El Cuervo
y los Pavos Reales - Otro Tipo de Profano con Mandil, Pero Salvable Aún
Julio Mario Villarreal III
Contaba
Esopo en una de sus fábulas que un cuervo vanidoso estaba cansado de sus plumas
negras y sentía una cierta envidia de los pavos reales, siempre adornados con
sus vistosos colores.
Piensa que te piensa, decidió
recoger las plumas, que se le habían caído a un pavo real, se engalanó con
ellas, y desdeñando luego a los otros cuervos, se introdujo en la hermosa
manada de los pavos reales.
Los pavos se admiraron al
principio del ser tan ridículo y extraño, y reconociendo que no era de su
especie, le arrancaron las plumas hurtadas, y le echaron de allí a picotazos.
El cuervo, viéndose tan
maltratado, medio muerto, y lleno de vergüenza, se volvió con los suyos, los
cuales también le despreciaron y le arrojaron de sí. Entonces uno de los
cuervos, a quien había menospreciado antes, le dijo:
-
Si te hubieras contentado con
vivir entre nosotros, y te hubieras sentido orgulloso de lo que te dio la
naturaleza, ni hubieras padecido aquella afrenta, ni ahora tendrías que sentir
esta repulsa.
¿Conoce al lector a algunos
individuos que al igual que el cuervo, ingresaron en la Masonería y al final creen
recibir un trato similar?
Independientemente del entorno y
de las personas que nos rodean, sean profanos o hermanos, seremos siempre cada
uno de nosotros mismos y no otros los que desbasten, moldeen y pulan nuestras piedras
brutas con el estudio de los misterios y enseñanzas de nuestra noble institución
además del celo, el fervor y la constancia para dominar nuestras pasiones;
hacernos mejores hombres para con nosotros mismos, nuestras familias, nuestros
hermanos y el mundo entero, de tal modo que algún día podamos ser dignos del
Gran Arquitecto del Universo y cuando la muerte nos sonría al partir al ignoto
Oriente Eterno, nuestra memoria quede grata en la memoria de todos los que nos
conocieron.
A lo largo de la historia la
Masonería siempre ha sido una especie de dama misteriosa y atractiva a la cual
muchos quieren acceder para arrancarles sus misterios y secretos, En algunos países, la misma se percibe como
algo normal, e incluso hay lugares donde es motivo de prestigio. En Estados
Unidos, por ejemplo, los masones incluyen tal condición en su currículum, en
otros países, el decir que se es masón crea inmediatas y suspicaces miradas a
quien tan solo lo mencione.
Lo cierto es que muchos
ingresan por un sincero deseo de instruirse en las enseñanzas y sus misterios,
dominado al mismo tiempo sus pasiones, llegando de esta forma no solo a ser
columnas de la Fraternidad sino también de las comunidades donde viven. Otros sin embargo tratan de entrar con
argucias, escondiendo insanas pretensiones en el logro de influencias políticas,
en los negocios o tratando de sacar partido de ser masón. Nada más lamentable
que un aprendiz en búsqueda de influencias. Cuando esto ocurre, hay que
dispararles con educación, al corazón de las viejas estructuras heredadas o
amasadas. El tráfico de influencias sólo es bueno cuando surge de la doctrina
del merecimiento pues las influencias en Masonería solo son educativas. Sólo se
puede pedir lo que uno está dispuesto a dar.
Algunos tratan de entrar para logran un
vano prestigio y otros para tratar de destruir a la Fraternidad como lo han
intentado muchos a lo largo de los tiempos, siempre auspiciados por los eternos
enemigos como lo son la ignorancia, la intolerancia y la represión del
librepensamiento. Todos los individuos
antes mencionados nos hacen daño, pues a pesar de que, como se expresara al principio de esta plancha, solo
cada uno de nosotros es responsable del manejo de su piedra bruta y de la forma
como construye su templo espiritual y moral, la forma de actuar de estas otras
personas es lo que ha nos ha traído una falsa imagen de lo que no somos
realmente los masones, cuando nos catalogan a todos por igual por las acciones
de algunos profanos con mandil que parecieran siempre estar en actitudes
conspirativas y disociativas del Egregor que debe reinar en todo taller, o por
una vida profana alejada de la ética, la moral y las buenas costumbres.
Como sucede con el Uroboros, el fin y el
comienzo se unen, y en este pequeño trazado hacemos referencia a los individuos
que como el cuervo de la fábula de Esopo, no se sienten bien en su entorno
natural, les hace falta algo, no hayan reconocimiento entre sus semejantes… y
tratan de ingresar en nuestros talleres deslumbrado por los secretos, las joyas,
los pines, los grados y toda la parafernalia que rodea a nuestros rituales,
este tipo de individuos se caracterizan por no aportar absolutamente nada a los
talleres, son producto de una mala investigación previa a su ingreso y por
tanto entran al Arte Real por un error en la diligencia de los hermanos que
fueron comisionados para investigar si había calidad en la roca que se
pretendía iniciar en el taller. La
responsabilidad es clara pues como dice un viejo adagio: “No tiene la culpa el
borracho sino el que lo hace compadre”.
Cada determinado tiempo,
ingresan a la orden este tipo de hermanos que quieren comerse a la Masonería de
un solo bocado. El resultado casi siempre es el mismo: terminan atragantados y
se vuelven a sus lugares de origen con indigestión.
En una ocasión escuche decir a un
hermano de un taller hermano que tenía problemas de quorum, que eran necesario
ingresar más profanos, no importaba si eran buenos o malos, pues después de un
tiempo éstos solitos se irían al ver que eso que llamamos Masonería no era para
ellos. Craso error pues algunos si se quedan, no trabajan, se convierten en los
zánganos de la colmena, solo viven para los ágapes y las tertulias de los pasos
perdidos, algunos son más o menos regulares en la retórica y la oratoria pero
de ahí no pasan, pues de la táctica a la práctica hay un muy largo trecho. Son del tipo de hermanos que no hacen caso de
las instrucciones de sus vigilantes. Estos aprendices pretenden decidir cuál
plancha o tema son los que deben trabajar y ponen muchos obstáculos para la
ejecución de cualquier trabajo que se les asigne. Son pésimos en la
presentación de sus exámenes, sin embargo no son lerdos en reclamar por que no
suben al grado de maestros con tan poco trabajo y diligencia masónica.
Este tipo de hermanos cuervos, son los también conocidos como “masones de botón”,
los cuales desean ocupar cargos o grados pero que desafortunadamente no
pasarían el retejo más simple que se les pudiera hacer. Son en extremo
figurativos y banales, y cuando los demás hermanos mayores en edad masónica les
llaman la atención respecto a su conducta, tildan a sus compañeros de
“montoneros” o “Bullying Fraternity”,
sin saber que en una colmena masónica todos deben trabajar y que el que no lo
hace es considerado zángano de la misma.
Otra característica inequívoca de estos hermanos cuervos es que a pesar
de no estudiar, de presentar, …o mejor dicho, leer, pues ni siquiera estudian
sus planchas caracterizadas por el consabido “copy and paste” de los perezosos que abusan del Internet, pretenden
imponer sus ideas profanas por encima de las enseñanzas de su grado,
descalificando las opiniones de los demás que traten de corregirlos. Esta impaciencia que presentan por subir a maestros es la hija
bastarda de su autodestrucción. ¿Y es que se ha visto acaso en un equipo de
Primera División jugar a un niño de tres años?, ¿o a un nadador olímpico que
nunca haya entrenado?, ¿o a un ciclista que no sepa pedalear? Pues bien, en Masonería, como en cualquier
deporte de la vida, hace falta entrenar, para después jugar a la opinión
precisa, el conocimiento acertado o a la conducta ejemplar. En Masonería la
ontología es un inmenso freno que enfurece a los acelerados. Debemos entonces
aplicarles en la simbología de la fábula de los pavos reales y el cuervo, la
pedagogía por grados en los ritos, las cuales son las zancadillas para sus
espíritus impacientes. Y es que un grado superior se alcanza, cuando se ha dejado de pensarlo como un objetivo. El
quitarle las falsas plumas simbólicas a los hermanos
cuervos se consigue probando el temple y observando si su conducta puede
soportar la imposición de un freno poderoso.
Si buscamos una carrera
masónica sin su correspondiente modo de vida masónico, caemos en la pedantería.
Por el contrario, si buscamos el modo de vida masónico por excelencia, la misma
se manifiesta sin una búsqueda voluntaria ex profeso.
Si no se les pone freno a
los hermanos cuervos, es muy posible
que sus egos corran en una dirección y lleguen rápido a la meta que se
propusieron, pero de luego de ello se
ensanchan y pavonean como mal ejemplo para los nuevos hermanos que ingresan al
taller. La Masonería se convierte entonces en una carrera para aquellos que
gustan de correr.
A los hermanos cuervos, si no se les sacan las plumas de las pasiones
antes señaladas, fallan en su cometido como aprendices. En una empresa si un
aprendiz no sirve después del período de prueba de tres meses, se lo hecha sin
indemnización. En Masonería, si un aprendiz no sirve por mucho tiempo se lo
espera hasta que halle la clave oculta o escuche el “clic” de su conciencia. Si
así y todo no lo logra, se lo seguirá esperando… …o por su impaciencia se marchará. Luego,
nunca se lo indemniza porque nunca se lo hecha.
A todo hermano masón que
se quiere ir, no hay que insistirle en que se quede, sino motivarlo a que se
vaya. Debemos enseñar todo el tiempo la doctrina del libre albedrío. Los peores
eslabones de la cadena han de ser los colmados de impaciencia.
En fin, como dijera al
principio, nadie más puede trabajar en nuestra piedra bruta más que nosotros
mismos, nadie más, pero es deber de los vigilantes y de los venerables maestros
así como de todo maestro masón el saber dar la docencia correcta a los hermanos cuervos para tratar de
salvarlos si es posible hacerlo. Si aprecias a un hermano no lo consientas.
Espera el momento y sé implacable con sus errores pero de una forma, con
tolerancia y tacto cordial, pues de ello depende la correcta formación de un
hermano que en su momento será maestro de otros. Él lo será luego contigo y te
ayudará a crecer pues todos en Masonería somos un engranaje o una pieza
necesaria para el correcto funcionamiento de la Logia y si nos sentimos como
hermanos de verdad, no debe sentirse más que agradecimiento y humildad si un
hermano nos llama la atención para nuestro propio beneficio y el de los demás.
Al final, ¿de qué sirve si
tu piedra está perfectamente pulida o la de tu hermano pero no estén niveladas
ni escuadradas sino simplemente pulidas, y al tratar de colocarlas junto con
las de los otros hermanos del taller, no puedan unirse o embonar para formar los
muros y edificios rectos y aplomados que forman nuestra Fraternidad? Lo mismo
ocurre con las células que forman
tejidos, órganos y cuerpos, todos son importantes y todos trabajan por un bien
común. Es necesario entonces aplicar la correcta
docencia en Masonería, enseñar con el ejemplo a dominar estas pasiones y
comportarnos todos de acuerdo a las leyes y reglamentaciones que juramos
cumplir, no ante los hombres, sino ante el mismísimo Gran Arquitecto del
Universo.
Para finalizar: ¡La
responsabilidad es de todos, pero principalmente de los Venerables Maestros y
sus Vigilantes!
TOMADO DE LA REVISTA DIALOGO ENTRE MASONES NOVIEMBRE 2014
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