen de engaño, es
decir, puede ser una experiencia que no provenga del Shaday, sino que sean
mentiras que acompañan a los delirios místicos. Para explicar el sentido
equívoco de los contactos del hombre con el más allá, el Zohar utiliza la
palabra sheqer “mentira”, que está compuesta por la resh, cuya forma se dirige
a la izquierda y por la qof, cuya forma se dirige a la derecha. Cuando la shin
se une a ellas se manifiesta la mentira y la falsedad. Así, lo que pudiera ser
la base de la revelación, en la visión de Shaday, también puede convertirse en
un cúmulo de despropósitos que conducen al hombre al delirio engañoso,
provocado por el enemigo. Para incidir en este doble aspecto de la divinidad,
el Zohar desarrolla la idea con el siguiente comentario:
«De aquí se
sabe que quien quiere decir mentira, al principio parte de un fundamento de
emet, “verdad” y a partir de él establece sheqer, “mentira” que empieza por la
letra shin. Es una letra verdadera, pues en ella están unidos los patriarcas
(la shin se escribe con tres líneas que representan los tres patriarcas y que
corresponden a hesed, gueburah y tiferet). Pero la qof y la resh, que forman la
palabra qar, “frío”, son dos letras que aparecen del lado malo y a fin de poder
ser eficaces acogen entre ellas a la shin, lo que da qesher, “complot”. Después
de estas palabras la shin salió de delante de Él.»
El árbol
sefirótico está compuesto por tres columnas, la de la derecha, que representa
la misericordia, hesed y que tradicionalmente se relaciona con Abraham, la de
la izquierda representa el rigor, gueburah, y se relaciona con Isaac y,
finalmente, la columna del centro que corresponde a la belleza, tiferet, relacionada con Jacob. La letra shin
representa, como un jeroglífico, las tres columnas del árbol sefirótico y como
tal es signo de la verdad, pues en ella se une el conjunto de la creación, que
son las sefirot.
Según el
Sefer Yetzirah, la shin es la letra del fuego que fusiona las partes separadas,
por eso los cabalistas cristianos la utilizaron para unir las dos mitades del
Tetragrama. Pero este principio de verdad, en tanto que une el cielo con la
tierra, puede quedar aprisionado por la mentira, al igual que la luz pura del
origen se heló después de la caída de nuestros primeros padres. El Zohar alude
a este misterio con un simple juego de las letras, pues la shin, que es el
fuego químico, al unirse con la reshy la qof (que juntas forman la palabra qar,
“frío”) pierde su vigor generativo. Este frío es como un qesher, “complot”, que
el maligno trama para que el hombre no viva unido con Dios en la paz del Jardín
del Edén.
La tzade
Cuando la
letra shin se va, se presenta la tzade ante del Santo, bendito sea. Tzade es la
letra que sigue a la resh y a la qof en el orden inverso del alfabeto. La
enseñanza anterior parece continuar pues, según se desprende de la lectura del
Zohar, la tzade representa la luz que emana del primer fuego, pero en el mundo
del frío y del engaño esta luz debe permanecer oculta. En el Zohar se explica
lo siguiente:
«Se presentó
la letra tzade y le dijo: Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el
mundo conmigo, pues en mí está el sello de los justos, y tú mismo eres llamado
justo gracias a mí, como está escrito: El Señor es justo y ama la justicia
(Salmos XI, 7), por esto es apropiado crear el mundo conmigo. Le contestó el
Santo, bendito sea: Tzade, tzade, eres justa, pero debes permanecer oculta y no
debes descubrirte (para crear el mundo)».
La letra
tzade es la inicial de otro de los nombres de la encarnación divina, pues el
tzadik, el “justo”, es aquel que ha realizado la auténtica unión del cielo con
la tierra, sin embargo, su brillo y esplendor no se manifiestan en este mundo,
sino en el mundo por venir. Escribió al respecto Emmanuel d’Hooghvorst: «El
justo es el más valioso de los hombres pero suele permanecer ignorado en su
época. Muy pocos hombres han sospechado su presencia y calidad. La mayor
desgracia es haber perdido su huella aquí abajo, pero ¿quién lo sabe?» (5). El
justo conoce la luz primordial, pero esta luz es un secreto para el mundo
profano. En guematría, la palabra or, “luz” y la palabra raz, “secreto” tienen
el mismo valor numérico y por lo tanto el mismo sentido oculto.
El siguiente
fragmento argumental del Santo, bendito sea, para no crear el mundo con la
letra tzade muestra el valor jeroglífico de las letras, pues es por su forma
que el Santo, bendito sea, la rechaza. Según el Zohar está letra está compuesta
de otras dos, la nun y la iod. La primera representa lo femenino, puesto que la
nun simboliza las aguas del cielo que se desbordan fecundantes sobre la tierra,
mientras que la segunda, la iod, la letra menor del alfabeto, representa lo
masculino, el espíritu ígneo. En este mundo, el aspecto femenino y masculino de
la divinidad están separados y como de espaldas, tal como lo indica la forma de
la letra tzade. Sólo en el mundo por venir, cuando resplandezca la justicia
divina, las dos partes se mirarán de frente, uniéndose el hombre y la mujer
filosóficos. Por eso el Santo, bendito sea, no crea el mundo con esta letra.
La pe
Cuando la
tzade se va, se presenta la letra pe y le dice al Santo, bendito sea: «Maestro
de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues en mi está
grabada la redención que harás en el futuro, ya que ésta se conoce como pedut,
“redención, liberación, separación” y por eso es apropiado crear el mundo
conmigo. Le dijo el Santo, bendito sea: Eres realmente digna, pero en ti
también está inscrito el peshah, “pecado, trasgresión”, puesto que en tu forma
se esconde la serpiente que ataca y después vuelve su cabeza hacia el centro de
su cuerpo. Del mismo modo que aquel que peca baja la cabeza y extiende los
brazos».
La letra pe
argumenta a su favor que el mundo sólo puede ser creado cuando Dios libere al
hombre esclavizado en el exilio, tal como está dicho: «Redención (pedut) ha
enviado a su pueblo» (Salmos CXI, 9). Según parece, esto sólo es posible si hay
una separación, tal como leemos: «Haré una distinción (pedut) entre mi pueblo y
el tuyo» (Éxodo VIII, 19). La letra pe puede redimir al hombre caído puesto que
separa lo que pertenece al Señor y lo que pertenece al príncipe de este mundo.
Sin embargo, la misma letra puede tener el sentido inverso, tal como aparece en
la explicación del Santo, bendito sea, pues lo que encadena los pies del hombre
e impide su redención es el pecado original. La clave de esta doble condición
está en la comparación jeroglífica de la letra pe con la cabeza de una
serpiente, que después de atacar, esconde la cabeza en el centro de su propio
cuerpo. La cabeza de la serpiente está acurrucada en cada hombre, escondida,
después de haber incitado a Eva a transgredir, recordemos el significado de
peshah, “pecado, trasgresión”. Sobre la serpiente Rabí Ashlag escribió lo
siguiente: «Es astuta, ya que la serpiente incitó a Eva a comer del árbol del
conocimiento. Él mintió ya que dijo: No moriréis (Génesis III, 4), y su
explicación es que ocultó la existencia de malkut en su aspecto de rigor, de
donde procede la muerte.» (Zohar I, 136b). Malkut es el reino y en él está el fundamento
de la resurrección del hombre, pero a condición de que sea un reino de
misericordia y no de rigor. Si es de rigor, entonces trae la muerte para quien
lo conoce.
La ‘ain
Después el
Santo, bendito sea, se dirigió a la letra siguiente, la ‘ain, y le dijo: «En ti
está inscrito ‘avo, “falta, crimen” y aunque la ‘ain contestó diciendo que en
ella estaba ‘anavah, “humildad”, el Santo, bendito sea, le dijo que no sería
con ella con quien crearía el mundo. La pe y la ‘ain salieron de su presencia.»
La palabra
‘avo, “falta, crimen”, es sinónimo de peshah,“pecado, trasgresión” por eso el
Santo, bendito sea, rechaza a la pe y a la ‘ain, que van seguidas. Sin embargo,
la letra ‘ain defiende su derecho a ser la primera letra de la creación
argumentando que es la inicial de ‘anavah, cuyo primer sentido es “humildad y
modestia”, y que también significa “grano de trigo”. Ciertamente existe una
relación entre las dos significaciones, pues así como el grano de trigo es
pequeño y debe morir bajo tierra para poder resucitar y renacer nuevamente a la
vida, así el hombre debe llegar hasta el lugar más bajo e insignificante, a la
máxima humildad para poder alcanzar la gloria, tal como está escrito: «La
humildad precede a la gloria» (Proverbios XV, 33).
La samej y la
nun
Para
comprender el sentido de las próximas letras, la samej y la nun, es necesario
detenerse en el Salmo CXLV, que consta de veintiún versículos, cada uno de
ellos iniciado por una letra del alfabeto, desde la alef hasta la tav. Están
todas las letras a excepción de la nun. En el Talmud (Berajot, 4ª), se explica
que Rabí Johanán preguntó el porqué de dicha falta, contestándosele que la
letra nun está ligada a la idea de la caída, según lo que está escrito: «Cayó
(nefela) la virgen de Israel» (Amós V, 2). Pero Rabí Nahmán ben Isaac dijo: Sin
embargo, David inspirado por el Espíritu Santo transformó la idea negativa de
la nun para que Israel tomara coraje, pues está dicho: «Sostiene (sameja) el
Señor a todos los que caen» (Salmos CXLV, 14). Este es precisamente el
versículo del Salmo CXLV que empieza por la samej, la letra que aparece después
de la nun. El diálogo entre el Santo, bendito sea, y las letras nun y samej se
basa en dicho versículo.
En primer
lugar se presenta la letra samej ante Santo, bendito sea, y según el Zohar le
dice:
«Maestro de
los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues en mi encuentran
samijah, “sostén” los que caen, pues está escrito: Sostiene (samejah) el Señor
a todos los que caen. El Santo, bendito sea, le contestó: Justamente por eso
debes permanecer en tu lugar y no desplazarte, pues si te fueras de tu lugar,
¿quién sostendría a los que caen, si no se apoyaran en ti? Inmediatamente se
fue. Vino la letra nun y le dijo: Maestro de los mundos, será bueno para ti
crear el mundo conmigo, pues yo soy la letra inicial de lo que está escrito:
Temible (norah) en alabanzas (Éxodo XV, 11) y también en las alabanzas de los
justos, como está escrito: Agradable (nava) en alabanzas (Salmos XXXIII, 1). El
Santo, bendito sea, le contestó: Nun, quédate en tu lugar, pues por tu causa
[ya que eres la inicial de la palabra nefilah, “caída”] la letra samej, “el
sostén” también permanecerá en el suyo. Inmediatamente salió la letra».
El Zohar
enseña discretamente el misterio de la caída del hombre, pues en ella está
escondido cierto “sostén” imprescindible para la venida del Mesías. «La caída
–escribe Louis Cattiaux– tiene una finalidad divinamente elevada, que es la
adquisición de un cuerpo bajo y su glorificación en Dios.»(El Mensaje
Reencontrado XXV, 49). Como la nun representa la caída no aparece en los
versículos acrósticos del Salmo CXLV, sin embargo, tanto el Talmud como el
Zohar mencionan que no debe ser despreciada, pues gracias a ella puede existir
el sostén del mundo, representado aquí por la samej.
La mem y la
lamed
Cuando se
marchan la samej y la nun se presenta la letra mem ante del Santo, bendito sea,
y le dice: «Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo,
pues gracias a mi eres llamado melej, “rey”. El Santo, bendito sea, le
contestó: Es cierto lo que dices, pero no crearé el mundo contigo puesto que el
mundo necesita un rey. Vuelve a tu lugar acompañada de las letras lamed ykaf,
ya que no conviene que el mundo permanezca sin rey.»
La letra mem
con la cual empieza la palabra melej, “rey”, se une con las letras lamed y kaf
que componen la palabra melej. Estas tres son las letras centrales del alfabeto
hebreo y, en cierto modo, aluden a la reunión de todo el árbol sefirótico. Recordemos
que éste empieza en la parte superior por la sefirah keter (cuya inicial es la
kaf), que significa “corona” y termina en el polo inferior por malkut (cuya
inicial es la mem), que significa “reino”, es decir el reino mesiánico de
David.
Rabí Ashlag
comenta este pasaje señalando que no puede haber un reino (malkut), sin rey
(melej) (Zohar I, 136b.). El Santo, bendito sea, no quiere que ninguna de las
tres letras centrales del alfabeto abandone su lugar para ser el origen de la
creación, pues forman el centro de la escalera que une el cielo con la tierra.
La kaf
Después de
que las letras mem y lamed se fueran, desciende la letra kaf del trono de
gloria y le dice al Santo, bendito sea: «Maestro de los mundos, será bueno para
ti crear el mundo conmigo, pues yo soy tu kabod, “gloria”. Cuando descendió la
kaf del trono de gloria temblaron doscientos mil mundos y tembló el trono y
todos los mundos estuvieron a punto de caer. El Santo, bendito sea, le dijo:
Kaf, kaf, ¿qué haces aquí? No crearé el mundo contigo, vuelve a tu lugar, pues
en ti hay keilah, “destrucción”, por eso está escrito: Ejecutará el Señor de
los ejércitos la destrucción (keilah) sobre toda la tierra (Isaías X, 23).
Vuelve a tu trono y quédate allí. Inmediatamente salió de su presencia y volvió
a su lugar».
La letra kaf
reclama ser el origen del mundo pues en ella está la gloria (kabot) del Santo,
bendito sea. La palabra kabod significa, en su primera acepción, “dar peso”,
por lo que, según una exégesis tradicional, se puede interpretar que glorificar
a Dios es “darle peso” y esto sólo ocurre cuando el espíritu sutil del alma del
mundo se corporifica y habita en su lugar.
La figura
jeroglífica de la letra kaf es la de un recipiente y, más exactamente, la
posición de la mano formando una cavidad para poder contener algo. La forma de
la kaf representa el lugar donde se reciben las bendiciones y donde reposa el
fuego divino simbolizado por la letra iod, que veremos a continuación. Con ello
se enseña que la recepción del don divino, lo que sería propiamente la cábala,
se refiere a algo palpable. Por eso un antiguo proverbio dice que el sabio
tiene en su mano aquello que el santo siente en su corazón.
La iod
Cuando la kaf
vuelve a su emplazamiento se presenta ante el Santo, bendito sea, la letra iod,
la menor de las letras, pero el punto original de todas ellas, cuyo valor
numérico es diez. Con esta letra empieza el nombre muy santo de IHWH, por lo
cual el Creador le dice: «Es suficiente para ti estar inscrita en mi nombre.
Estás grabada en mí y toda mi voluntad está en ti». En el Zohar se relaciona el
Nombre de Dios con su propia identidad. La iod en el hombre indica su destino
en el mundo por venir.
La tet
Después se
presentó ante el Santo, bendito sea, la letra tet y le dijo: «Maestro de los
mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues por mi eres llamado
tob, “bueno” e íntegro. El Santo, bendito sea, le contestó: No crearé el mundo
contigo, pues tu bondad está encerrada en tu centro y allí se oculta, según lo
que está escrito: Qué grande es tu bondad que guardas para aquellos que te
temen (Salmos XXXI, 20). Y puesto que tu bondad está escondida en tu interior,
no puede participar de este mundo que voy a crear, sino del mundo por venir. Y,
además, a causa de que tu bondad se esconde en tu interior, las puertas del
Templo serán sumergidas, tal como está escrito: Y se sumergieron (tabo) bajo
tierra las puertas… (Lamentaciones II, 9).»
La letra tet
representa la bondad y la belleza del esplendor divino, que desde la
trasgresión de Adán y Eva permanecen ocultas, como lo muestra la propia forma
de la letra, que en su grafía hace un requiebro hacia su interior. La tet
representa la pureza de luz original. No en vano está escrito en el primer día
del Génesis, después de que Dios creara la luz: «Y vio Dios que la luz era
buena (tob) y apartó Dios la luz de las tinieblas» (Génesis I, 4). Pero después
de la caída esta luz se retrae sobre si misma y sólo volverá a lucir cuando
venga el reino del Mesías.
En las
Lamentaciones de Jeremías, a causa de la ruina de Jerusalén, que simbólicamente
representa lo mismo que la expulsión del Paraíso, el profeta dice: «Y se
sumergieron bajo tierra las puertas…» Aparentemente esta cita nada tiene que
ver con el primer diálogo entre la tet y el Santo, bendito sea, ahora bien, si
se lee en la Torah se observa que la letra tet de la palabra tabo, “se
sumergieron”, está escrita en un tamaño menor que las demás letras, por lo que
puede deducirse que la belleza y la bondad del Creador se ocultan discretamente
cuando se produce la ruina del Templo y la caída del hombre de luz.
La jet
Además, el
Santo, bendito sea, le dice a la letra tet: «Y, cuando la jet se une contigo,
juntas formáis la palabra jet, “pecado”. Y por eso ni la una ni la otra estáis
inscritas en ninguno de los nombres de las tribus santas. Inmediatamente
salieron de su presencia.» La letra a la que le correspondería comparecer ante
el Santo, bendito sea, sería la jet pero, al estar ligada con la tet, se forma
la palabra “pecado” y por eso no tiene ninguna posibilidad de ser la primera
letra de la creación. Y, no sólo eso, sino que las dos letras son apartadas de
los nombres santos de las tribus de Israel.
La zain
Después le
corresponde el turno a la letra zain y ésta le dice al Santo, bendito sea:
«Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues tus
hijos guardan el shabat gracias a mí, como está escrito: Recuerda (zejor) el
día del Shabat para santificarlo (Éxodo XX, 8). El Santo, bendito sea, le contestó:
No crearé contigo el mundo, pues en ti está la guerra, ya que tu forma se
parece a una espada afilada y a una lanza, que son para hacer la guerra y que
son llamadas zain, “arma”. Eres como la nun que representa la caída, entonces
la zain salió inmediatamente.»
Respecto a la
palabra recuerdo (zejer), L. Vert ha escrito lo siguiente: «Conviene mencionar
que en hebreo los conceptos recuerdo (zejer) y macho (zajar) se expresan con la
misma palabra, aunque su vocalización sea distinta; es decir, que el recuerdo
dormido en el interior de cada uno sería precisamente la parte adámica que
persiste en el hombre después de la caída y que tiene que unirse con su ayuda
celeste. A esta parte fija se la denomina también el ancestro o el anciano, del
que Carlos del Tilo explica: “Los maestros de la tradición han afirmado que
este Anciano, este Oriente, está en cada hombre, pero olvidado en su pasado
adámico, enterrado en la tierra de exilio, en las tinieblas de Egipto, como un
Osiris en su tumba. Aquí está el Lugar del conocimiento, o sea de la Gnosis, el
polo hacia el cual hay que orientarse, donde el pasado se convierte en futuro.
Por eso el sol se levanta en el oriente del cielo terrestre del hombre. » (6)
Pero aun
siendo la zain la letra que enseña el recuerdo de Dios, el Santo, bendito sea,
no la considera apropiada para crear el mundo, pues en ella existe también un
principio de destrucción y desamor. Los argumentos del Santo, bendito sea, se
basan en que la forma jeroglífica de la zain se asemeja a dos armas, la espada
y la lanza, una mata el sentido del hombre interior y la otra destruye la
palabra (7).
La vav y la
he
Se presentó a
continuación la letra vav, pero el Santo, bendito sea, les dijo a ella y a la
letra siguiente, la he, que tenían suficiente con formar parte de su propio
Nombre, IHVH, y con el mismo argumento que expuso ante la letra iod no las
utilizó para crear el mundo.
La dalet y la
guimel
También se
presentan juntas las dos letras siguientes, la dalet y la guimel, y el Santo,
bendito sea, no quiere crear el mundo con ellas porque han recibido lo
suficiente por el hecho de estar juntas. Estas dos letras unidas forman la
palabra dag, que significa “pez”, y en guematría valen siete. El número siete
es el número del alma del mundo que contiene y transmite el pensamiento divino.
Ésta parece ser la enseñanza que se deduce del fragmento correspondiente del
Zohar, que dice así: «Vinieron la letra dalet y la letra guimel y dijeron lo
mismo que las otras. El Santo, bendito sea, les dijo: es suficiente para
vosotras poder ir juntas una con la otra, pues como los pobres no desaparecerán
nunca de la tierra, necesitan la recompensa de la misericordia. La letra dalet
es la inicial de dalot, “pobreza” y la letra guimel es la inicial de guemilot,
“recompensas”. Por eso no debéis separaros una de la otra y es suficiente que
podáis permanecer juntas».
El pobre
representa la parte divina que ha caído con el hombre y se encuentra sepultada
y despreciada en este bajo mundo. La recompensa representa la parte divina que
ha permanecido en el cielo (8). Estas dos letras no pueden ir la una sin la
otra, las dos son necesarias en el misterio de la unión del cielo y la tierra.
La bet
Finalmente la
letra bet se presentó ante el Santo, bendito sea, para ser la primera letra de
la creación, argumentando a su favor que era la inicial de la palabra berajah,
“bendición”, y gracias a ella el Señor está bendecido arriba y abajo. A
diferencia de todas las anteriores, el Santo, bendito sea, la acepta como la
primera letra de la Torah y de la creación del mundo. No discute ni busca
ningún argumento en contra de ello, pues el hecho de ser la letra de la
bendición justifica completamente su decisión. El mundo no puede salir del caos
y de las tinieblas sin una iniciación, es decir, sin la intervención directa de
Dios sobre el hombre caído por medio de la bendición (berajah). El inicio de la
creación del mundo es el mismo que el de la regeneración del hombre.
La alef
Y, puesto que
el Santo, bendito sea, ya había decidido la letra original de su creación, la
letra alef, la primera del alfabeto, ya no se presentó ante él, por lo cual el
Santo, bendito sea, le dijo: «Alef, alef, ¿por qué no te has presentado ante mí
como las demás letras? La alef contestó: He visto como todas las letras han
salido sin resultado, entonces, ¿qué haría yo allí? Y, además, ya le has dado a
la letra bet este gran don y no está bien que un rey tan elevado cambie el don
que ha dado a un servidor suyo para dárselo a otro. El Santo, bendito sea, le
contestó: Alef, alef, aunque el mundo sea creado con la letra bet, tu serás la
primera de todas las letras. No tendré unidad sino en ti y serás el principio
de todos los cálculos y de todas las obras del mundo. No habrá unidad sino con
la letra alef.»
En la alef
están inscritas las diez sefirot, así como el Tetragrama, pues el valor
numérico de IHVH es el mismo que la descomposición jeroglífica de la letra
alef, por eso se compara esta letra con el hombre regenerado, que participa
tanto de este mundo como del mundo por venir. La grafía de la alef, se puede
descomponer en una vav, que forma la diagonal izquierda - derecha y en dos
iods. En el Zohar se explica: «El Santo, bendito sea, dibujó al hombre según
las formas de este mundo y del mundo por venir. La palabra yietzer, “formó”
está escrita con dos iods, pues, en este momento el Santo, bendito sea, hizo
entrar a los hijos de Israel en Su Nombre, bajo la forma de las dos iods.
Además, la letra vav fue a ponerse entre estas dos iods, a fin de que llegaran
a formar la cifra del Tetragrama, IHVH, que es veinte seis, y que su cara fuera
dibujada según Su cara por las dos iods, y que, en fin, su nariz tuviera la
forma de la letra vav». (Zohar I, 26a.)
Del análisis
de este fragmento del Zohar podemos concluir que los misterios que esconden las
letras son un símbolo del misterio del hombre. Las letras son como el cuerpo que
necesita ser animado por el espíritu, si no, son imágenes muertas que
introducen al buscador en un laberinto intelectual sin posibilidad de salida.
Pero cuando las letras reciben el influjo del alma del mundo, entonces anuncian
la venida del Mesías, pues como explica Emmanuel d’Hooghvorst, en aquel
momento: «el sentido del texto, permaneciendo igual en lo que al cuerpo de la
letra se refiere, será totalmente distinto en cuanto al sentido, y esto es la
Torah sobre la boca o cábala: leer en el presente lo que aún está oculto y será
revelado a todos al final de los tiempos». (9)
NOTAS
(*) Artículo
aparecido en: R. Arola (ed.), (ed.), Images Cabalistiques et Alchimiques, Beya,
Grez-Doiceau, 2003.
(1) Emmanuel
d’Hooghvorst, «Ecce homo» in El hilo de Penélope, Arola, Tarragona, 2000, p.
251.
(2) Mil en
hebreo se escribe con las mismas letras que la letra alef.
(3) Este
fragmento del Zohar está extraído del artículo de Carlos del Tilo «El Dios de
Rigor y el Señor de Misericordia. Sobre la palabra emet, verdad», en La Puerta.
El cristianismo y la filosofía oculta, 1998, pp. 121-125. Recomendamos este
artículo como complemento imprescindible del tema que se desarrolla a partir de
la letra tav.
(4) De este
juego de palabras proviene la historia del Golem, pues «Los judíos polacos
modelan (…) la figura de un hombre de arcilla y cola, y una vez pronunciado el
shem hameforash [el Nombre divino] maravilloso sobre él, éste ha de cobrar
vida. (…) En su frente se encuentra escrito la palabra emeth [verdad]. Va
engordando de día en día, y enseguida se hace más grande y fuerte que todos los
demás habitantes de la casa, a pesar de lo pequeño que era al principio. De ahí
que, al final, sus dueños acaben borrando la primera letra de la palabra emeth,
de forma que queda sólo meth [está muerto], en aquel momento el muñeco se
deshace y se convierte en arcilla. » Cf. Raimon Arola, Las estatuas vivas,
Obelisco, Barcelona, 1995, p. 130.
(5) Emmanuel
d’Hooghvorst, «El justo entre sus contemporáneos», in El hilo de Penélope,
cit., p. 279.
(6) «El Arte
de la memoria», en La Puerta. Cristianismo y filosofía oculta, 1998, p. 67.
(7) Emmanuel
d’Hooghvorst, «La barba azul», in El hilo de Penélope, cit., pp. 190-191.
(8) Carlos
del Tilo, «El rico y el pobre», en La Puertanº 6, 1980, pp. 46 y ss.
(9) Emmanuel
d’Hooghvorst, «Ecce homo» in El hilo de Penélope, p. 251.
Tomado de la Revista Dialogo Entre Masones Setiembre 2014
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