Los Evangelios Apócrifos
Fernando Laredo Carter
Mucho ruido produjo en los medios de comunicación social la publicación del Evangelio de Judas hace algunos años. Y otro barullo se originó treinta años antes con la publicación del Evangelio de Tomas. Y con el de Felipe, en razón del Código da Vinci, y con el Evangelio de María de Magdala, y así, con los manuscritos del Mar Muerto, con los manuscritos de Nag Hamadi, y con el libro de Henoc, y otros textos parabíblicos.
Para ser bien directos respecto del tema debemos observar que la mayoría de las personas se han hecho demasiadas ilusiones respecto del contenido de estos antiguos documentos. Creen que aportaran grandes revelaciones acerca de la persona y de las doctrinas de Jesús de Nazaret. Y que poco menos los Evangelios canónicos quedaran vueltos al revés, y desautorizados, y con ello, la iglesia quedaría en bancarrota.
Vana esperanza. Los evangelios apócrifos son documentos respetables, interesantes, PERO DE RELATIVA IMPORTANCIA. Unos son mejores que otros, y otros son peores que los anteriores. Pero la ilusión colectiva es que todos son buenos, iguales y profundos, pero la realidad no es así. Es porque se presume de partida que los evangelios canónicos o bíblicos están fallados, o que la iglesia nos ha mentido a través de 19 siglos.
Son de desigual calidad, de épocas diferentes, y contenidos muy diversos, y aportan muy poco a lo que ya se sabe acerca de la persona de Jesús y de sus enseñanzas.
La palabra "apócrifo" parece ser la que fascina al público. Esa palabra griega significa OCULTO, SECRETO. Y allí está el foco de la ilusión. SE CREE QUE SECRETO Y OCULTO ES SINONIMO DE ESOTERICO. Y no es así.
Esoterós y Esotericós son también palabras griegas, pero no significan lo mismo que Apócrifo. Una cosa puede estar oculta o escondida y no ser "esotérica". PUES ESOTERICO EN GRIEGO SIGNIFICA "LO MAS INTERIOR DE ALGO" DE UNA CASA O DE UNA DOCTRINA.
De allí que Pitágoras y Aristóteles tienen enseñanzas externas e internas, exotéricas y esotéricas. Lo mismo Jesús y los esenios. En hebreo, y en particular entre los Esenios se habla de "Nigelot" o las cosas evidentes de la sagrada escritura, y de "Nisterot" o las cosas escondidas, o no evidentes, de la sagrada escritura. PERO NO SE REFIEREN A OTRAS ESCRITURAS, sino a dos aspectos de las mismas.
Jesús mismo dice, en los mismos evangelios canónicos, que él tiene dos niveles de enseñanzas, uno externo para el público y otro interno para sus discípulos. (ver Marcos 4,11). Y con eso no pretende hacer ninguna revolución. Los más famosos rabinos de Israel y los más grandes profetas tenían dos niveles de enseñanzas, igual que Pitágoras y que Aristóteles. Una doctrina es abierta, al que quiera oír. Y la otra es privada, solo para los más capaces de sus discípulos, su círculo interno.
No toda cosa oculta es esotérica, no todo secreto es esotérico. De allí viene la confusión con los evangelios apócrifos. Tal vez algunas partes o secciones de la literatura apócrifa tenga valor esotérico. Pero otras son exotéricas, o simplemente doctrinas de DE OTRAS ESCUELAS, que se quisieron mezclar con enseñanzas cristianas, tal como ocurre hoy con la Nueva Era.
Por eso hay que andar con cuidado y NO GENERALIZAR. Se debe evitar el reduccionismo, la superficialidad, y el sincretismo. Cada evangelio apócrifo se debe evaluar por separado, caso a caso. Jamás meterlos todos en un mismo saco. Prudencia es la norma. Y, desde luego, tener varios sacos o cajones de clasificación….-
Un saco o cajón es para aquellos evangelios apócrifos que son muy cercanos o una prolongación de los evangelios canónicos. Es el caso del Evangelio de la Verdad, de Valentin, el alejandrino. Es un claro desarrollo de los contenidos del Evangelio de san Juan Apóstol. Es bastante cercano a la ortodoxia.
Otro apócrifo cercano a la ortodoxia de los evangelios canónicos es el evangelio de Felipe. Y también el de Tomas.
Todo erudito serio, por muy católico, o evangélico, o copto, que sea, sabe que el mensaje global de Jesús de Nazaret NO QUEDO TODO REGISTRADO EN LOS EVANGELIOS CANONICOS, NI TAMPOCO EN EL RESTO DEL NUEVO TESTAMENTO. Por algo existen los textos llamados "AGRAFA", es decir, palabras de Jesús que no quedaron escritas en los evangelios canónicos.
Los Padres Apostólicos y los Padres de la Iglesia, herederos de la tradición oral de los apóstoles, dejaron esos "ágrafa" consignados en sus escritos. Pero como la mayoría de los cristianos no leen esas cosas no se enteran de su existencia. La misma Biblia registra uno de esos ágrafas de Jesús en los Hechos de los Apóstoles 20,35: "MÁS BIENAVENTURADO ES DAR QUE RECIBIR".
Además, todos los pastores lo saben. Conocen perfectamente que hubo documentos y cartas de los apóstoles que se perdieron en el transcurso de los siglos. Y lo saben pues la misma biblia lo dice de modo directo e indirecto. Se menciona en Colosenses 4,16, por ejemplo, una carta de san Pablo a Laodicea, que no está en ninguna parte. Se perdió, simplemente.
Veamos por ejemplo, las palabras de San Juan Apóstol a este respecto, en el propio Evangelio de este discípulo amado: "Y HAY TAMBIÉN OTRAS MUCHAS COSAS QUE HIZO JESÚS, LAS QUE SI SE ESCRIBIERAN UNA POR UNA, PIENSO QUE NI AÚN EN EL MUNDO CABRÍAN LOS LIBROS QUE SE HABRIAN DE ESCRIBIR". ( Ev. De Juan 21, 25 ).
Estas palabras de Juan están al final del cuarto evangelio, en una época cercana al año 90 después de Cristo, cuando los otros tres evangelios, el de Mateo, el de Marcos y el de Lucas, ya habían sido escritos, pero a juicio de Juan ESOS CUATRO LIBROS NO ERAN SUFICIENTES, PUES LA GRANDEZA DE LA PERSONA Y DE LAS OBRAS DE JESÚS ERAN SUPERIORES A LAS POSIBILIDES DE SUS CRONISTAS PARA RETRATARLAS DE MODO COMPLETO.
Lo mismo afirman los teólogos. Cuando se habla de Dios en teología, se sabe que los conceptos humanos acerca de El serán siempre desbordados por la realidad indefinible e infinita de Dios. Sin embargo, por muy limitado que sea el lenguaje humano no se puede prescindir ni de los textos sagrados ni de los conceptos sobre Dios y sobre Cristo, PUES ESAS PALABRAS SON LOS NATURALES VEHICULOS DEL ENTENDIMIENTO, Y SON LOS CANALES PREESTABLECIDOS PARA LA ACCIÓN DE LA GRACIA DIVINA EN EL SER HUMANO.
Por eso el mismo san Juan Evangelista advirtió al final del capítulo 20 de su profundo evangelio: "HIZO ADEMÁS, JESÚS MUCHAS OTRAS SEÑALES EN PRESENCIA DE SUS DISCIPULOS, LAS CUALES NO ESTAN ESCRITAS EN ESTE LIBRO. PERO ESTAS SE HAN ESCRITO PARA QUE CREAIS QUE JESÚS ES EL CRISTO, EL HIJO DE DIOS, Y PARA QUE CREYENDO, TENGAIS VIDA EN SU NOMBRE". (Ev. De Juan 20,30-31)
De allí se deduce que lo esencial del mensaje de salvación para el espíritu humano YA ESTA DADO, y nada de lo que encuentre en búsquedas arqueológicas o psíquico-clarividentes va a alterar la sustancia de lo que ya se he revelado a los hombres para iluminar su camino.
Por eso la calidad de cualquier documento apócrifo será siempre evaluada o valorada en relación con lo que dicen los Evangelios Canónicos de la Biblia. U otros textos del Nuevo Testamento o del Antiguo Testamento. ES DECIR, LO QUE LA BIBLIA DICE SIRVE PARA ACEPTAR O RECHAZAR LOS CONTENIDOS DE ESOS EVANGELIOS APOCRIFOS. Ella es el criterio o el patrón de medida, y no al revés.
Los profanos o los ignorantes en estas materias se imaginan que los descubrimientos de documentos antiguos van a servir para desautorizar a la Biblia y a la Iglesia. Pero es siempre al revés.
Veamos un ejemplo de la filosofía. Supongamos que alguien descubre un pergamino antiguo de un escrito de Platón, del cual no se tenía noticia. ¿Cómo vamos a tener la certeza de que ese escrito es realmente de Platón, y que no es un plagio de otro escritor?
Simplemente, comparando el contenido de ese documento nuevo, frase a frase, palabra griega a palabra griega, CON LO QUE YA SE SABE DE PLATON CON TODA CERTEZA. Si hay semejanza en el fondo y en el estilo del escrito con Platón, el documento pasa la prueba de blancura y se acepta, se declara válido.
Eso mismo se hace con los apócrifos que pretenden ser o representar la palabra verdadera de Cristo. Pues se aplica un viejo refrán que dice: "NO SE DEBE CAMBIAR LO VIEJO POR LO MOZO NI LO CIERTO POR LO DUDOSO". Desgraciadamente muchos supuestos buscadores de la verdad de la Nueva Era no aplican este adagio de sentido común.
Y como niños ingenuos, creen de inmediato en cualquier novedad que surja en cuestiones metafísicas y o religiosas. Sobre todo si parece contradecir lo que dice la Biblia o la Iglesia.
Los apócrifos SURGIERON DESPUES, O POSTERIORMENTE A LOS EVANGELIOS CANONICOS, son de segundas aguas, o de tercera fuente. No son la primera versión de las cosas que sucedieron con Jesús y los apóstoles. Surgen A EXPENSAS DE LOS EVANGELIOS ORTODOXOS O CANONICOS, tienen vida y producen interés, PORQUE YA EXISTEN PREVIAMENTE LOS GENUINOS Y ORIGINALES.
Por eso, antes continuar este trabajo, se debe entender con absoluta claridad que los evangelios apócrifos NO TIENEN AUTORIDAD PARA JUZGAR LOS CONTENIDOS DE LA BIBLIA. Son los contenidos de la Biblia los que permiten valorarlos positiva o negativamente. Si Ud. Quiere ser sabio, PRIMERO DEBE SER EXPERTO EN SAGRADA ESCRITURA, DESPUES, LEA LOS APOCRIFOS.
Solo así su intelecto será coherente y ordenado en estas materias. Se remarca esto pues muchos que se llaman intelectuales a si mismos y expertos en materias religiosas están deformados y ciegos en estas delicadas cuestiones.
Volvamos a nuestro tema central. Otro cajón o saco de los evangelios apócrifos son los llamados evangelios gnósticos-platónicos, en los cuales se rompe con la doctrina judeo-cristiana de un Dios Único como Creador del universo, y es reemplazada por la doctrina de un hipotético DEMIURGO, creador del mundo, pero servidor de una entidad superior, el padre absoluto, el silencioso supremo, el Dios sin nombre ni atributos, que no tiene nada que ver con la historia del hombre ni con el cosmos.
Este ser absoluto resulta ser solo bondad infinita, luz infinita, y como tal no tiene vinculación alguna con un mundo donde existe la maldad, la materia, el pecado, y la ignorancia, excepto con ese ente obrero creativo o formativo de los mundos, ya mencionado, el demiurgo. Habrian, por tanto, Dos Dioses, y el Monoteísmo sería falso.
E incluso a este ser inferior, especie de Ángel creador, se le llama Yahvé o Iehová, o el Tzabaoth, como si el Dios del Antiguo Testamento fuese el demiurgo y no el Dios Supremo, y como si el Padre del Jesucristo fuese aquel absoluto sin nombre, y no Yahvé mismo. Eso es herejía. Es decir, una grave desviación doctrinal para cristianos.
Es el caso del Evangelio de Judas. Y el de otros como el evangelio de Basílides. Para la comprensión de estas cuestiones recomiendo la obra del erudito español José Montserrat Torrens, titulada EL EVANGELIO DE JUDAS, conteniendo una versión directa del copto, y una profunda y clara explicación del gnosticismo platónico-cristiano. (Editorial EDAF, 2006).
Otros evangelios apócrifos tratan de rellenar los vacíos de los evangelios canónicos, por ejemplo, los apócrifos de la infancia de Jesús, narrando su vida en Egipto y en Nazaret, y deteniéndose en los milagros del Jesús niño. Prodigios como hacer figuritas de barro de palomitas y otros pajaritos, y con una sola palabra y un soplo de vida divina, echarlos a volar delante de los demás niños de la barriada.
O prodigios con los pañales del Jesús bebé, con la intervención de la Virgen María, la cual prestaba los pañales de su divino hijo a otras mamás con niñitos enfermos, para que al envolverlos con ellos, los infantes se mejoraran milagrosamente por la energía misteriosa que las prendas vehiculizan.
Milagros en los que los demonios salen rápidamente de una persona al envolverle la cabeza con un pañal del niño Jesús. En el Evangelio Árabe de la Infancia del cual tomamos los ejemplos, también se muestra a un niño Jesús capaz de resucitar muertos, y de transformar a un mulo en un hombre, que había sido convertido en animal por artes de hechicería.
Tales historias no son ajenas o extrañas al Nuevo Testamento sino que idénticas a lo que se narra de los milagros de san Pablo en los Hechos de los Apóstoles, 19, 11-12.
Esta clase de apócrifos, los de los evangelios de la infancia de Jesús, no pueden ser declarados ni heréticos ni perjudiciales para la piedad popular, pues exaltan la divinidad y el poder de Jesús Dios hecho hombre, pero con el peligro de incentivar la credulidad y la ingenuidad casi hasta el infinito.
Los nombres de los tres reyes magos, Gaspar, Melchor y Baltasar, vienen precisamente de los Apócrifos. También el nombre de los ladrones que son crucificados junto a Cristo: Gestas, el mal ladrón a la izquierda, y Dimas, el buen ladrón a la derecha del Salvador.
Y esto de marcar la derecha de Cristo como lugar de salvación y la izquierda del Señor como lugar de perdición o de condenación se basa en el Evangelio de Mateo cap. 25, 31 al 46, donde se describe el Juicio final a las Naciones y a los hombres.
Otros evangelios apócrifos, como el de Bartolomé, exaltan la virginidad de María junto a la Divinidad y la gloria divina de Jesús resucitado, y el poder de Cristo sobre los demonios, al punto que diversas partes de ese evangelios ha servido para inspirar rituales exorcistas medievales y modernos. También este apócrifo de Bartolomé apóstol contiene una clara y amplia doctrina acerca de los ángeles, en clara sintonía con famoso libro de Henoc.
Y suma y sigue. Otros apócrifos nos hablan del manto de Verónica, donde quedó estampado el rostro de Jesús. Allí se narra que la tela de este manto sirvió después para sanar personas enfermas de la alta sociedad romana, y finalmente devuelto a su piadosa dueña.
También la idea de la conversión final de Poncio Pilatos al cristianismo está tomada del documento apócrifo "Los Actos de Pilatos".
Pero la mayoría de estos documentos explotan la imaginación y los sentimientos de los fieles, pero al estudiarlos con rigor se descubre que sus narraciones y argumentos muestran un cristianismo muy avanzado en la historia del hombre, en la vida eclesiástica y con profundos desarrollos teológicos, que son ajenos a la simpleza del cristianismo primitivo. En suma, unas historias de segundo orden, historias sacadas de historias anteriores. Narraciones que pueden no ser verdaderas, sino meramente propagandísticas.
Por esos motivos, la jerarquía eclesiástica, fiel al depósito original que le fue confiado, ha declarado a los apócrifos como No Inspirados por Dios, y por lo tanto, aunque piadosos, no contienen la Enseñanza, Doctrina o Dogma Oficial y Original de Cristo y de los Apóstoles.
Se pueden leer, pero no sacer doctrinas ciertas de ellos. Son un enramado folklórico que surgió después y alrededor de los textos oficiales de la Biblia, o canónicos, como se dice. Pueden ser, en ocasiones, lecturas espirituales y edificantes, pero no dejan de ser peligrosos en algún sentido.
Veamos un ejemplo de ese peligro, en el que cayó el mago negro más grande del siglo XX, Aliester Crowley, y muchos otros ingenuos, como Cagliostro. Y muchísimos CANALIZADORES DE LA NUEVA ERA.
El Evangelio Apócrifo de Bartolomé, ya mencionado, por ejemplo, dice que Jesús le dio al Apóstol Bartolomé el poder de hacer hablar y revelar ciertas verdades de la historia moral de la humanidad, y dar secretos del gobierno angélico invisible del mundo, a Satanás en persona. Bastaba con pisarle el cuello y conjurarlo a decir todo lo que sabía del mundo invisible y de la historia de las naciones pecadoras. Y SE TOMA COMO VERDAD TODO LO QUE EL JEFE DE LOS DEMONIOS DICE.
Y se olvida que precisamente Satanás es El Príncipe de Los Mentirosos, el rey de la mentira, y que no hay verdad en él, según palabras de advertencia del propio Cristo en el Evangelio de San Juan 8, 44. De allí que a través de miles de años, se ha interrogado a espíritus y demonios para saber misterios del más allá y del más acá, y secretos de la magia, como hizo Cagliostro y Crowley.
Se llega a ese nivel de tontería o de imbecilidad por dudar de la validez de las revelaciones ya recibidas de los libros sagrados ortodoxos y de las instituciones de autoridad religiosa. Y para justificarse a si mismos se recurre a diversos evangelios apócrifos que parecen avalar determinados experimentos espiritistas y mágicos.
Por eso todo buscador de la verdad ha de tener elevados criterios en estas materias. Debe tener en su mente un orden jerárquico de documentos de apoyo, unos de primer orden, como la Biblia, el Koran, el Bhagavad Guita, el Tao Te King, La Divina Comedia, La Odisea, El Corpus Herméticum, El Sepher Yetzirá, los Manifiestos Rosacruces del siglo XVII, obras de San Agustín, de Santo Tomás, y sólo al final, los evangelios apócrifos.
Casi todos los evangelios gnóstico-platónicos adolecen también de otras dos enfermedades o pecados: Tienen cierta dosis de maniqueísmo y una cuota de marcionismo, lo que los hace incompatibles con el judaísmo y el cristianismo verdadero.
Maniqueísmo significa que hay Dos Dioses en el universo. Uno, El Dios Bueno, creó a los espíritus de luz y las dimensiones invisibles de los cielos. El Otro, el Dios Malo, creó la materia y los cuerpos que servirían para encerrar y encadenar a los espíritus de luz.
Por eso mismo, Jesús, el Hijo del Padre Bueno, SOLO TUVO UNA APARIENCIA DE CUERPO FISICO, YA QUE SU DIVINIDAD ERA INCOMPATIBLE CON UN CUERPO MATERIAL O FISICO. Es decir, la encarnación real de Jesús Dios nunca fue real. Fue ilusoria, aparente. El Docetismo es una variedad de estas posturas maniqueas. (Evangelios Docetistas).
Contra esas ideas ya el Apóstol san Juan dejó una advertencia y una condena, que afecta a esos apócrifos, en su Primera Carta, cap. 4 vers. 1 al 3. "AMADOS, NO CREAIS A TODO ESPIRITU, SINO PROBAD LOS ESPIRITUS SI SON DE DIOS; PUES MUCHOS FALSOS PROFETAS HAN SALIDO POR EL MUNDO.
EN ESTO CONOCED AL ESPIRITU DE DIOS: TODO ESPIRITU QUE CONFIESA QUE JESUCRISTO HA VENIDO EN CARNE ES DE DIOS; Y TODO ESPIRITU QUE NO CONFIESA QUE JESUCRISTO HA VENIDO EN CARNE NO ES DE DIOS; Y ESTE ES EL ESPIRITU DEL ANTICRISTO, el cual vosotros habéis oído que viene y que ahora ya está en el mundo".
Esta advertencia de Juan Evangelista es la causa de que la Iglesia cristiana a través de los siglos ha rechazado a muchos evangelios apócrifos, ya sea por ser Docetistas, o por Maniqueos. Y también es la causa, entre otras, de porqué el Cristianismo es contrario al marxismo, pues esta corriente filosófica niega de la Encarnación histórica de Jesuscristo Dios, y si lo acepta, lo toma sólo como un hombre más.
Dentro de esta condena apostólica caen la mayoría de los médiums o canalizadores de la Nueva Era.
El Marcionismo mencionado anteriormente, es una doctrina que va mucho más allá de quienes nos hablan de un demiurgo llamado Yahvé o Tzabaot. Directamente el Evangelio de Marción nos dice que EL DIOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ES SATANAS EN PERSONA, EL DIOS DEL MAL, DE LA CRUELDAD Y DE LA INJUSTICIA. Y SOLO EL PADRE DE JESUS ES EL DIOS DEL BIEN.
Y lamentablemente, varios apócrifos se hacen eco de estas ideas heréticas y falsas. Precisamente los Cátaros de la edad media eran herederos de las doctrinas maniqueas y del marcionismo.
Son herejías porque EL DIOS DE LA BIBLIA ES CREADOR DE LA MATERIA Y DEL ESPIRITU, DEL CIELO Y DE LA TIERRA, DE LO VISIBLE Y DE LO INVISBLE. Y es el Inspirador e iluminador de los profetas y de los patriarcas del Antiguo Testamento, como también el Padre de Cristo y de los Apóstoles.
Para un cristiano el cuerpo no es el mal en si, su cuerpo es un templo que alberga al espíritu divino, y debe cuidársele con racionalidad para que sea un sano y dócil instrumento del espíritu.
Pero para los gnósticos de tendencia maniquea y catara el cuerpo es una maldición, una prisión, un enemigo al que hay que matar. Eso es contra la moral cristiana. Por eso la Iglesia los condena, no en cuanto a personas, sino en cuanto a que son promotores de doctrinas peligrosas para las almas y para la vida humana.
Por eso se dijo al comienzo de este trabajo que los Evangelios Apócrifos son muy diversos, de valor relativo, que deben analizarse caso a caso. Y que debe evitarse llamarlos buenos o esotéricos con ingenuidad e ilusión.
El cristianismo tiene su propia gnosis y su propio esoterismo en las mismas escrituras canónicas y ortodoxas, sin recurrir a fuentes externas. Para eso bastaría estudiar la numerología del Nuevo Testamento, y la doctrina de los diversos nombres de Dios que hay en la misma Biblia, por ejemplo.
El valor de los apócrifos es muy irregular y diverso. Es un material que nos ha llegado muy mutilado e incompleto, y que contradice la mayoría de los fundamentos de la cosmovisión judeo-cristiana del ser humano, de la vida y del universo.
Su lectura y seguimiento conceptual requiere de mucha prudencia y discernimiento, para separar la paja del trigo. Prudencia y discernimiento profundo que el hombre de cultura globalizada, superficial, y masiva, no tiene.
La política de rechazo al uso pastoral de estos documentos que han asumido las distintas Iglesias a través del tiempo es la correcta. Lo que no impide al mundo erudito leerlos y estudiarlos.
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